Las grandes corporaciones y bancos españoles están utilizando la crisis del coronavirus para implementar despidos masivos y planes de racionalización planeados desde hace mucho tiempo, incluso mientras cosechan miles de millones en ganancias.

En la última escandalosa traición de los sindicatos, CCOO y UGT han acordado eliminar 3.000 puestos de trabajo en el banco BBVA (Banco Bilbao Vizcaya Argentaria), una de las mayores entidades financieras del mundo. Esto ocurrió pocos días después de que los trabajadores llevaran a cabo la primera huelga en el sector en tres décadas.

El BBVA es el segundo banco más grande de España después de Banco Santander. Cotizada en la Bolsa de Madrid, la Bolsa de Nueva York y la Bolsa Mexicana de Valores, BBVA opera principalmente en España, Sudamérica, Norteamérica, Turquía y Rumanía. A diciembre de 2020, los activos de BBVA ascendían a 736.000 millones de euros, más que el PIB anual de los países combinados de la CEDEAO que abarcaba a casi 400 millones de personas en África Occidental (Benín, Burkina Faso, Capo Verde, Ghana, Guinea, Guinea-Bissau, Costa de Marfil, Liberia, Malí, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona, Gambia y Togo).

BBVA ganó €1320 millones entre octubre y diciembre de 2020, su mayor resultado trimestral en los últimos dos años, en medio de una pandemia que ha empobrecido a cientos de millones de trabajadores y arruinado pequeñas empresas en todo el mundo. A pesar de esta ganancia inesperada, a finales de abril BBVA anunció su intención de despedir a 3.800 trabajadores, el 16 por ciento de la plantilla, mediante un Expediente de Regulación de Empleo (ERE).

Esto comenzó el proceso habitual a través del cual las corporaciones de todo el mundo están despidiendo a decenas de miles de trabajadores.

En primer lugar, la compañía anuncia un plan de despidos. Entonces los sindicatos se posicionan cínicamente como indignados y horrorizados. Alegando que fue inesperado, entran en negociaciones mientras convocan protestas simbólicas para soltar presión ante los trabajadores. La empresa anuncia entonces una cifra ligeramente menor de pérdidas de puestos de trabajo, lo que permite a los sindicatos cantar victoria.

En BBVA, CCOO publicó un comunicado en el que declaraba que el plan de despidos propuesto era "insostenible y escandaloso". Los trabajadores "se van a quedar sin fuente de ingresos mientras la alta dirección mantiene e incrementa unos sueldos millonarios, lo que no se corresponde con la gravedad de la situación". A continuación, anunció: " el plan nos lleva al camino de la movilización".

El 10 de mayo, 6.000 personas participaron en manifestaciones en 15 ciudades españolas, seguidas una semana después de otra protesta nacional de miles de personas en 18 ciudades. Los sindicatos también organizaron paros parciales de varias horas.

Esta vez, sin embargo, estos gestos de los sindicatos convencieron a muy pocos, después de ver cómo habían llegado a acuerdos para recortar miles de puestos de trabajo en CaixaBank (8.291), Santander (3.572), Sabadell (1.800) e Ibercaja (750), sin ninguna lucha real.

Los trabajadores de BBVA exigieron más acción militante, por lo que los sindicatos convocaron a regañadientes una huelga de 24 horas el 2 de junio. Esta obtuvo un inmenso apoyo con más del 70 por ciento de participación. Los sindicatos hicieron todo lo posible por sabotear una movilización unitaria de los trabajadores en defensa del empleo. En lugar de pedir una lucha unida de los 18.000 trabajadores bancarios que se enfrentan a planes de despido similares, CCOO convocó una "huelga" simbólica de 30 minutos en CaixaBank contra el despido de 8.291 trabajadores. De hecho, CCOO y UGT ya habían acordado estos despidos semanas antes.

Aterrorizados por la amenaza de una oposición unificada, CCOO, UGT y la Asociación de Cuadros de Banca (ACB) acordaron un nuevo plan de despido para 2.935 trabajadores, solo 800 menos que la cifra original. Esto representa el 10 por ciento de la plantilla de BBVA y el cierre de 480 oficinas.

