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20 millones de personas empujadas a la pobreza extrema por la pandemia de COVID-19

Además de cuatro millones de muertes en todo el mundo a causa del COVID-19, entre 119 y 124 millones de personas se vieron abocadas a la pobreza y el hambre crónica y se perdieron 255 millones de puestos de trabajo a tiempo completo a causa de la pandemia, según un informe de las Naciones Unidas (ONU) publicado el martes.

Las cifras proceden del Sustainable Development Goals Report 2021 (Informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2021) de la ONU, que señala que la pandemia ha supuesto un importante retroceso en los esfuerzos por eliminar la pobreza. Al dar a conocer el informe, el secretario general adjunto de la ONU, Liu Zhenmin, afirmó que 'la pandemia ha detenido, o revertido, años, o incluso décadas de progreso en el desarrollo'.

Una mujer mira a un libanés sin hogar que duerme en el suelo en la calle comercial Hamra, en Beirut, Líbano, el viernes 17 de julio de 2020. (AP Photo/Hassan Ammar)

Antes de la pandemia había 700 millones de personas que pasaban hambre y 2.000 millones que sufrían inseguridad alimentaria. Los datos de la ONU muestran que es probable que otros 83-132 millones de personas hayan pasado hambre durante la pandemia en 2020.

La esperanza de vida, que había ido en aumento, también se ha reducido, ya que la pandemia detuvo o revirtió los avances en materia de atención sanitaria y supuso importantes amenazas más allá de COVID-19. Mientras tanto, las cifras de mortalidad y el verdadero impacto de la pandemia siguen siendo incompletos debido a la falta de datos precisos en muchas partes del mundo.

La pandemia está intensificando las desigualdades dentro de los países y entre ellos, y afecta con más fuerza a las personas más vulnerables y a los países más pobres. El informe de la ONU revela el alcance del impacto devastador y sin precedentes del coronavirus en la población mundial de clase trabajadora y pobre durante el último año.

El informe examina la situación de diecisiete índices a escala mundial y dice en el prólogo, firmado por el secretario general de la ONU, António Guterres: 'Transcurrido más de un año de la pandemia mundial, se han perdido millones de vidas, el número de víctimas humanas y económicas no tiene precedentes, y los esfuerzos de recuperación han sido hasta ahora desiguales, poco equitativos e insuficientemente orientados al logro del desarrollo sostenible'.

Entre los otros índices examinados se encuentran el aumento de la desigualdad de género, la disminución de la disponibilidad de agua potable y saneamiento, la disminución de la energía asequible y limpia, la reducción de las inversiones en infraestructuras y la intensificación de la explotación infantil.

Cada uno de los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) —que fueron definidos por la ONU hace seis años junto con las metas fijadas para cada uno de ellos para ser alcanzados en 2030— mostraron un marcado deterioro durante el año pasado. Aunque la palabra 'capitalismo' no aparece en el informe de 68 páginas de la ONU, su resumen de las condiciones devastadoras a las que se enfrentaron miles de millones de personas en el planeta en el último año es una acusación de la respuesta del sistema de beneficios y de la clase dirigente a la crisis sanitaria COVID-19.

Los datos son también una declaración de la bancarrota de la propia ONU, una institución capitalista global establecida después de la Segunda Guerra Mundial y patrocinada por EEUU como potencia imperialista hegemónica, para abordar cualquiera de las necesidades sociales fundamentales de la población mundial.

Mientras que la ONU se refiere al aumento de la desigualdad de la riqueza a lo largo de la pandemia, la ONU evita cuidadosamente cualquier discusión sobre la acumulación de grandes fortunas por parte de la élite financiera y el aumento del número de millonarios y milmillonarios durante la pandemia. Es un hecho que la élite gobernante de todos los países aprovechó la crisis de salud pública para asegurarse una mayor parte de la riqueza de la sociedad que la que poseían antes del comienzo de la pandemia. Parte de este aumento de las fortunas de los ricos —alimentado principalmente por la inyección de billones en los mercados financieros por parte de los bancos centrales— ha sido una intensificación de la explotación de la clase trabajadora al profundizar el ataque a los salarios, las horas de trabajo y las reducciones de beneficios.

Indicando que la pandemia en realidad aceleró las tendencias económicas y políticas ya presentes en la situación mundial antes de su estallido, el secretario Guterres afirma: 'Lamentablemente, los ODS ya estaban desviados incluso antes de que surgiera la COVID-19. Se había avanzado en la reducción de la pobreza, en la salud materno-infantil, en el acceso a la electricidad y en la igualdad de género, pero no lo suficiente como para alcanzar los Objetivos en 2030'.

