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En el 150 aniversario del nacimiento de Karl Liebknecht

No hay otro socialista cuyo nombre esté tan inseparablemente conectado con la lucha contra el militarismo y la guerra que Karl Liebknecht. El valor y la determinación con los que se rebeló contra su propio partido, votó como el único diputado socialdemócrata contra los créditos de guerra, y agitó contra la Primera Guerra Mundial a pesar de la persecución y la supresión, le granjearon el respeto y el apoyo de millones de trabajadores.

Karl Liebknecht

Él codirigió la revolución de noviembre de 1918 con Rosa Luxemburgo contra la traición del SPD (Sozialdemokratische Partei Deutschlands, Partido Socialdemócrata de Alemania), que hizo todo lo posible para hacerse con el poder quitándoselo a los consejos de obreros y soldados que habían surgido a escala masiva y retener lo más posible del viejo régimen. El 9 de noviembre proclamó la 'República Socialista Libre de Alemania' en un mitin de masas. Fue uno de los fundadores del Partido Comunista alemán a finales de diciembre y uno de los dirigentes del levantamiento espartacista a principios de enero.

Pagó por ello con su vida. El 15 de enero de 1919, Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo fueron asesinados por una unidad de las reaccionarias fuerzas especiales de soldados del Freikorps desplegados en la capital por el gobierno socialdemócrata de Friedrich Ebert y Philipp Scheidemann para ahogar en sangre la revolución. Los asesinatos tuvieron lugar con la aprobación del socialdemócrata Gustav Noske, el ministro de las fuerzas armadas (Reichswehr).

Ahijado de Marx y Engels

En cierta medida a Karl Liebknecht el socialismo le fue presentado en la cuna. Nació el 13 de agosto de 1871 en Leipzig, como el segundo de los cinco hijos de Wilhelm Liebknecht, quien junto a August Bebel fue el dirigente más importante de la socialdemocracia alemana. Fue bautizado en la Thomaskirche en Leipzig, donde actuara Johann Sebastian Bach como cantante de iglesia y donde presentó sus obras maestras. Sus padrinos —que no concurrieron pero dieron por escrito su consentimiento— fueron Karl Marx y Friedrich Engels.

August Bebel (al frente en el centro) y Wilhelm Liebknecht (de pie ante él). Parlamentarios de la bancada del SPD en 1889

Karl Liebknecht vivió varios años durante su infancia bajo el mismo techo que Babel, quien fue desterrado de la ciudad por las leyes antisocialistas y compartió casa con su padre en un suburbio de Leipzig. Liebknecht solo ingresó en el SPD en 1900 a los 29 años de edad. Su padre había insistido en que primero aprendiera un oficio antes de meterse en política. Estudió derecho en Leipzig y Berlín, se doctoró magna cum laude en Würzburg en 1897 y se hizo abogado.

Sus actividades legales y políticas se entretejieron cada vez más entre sí. En un país donde los socialistas siempre estaban con un pie en la cárcel incluso después de abolirse las leyes antisocialistas, la sala del juzgado se volvió una tribuna desde la cual agitar. Liebknecht demostró aquí el valor y la intrepidez que caracterizarían su actividad durante la guerra y la revolución de noviembre.

Adquirió notoriedad internacional en 1904 en el juicio de la liga secreta Königsberg. Defendió a nueve miembros socialdemócratas, que fueron acusados por el fiscal del Estado de introducir por contrabando escritos revolucionarios en Rusia, 'conspiración organizativa secreta', e insultar al zar de Rusia. Entre los acusados estaba el posterior ministro presidente del Estado de Prusia, Otto Braun, quien fue arrestado y retenido en custodia para indagaciones durante cinco meses.

Liebknecht y Hugo Haase, un diputado parlamentario socialdemócrata, asumieron la responsabilidad de la defensa legal en el juzgado; mientras Haase y August Bebel questionaban al canciller Bernhard von Bülow en paralelo en el Reichstag. El resultado fue que el juicio, que concluyó con tres absoluciones y seis sentencias cada una de una duración de varios meses, se volvieron una condena devastadora del despotismo zarista y la cooperación con las autoridades prusianas con los matones de la policía secreta del zar, la Ojrana.