CCOO describió el acuerdo explicando "que viene dado claramente por el éxito de la huelga". La UGT por su parte afirmó que “vemos positiva toda reducción del número de afectados” Ahora la discusión era sobre otras cuestiones, como las compensaciones y "el establecimiento de condiciones de salida decentes".

Este ataque contra los trabajadores bancarios, tradicionalmente un sector bien pagado de la clase trabajadora, se ampliará para recortar los salarios de toda la clase trabajadora. Decenas de miles de trabajadores obreros y de cuello blanco se están viendo obligados a pagar el precio de los €70.000 millones entregados a los bancos tras la crisis de 2008 y los €140.000 millones prometidos a los bancos y corporaciones de España con cargo a los fondos de rescate de la Unión Europea para la pandemia.

Sensible a la creciente oposición a los sindicatos mayores, la CGT está interviniendo para desempeñar su papel de pararrayos. Especializada en la postura de ser más radical y combativa para succionar a los trabajadores desencantados de las burocracias más grandes, se ha negado a firmar el plan de despidos al tiempo que deja claro que no se opone a la pérdida de puestos de trabajo. Su principal crítica es que los despidos deberían aplicarse mediante jubilaciones anticipadas y vacaciones pagadas.

El sindicato "alternativo" de los grupos de pseudoizquierda no ha propuesto ningún plan de lucha, solo golpeo de ollas y sartenes el martes.

La CGT se reunió con el pseudoizquierdista Podemos, principal socio de coalición del Partido Socialista (PSOE), para solicitar un cambio legislativo que prohíba los despidos en empresas con ganancias. Pero saben perfectamente que Podemos, que controla el Ministerio de Trabajo, no va a cambiar ninguna ley y es un ávido partidario de estos planes de despido. La líder de Podemos y vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, ha declarado de forma cínica recientemente: "Las empresas, en general, se han portado muy bien durante la crisis provocada por el COVID-19".

Durante los primeros meses del año, 29 grandes empresas han anunciado despidos colectivos que afectan a más de 35.000 trabajadores. Estos ERE han sido particularmente brutales en el sector bancario. Desde 2010, los bancos en colaboración con los sindicatos han llevado a cabo un total de 70 procesos de despido colectivo que han destruido 100.000 puestos de trabajo. Para dar una idea de la magnitud de la cifra, esto llenaría el estadio de fútbol Camp Nou de Barcelona o el estadio de Wembley de Londres.

La oposición entre los trabajadores está aumentando contra estos despidos. Joan Sierra, responsable del sector financiero de CCOO, dijo a eldiario.es que los trabajadores "hoy no se fían y crece la preocupación". Advirtió que los bancos "deberían tomar nota de ello". Su homólogo en la UGT, Víctor Miravete, dijo que la gente ahora se siente "amenazada".

La burocracia sindical teme sobre todo la aparición de luchas obreras que se salen de su control. A nivel internacional, la lucha más importante se encuentra actualmente en los Estados Unidos, ya que casi 3,000 trabajadores de la planta de Volvo Trucks New River Valley en Dublín, Virginia, están en huelga después de votar con un 90 por ciento de apoyo para derrotar la segunda propuesta de contrato pro-empresa acordada por el sindicato United Auto Workers (UAW).

Los trabajadores han creado el Comité de Base de los Trabajadores de Volvo, organizado independientemente del UAW, y están tratando de ampliar su lucha a otros sectores de la clase trabajadora para salir del aislamiento que les imponen la dirección y el sindicato.

El World Socialist Web Site hace un llamamiento a todos los trabajadores de BBVA y a otras personas implicadas en luchas similares para que también formen comités de base, independientes y hostiles a las burocracias sindicales y a sus partidarios de pseudoizquierda. Póngase en contacto con el WSWS para obtener ayuda en la formación de un comité de base en su lugar de trabajo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 20 de junio de 2021)