Español

Estados Unidos abandona exigencia de que Canadá extradite a gerente financiera de Huawei, Meng Wanzhou, dejando que vuelva a China

Según un trato acordado entre Washington y Beijing en los niveles políticos más altos, Meng Wanzhou, le gerente financiera de Huawei y la hija de su fundador, volvió a China el sábado, después de vivir en Vancouver, Columbia Británica, por casi tres años, bajo arresto domiciliario.

Como una parte del trato, Meng, quien fue detenida por autoridades canadienses a instancia de la administración Trump durante el diciembre de 2018, se declaró inocente de cargos de haber cometido fraude bancario para evadir las sanciones estadounidenses contra Irán, en una aparición en línea en una corte en Nueva York.

La decisión de las autoridades de arrestar a Meng durante una parada en Vancouver tenía todos los rastros de un secuestro político, ocurriendo al mismo tiempo que una reunión bilateral entre el presidente Donald Trump y su colega chino Xi Jinping al margen de una cumbre G-20. El objetivo de Trump en la reunión fue extraer concesiones amplias de China sobre el comercio y las relaciones económicas.

Meng Wanzhou (Foto: Wikimedia CC BY 3.0)

El trato de soltar a Meng fue diseñado para salvar las reputaciones de todas las partes del asunto. Fiscales estadounidenses comprometieron oficialmente a suspender su caso de fraude fraudulente contra Meng, hasta diciembre de 2022, cuando todos los cargos criminales contra ella serán suspendidos enteramente, siempre que Meng no viole las leyes federales. El Departamento de Justicia estadounidense afirmó que la admisión de Meng, citada en la exposición de hechos, de que describió a Skycom, una filial de Huawei, como un socio comercial ejerciendo una “cooperación empresarial normal” en una presentación de PowerPoint en 2013 en vez de como una compañía contralada por Huawei representó un reconocimiento de culpabilidad. Éste es un entendimiento espurio de la evidencia y, de todos modos, está muy lejos de las denuncias incendiarias de los Estados Unidos en su contra, de que ella estuviese engañando al banco HSBC en violación de las sanciones punitivas y unilaterales de Washington contra Irán.

Unos expertos jurídicos prominentes de Estados Unidos afirmaron que el trato de persecución diferida del Departamento de Justicia es diferente de todos los tratos que habían visto previamente, subrayando el hecho de que Washington esencialmente decidiese abandonar el caso. Después del anuncio del trato, el gobierno chino reiteró su posición de que la detención y persecución de Meng eran puramente políticas y enfatizó que ella no había admitido la culpabilidad en ningún momento. Su retorno a China se convirtió para el régimen en una oportunidad de alentar el nacionalismo, con su ceremonia de alfombra roja emitida en la televisión estatal y transmitida en directo en línea.

La retirada de la exigencia por la extradición de Meng y su retorno a China fue acompañado por la liberación de ojo por ojo de dos ciudadanos canadienses, Michael Kovrig y Michael Spavor, a quienes Beijing había detenido con cargos de espionaje justo después del arresto de Meng por autoridades canadienses.

Subrayando que el intercambio de prisioneros fue orquestado en los niveles más altos de la administración de Biden, los dos subían a un avión de la Fuerza aérea estadounidense destinado a Alaska, precisamente al mismo tiempo que Meng subió a un avión de la Compañía de Aviación Internacional de China en Vancouver. El retorno de Kovrig y Spavor a Canadá el sábado fue explotado por el establecimiento político y los medios de comunicación corporativistas para intensificar su campaña anti china virulenta.

Varias consideraciones tenían influencia en la decisión de Washington de abandonar su persecución y hostigamiento de Meng. Primero, el caso en su contra, como atestigua la exposición de hechos, se basaba en una representación tendenciosa, motivada políticamente, de sus negocios con HSBC y corría el riesgo de colapsarse. Mientras el gobierno canadiense era enfático en su apoyo a la extradición de Meng, con abogados de la fiscalía general defendiéndolo vigorosamente en la corte, la jueza que presidía el caso de extradición, la jueza presidenta asociada de la Corte Suprema de Columbia Británica, Heather Holmes, expresaba más y más ciertas preocupaciones sobre su fundamento legal. En una audiencia judicial del 12 de agosto, ella describió el caso de fraude contra Meng como “inusual”, notando, según informa el Globe and Mail, que “nadie perdió de dinero, las acusaciones tratan de eventos que ocurrieron hace unos cuantos años, y la víctima potencial, un banco global, supo la verdad mientras supuestamente se le contaba mentiras”.

