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Perspectiva

Las Olimpiadas arrancan bajo la sombra de muertes masivas

Los Juegos Olímpicos de verano iniciaron el jueves contra el trasfondo de un aumento masivo de contagios por COVID-19. Como las Olimpiadas de Berlín de 1936 que precedió el estallido de la Segunda Guerra Mundial y los horrores que la acompañaron, una tragedia humana se cierne sobre los juegos de este año.

Las Olimpiadas de 2020 no se celebraron el año pasado en medio de la primera ola de la pandemia. Se están realizando bajo la suposición de que la pandemia está bajo control y que es seguro que los atletas y el personal de apoyo se reúnan masivamente.

Pero el aumento masivo de casos de COVID-19, tanto dentro de la Villa Olímpica como en todo el mundo, está rompiendo esta ilusión.

Personas protestan el 23 de junio contra la apertura de las Olimpiadas de Tokio de 2020 cerca del edificio gubernamental metropolitano de Tokio (AP Photo/Eugene Hoshiko)

“En el tiempo que me tomará dar estas declaraciones, otras 100 personas perderán su vida por el COVID-19”, señaló el miércoles al Comité Olímpico Internacional el director general de la Organización Mundial de la Salud, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus. “Y para cuando la llama olímpica se extinga el 8 de agosto, más de 100.000 personas más habrán fallecido”.

En todo el mundo, los casos diarios de COVID-19 han saltado 47 por ciento en el último mes, a más de 523.000 casos por día, mientras se registran 7.900 muertes a diario.

El virus también se está propagando entre las decenas de miles de atletas y personal olímpicos. Ciento diez personas que están trabajando directamente o participando en las Olimpiadas se han contagiado. Aproximadamente dos terceras partes son ciudadanos japoneses que están trabajando en los juegos y el resto son atletas o personal de los equipos nacionales que viajaron del exterior. Aproximadamente cuatro de los casos ocurrieron en municipalidades fuera de Tokio, donde los atletas están entrenando, lo que da una indicación del alcance de la propagación, mientras que docenas más estuvieron en contacto cercano con los infectados.

El hecho de que haya habido tantos contagios deja en claro que las medidas nominales para aislar a los atletas de la población general y viceversa fracasaron. Un conteo continuo de Forbes muestra que los contagios ocurrieron tanto antes como después de que los atletas llegaran a Japón, así como entre varios que ya fueron completamente vacunados y “tomaron todas las precauciones” contra el virus.

Hans Westerbeek, un profesor del Instituto de Salud y Deporte de la Universidad de Victoria en Australia, dijo a Newsweek que, “Los casos de COVID entre atletas reportados en Tokio son lo más probablemente el inicio de un evento superpropagador”. Continuó: “Dada la proximidad de los atletas y sus equipos y la constante movilidad e interacción en las residencias, los comedores y los lugares de entrenamiento y competición, el virus probablemente se propague rápidamente”.

En otras palabras, cada atleta está compitiendo en dos pruebas distintas a la vez: la atlética de empujar las fronteras de los logros físicos humanos y la horrible carrera para escapar de un contagio.

Japón, la sede de los Juegos Olímpicos, está registrando más de 3.500 nuevos casos de COVID-19 a diario y están aumentando. Esto incluye casi 1.400 casos solo en Tokio. En total, Japón ha sufrido más de 852.000 casos de la enfermedad y 15.000 muertes registradas, cuya mayoría ocurrió desde el inicio del año.

Las encuestas muestran que hasta el 83 por ciento de la población japonesa se opone a la realización de las Olimpiadas este año. Durante la ceremonia de apertura, hubo manifestantes fuera del Estadio Nacional cantando, “¡Cancelen las Olimpiadas! ¡Deténganlas inmediatamente! ¡Detengan la Ceremonia de Apertura ya!”.

Una petición en línea, “Cancelen las Olimpiadas de Tokio para proteger nuestras vidas”, ha reunido más de 458.000 firmas y plantea atinadamente: “¿Ser anfitriones de las Olimpiadas vale arriesgar nuestras vidas?”.

A pesar de las amenazas mortales para las vidas de los atletas, sus entrenadores, los trabajadores de los estadios y la población general, el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, ha insistido en que los Juegos Olímpicos siguen siendo “seguros” y se llevarán a cabo hasta el 8 de agosto.

Estas declaraciones están cargadas de ignorancia y crueldad, por un lado, particularmente contra los propios atletas y, por el otro lado, intereses de clase.

Por supuesto, hay una enorme cantidad de dinero invertida en los juegos, aproximadamente $15 mil millones. El COI además tiene contratos de difusión y patrocinio que busca proteger por valor de $5,7 mil millones.

Pero hay un motivo aún más siniestro. Las clases gobernantes de todo el mundo ven las Olimpiadas como un gran experimento sobre si es posible, en las palabras del tema oficial de los juegos, “Seguir adelante”, reanudando las actividades económicas, sin importar que los casos, las hospitalizaciones y las muertes se disparen.

El mundo, para el Wall Street Journal, está llevando a cabo una “prueba de caso” sobre la posibilidad de “disfrutar algo que se asemeje a la vida prepandémica frente a las versiones rápidamente transmisibles del virus”.

“El experimento debería dar una fuerte señal sobre si el COVID-19 puede ser relegado al nivel de una amenaza manejable y estacional como la influenza y si los confinamientos y el distanciamiento social pueden ser cosa del pasado”.

Las Olimpiadas son un cruel experimento en el que los atletas, el personal y la población de Japón serán conejillos de Indias para saber “si los confinamientos y el distanciamiento social pueden ser cosa del pasado”.

La lógica de tal “experimento” es convertir todo el planeta en una placa de Petri para el coronavirus, produciendo inevitablemente una variante que vaya “más rápido, más alto, más fuerte” que incluso la virulenta cepa Delta que es responsable del más reciente rebrote global, poniendo en juego las vidas de todos en el planeta.

En 1936, las Olimpiadas de Berlín fueron utilizadas por el partido fascista Nazi para avanzar sus concepciones ideológicas de supremacía racial y antisemitismo. Las Olimpiadas de 2020 también están diseñadas para enviar un mensaje ideológico de la clase capitalista a la población mundial: no se tomará ninguna medida para salvar vidas, sin importar el costo.

Se deben avanzar todos los esfuerzos posibles para combatir estas políticas asesinas. La indignación popular por las temerarias condiciones de peligro para la vida humana que se han puesto de relieve en Japón, así como en cualquier otra parte del mundo, debe ser dirigida a lo largo de líneas políticas independientes contra el orden social capitalista y su subordinación de la vida humana al afán de lucro de la oligarquía financiera.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 24 de julio de 2021)

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