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Sindicato USW impone acuerdo para poner fin a huelga de 64 días de los mineros de Vale en Sudbury, Ontario

El sindicato United Steelworkers (USW) puso fin abruptamente a la huelga de dos meses de 2.400 trabajadores de minas, molinos y fundiciones en el complejo minero de níquel, cobre, cobalto y metales preciosos de Vale en Sudbury, Ontario. En lo que solo puede describirse como una farsa burocrática, el sindicato logró la ratificación de un nuevo contrato de cinco años el martes, dando menos de 24 horas entre el anuncio del acuerdo tentativo y la conclusión de la votación.

Piquete de huelga de mineros de Sudbury Vale (Crédito de la foto: USW Local 6500)

La huelga estalló el 1 de junio después de que los trabajadores de Vale se rebelaran contra un acuerdo tentativo lleno de concesiones que los líderes del Local 6500 del USW respaldaron unánimemente. Los trabajadores estaban indignados de que el sindicato pudiera respaldar una propuesta a favor de la empresa en un momento en que las ganancias de la transnacional con sede en Brasil están aumentando, incluyendo gracias a las nuevas tecnologías de baterías que requieren grandes cantidades de níquel Sudbury de alta calidad.

Al presionar a favor de la ratificación en “reuniones de información” organizadas apresuradamente el martes, los funcionarios del USW afirmaron haber obtenido “ganancias monetarias significativas” y se jactaron de que Vale había abandonado sus demandas de concesiones. El contrato propuesto no se puso a disposición de los huelguistas, solo los aspectos más destacados seleccionados por el comité de negociación del USW.

Según los Steelworkers, la base votó 85 a 15 por ciento a favor del acuerdo. Dadas las circunstancias, estuvo lejos de ser un respaldo rotundo. Durante los dos meses anteriores, los trabajadores habían estado sobreviviendo con una paga de huelga a nivel de pobreza de 375 dólares canadienses por semana. Además, dado que el USW no movió un dedo para ampliar la lucha, muchos trabajadores temían que Vale pudiera optar por una batalla prolongada similar a la huelga de un año de 2009-2010.

El acuerdo salarial recientemente ratificado es solo un poco mejor que el escaso 4 por ciento durante cinco años estipulados en el contrato provisional original de Vale-USW. Los trabajadores recibirán aumentos por un total del 6 por ciento, con aumentos del 1,5 por ciento en el primero y quinto año, y aumentos salariales del 1 por ciento anual en el segundo, tercero y cuarto año. También hay una cláusula limitada de ajuste por costo de vida que, según el sindicato, pagará un mínimo de 2,46 dólares canadienses por hora para fines del quinto año. Sin embargo, cuando la inflación, que actualmente se encuentra en una tasa anual de más del 3 por ciento, se toma en cuenta por completo, los trabajadores de Vale sufrirán un recorte salarial en términos reales durante la vigencia del acuerdo.

No hubo cambios en la oferta previa a la huelga de un bono de firma de 3.500 dólares canadienses y un pago especial por la pandemia de 2.500 dólares canadienses. El USW no solo ha trabajado con Vale para mantener sus operaciones funcionando a pleno rendimiento durante la pandemia. El año pasado acordó un “contrato pandémico” especial de un año que restringía los aumentos salariales y de beneficios de los trabajadores durante 12 meses más. El martes, el sindicato planteó la posibilidad de que los trabajadores recibieran 6.000 dólares canadienses (antes de impuestos) en bonificaciones para fines de septiembre para sobornarlos para que respaldaran el acuerdo.

Con la complicidad del USW, Vale buscó imponer una serie de concesiones, como parte del despojo incesante de beneficios y derechos de sus trabajadores de segundo nivel, que cada vez representan una mayor proporción de la fuerza laboral. Estos incluyeron la eliminación de los beneficios de salud de los jubilados para las nuevas contrataciones y la elegibilidad posterior a la jubilación para todos los seguros y la cobertura de servicios hospitalarios. La empresa también buscaba abolir la cobertura de fármacos comunes de los trabajadores.

La determinación de los huelguistas de evitar una mayor expansión del sistema de dos niveles impuesto brutalmente a los nuevos empleados después de la derrota de la huelga de 2009-2010 tomó por sorpresa tanto a la empresa como al sindicato. En última instancia, Vale abandonó sus demandas de concesiones adicionales, basándose en el cálculo comercial de que podría obtener mayores ganancias reanudando la producción, para sacar provecho del auge actual de los precios de las materias primas y los “contratos plurianuales” que firmó recientemente para suministrar níquel de alta calidad para el mercado de vehículos eléctricos; y para proporcionar a sus “socios” del USW una hoja de parra que tanto necesitan.

Todo esto, sin embargo, cabe dentro del marco de las enormes concesiones, de hecho históricamente sin precedentes, que Vale pudo imponer después de la huelga de 2009-2010, una batalla de clases en la que prevaleció la empresa porque el USW se negó a movilizar a la clase trabajadora contra una operación masiva de esquiroles apoyada por el Estado. Estas concesiones incluyen el sistema de salarios de niveles múltiples, la expansión de la mano de obra con salarios bajos, la introducción de un sistema de pensiones de dos niveles y la reducción del bono de níquel pagado a los trabajadores cuando el precio del níquel sube por encima de cierto nivel.

