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Se baraja el nombre de la neofascista Meloni para jefa del gobierno italiano

A cinco meses de que el antiguo jefe del Banco Central Europeo, Mario Draghi, formara un 'gobierno de unidad nacional', se baraja seriamente el nombre de la neofascista Giorgia Meloni para encabezar el próximo gobierno italiano.

El partido Fratelli d'Italia (FdI) de Meloni es el único partido nacional que se quedó fuera del gobierno de Draghi, cuyo cometido es 'moler todos los derechos sociales, las conquistas y seguridades que no destruyeron todavía sus predecesores', como señalamos con ocasión de su toma de posesión.

Giorgia Meloni durante la campaña electoral europea de 2014 (Imagen: José Antonio/CC BY-SA 4.0)

Desde entonces, FdI ha subido constantemente en los sondeos —principalmente a costa de la ultraderechista Lega de Matteo Salvini. En julio empató con la Lega por primera vez. Ambos obtuvieron más del 20 por ciento, por delante del socialdemócrata PD (19 por ciento) y el Movimiento Cinco Estrellas (16 por ciento). Junto con Forza Italia de Silvio Berlusconi (8 por ciento) podrían formar gobierno, el cual Meloni ya ha dicho publicamente que dirigirá.

Sin embargo, los sondeos son solo una instantánea. Las próximas elecciones generales regulares no tendrán lugar hasta febrero de 2023. Incluso unas elecciones anticipadas son posibles solo después de las elecciones presidenciales de enero de 2022 como lo más temprano, dado que el presidente saliente Sergio Mattarella no puede disolver el parlamento en los últimos seis meses de su mandato.

Aún así, el rápido ascenso de Meloni, cuyo partido solo recibió el 4 por ciento de los votos en las últimas elecciones generales de 2018, es una seria señal de advertencia.

A sus 44 años de edad, Meloni se ubica en la tradición histórica del fascismo italiano. Educada como hija de madre soltera en un barrio obrero de Roma, se unió a la juventud del Movimento Sociale Italiano (MSI) a los 15 años de edad. El MSI pasó a ser el sucesor del partido fascista de Mussolini en 1946 y rinde homenaje al recuerdo del Duce .

En 1994, Silvio Berlusconi llevó al MSI, que había sido repudiado previamente por todos los otros partidos burgueses, a su primer gobierno, abriéndole el camino a una carrera política para Meloni. Ocupó cargos directivos en el MSI y su sucesor, la Alleanza Nazionale (AN), y en 2008 pasó a ser el miembro más joven de un gabinete en la historia de Italia como ministra de Juventud y Deporte.

Descontenta con la moderación creciente de la AN, que al final se fundió con Forza Italia de Berlusconi, fundó Fratelli d'Italia en 2012 para continuar la tradición fascista.

Mientras tanto, la propia Meloni resta importancia a esta tradición e intenta presentar a FdI como un partido derechista conservador tradicional. Pero el emblema de FdI sigue ostentando la llama de los neofascistas leales a Mussolini, se tolera a muchos neofascistas confesos en sus filas y en su periferia, y la dirección del partido los alienta.

En otoño de 2019, por ejemplo, numerosos altos cargos del partido celebraron la toma del poder por parte de Mussolini en octubre de 1922, incluyendo al confidente de Meloni, Francesco Acquaroli, que ahora es el primer ministro de la región Marche. El periodista de Repubblica, Paolo Berizzi, que desveló esto y mucho más, recibe amenazas de muerte constantemente y vive bajo protección policial.

La propia Meloni dijo una vez que ella tenía 'una relación indolente con el fascismo'. Otros miembros del partido adoran a conocidos criminales de guerra. Organizaciones neofascistas extremistas, como Casa Pound y Forza Nuova, también apoyan el partido de Meloni.

Políticamente, FdI tiene posiciones parecidas a las de la Lega: ley y orden, ultranacionalismo, hostilidad a inmigrantes y refugiados, antiislamismo, homofobia y oposición al aborto. Más recientemente, también han mostrado su solidaridad con los negacionistas del coronavirus y los antivacunación. Meloni combina estas posiciones derechistas con demagogia social y llamamientos a 'los que cobran salarios bajos, los suburbios dejados de lado y la clase trabajadora'.

Meloni apoya y admira al expresidente estadounidense Donald Trump y ha aparecido como oradora en la Conferencia Acción Política Conservadora y el Desayuno Plegaria Nacional durante su posesión. El año pasado, fue elegida presidenta de los Conservadores y Reformadores Europeos, que también incluye al español Vox, el PiS polaco, el ODS checo, los Demócratas suecos y los conservadores británicos. Tiene también estrechos vínculos con el partido francés Agrupación Nacional de Marine Le Pen y el Fidesz del líder húngaro Viktor Orbán.