Las palabras de clausura de Liebknecht no fueron un alegato por la defensa sino una condena. Dijo, 'El señor fiscal del Estado dice: Qué puede haber más vergonzoso que los escritos aquí ante nosotros. Yo sé de algo más vergonzoso, las condiciones en Rusia sobre las que se basan esos escritos...

'Si consideramos las condiciones rusas, la absoluta ausencia de cualquier derecho para el pueblo, la corrupción y la brutalidad sangrienta de la burocracia, el horrendo sistema legal liberado de todas las inhibiciones, los 'procedimientos de juicio', los azotes, la masacre de campesinos, judíos y trabajadores, vemos que dos palabras penden sobre la historia de la Rusia moderna: Siberia y Schlüsselburg, los dos emblemas de la realeza rusa'.

(La fortaleza Schlüsselburg sirvió como prisión, y Siberia era el lugar adonde exiliaban a los presos políticos. —PS)

A lo largo de su vida, Karl Liebknecht mantuvo estrechos vínculos con los revolucionarios de la socialdemocracia rusa, de los cuales estaba más cerca que de la dirigencia sosegada y cada vez más conservadora del SPD. Su segunda esposa, la historiadora del arte Sophie Ryss, nació en Rusia. Llegó a ser la mejor amiga de Rosa Luxemburgo.

León Trotsky abordó este tema en un discurso conmemorativo que pronunció en una sesión del Sóviet de Petrogrado tres días después del asesinato de Liebknecht, diciendo, 'Liebknecht no es para nosotros el dirigente alemán, y Rosa Luxemburgo no es para nosotros la socialista polaca que se puso a la cabeza de los trabajadores alemanes, ambos son nuestros, son nuestros hermanos, estamos conectados con ellos por lazos espirituales inquebrantables...

'El apartamento de Liebknecht era la mejor sede para cualquier inmigrante en Berlín, en Alemania; siembre que había que levantar una voz en el parlamento alemán, en la prensa alemana, contra esos servicios que los imperialistas alemanes ofrecían a la reacción rusa, nos dirigíamos a Karl Liebknecht, y él golpeaba en todas las puertas, a todos los cráneos, hasta el cráneo de Scheidemann y Ebert para obligarlos a responder por los crímenes del imperialismo'.

Viaje para hablar en los Estados Unidos

Su internacionalismo inquebrantable, junto con su firme posición antimilitarista y su convicción de que el cometido principal era ganarse la juventud para el socialismo, eran las características políticas más importantes de Karl Liebknecht. Aunque se veía muy agobiado por dos mandatos parlamentarios, uno en el parlamento del Estado de Prusia desde 1908 y el otro en el Reichstag desde 1912, así como por sus responsabilidades de abogado, participó en la Segunda Internacional y la Juventud Socialista Internacional, de la cual era miembro fundador y llegó a ser director de su buró de correspondencia en 1907.

Karl habla en un mitin en Tiergarten en Berlín, en diciembre de 1918

En 1910, Liebknecht aceptó una invitación del Partido Socialista de Estados Unidos y emprendió una gira para hablar en Estados Unidos previa a las elecciones al congreso. En tres semanas, habló en 25 mítines en los centros industriales del noreste y del centro-oeste, de Nueva York a Filadelfia, Pittsburgh, Detroit, Chicago y St. Paul.

El New Yorker Volks-Zeitung informó del recibimiento entusiasta que le hicieron 4.000 trabajadores en el mitin inaugural de la gira en una nave en Harlem River Park, '... el entusiasmo que acompañó el vívido discurso de nuestro camarada alemán, que estuvo saturado de combatividad ardiente y consciencia de clase revolucionaria, demostró que no fueron llevados allí por una curiosidad general, y el acuerdo efusivo, tormentoso mostrado por los repetidos estallidos de aplausos destacó y celebró las innumerables ideas acertadas del maravilloso discurso que duró más de una hora del doctor Karl Liebknecht'.

Liebknecht sorprendió a su público de manera agradable, porque no dio, como se esperaba, 'una descripción detallada de las relaciones de partido en Alemania'. En cambio, brindó 'un análisis sobresaliente del estado de la sociedad moderna, una caracterización incomparable de la esencia interna de la socialdemocracia internacional, y al mismo tiempo una comparación incuestionablemente inteligente entre las relaciones y el movimiento obrero europeo y americano'.

