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Los morenistas promueven el nacionalismo en materia de vacunas en Argentina

Mientras Argentina se enfrenta a una catastrófica segunda ola de la pandemia de COVID-19, con 30.000 casos diarios y 550 muertes diarias en una población de apenas 44 millones de habitantes, los morenistas del Partido de los Trabajadores Socialista (PTS), en coordinación con sus aliados de la agrupación parlamentaria del pseudoizquierda Frente de Izquierda y los Trabajadores Unidad (FIT-U) exigen al gobierno peronista del presidente Alberto Fernández que prohíba la exportación de los componentes de las vacunas que se producen en el país al resto de América Latina, para acelerar la vacunación de los argentinos.

El PTS y el FIT-U intensificaron su campaña a favor de esta demanda nacionalista reaccionaria a medida que la segunda ola cobraba velocidad a finales de marzo, y los pseudoizquierdistas argentinos trabajaban para ayudar y encubrir el papel de los sindicatos peronistas en mantener a los trabajadores en lugares de trabajo altamente contagiosos y empujar a los profesores y estudiantes a volver a las escuelas.

Primeras aplicaciones de la vacuna Sputnik V contra el COVID-19 en Argentina (Wikimedia Commons)

Al igual que el resto de América Latina, África y Asia, Argentina se enfrenta a una grave escasez de vacunas, con sólo un 7% de la población totalmente vacunada hasta el momento. Aun así, la cifra es mucho mayor que en algunos de los países más grandes de la región, como Colombia y Perú, que han sufrido brotes de COVID-19 aún peores, por no hablar de los países más pobres de la región, como Bolivia y Paraguay, donde sólo el 5% de la población ha recibido una sola vacuna.

El grueso de las inyecciones distribuidas en el país hasta ahora han sido de las vacunas Sputnik V, de diseño ruso, y Sinopharm, de producción china, mientras que una minoría eran dosis de Covishield, de AstraZeneca, objeto de la demanda de prohibición de exportación de los morenistas.

Los gobiernos de México y Argentina habían llegado a un acuerdo con AstraZeneca en agosto con el objetivo de producir 150 millones de dosis para América Latina en 2021, con componentes fabricados en Argentina y el fraccionamiento y envasado realizado en México. En Argentina, los componentes se producen en la planta de mAbxience en la localidad de Garín, en el cinturón industrial del norte de Buenos Aires. Aunque la empresa ha sido capaz de producir componentes para más de 40 millones de vacunas, hubo que esperar hasta la última semana de mayo para que se distribuyeran los primeros 1,6 millones de dosis en México y Argentina, admitiendo AstraZeneca múltiples retrasos en la planta de Liomont, en México, y achacando algunos de ellos a un retraso en el envío de componentes industriales desde Estados Unidos.

El 31 de marzo, en una semana en la que se registró un aumento del 36 por ciento de nuevos casos diarios de COVID-19, el FIT-U organizó un acto frente a la planta de mAbxience con el lema “las vacunas que faltan están en Garín”, donde los legisladores del FIT-U presentaron su proyecto de ley exigiendo la prohibición de las exportaciones. El dos veces candidato a la presidencia por el FIT-U, el diputado Nicolás del Caño, declaró de manera contundente: “de aquí se llevaron el equivalente a 40 millones de dosis. Eso significa que casi la mitad de la población argentina podría haberse vacunado”.

Un día antes, el PTS había publicado en su sitio web Izquierda Diario un artículo del miembro principal Patricio del Corro en el que calificaba las exportaciones como un “robo” (“se fugaron”).

El proyecto de ley se convirtió en el centro de la intervención del FIT-U ante más de un millar de docentes, en una reunión online del sindicato Ademys que convocó a un paro de 48 horas en oposición a la orden de regreso a clases del alcalde de Buenos Aires, Horacio Larreta, de la oposición derechista al gobierno de Fernández. Los morenistas presionaron a los maestros reunidos a firmar una petición en la que se quejaban de las “exportaciones a México” mientras fingían preocupación por cómo “la población sufre las consecuencias de una escalada de la pandemia”.

Estas políticas reaccionarias ponen al descubierto cualquier pretensión de que el PTS y sus aliados de pseudoizquierda en Argentina e internacionalmente, organizados en torno a la “red” de sitios web La Izquierda Diario, estén de alguna manera asociados con el marxismo o el internacionalismo socialista. Su exigencia de prohibir la exportación de vacunas no tiene nada que ver con una perspectiva obrera. Por el contrario, copia la política más reaccionaria lanzada por el sistema capitalista del Estado nación.

El mes pasado, el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, denunció que la distribución mundial de vacunas se caracterizaba por “una escandalosa desigualdad que está perpetuando la pandemia”. Añadió que “un pequeño grupo de países que fabrican y compran la mayoría de las vacunas del mundo controlan el destino del resto del mundo”.

Los morenistas no ofrecen ninguna oposición a esta “escandalosa desigualdad”. Más bien, en un claro eco de las desvaídas pretensiones de la clase dirigente argentina, piensan que Argentina debería formar parte de ese “pequeño grupo de países.”

En el propio México, donde la organización paraguas a la que está afiliado el PTS, la mal llamada “Fracción Trotskista” (FT-CI), tiene una sección, no hubo ningún intento por parte de los morenistas de movilizar a los trabajadores de la planta de Liomont para garantizar el envío de las vacunas programadas al resto de América Latina.

