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Un caso de estudio en "imperialismo de los derechos humanos"

El New York Times cita al torturador estadounidense Michael Chertoff sobre la "represión" china

A lo largo del fin de semana, el New York Times publicó un editorial titulado 'Represión sin fronteras', que presenta a China como el mayor 'represor transnacional' del mundo.

Hay una fuente citada en el editorial de 1.500 palabras, un informe de Freedom House, una organización sobre la cual el Times no dice nada. En base a ese informe, el editorial concluye:

El peor transgresor, informaba Freedom House, es China. 'China lleva adelante la campaña de represión transnacional más sofisticada, global y abarcadora del mundo', decía el informe, describiendo cómo Beijing presenta sus proezas tecnológicas, influencia geopolítica y vasto aparato de seguridad para acosar no solo a los muchos chinos que viven en el extranjero sino también a grupos étnicos y religiosos enteros, como los uigures, los tibetanos y los seguidores de Falun Gong. 'La pura amplitud y escala global de la campaña no tiene paralelo', declaró Freedom House.

Si el Times siguiera las reglas más básicas del periodismo, explicaría lo que es 'Freedom House', su procedencia y fiabilidad, y si tiene algún conflicto de interés. Escribiría un párrafo más o menos como este:

Freedom House recibe el 90 por ciento de su financiación del gobierno estadounidense. Su actual director es Michael Chertoff, quien fuera secretario de seguridad nacional de los EEUU bajo el presidente George W. Bush, y coautor de la Ley Patriótica estadounidense, que justificó la vigilancia masiva ilegal, la tortura y el asesinato de ciudadanos estadounidenses. Chertoff ha sido acusado de crímenes de guerra.

Pero no aparece tal información, porque el editorial es engañoso a propósito. El problema de la junta editorial del Times es que, aquello que EEUU acusa a China de haber hecho, los EEUU lo han hecho a una escala incomparablemente mayor.

Peor, la persona bajo cuyo imprimátur se publicó el informe fue uno de los principales arquitectos de los actos más profundos de represión doméstica y criminalidad de la historia estadounidense. Si el Times fuera mínimamente serio respecto a oponerse a la 'represión transnacional', exigiría el arresto inmediato de Michael Chertoff.

Como jefe de la división criminal del Departamento de Justicia en 2002-2003, Chertoff estuvo directamente implicado en planificar e implementar el programa de tortura de la Agencia Central de Inteligencia.

Michael Chertoff (izquierda); Prisionero conectado a cables eléctricos ficticios bajo la amenaza de que bajar de la caja lo electrocutará (derecha)

Según un artículo publicado por el Times en 2005, Chertoff 'asesoró a la Agencia Central de Inteligencia sobre la legalidad de los métodos de interrogación coercitivos', diciéndole que la tortura 'podría ser legal'.

Con el visto bueno de Chertoff, la CIA secuestró y torturó a gente en todo el mundo, agredió sexualmente y dio graves palizas a hombres, mujeres y niños durante meses y años, en algunos casos hasta la muerte. Según un informe de la Iniciativa Justicia de la Sociedad Abierta, la CIA detuvo ilegalmente y torturó a 136 individuos, con la complicidad de 'hasta 54 gobiernos extranjeros'.

Tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los EEUU comenzó un programa secreto de detenciones bajo el cual se mantenía a presuntos terroristas en prisiones de la CIA, llamadas también 'sitios negros', fuera de los Estados Unidos, donde se los sometió a 'técnicas mejoradas de interrogación' que implicaban tortura y otros abusos. Más o menos al mismo tiempo, la CIA obtuvo una autoridad expansiva para implicarse en 'entregas extraordinarias', definida aquí como la transferencia —sin proceso legal— de un detenido a la custodia de un gobierno extranjero para propósitos de detención e interrogación.

Hoy, más de una década después del 11 de septiembre, no cabe duda de que altos cargos de la administración Bush son responsables de autorizar violaciones a los derechos humanos asociadas con detenciones secretas y entregas extraordinarias, y la impunidad de la que gozaron hasta la fecha sigue siendo un asunto de preocupación significativa.

El tratamiento de la CIA del ciudadano alemán acusado erróneamente, Khaled El-Masri, es solo un ejemplo de los crímenes que Chertoff ayudó a perpetrar.

La CIA desnudó, encapuchó, puso grilletes y sodomizó a El-Masri con un supositorio mientras oficiales macedonios estaban presentes en el aeropuerto. La CIA luegó lo sedó y lo llevó en avión a Kabul para ser encerrado en una prisión secreta de la CIA conocida como el 'Pozo de Sal', donde lo estrellaban contra paredes, lo pateaban, golpeaban y lo sometían a otras formas de abuso.