Estados Unidos no es meramente un santuario para europeos exiliados y perseguidos y no se la ve solo como 'la tierra prometida donde fluye la leche y la miel', es 'al mismo tiempo el país del alto capitalismo, el caldero de bruja del alto capital', escribió el Volks-Zeitung resumiendo el mensaje central de Liebknecht.

El desarrollo capitalista, proseguía Liebknecht, había creado la economía mundial y así de todo el mundo cultural meramente una tierra para el capital. Pero precisamente como el capital había surgido a nivel internacional, también tiene un impacto internacional, produciendo irresistiblemente su contrapartida en el proletariado internacional. El proletariado debe unirse, debe organizarse internacionalmente para desafiar el poder de los capitalistas, prosiguió. Ellos se posicionan en el mercado mundial como rivales, como lobos voraces, pero cuando se trata de combatir a los trabajadores organizados, la clase capitalista de todo el mundo es 'un pueblo unido de hermanos' (aplausos).

El socialismo hoy ya no es ni una utopía ni un sueño. Su concepto básico es la lucha de clases, el reconocimiento de que la lucha de clases es el centro de todos los movimientos del día moderno, dijo Liebknecht. El trabajador como individuo es un grano de arena que la tormenta de arena puede llevar de un lado a otro, pero solo mientras no está hecho piedra, cemento, por el mortero. El cemento de la clase trabajadora se llama solidaridad. El 90 por ciento de los trabajadores, si se unen, pueden lograr cualquier cosa contra el 10 por ciento de los capitalistas.

Militarismo y antimilitarismo

Liebknecht publicó su libro más importante en 1907, Militarismo y antimilitarismo. Basado en un discurso que pronunció un año antes en la primera asamblea general de la Asociación de Jóvenes Trabajadores en Alemania en Mannheim, su principal objetivo era la educación socialista de la juventud.

La Revolución de noviembre de 1918: soldados revolucionarios en la Puerta de Brandenburgo

El libro fue prohibido en seguida, y se acusó a Liebknecht de alta traición y fue sentenciado a un año y medio de cárcel. El juicio, en el cual él se defendió a sí mismo, lo hizo muy popular entre los trabajadores de Berlín, que le dieron una guardia de honor mientras empezaba su sentencia.

Liebknecht concebía el militarismo no meramente como un instrumento de agresión externa, sino también de represión interna: 'Pero el militarismo no es meramente una defensa y arma contra el enemigo externo, retiene una segunda tarea, que se pone cada vez más en el primer plano al agudizarse las divisiones de clase y al crecer la consciencia de clase proletaria, que determina cada vez más la forma externa y el carácter interno del militarismo: el cometido de proteger el orden social gobernante, de ser un bastión de la reacción capitalista contra la lucha de la clase trabajadora por la liberación'.

Brinda una visión de conjunto del surgimiento histórico del militarismo, sus rasgos en varios países capitalistas, y la lucha de cada partido socialdemócrata contra este. Concluye distinguiendo de manera aguda entre el antimilitarismo de la socialdemocracia y el antimilitarismo pequeñoburgués de los anarquistas.

'El objetivo final para el antimilitarismo anarquista así como para el socialdemócrata ... es el mismo: superar el militarismo, el militarismo tanto externo como interno. Sin embargo, la socialdemocracia, de acuerdo con su opinión sobre la esencia del militarismo, cree que la superación del militarismo sola es imposible: solo con el capitalismo —la última forma de la sociedad de clases— caerá simultáneamente el militarismo'.

El anarquismo opera con '... en primer lugar entusiasmo ético, con el incentivo de la moral, con argumentos sobre la humanidad, las justicia, en breve con todas las maneras de impulsos de la voluntad, que intentan disfrazar el carácter de la lucha de clases del antimilitarismo y etiquetarlo como la excrecencia abstracta de un imperativo categórico aplicable generalmente. Por lo tanto, apela, de manera totalmente justificable, no solo a las bases sino también a los oficiales ...

'En contraste, la propaganda socialdemócrata antimilitarista es propaganda de lucha de clases y por lo tanto se orienta fundamental y exclusivamente a aquellas clases que son necesariamente enemigas del militarismo en la lucha de clases. ... Clarifica para ganar, pero no clarifica imperativos categóricos, puntos de vista humanitarios, postulados éticos sobre libertad y justicia, sino más bien sobre la lucha de clases, los intereses del proletariado en la lucha de clases, el papel del militarismo en la lucha de clases, y el papel que desempeña y que tendrá que desempeñar el proletariado en la lucha de clases ...