Cuando anunció la ratificación del contrato del martes, la conducción del Local 6500 del USW declaró cínicamente: “No podríamos haber llegado a este acuerdo sin su increíble apoyo y la posición de principios que tomaron durante este difícil proceso”. Esto es irónico viniendo de los mismos burócratas del USW que recomendaron unánimemente el primer contrato cargado de concesiones propuesto por Vale en mayo.

A medida en que las demandas de concesiones de Vale fueron rechazadas, esto no se debió a que los trabajadores prestarán “apoyo” a los burócratas del USW. Más bien fue solo porque los mineros desafiaron la recomendación unánime del sindicato y rechazaron el primer acuerdo tentativo por una mayoría del 70 por ciento.

Sin embargo, el USW logró impulsar un acuerdo entreguista similar en las instalaciones de Vale en Port Colborne, lo que debilitó aún más la posición de los trabajadores de Sudbury. Sin lugar a dudas, las concesiones impuestas en Port Colborne, incluyendo los ataques a la cobertura médica de los jubilados y la cobertura de medicamentos, se citarán en futuras negociaciones para exigir más retrocesos en Sudbury.

A lo largo de la huelga, la dirigencia del Local 6500 continuó defendiendo su respaldo al acuerdo inicial lleno de concesiones, con descaradas mentiras de que se vio obligado a recomendarlo a los miembros por leyes laborales inexistentes.

En realidad, la disposición de la burocracia sindical para actuar como ejecutores de las demandas contractuales de la empresa expuso los desagradables vínculos corporativistas entre Vale y el USW, y el sindicato y las grandes empresas en su conjunto. Esta es una relación que ha desarrollado durante las últimas cuatro décadas, durante las cuales el USW ha impuesto a la fuerza una ronda tras otra de pérdidas de empleos y recortes de salarios, pensiones y beneficios en las industrias del acero, el aluminio y la minería en Canadá y Estados Unidos.

El sindicato de trabajadores siderúrgicos hizo todo lo posible para mantener a los huelguistas de Vale aislados de otros sectores de la clase trabajadora, incluyendo los miembros del mismo sindicato que participaron en luchas similares. Hace dos semanas, el USW fianlizó una huelga de más de 1.100 trabajadores de Alleghany Technologies en seis estados de EE.UU. al imponer un contrato entreguista que significará la pérdida de cientos de puestos de trabajo.

Tras la aprobación del contrato, Dino Otranto, jefe operador de las operaciones de Vale en el Atlántico norte y las refinerías asiáticas, se mostró entusiasmado porque la dirección de Vale y el USW habían llegado a un “terreno común” y pidió una mayor colaboración entre los sindicatos y la dirección para “hacer que este negocio sea un éxito para todos nosotros”.

Otranto ya ha explicado lo que esto significará. El sindicato debe ayudar a la empresa a imponer una reducción masiva en los costos laborales para que su operación en Sudbury sea globalmente “competitivo”. En una reunión virtual de Vale celebrada en junio pasado, el jefe de Vale dijo amenazadoramente a los trabajadores que las operaciones de la compañía en Sudbury “ocupan la posición de mayor costo de todas las minas del planeta”. Esto no puede continuar. Los recortes y las “eficiencias” eran inevitables, según Otranto. Insistió en que la dirección perseguirá agresivamente un mayor escrutinio de los costos laborales, el ritmo de trabajo y la automatización para reducir aún más la fuerza laboral a medida que desarrolla su estrategia a largo plazo.

Mientras los burócratas del USW y la gerencia de Vale sin duda tienen mucho en lo que pueden estar de acuerdo, las declaraciones de Otranto subrayan el hecho de que los trabajadores de Vale enfrentan una guerra en dos frentes. Por un lado, enfrentan las interminables demandas de Vale de concesiones y recortes, y por el otro, la complicidad del USW para imponerlos. El USW y los sindicatos de todos los países son cada vez más vistos por los trabajadores por lo que realmente son: aparatos corruptos, procapitalistas y nacionalistas que colaboran con la dirección para imponer sus demandas socialmente retrógradas.

Los trabajadores a nivel internacional han comenzado a aprender las lecciones de décadas de reducciones de salarios y beneficios, las aceleraciones del ritmo de trabajo y pérdidas de puestos de trabajo. En una serie de luchas en Canadá y Estados Unidos, los trabajadores se rebelaron contra los intentos de los sindicatos de hacer cumplir las concesiones. Se han formado comités de base, independientes del aparato sindical, por parte de los docentes, en las plantas de ensamblaje y repuestos de automóviles y en los almacenes de las empresas de logística. Este debe ser el próximo paso para los mineros y trabajadores siderúrgicos canadienses mientras se preparan para enfrentar los ataques entre empresas y sindicatos que ya se están gestando en las salas de juntas corporativas.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 5 de agosto de 2021)

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