Los horrores del programa de tortura estadounidense fueron expuestos al mundo por '60 Minutos' y Seymour Hersh en mayo de 2004, con imágenes de presos encapuchados y desnudos apilados en pirámides, embadurnados con heces humanas, y obligados a masturbarse ante los guardias.

Hersh, espantado por lo que había visto, describió cómo se obligaba a mujeres a presenciar la violación de sus hijos varones, en filmaciones que hasta la fecha no han sido publicadas. 'Esas mujeres que fueron arrestadas con chicos jóvenes, niños en casos que han sido grabados. Los chicos eran sodomizados ante las cámaras. Y lo peor sobre todo ello es la pista sonora de los chicos chillando que tiene tu gobierno. Están totalmente aterrados'.

A mucha gente le cuesta entender el grado en el que los medios estadounidenses hacen de conducto de la propaganda estatal, relegando todas las otras consideraciones.

Pero la publicaciçón de un editorial como este, con sus omisiones y contradicciones que te dejan pasmado, es imposible fuera del objetivo exclusivo de la propaganda estatal: la manipulación del sentimiento público para demonizar un país entero y crear una actitud social receptiva para el conflicto económico y militar.

Las personas que componen la junta editorial del Times son unos desvergonzados en cuanto a la obligación profesional. No ven el mentir como moral o inmoral, lo ven como parte de su trabajo, como un elemento del oficio. Tienen muy asumido el mantra de los servicios de inteligencia estadounidenses, que fueran inscritos en gorras de béisbol enviadas a la contra nicaragüense: 'No admitir nada —Negarlo todo— Hacer contraacusaciones'.

El objetivo del editorial del Times es hacer que el lector crea que parte de la premisa imparcial de que hay que castigar las violaciones de los derechos democráticos y el derecho internacional, y por lo tanto hay que castigar a China porque viola los derechos democráticos y el derecho internacional.

En realidad, la lógica se invierte. El objetivo es demonizar a China, y los medios —supuestas violaciones de los derechos democráticos— se inventan para justificar ese fin.

El informe de Freedom House exige que los países 'Desplieguen una estrategia robusta para el uso de sanciones dirigidas contra los perpetradores de la represión transnacional y los que faciliten tales acciones'.

Freedom House escribe luego el siguiente pasaje, que es totalmente ignorado en el artículo del New York Times:

Cerniéndose sobre el asunto de la represión transnacional están las entregas del gobierno estadounidense y los asesinados dirigidos como parte de la 'guerra global contra el terror' que siguió a los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, y el uso extensivo por parte del gobierno israelí de los asesinatos dirigidos fuera de su territorio. En todo el mundo, los Estados implicados en la represión transnacional aplican la etiqueta de terrorismo a los exiliados a quienes persiguen, en algunos casos citando abiertamente ejemplos de los Estados Unidos e Israel.

Si Freedom House exige 'sanciones dirigidas contra los perpetradores de la represión transnacional', y el principal ejecutor de 'entregas y asesinatos dirigidos' es Estados Unidos, ¿habría que sancionar a los EEUU? ¿Está demandando Freedom House que su propio director sea llevado a rastras y esposado ante el tribunal criminal internacional?

Claro que no. Porque no se trata de oponerse a las violaciones de los derechos democráticos. Se trata de demonizar a un país entero, encubrir los crímenes del imperialismo estadounidense, y crear una base de apoyo para la guerra.

Se podría escribir un libro entero sobre todos los crímenes omitidos o tergiversados en el editorial del New York Times. No dice nada sobre Julian Assange, el preso político más importante del mundo, que está siendo acosado y perseguido por parte del gobierno estadounidense por exponer sus crímenes. Guarda silencio acerca del programa de la vigilancia masiva sin órdenes judiciales de Washington. Minimiza en gran medida los asesinatos con drones por parte de EEUU. Presenta a los EEUU como un peatón desdichado ante el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, cuando de hecho Washington tenía conocimiento previo de la conspiración para asesinarlo.

Pero basta con recordar el papel de Michael Chertoff en la violación y tortura sistemática de innumerables hombres, mujeres y niños para demostrar que todos los que contribuyeron a escribir este editorial son unos mentirosos descarados.

Nota. En ese artículo se excluyen a propósito fotos explícitas de tortura y violencia sexual perpetrada por fuerzas estadounidenses para acatar la normativa de Twitter y Facebook. Los lectores que quieran ver las imágenes que hubiéramos incluido pueden verlas en Wikimedia Commons . Aconsejamos prudencia extrema.

(Publicado originalmente en inglés el 31 de agosto de 2021)

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