'La descomposición orgánica gradual y la fragmentación del espíritu militarista, esta es el arma de lucha de los socialdemócratas contra el militarismo'.

Liebknecht hacía mucho hincapié en la agitación antimilitarista entre los jóvenes. El Imperio Alemán en la época tenía servicio militar obligatorio, y los soldados de extracción obrera y campesina eran acosados de la manera más deleznable por parte de los oficiales, que en su enorme mayoría provenían de medios aristocráticos. El último pasaje del libro decía, 'Los proletarios jóvenes pertenecen a la socialdemocracia, al antimilitarismo socialdemócrata. Los ganaremos para nosotros, debemos hacerlo, si todos cumplen con sus obligaciones. Quienquiera que tenga a la juventud tiene el ejército'.

Militarismo y antimilitarismo no solo tuvo como resultado que Liebknecht fuera perseguido por el Estado prusiano, sino además su alejamiento de la dirección del SPD, que consideraba una locura su oposición abierta al militarismo. Grigory Zinoviev describió esto en la misma sesión del Sóviet de Petrogrado a la que se dirigió Trotsky, 'Liebknecht es uno de esos pocos valientes en las filas de la socialdemocracia alemana que hace diez años exigían, como se decía en esos días, propaganda 'antimilitarista', es decir, propaganda revolucionaria, entre los soldados.

'Camaradas, hay que imaginarse estar en el ambiente de esos días la engreída y ordenada socialdemocracia de la Segunda Internacional, que creía que las exigencias de Liebknecht eran una locura. Hasta Bebel, que conocía a Liebknecht desde la infancia y lo quería como a un hijo, lo atacó con duras expresiones por lo que consideraba que era su propuesta 'aventurera'. ¡Por qué no ir a los soldados y predicar el socialismo! !La socialdemocracia alemana pensaba que solo un aventurero podía hacer una propuesta así! Temían que la socialdemocracia perdiera su legalidad, que la burguesía alemana y las clases gobernantes pensaran que la socialdemocracia ya no era un partido de gobierno!'.

Un opositor de la guerra

Liebknecht estaba, así, familiarizado con el carácter conservador y oportunista de la dirección del SPD cuando estalló la Primera Guerra Mundial el 28 de julio de 1914. A pesar de ello, fue un duro golpe para él que la mayoría del SPD respaldara al imperialismo alemán y votara los créditos de guerra el 4 de agosto. A lo largo de los años anteriores, el SPD y la Segunda Internacional votaron varias resoluciones en las que de manera ceremoniosa se pronunciaban contra la guerra. Ahora enviaban a sus miembros a las trincheras a matarse entre sí.

Karl Liebknecht en un acto de la Liga Espartaco en 1918

Liebknecht se sometió a la disciplina de partido y votó por los créditos de guerra el 4 de agosto, que el dirigente del partido, Hugo Haase (Bebel había muerto en 1913), justificó con las palabras infames, 'En el momento de peligro, no dejaremos a la patria al acecho'. Pero no había dudas de la vehemente oposición de Liebknecht a la guerra. Cuando el 2 de diciembre se volvieron a votar los créditos de guerra, él fue el único diputado que votó en contra.

Empezó una estrecha colaboración con Rosa Luxemburgo, quien el 5 de agosto ya había fundado el Gruppe Internationale (Grupo Internacional), del cual surgirían más tarde la Liga Espartaco y el Partido Comunista. Los dos viajaron por todo el país durante el verano y el otoño para convencer a otros diputados del SPD para que se opusieran a la guerra. Liebknecht también visitó Bélgica, donde tropas alemanas habían tomado feroces represalias contra la población civil y habían destruido invalorables artefactos culturales, para denunciar la guerra junto a los socialistas belgas. Esto no solo provocó la acusación de 'traición a la patria' por parte del gobierno y del ejército sino también por parte de miembros de su propio partido.

Luxemburgo, que como mujer no podía ni votar ni ser candidata al Reichstag, era la dirigente teórica y política de la oposición socialista a la guerra. Los artículos y panfletos más importantes los escribió ella. Liebknecht, quien como diputado en el parlamento gozaba de una cierta aunque muy limitada inmunidad, era su cara pública y su fuerza motriz.