En el ascenso de Meloni ha sido instrumental la política penetrante del gobierno de Draghi y su predecesor bajo Giuseppe Conte, que fue elegido líder del Movimiento Cinco Estrellas por una gran mayoría la semana pasada. Con 128.000 muertos y 4,4 millones de contagiados, Italia tiene uno de los registros más devastadores en Europa respecto al coronavirus. Solo Gran Bretaña tiene 2.000 muertes más.

A pesar de ello, el gobierno de Conte solo tomó medidas de confinamiento después de que una ola espontánea de huelgas en marzo de 2020 exigiera parar la producción en las fábricas y así controlar mejor la enfermedad mortal. Bajo la presión de las empresas y la industria del turismo, pronto relajó esas medidas. Como resultado, el número de contagios diarios se disparó de menos de 2000 a 40.000 en cuestión de semanas el otoño pasado.

Esto no cambió bajo Draghi, que personifica los intereses del capital financiero y la gran industria como ningún otro político italiano. Solo en junio el número de contagios bajó de los 2000, pero ahora ha vuelto a subir con firmeza.

El gobierno ha reaccionado implantando un pasaporte digital de vacunación a principios de julio. Solo a los que pueden demostrar con ese pasaporte verde que han sido vacunados o se han recuperado de una infección se les permite ir a restaurantes, escenarios deportivos, conciertos, museos y reuniones en espacios cerrados.

Meloni, que en marzo había exigido un pasaporte europeo de vacunación, se volvió la portavoz de los opositores al pasaporte verde. Fortalecida por el mantra del 'no más confinamientos', defendido por Draghi, Salvini, Conte y Letta por igual, se colocó a la cabeza de un movimiento derechista que pone en la mira directamente la salud y la vida de millones de trabajadores y sus familias.

De manera típicamente fascista, presenta esto como una lucha por la 'libertad'. La tarjeta de vacunación restringe la libertad de los ciudadanos, destruye la economía e introduce una vacunación obligatoria de facto, dice Meloni. Parlamentarios de FdI causaron disturbios en el parlamento contra el pasaporte y se unieron a manifestaciones para protestar contra este en toda Italia.

Han salido numerosos artículos en la prensa internacional atribuyendo el ascenso de Meloni a su supuesta 'franqueza', sus otros rasgos de carácter o al 'clima político derechista general en Europa'. Pero esto no explica nada. Solo se puede entender el ascenso de la ultraderecha en el contexto de la polarización social creciente y la bancarrota total de las organizaciones supuestamente obreras.

Esto es particularmente pronunciado en Italia. Allí, gobiernos derechistas y supuestamente de centroizquierda se han alternado desde el colapso del viejo sistema partidista a principios de los '90. Mientras los derechistas, principalmente dirigidos por Silvio Berlusconi, saquearon las arcas del Estado para sí mismos y su clientela, los gobiernos de centroizquierda se aseguraron de que pudieran ser rellenadas a costa de la clase trabajadora y mediante recortes en el gasto social.

Partidos pseudoizquierdistas, como Rifondazione Comunista, SEL, etc., gozaban de un apoyo considerable al principio, respaldaban al gobierno o se unían a él en las crisis, perdiendo así ellos mismos cualquier influencia. Los sindicatos también apoyaron los ataques a la clase trabajadora. El resultado fue un declive social sin precedentes, una pobreza y un desempleo crecientes, que resultaron agravados aún más por la pandemia.

La oposición creciente siguió buscando salidas políticas. En 2013, llevó al movimiento de protesta Cinco Estrellas a la cima, que ganó el 26 por ciento de los votos de la nada, y hasta el 33 por ciento cinco años después. Pero Cinco Estrellas formó un gobierno con la ultraderechista Lega, allanando el camino al ascenso del demagogo desenfrenado Salvini, que intentó desviar la ira social contenida hacia los más débiles de la sociedad —los inmigrantes y los refugiados.

El 'gobierno nacional' del banquero Mario Draghi, en el cual todos los partidos desde la ultraderechista Lega hasta Cinco Estrellas y Forza Italia, hasta el socialdemócrata PD y su escisión Liberi e Uguali e Italia Viva están unidos en la mesa del gabinete, son la cumbre de esta conspiración de todos los partidos contra la clase trabajadora.

Meloni y sus neofascistas han sido capaces de sacar tajada de esto. Pero la confrontación solo acaba de empezar. Como en cualquier otra parte del mundo, la resistencia y la voluntad de luchar de la clase trabajadora está creciendo en Italia. Ha habido numerosas huelgas este año, especialmente en compañías logísticas como Amazon y FedEx-TNT y en el transporte ferroviario y aéreo.

Todo depende ahora de darle a esta disposición creciente a luchar una orientación independiente y una perspectiva socialista. Todas las experiencias históricas muestran que solo un movimiento independiente de la clase trabajadora puede derrotar el peligro fascista. Su subordinación a partidos burgueses y sindicatos patronales, por el otro lado, inevitablemente fortalecen a la derecha.

Esto requiere una cosa por encima de todas —la construcción de una sección del Comité Internacional de la Cuarta Internacional en Italia.

(Publicado originalmente en inglés el 10 de agosto de 2021)

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