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La desnutrición infantil y el hambre se disparan en Haití a medida que aumentan las infecciones por COVID-19

Al menos 86.000 niños corren el riesgo de desarrollar desnutrición infantil “aguda grave” este año en Haití, según fuentes conectadas al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). El número de niños que se prevé que padecerán hambre este año se ha duplicado a medida que la empobrecida nación lidia con extraordinarias crisis políticas y sociales exacerbadas por la pandemia.

Amazon Annegardine de 11 años, siendo tratada por niveles anormales de glucosa en la sangre en el Hospital Inmaculada Concepción, Les Cayes, Haití, 26 de mayo de 2021 (AP Photo/Joseph Odelyn)

Según una encuesta de la ONU, actualmente hay 217.000 niños que padecen desnutrición aguda. La desnutrición aguda había aumentado constantemente en la población infantil durante varios años antes que la pandemia desencadenara una crisis alimentaria masiva que elevó el total en un 61 por ciento en 2020. En una entrevista con el Miami Herald, Bruno Maes, representante de UNICEF en Haití, dijo que casi 5 millones de los haitianos están afectados por la desnutrición y tienen dificultades para obtener una alimentación diaria.

Solamente en los primeros tres meses de este año, el número de admisiones de niños con desnutrición aguda grave en los centros de salud ha aumentado en más del 26 por ciento en comparación con hace un año. Jean Gough, el director regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, señaló el gran peligro que enfrenta una gran parte de los niños pequeños si la crisis continúa sin cesar.

El 6 de mayo, el Ministerio de Salud reportó 13.245 infecciones por COVID-19 y 268 muertes. Exactamente un mes después, el 6 de junio, la cantidad de infecciones se había disparado a más de 16.079, mientras que las muertes confirmadas aumentaron a 346. Sin embargo, estas cifras son sin duda incompletas, ya que la infraestructura de salud necesaria para realizar el rastreo de contactos e identificar todas las muertes relacionadas con coronavirus prácticamente no existe.

Los nuevos casos ya están empezando a agotar la capacidad hospitalaria y el suministro de oxígeno del país. Los tratamientos antivirales y otros suministros cruciales siguen estando fuera del alcance de la mayoría de la población. Cada semana aparece informes de al menos un hospital en la capital del país y la ciudad más poblada, Puerto Príncipe, que se queda sin camas disponibles y niega la admisión de pacientes con COVID.

Haití sigue siendo el único país del hemisferio occidental que aún no ha administrado ni una sola vacuna a su población. Se suponía que un envío de 132.000 dosis de la vacuna AstraZeneca del programa COVAX respaldado por la ONU se enviaría al país el lunes, pero se ha retrasado indefinidamente, según la Organización Panamericana de la Salud.

La Administración de Biden anunció tardíamente esta semana que planea entregar una cantidad significativa de dosis de vacunas estadounidenses al país. Un funcionario de la Casa Blanca dijo que la Administración estaba “coordinando activamente” con el Gobierno haitiano sobre la mejor manera de llevar a cabo un programa nacional de vacunación. El funcionario hizo esta declaración antes de admitir que no se había finalizado ningún plan sobre cómo se entregarán exactamente las vacunas ni cuándo llegarán.

Detrás de la incapacidad de los países más pobres del mundo, como Haití, para adquirir las vacunas necesarias, se encuentra el nacionalismo nocivo y la búsqueda de oportunidades lucrativas por parte de los Gobiernos de Estados Unidos y otros países capitalistas más avanzados, que han saboteado sistemáticamente todos los esfuerzos internacionales para distribuir vacunas fuera de sus fronteras.

El Dr. Richard Frechette, un profesional de la salud que trabaja en el Hospital St. Luke, que dirige uno de los pocos centros de tratamiento para el COVID-19 en Puerto Príncipe, habló sobre la contradicción entre la supuesta generosidad de la Casa Blanca de Biden y los hospitales de Haití que reciben vacunas caducadas debido a retrasos constantes. Frechette dijo que era “totalmente absurdo desde todo punto de vista humano y de justicia”. St. Luke es uno de los muchos hospitales que se están quedando sin tanques de oxígeno y camas.

Los médicos haitianos han subrayado que los $16 millones que la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional dijo que donaría son extremadamente insuficientes para combatir la llegada masiva de pacientes con COVID-19. En muchos hospitales, los médicos atienden a tantos pacientes que se requieren entre 400 y 500 tanques de oxígeno al día, lo cual eclipsa los 50 concentradores de oxígeno que USAID propone distribuir a una docena de instalaciones.