León Trotsky, que conoció personalmente a Liebknecht, escribió de él en su autobiografía, Mi vida, 'Aunque era un marxista educado, Liebknecht no era un teórico. Era un hombre de acción. Impulsivo, apasionado y entregado por naturaleza, poseía una intuición política y un instinto para las masas y las condiciones y estaba imbuido por una valentía incomparable para tomar la iniciativa. Era un revolucionario. Por eso siempre fue un semiforáneo entre los socialdemócratas alemanes con su gradualismo burocrático y su constante disposición a retirarse. ¡Cuántos filisteos miraban a Liebknecht con ironía desde arriba!'.

Entre los trabajadores, Liebknecht gozaba de un enorme respeto. Aunque muchos trabajadores dudaron durante un tiempo, no en último lugar debido a la feroz represión, de unirse a la Liga Espartaco, siguieron de cerca sus acciones y declaraciones. Karl Retzlaw, un joven metalúrgico en una gran fábrica en Berlín que se unió a la Liga Espartaco y más tarde al movimiento trotskista, describió esto en sus recuerdos:

'Durante los primeros meses, cuando se sucedía una victoria alemana tras otra en los frentes, casi nadie quería ni oír de críticas. La prensa estaba llena de noticias de la guerra, no informaban de nada de las actividades de Liebknecht. En mi lugar de trabajo, mis compañeros discutían en privado lo que hacía Liebknecht. Como si fuera obvio, esperaban de él actividad contra la guerra sin solidarizarse con él'.

El gobierno y sus oponentes políticos hicieron todo lo posible por silenciar a Liebknecht. No lo dejaban hablar casi nunca en el Reichstag, y cuando lo hacía, sus comentarios no constaban en actas. En febrero de 1915 lo convocaron para el servicio militar. Quedó por lo tanto sometido a la ley militar, que prohibía cualquier actividad política por fuera del Reichstag.

Sin embargo, Liebknecht usó cada oportunidad para agitar contra la guerra. El primero de mayo de 1916, el Grupo Espartaco en Berlín convocó una manifestación contra la guerra en la Plaza Potsdamer. La convocatoria, escrita por Liebknecht, mostraba toda su habilidad como agitador: criticaba con saña a los responsables de la guerra en lenguaje combativo y concluyó con la declaración: 'Que miles de voces griten '¡Abajo el vergonzoso exterminio de naciones! ¡Abajo los responsables de esos crímenes!' Nuestro enemigo no es el pueblo inglés, francés ni el ruso, sino los grandes terratenientes alemanes, los capitalistas alemanes y su comité ejecutivo.

'Adelante, luchemos contra el gobierno; luchemos contra estos enemigos mortales de toda libertad. Luchemos por todo, lo cual implica el triunfo futuro de las clases trabajadoras, el futuro de la humanidad y de la civilización'.

El deseo apasionado de Liebknecht por asumir la lucha lo llevó a veces a descuidar el tomar las precauciones adecuadas para un trabajo a un plazo más largo. Apareció personalmente en una manifestación como orador, y después de decir '¡Abajo la guerra! ¡Abajo el gobierno!', lo rodeó la policía, lo arrestaron y lo acusaron de alta traición.

La manifestación tuvo un enorme impacto. El primer día del juicio contra Liebknecht, 50.000 trabajadores, organizados por los Representantes Sindicales Revolucionarios, fueron a la huelga. Fue la primera huelga de masas contra la guerra. Pero la clase trabajadora no era aún lo suficientemente fuerte como para imponer su voluntad al régimen del Keiser, mucho menos derrocarlo. Liebknecht pasó lo que quedaba de la guerra tras las rejas y perdió sus dos mandatos parlamentarios. Restringieron con ello muchísimo la influencia de los dos dirigentes de la Liga Espartaco —Luxemburgo también pasó casi toda la guerra en la cárcel.

La Revolución de noviembre

La guerra continuó por otros dos años y medio después del arresto de Liebknecht. Mandaban a los jóvenes a morir sin sentido en el frente mientras la población pasaba hambre en casa. Crecían la desilusión y el descontento. En abril de 1917, estallaron huelgas de masas en Berlín debido a la escasez de alimentos, y hubo una segunda oleada huelguística durante la guerra tras las huelgas de Liebknecht.

