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Perspectiva

Nuevo libro detalla intento de Trump de instigar guerra con China como parte de intentona golpista del 6 de enero

El martes aparecieron nuevas revelaciones sobre los pasos extraordinarios tomados por el general Mark Milley, el presidente del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., para contrarrestar el intento del entonces presidente Donald Trump de instigar una guerra con China, y posiblemente lanzar un ataque nuclear, como parte de sus esfuerzos para anular su derrota electoral y permanecer en el poder.

El New York Times, el Washington Post, CNN y otras fuentes noticiosas publicaron descripciones del conflicto dentro el aparato estatal a raíz de un nuevo libro intitulado Peril (Peligro) de los reporteros Bob Woodward y Robert Costa del Washington Post que será presentado al público el próximo martes.

Donald Trump en la comisaría 17 de la policía de Nueva York, 11 de septiembre de 2021 (AP Photo/Jill Colvin)

Según los relatos, la inteligencia estadounidense concluyó en los últimos meses del término de Trump de que el ejército chino consideraba que un ataque militar estadounidense era probable en condiciones en que Trump se rehusaba a una transición pacífica. Milley, según los autores de Peril, “no estaba absolutamente seguro de que el ejército pudiera controlar o confiar en Trump y creía que era su trabajo como el oficial militar de mayor rango pensar lo impensable y tomar cualquier precaución necesaria”.

El 30 de octubre, a pocos días de la jornada electoral, Milley le dijo a su contraparte china, el general Li Zuocheng, el comandante del Ejército de Liberación Popular, que EE.UU. no llevaría a cabo ningún ataque militar contra China. “General Li, le garantizó que el Gobierno estadounidense es estable y que todo va a salir bien”, le dijo Milley. “No vamos a atacar ni llevar a cabo operaciones cinéticas en contra de ustedes”.

Pero la negativa de Trump de aceptar la derrota después de las elecciones intensificó los temores en China y el conflicto dentro del Estado norteamericano. La directora de la CIA, Gina Haspel, le advirtió a Milley, según el libro, “Estamos en camino a un golpe de Estado derechista”.

El 8 de enero, dos días después de la invasión fascista del Capitolio de EE.UU. que buscaba bloquear la certificación del Congreso del voto electoral, Milley volvió a hablar en secreto con su contraparte chino para asegurarle que Estados Unidos seguía estable y que no atacaría a China. Incluso le dijo al general Li Zuocheng que, si no era capaz de prevenir que Trump lanzara un ataque militar, le avisaría al comandante del PLA con anticipación sobre el ataque inminente.

Ese mismo día, Milley, quien funge como el principal asesor militar del presidente y no está formalmente en la línea de mando militar, convocó una reunión extraordinaria y secreta en su oficina en el Pentágono con altos funcionarios a cargo del Centro Nacional de Mando Militar y les dio instrucciones de no acatar órdenes de nadie, incluso del presidente, a menos que él estuviera involucrado. De acuerdo con el Times, la reunión buscaba “recordarles” a los comandantes “que los procedimientos de lanzar un arma nuclear exigían su participación en tal decisión”.

CNN cita la siguiente descripción de la reunión:

“Sin importar qué les digan, cumplirán con el procedimiento. Hagan el procedimiento. Y yo soy parte de ese procedimiento”, les dijo Milley a los oficiales, según el libro. Luego recorrió el cuarto, miró a cada oficial en los ojos y les pidió que confirmaran verbalmente que habían entendido.

“¿Entendido?”, les preguntó Milley, según el libro. “Sí, señor”.

“Milley consideró esto como un juramento”, escriben los autores.

Varios libros publicados a principios de este año documentaron las referencias de Milley al periodo previo al golpe de Estado del 6 de enero como “el momento Reichstag” de Trump. Este nuevo libro ofrece más información, incluyendo el papel del papel protagonista asumido por el exasesor de Trump, Steve Bannon.

Según Woodward y Costa, fue Bannon quien urgió a Trump que regresara a la Casa Blanca para preparar los eventos del 6 de enero. “Necesitas regresar a Washington y hacer un regreso dramático hoy”, argumentó Bannon en una cita de CNN, llamando el 6 de enero “el momento de la verdad”. Añadió: “Vamos a enterrar a Biden el 6 de enero, al carajo, entiérralo”.