En una sección titulada 'Miradas desde la pandemia: crudas realidades, opciones críticas', firmada por Zhenmin, el informe dice que desde el comienzo del segundo año de la pandemia, 'está muy claro que se trata de una crisis de proporciones monumentales, con efectos catastróficos en la vida y los medios de subsistencia de las personas'.

El informe de la ONU se basa en 'los últimos datos y estimaciones disponibles para revelar los devastadores impactos de la crisis en los ODS' y fue elaborado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas en colaboración con más de 50 organismos internacionales.

Resulta significativo que el análisis de la ONU señale la contradicción entre la colaboración internacional de la comunidad científica en el desarrollo de 'vacunas y tratamientos que salvan vidas en un tiempo récord' y la desigualdad mundial en la distribución de vacunas. Como escribe Zhenmin, 'a 17 de junio de 2021, se administraban unas 68 vacunas por cada 100 personas en Europa y América del Norte, frente a menos de 2 en el África subsahariana'.

Las cifras sobre el aumento de la pobreza extrema mundial en el último año son especialmente importantes, ya que tanto los defensores derechistas como los liberales del capitalismo han sostenido las dos décadas anteriores de descenso de estas cifras como prueba de la viabilidad del sistema de beneficios. El informe de la ONU dice que la proporción de la población mundial que vive en la pobreza extrema -el número de personas que viven con menos de 1,90 dólares al día- 'cayó del 10,1% en 2015 al 9,3% en 2017'.

Las cifras sobre el aumento de la pobreza extrema mundial en el último año son especialmente importantes, ya que tanto los defensores derechistas como los liberales del capitalismo han sostenido las dos décadas anteriores de descensos de estas cifras como prueba de la viabilidad del sistema de beneficios. El informe de la ONU dice que la proporción de la población mundial que vive en la pobreza extrema —el número de personas que viven con menos de 1,90 dólares al día— 'cayó del 10,1% en 2015 al 9,3% en 2017'.

Los datos de las proyecciones de la ONU muestran que el porcentaje de pobreza extrema pasó del 8,4 por ciento en 2019 al 9,5 por ciento en 2020 y aumentará a más del 10 por ciento en 2021. Si bien la conclusión a la que llega la ONU es que el aumento de la pobreza extrema muestra la 'importancia de la preparación ante los desastres y de los sistemas de protección social robustos', el regreso de un aumento dramático de la pobreza es una demostración del fracaso del capitalismo y un presagio de las luchas revolucionarias de la clase obrera a escala mundial.

El informe de la ONU es una reivindicación del análisis realizado por el World Socialist Web Site y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) desde que comenzó la pandemia en los primeros meses de 2020. El 28 de febrero de 2020, el CIIF hizo un llamamiento para una respuesta de emergencia coordinada a nivel mundial a la pandemia a través de la movilización de la clase obrera para 'poner a disposición los recursos necesarios para contener la propagación de la enfermedad, tratar y cuidar a los infectados, y asegurar los medios de vida de los cientos de millones de personas que se verán afectadas por las consecuencias económicas'.

La declaración advertía que los daños económicos de la pandemia 'podrían superar la escala de la crisis financiera de 2008' y que 'la respuesta de las élites dirigentes y de los gobiernos que controlan a la crisis combina la incompetencia con un nivel criminal de indiferencia'.

Antes de que los gobiernos de todo el mundo asaltaran los tesoros federales con 'estímulos' ilimitados de billones de dólares para apuntalar las carteras de inversión de la oligarquía financiera, la declaración del CICI pedía 'apoyo financiero y compensación de ingresos para todos los afectados por las consecuencias económicas'. La declaración también advirtió que 'los principales gobiernos capitalistas, dirigidos por la Reserva Federal de Estados Unidos, han asignado sumas de dinero prácticamente ilimitadas para hacer subir el valor de mercado de la renta variable' tras el crack de 2008 y que la 'clase obrera debe exigir que los gobiernos impongan impuestos de emergencia a las fortunas de los oligarcas en la medida en que lo requiera la emergencia'.

Por último, la declaración del CICI decía: 'Al exigir que los gobiernos capitalistas apliquen estas medidas de emergencia, la clase obrera internacional no abandona su objetivo fundamental: el fin del sistema capitalista. ... La crisis actual demuestra una vez más que el capitalismo es un sistema económico obsoleto y una barrera para el progreso humano. El peligro que representa esta pandemia y las implicaciones catastróficas de la alerta mundial demuestran que el sistema capitalista debe dar paso al socialismo mundial'.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 14 de julio de 2021)

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