La Revolución de noviembre en Berlín: Soldados entregan barracas a miembros del Consejo de Obreros y Soldados

Un número cada vez mayor de diputados respondía al descontento creciente negándose a apoyar los créditos de guerra. Expulsados del partido por la mayoría, fundaron, por obligación más que por propia iniciativa, Socialdemócratas Independientes (USPD). El USPD, en cuyas filas operaba la Liga Espartaco como su propia facción, era un partido centrista al que le faltaba todo impulso revolucionario.

En octubre de 1917, los amigos y camaradas de Liebknecht en Rusia, los bolcheviques, llevaron a la clase trabajadora al poder y pusieron fin a la guerra. La Revolución de Octubre tuvo un impacto electrizante en la clase trabajadora y los oprimidos de todo el mundo.

En enero de 1918, tuvo lugar una tercera oleada huelguística que implicó a más de un millón de trabajadores. Las huelgas iban dirigidas directamente contra la guerra y estaban conectadas con manifestaciones de masas y la formación de consejos obreros. La Liga Espartaco, USPD y los Representantes Sindicales Revolucionarios, una red conspirativa en las fábricas, desempeñaron el papel dirigente. El gobierno terminó las huelgas de enero con el despliegue brutal del ejército y la policía.

Cuando ya no se podía evitar la derrota en la guerra, el Kaiser nombró un nuevo gobierno el 3 de octubre de 1918, encabezado por el príncipe Maximilian von Baden, que incluyó a dos miembros del SPD por primera vez. Su objetivo era parar la revolución inminente y negociar una tregua.

Sacaron anticipadamente a Liebknecht de la cárcel el 23 de octubre como parte de una amnistía. En seguida se fue a Berlín para reorganizar la Liga Espartaco y, junto con los [Stewards] Revolucionarios y miembros de USPD, preparar un levantamiento. La agenda se postergó reiteradamente hasta que los marineros de Kiel les tomaron la delantera.

Los marineros se levantaron el 29 de octubre para impedir la partida de la flota alemana para una última batalla suicida. En los días que siguieron, la revolución se extendió como reguero de pólvora por todo el país. Por todas partes surgían consejos de obreros y soldados y tenían efectivamente el poder, que tomaron formalmente en Bremen y Múnich. El 9 de noviembre obligaron al Kaiser a abdicar. Para impedir una revolución socialista, el socialdemócrata de derechas Philipp Scheidemann proclamó una república. Lo hizo contra los deseos del dirigente del SPD Friedrich Ebert, que había reemplazado al príncipe von Baden como jefe de gobierno y estaba trabajando hacia una monarquía constitucional. El nuevo gobierno se llamó a sí mismo Consejo de Comisionados del Pueblo. Junto a tres miembros del SPD, había tres miembros de USPD, cuya misión era protegerlos de la presión de las masas. En la práctica, no tenían ni poder ni influencia.

Ebert y Scheidemann se concentraron en suprimir el levantamiento revolucionario y salvar a las viejas élites gobernantes. Los grandes terratenientes, los privilegios aristocráticos y la propiedad capitalista permanecieron intactos. Oficiales y funcionarios del Estado, incluso los de las más altas esferas del gobierno, la administración y el ejército, permanecieron en el poder. Ebert se alineó con el alto mando militar y organizó a los Freikorps basado en soldados ultraderechistas para ahogar en sangre las luchas revolucionarias que repetidamente estallaron.

La revolución alemana de 1918 no fue, como resumiría más tarde León Trotsky, 'el complemento democrático de la revolución burguesa, fue una revolución proletaria decapitada por los socialdemócratas; más correctamente, fue una contrarrevolución burguesa, que se vio obligada a preservar formas pseudodemocráticas después de su victoria sobre el proletariado'.

Liebknecht fue el alma del movimiento revolucionario de la clase trabajadora. Siempre estaba presente y gozaba de un respeto enorme. Luchó, como los bolcheviques un año antes en Rusia, por la toma del poder por parte de la clase trabajadora. En cuando Scheidemann proclamó la república burguesa, él proclamó ante un público entusiasmado de masas la república de los consejos obreros. Haría falta un artículo aparte para detallar las luchas revolucionarias de esas semanas y el papel de Liebknecht en ellas.