El avance de la pandemia también ha intensificado la pasmosa crisis alimentaria de Haití. Más de uno de cada cuatro haitianos se enfrenta a inseguridad alimentaria grave. Esto incluye al menos a 1,9 millones de niños, según la Clasificación Integrada de Fases de Seguridad Alimentaria y las estimaciones de UNICEF. La agencia informa que está buscando desesperadamente US $48,9 millones para satisfacer las necesidades humanitarias de 1,5 millones de adultos y de 700.000 niños, una situación que se ha visto considerablemente agravada por el COVID-19.

En 2020, UNICEF y el Gobierno haitiano tuvieron que tratar a más de 33.000 niños con desnutrición aguda a través del Programa de Alimentación Terapéutica de productos Listos-para-Consumo de la ONU, el cual brinda asistencia para salvar vidas en las comunidades más afectadas por la pobreza. UNICEF ha advertido, sin embargo, que ha comenzado a quedarse sin fondos para apoyar el programa y necesita al menos $3 millones para comprar suministros para llevar a cabo el tratamiento preventivo.

La crisis alimentaria que azota a la nación caribeña es solamente una manifestación del aumento global de la desnutrición y el hambre. En un “Informe mundial sobre crisis alimentarias” publicado por el Programa Mundial de Alimentos el mes pasado, se descubrió que al menos 155 millones de personas en 55 países habían enfrentado hambre aguda en 2020, 20 millones más que en 2019.

La culpa de la crisis del hambre y el aumento de los casos de COVID-19 en Haití y otros países subdesarrollados recae directamente en el sistema capitalista impulsado por las ganancias, que ha priorizado el enriquecimiento de las clases dominantes del mundo a expensas de salvar vidas. En marcado contraste con el aumento de la desnutrición de los pobres del mundo, los multimillonarios más ricos del mundo aumentaron su riqueza de $8 billones a $13 billones, mientras la pandemia se extendía y se cobraba 3 millones de vidas.

La oligarquía ultrarrica de Haití y sus secuaces políticos como el autoritario presidente Jovenal Moïse han presidido una crisis social en la cual los hogares haitianos han visto caer sus ingresos en más del 60 por ciento. El régimen de Moïse ha pasado el último año haciendo caso omiso del peligro de la pandemia e ignorando la necesidad de adoptar medidas sanitarias preventivas contra los brotes.

El Gobierno de Moïse ha estado en el centro de una crisis política en la cual ha estado sumido el país durante los últimos meses, después de sus intentos en febrero de cambiar la Constitución y establecer una dictadura presidencial.

Respaldado por Estados Unidos y otras potencias imperialistas, Moïse permaneció en el poder después de que expirara su mandato de cinco años como presidente a principios de febrero. Su Gobierno ha orquestado planes para celebrar un referéndum que efectivamente le otorgaría amplios poderes dictatoriales. La propuesta del referéndum incluía eliminar la prohibición de que los presidentes cumplieran más de dos mandatos consecutivos, que se instituyó después de la caída de la dictadura de Duvalier en 1986.

El presidente se vio obligado a dar marcha atrás en sus planes después que decenas de miles de personas llevaran a cabo protestas en Puerto Príncipe y otras ciudades contra su agenda de derecha. La policía respondió a la oleada de oposición social atacando a los manifestantes con gases lacrimógenos, balas de goma y otros medios de represión. La ira popular contra el Gobierno ha incrementado desde principios de 2020, cuando Moïse se negó a celebrar elecciones parlamentarias como lo exige la Constitución, después de que expiraran los mandatos de los diputados en el Congreso, dando paso a un régimen por decreto. Desde entonces, Moïse ha destituido a todos los alcaldes del país y ha elegido a sus propios reaccionarios lacayos para los puestos críticos en la policía y las agencias federales.

Moïse declaró el jueves que no había “nada de qué preocuparse” en términos de que el país celebre sus elecciones parlamentarias, locales y presidenciales programadas para el 21 de septiembre.

Estos comentarios tienen como objetivo desviar las preocupaciones cada vez mayores de la burguesía internacional respecto a los movimientos de protesta y huelga que han estallado en Haití contra las políticas homicidas durante la pandemia, los niveles obscenos de desigualdad social y el viraje hacia la dictadura. La única forma de resolver las trágicas y potencialmente mortales crisis que enfrenta el pueblo haitiano es a través de un movimiento socialista revolucionario, liderado por la clase trabajadora y aliado con los trabajadores de todo el mundo, destinado a derrocar al capitalismo y acabar con el legado de siglos de opresión imperialista.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 18 de junio de 2021)

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