Por el contrario, ofreciendo una cobertura de “izquierda” para el estrecho alineamiento de la clase dominante mexicana con el imperialismo estadounidense, la contraparte del PTS, el Movimiento de los Trabajadores Socialista (MTS), promovió una campaña completamente anticientífica para desacreditar la vacuna de AstraZeneca. El MTS se quejó en un artículo del 18 de febrero de que “la vacuna menos eficaz del mundo” se estaba utilizando para inmunizar a los “abuelitos mexicanos”. De esta manera se hacía eco acríticamente de los argumentos utilizados por Estados Unidos y las potencias europeas continentales en plena campaña contra la vacuna, basados en intereses imperialistas contrapuestos y completamente ajenos a los resultados científicos.

La exigencia de los morenistas argentinos de una política de vacunación “primero Argentina” hace estallar cualquier pretensión de solidaridad con sus “partidos hermanos” en América Latina, y mucho menos con los miles de millones de trabajadores a nivel internacional a los que se les ha negado el acceso a las vacunas.

Es una expresión particularmente grotesca de su subordinación y orientación a la burguesía nacional en cada país en el que operan, el principal rasgo unificador de su asociación internacional. La pandemia del COVID-19 ha profundizado enormemente las rivalidades nacionales, empujando tanto a los países imperialistas como a los atrasados a una mayor competencia capitalista interestatal, a una acumulación militar y a formas autoritarias de gobierno.

Los morenistas del FT-CI han seguido y encubierto cuidadosamente estos movimientos en un país tras otro, hasta el punto de poner a sus secciones argentina y mexicana en un conflicto casi directo.

En España, su filial CRT se ha alineado con la oposición de la derecha franquista al traicionero gobierno del Partido Socialista-Podemos, calificando incluso las ineficaces medidas de distanciamiento social decretadas por el gobierno como una intolerable violación de las libertades individuales. En Francia, su corriente CCR, que opera dentro del NPA, ha apoyado el impulso del gobierno de Macron para enviar a los jóvenes de vuelta a las universidades en medio de la segunda ola de la pandemia, alineándose con la hipócrita afirmación del gobierno de preocuparse por la salud mental de los estudiantes.

En Brasil, donde su organización MRT se orienta a la pseudoizquierda del PSOL, se han alineado con el fascistoide presidente Jair Bolsonaro y con Donald Trump en la promoción de la hidroxicloroquina como cura del COVID.

Los morenistas también han promovido, a través de su portavoz en Estados Unidos, la Voz Izquierda, las ilusiones en la eterna estabilidad del capitalismo estadounidense, minimizando el intento de golpe de Estado de Trump y promoviendo la presidencia de Biden, escribiendo que la “cantidad de concesiones” que su gobierno ofrecería a los trabajadores dependía de la aplicación de la presión a través de los sindicatos corporativistas.

De hecho, la reciente expansión de las operaciones de los morenistas en América Latina a Estados Unidos y Europa, financiada por los recursos de su maquinaria parlamentaria-sindicalista argentina, tiene como objetivo utilizar su experiencia de décadas en el apuntalamiento de las clases dominantes corruptas de América Latina para facilitar la traición de las luchas de los trabajadores estadounidenses y europeos.

En ningún lugar ha sido más claro este papel que en Argentina, donde el viejo pablista Nahuel Moreno fundó por primera vez la corriente que dio lugar al FT-CI. Su objetivo era subordinar a la clase obrera a “la disciplina del general Perón”, lema inscrito en la cabecera de su periódico. En la década de 1970, dicha subordinación tuvo como resultado el desarme de la poderosa ofensiva de la clase obrera argentina, allanando el camino para la represión asesina del régimen militar-fascista de Videla.

Ahora que está de vuelta en el poder, el peronismo se enfrenta a una hostilidad generalizada hacia su política de inmunidad colectiva y a la catástrofe económica resultante de su gestión de la pandemia. La proporción de argentinos que viven en la pobreza ha subido al 42%, mientras que la pobreza infantil alcanza ahora un asombroso 57%, con un 10% de la población viviendo en la pobreza extrema. Al mismo tiempo, la inflación anual se ha acelerado hasta el 105%.

En estas condiciones, el gobierno peronista está desesperado por revivir su vieja demagogia nacionalista contra los “intereses extranjeros”, en un intento de desactivar la creciente oposición social.

Mientras los morenistas intensifican su política de vacunación de “los argentinos primero”, el gobierno peronista prepara una prohibición de las exportaciones de carne vacuna, para desviar la culpa de la crisis, personificada en un mínimo histórico en el consumo de carne. Al mismo tiempo, el gobierno se enfrenta a una creciente oposición a su compromiso continuado de cumplir con los pagos de su deuda de 45.000 millones de dólares con el FMI, y a sus negociaciones con Brasil y Uruguay sobre un recorte radical de su arancel de importación común, que supondrá un aumento de la competencia de los tres países en el mercado mundial, lo que se traducirá en una mayor reducción del nivel de vida de los trabajadores de toda la región.

El desenmascaramiento del fraudulento “internacionalismo” de la coalición FT-CI/ Izquierda Diario expone las verdaderas razones de su mal uso de los términos “marxista” y “trotskista”. Su intento de equiparar el marxismo con la demagogia populista y ahora, bajo la presión del crecimiento de la rivalidad interestatal capitalista, el nacionalismo reaccionario, tiene como objetivo envenenar la conciencia pública y bloquear el desarrollo de una auténtica dirección socialista e internacionalista en la clase obrera. La lucha por construir esa dirección, basada en el legado del marxismo, la Revolución rusa, la lucha de Trotsky contra el estalinismo y la prolongada lucha contra el revisionismo pablista, es emprendida únicamente por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI).

(Artículo publicado originalmente en inglés el 10 de junio de 2021)

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