La Liga Espartaco ahora empezó a crecer rápidamente y rompió decisivamente con el USPD. Junto a Rosa Luxemburgo, Liebknecht publicó el diario Rote Fahne (Bandera Roja). A finales del año, fundaron el Partido Comunista de Alemania (KPD) en Berlín.

La gran desventaja de los trabajadores alemanes en comparación con los rusos era la falta de un partido revolucionario como los bolcheviques, que estaba forjado en la lucha de años contra el oportunismo y profundamente arraigado en la clase trabajadora. La ruptura completa de los revolucionarios alemanes con el SPD y el USPD tuvo lugar solo cuando la guerra y la revolución estaban en [full swing].

A solo una semana de la fundación del KPD, estalló el levantamiento espartacista en Berlín. Los Representantes Sindicales Revolucionarios respondieron al reemplazo del jefe del presidio policial de Berlín, Emil, Eichhorn del USPD, por el gobierno de Ebert del SPD con el lanzamiento de una huelga general y ocupaciones, incluyendo la de las oficinas editoriales del diario Vorwärts del SPD. Liebknecht se unió a la dirección de la huelga y exigió —en contra de lo que aconsejaba Rosa Luxemburgo— armar al pueblo. Pero los rebeldes eran demasiado débiles para derrotar a las fuerzas de la reacción. Suprimieron el levantamiento y llevaron a cabo un baño de sangre.

Se colgaban pancartas en las calles de Berlín, 'Matar a golpes a los dirigentes'. El 15 de enero, Luxemburgo y Liebknecht, que se habían escondido en la ciudad, fueron denunciados, arrestados y llevados al Hotel Eden, la sede de la contrarrevolucionaria Garde-Kavallerie-Schützendivision, donde fueron interrogados, torturados y asesinados.

El KPD quedaba despojado de sus dos figuras dirigentes, un golpe del que nunca se recuperó. En octubre de 1923, dejó pasar una oportunidad revolucionaria extremadamente favorable antes de caer en los años que siguieron bajo la influencia de Stalin, cuya desastrosa política del 'social fascismo' desarmó políticamente a la clase trabajadora y facilitó la toma del poder por parte de Hitler.

Un siglo después de la muerte de Liebknecht, los problemas centrales ante los marxistas de su generación se plantean de nuevo pero con fuerza renovada. La pandemia de coronavirus ha intensificado dramáticamente la crisis social, económica y política del sistema capitalista mundial. Las élites gobernantes se están rearmando para una tercera guerra mundial, pisoteando los cuerpos de las víctimas de la pandemia para proteger las ganancias empresariales, y llevando a millones de personas la pobreza y el desempleo. La oposición a esto está creciendo en la clase trabajadora. Los principios revolucionarios de la lucha de clases, la unidad internacional de los trabajadores y la lucha contra la guerra, por los cuales Liebknecht luchó durante toda su vida, están cobrando una importancia decisiva.

La vida de Liebknecht es un ejemplo y una inspiración. Todo ahora depende de construir un partido que combine la valentía y el entusiasmo revolucionario con una perspectiva socialista basada en la historia y en la ciencia. El día de su muerte, el Rote Fahne publicó su artículo 'A pesar de todo' sobre la derrota del levantamiento espartacista. Las palabras [he contrived] pasar a los editores son muy actuales:

La revolución proletaria, que la contrarrevolución esperaba ahogar en sangre, se elevará por encima de ellos, en grandes cantidades. Su primera palabra será: ¡Abajo los carniceros de los trabajadores, Ebert-Scheidemann-Noske!

La derrota de hoy, la habrán aprendido. Se curarán del espejismo de ser capaces de encontrar la salvación en la ayuda de masas o soldados confusos; se curarán del espejismo de poder confiar en los dirigentes que demuestren ser débiles e impotentes; se curarán de la creencia en la socialdemocracia independiente, que los abandonó con desprecio. Quedándose solo con sus propios artilugios, lucharán sus batallas venideras, obtendrán sus victorias venideras. Y la consigna de que la liberación de la clase trabajadora debe ser tarea de la propia clase trabajadora, habrá adquirido para ellos —mediante las duras lecciones de esta semana— un significado nuevo y más profundo.

(Publicado originalmente en inglés el 12 de agosto de 2021)

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