Estas nuevas revelaciones hacen añicos todos los intentos de restarle importancia a los eventos del 6 de enero. El hecho de que Trump y sus socios golpistas dentro y fuera del Partido Republicano nunca han sido sometidos a cargos, ni mucho menos arrestados, es testamento de la cobardía y duplicidad del Partido Demócrata. Prácticamente ninguna de las revelaciones del nuevo libro había salido a la luz en los nueve meses desde el 6 de enero y en las numerosas audiencias realizadas por comités controlados por los demócratas.

El Comité Selecto para Investigar el Ataque del 6 de enero contra el Capitolio de EE.UU. de la Cámara de Representantes, cuyos miembros fueron elegidos por la presidenta de la cámara baja Nancy Pelosi, ha celebrado tan solo una audiencia y no citó a ningún oficial gubernamental para que rindiera testimonio. Su letargo es palpable. Si uno visita su sitio web y busca en “actividad del comité”, aparece que: “No hay audiencias programadas”.

Lejos de alertar al público cuando el golpe de Estado estaba en marcha, los demócratas hicieron todo lo posible para mantener la crisis contenida dentro del Estado y al aparato militar. La oposición al plan golpista de Trump quedó completamente en manos del ejército, “los muchachos con las armas”, como lo puso Milley, evidenciando la extrema crisis de la democracia estadounidense.

Desde la inauguración de Biden, el tema del Partido Demócrata ha sido la “unidad” y el “bipartidismo”. Esto creo las condiciones para que Trump fortaleciera su posición como el líder de facto del Partido Republicano, según se prepara para volver a lanzarse a presidente en 2024.

Durante el fin de semana, Trump utilizó el aniversario del 11-S para pronunciar diatribas fascistas frente a policías y bomberos en Manhattan. Trump copió la narrativa de Hitler de una “apuñada por la espalda”, aplicándola al retiro de Afganistán por parte del Gobierno de Biden. Combinó esto con la mentira de las “elecciones robadas” que ha sido acogida por prácticamente todo el Partido Republicano. Además, llamó a levantar toda restricción a la violencia policial y a la intensificación de los ataques contra la oposición a la austeridad, la guerra, la desigualdad y las políticas homicidas de regreso a clases y regreso al trabajo de toda la clase gobernante.

Arremetiendo contra “Antifa que corre por nuestras calles y quema nuestros edificios”, Trump efectivamente pidió un Estado policial.

Los simpatizantes de Trump, varias milicias y exasesores de Trump han llamado a un mitin en Washington D.C. el 18 de septiembre llamado “Justicia para los 16”, exigiendo la liberación de los “prisioneros políticos” encarcelados por sus papeles en la invasión del Capitolio. La Policía del Capitolio anunció el lunes que se estaba preparando para una posible violencia armada y anunció que volverá a colocar una malla de seguridad de dos metros de altura alrededor de la propiedad del Capitolio.

Mientras tanto, los demócratas siguen suplicando “unidad” a los cómplices republicanos de Trump. Esto quedó plenamente demostrado en las ceremonias oficiales para conmemorar el vigésimo aniversario del 11-S el sábado.

George W. Bush, quien presidió el inicio de la “guerra contra el terrorismo” y la ruptura completa con el derecho estadounidense e internacional que implicó la guerra, recibió el privilegio de pronunciar el principal discurso de conmemoración en Shanksville, Pennsylvania. Lo acompañaron su vicepresidente Dick Cheney y la actual vicepresidenta Kamala Harris, quien aclamó la respuesta al 11-S como prueba de que “la unidad es posible en EE.UU.”. El mismo tema fue evocado por Biden, quien declaró en una declaración por video, “La unidad es nuestra mayor fortaleza”.

Para los demócratas y secciones del Partido Republicano, la “unidad” significa la unidad de la clase gobernante al afrontar un crecimiento masivo de la oposición social producida por la pandemia, que se ha cobrado más de 670.000 vidas solo en EE.UU. Significa la perpetuación y aceleración de las tendencias subyacentes que produjeron a Trump y que presentan el peligro del fascismo y la dictadura frente a los trabajadores en EE.UU. e internacionalmente.

(Publicado originalmente en inglés el 14 de septiembre de 2021)

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