Los procedimientos también descubrieron la violación flagrante de los derechos de Meng por parte de las autoridades canadienses. Durante varias horas, agentes de Servicios Fronterizos de Canadá no le revelaron a Meng que ella esencialmente estaba bajo arresto el momento que llegó en Canadá en diciembre de 2018 y a través de eso ella rindió su celular y otras pertenencias. Luego dieron éstos a la Policía Montada de Canadá, que revelaron sus contenidos a la FBI.

Sin duda había unas preocupaciones dentro de la administración de Biden de que si la extradición de Meng o el juicio posterior se colapsara o se convirtiese en la ocasión para más revelaciones avergonzadas de la ilegalidad de las autoridades canadienses y estadounidenses, esto representaría un golpe serio contra la campaña de propaganda de Washington contra Beijing.

Esta campaña, que representa a los Estados Unidos como el líder de una coalición “democrática” de naciones que respetan el “orden internacional normativo” contra China y otros regímenes “autoritarios”, es un encubrimiento político de una ofensiva militar-estratégica contra China que siempre va expandiéndose, cuya lógica es una conflagración global. Más temprano durante este mes, Washington estableció una nueva alianza de guerra Indo-Pacífica con Australia y Gran Bretaña (AUKUS [Australia, Reino Unido y Estados Unidos], según sus siglas en inglés), cuya primera acción ha sido suministrar a Australia con submarinos nucleares y capaces de llevar misiles nucleares.

Otro motivo posible para la liberación de Meng quizás fuera un deseo de aliarse con las potencias europeas que, encabezadas por Francia, han protestado con ira el trato AUKUS negociado secretamente, que irrumpe sus propios planes de conseguir un papel más significante en la región Indo-Pacífico. El juicio de Meng sobre las sanciones contra Irán habría involucrado la aplicación extraterritorial de las leyes estadounidenses, algo que las potencias europeas miran con hostilidad.

Por fin, Washington ha conseguido mayormente lo que quería con la detención de Meng, que fue una parte de una cadena de ataques contra la emergencia de Huawei como una de las empresas de tecnología más grandes del mundo. Aliados claves de los Estados Unidos, Australia y Gran Bretaña incluidos, explícitamente han prohibido que Huawei emplee sus redes de 5G, mientras otros esencialmente han puesto a la compañía en una lista negra por elegir sus competidores. Las autoridades estadounidenses también introdujeron prohibiciones y restricciones que prevenían que empresas comerciasen con Huawei, incluida una medida del agosto de 2020 que requiere que compañías que vendan cualquier producto hecho con un microchip estadounidense a Huawei obtenga una licencia. En ese entonces, este gesto se describió como imponer una “condena de muerte” a la compañía china como fabricante de productos de tecnología de 5G.

Por retirar la controversia con Beijing sobre Meng, Washington remueve algo que se había convertido en un impedimento a cualquier interacción significativa con el régimen capitalista encabezado por el Partido Comunista de China, para que se pueda concentrar en poner presiones diplomáticas que buscan hacer que concedan sobre el cambio climático y otras cuestiones que según la administración de Biden pueden ser consideradas. Para el imperialismo estadounidense, las negociaciones sobre el cambio climático son un ámbito vital en la búsqueda de sus intereses globales económicos y geo-políticos, y dando a él la oportunidad de atacar a China económicamente, incluso potencialmente a través de “aranceles del carbono”. En su discurso de la semana pasada a la Asamblea General de la ONU, Biden resumió su política por referirse a una “era nueva de diplomacia implacable”. De ninguna manera es ésta una maniobra opuesta a, sino un componente crítico de, la presión comprensiva militar y económica que el imperialismo estadounidense está ejerciendo contra China.

Por conseguir la liberación de Kovrig y Spavor como una parte de su solución del caso de Meng, Washington también está en una posición para aumentar la presión sobre Canadá a alinear con su campaña de intimidación diplomática, económica y militar contra China. Canadá todavía no ha excluido formalmente a Huawei de su red de 5G, y los retrasos repetidos de la emisión de su política sobre China han frustrado a funcionarios estadounidenses. Hablando solo unos días antes de la liberación de Meng, David L. Cohen, el nombrado de Biden para ser el nuevo embajador de Washington a Ottawa, dijo en una audiencia de confirmación frente al Senado estadounidense, “Todos estamos esperando a que Canadá emita el marco total de su política sobre China. Como embajador, si me confirman, es un papel apropiado estar involucrado en discusiones y asegurar que las políticas canadienses reflejen sus palabras sobre el tratamiento de China”.

Las secciones más vociferantemente anti chinas del establecimiento político canadiense sin duda entendieron el significado mientras desencadenaban diatribas contra Beijing durante el fin de semana, combinadas con exigencias de que Canadá más ampliamente expanda su cooperación militar de seguridad con los Estados Unidos. Ignorando el hecho de que el arresto por Beijing de Kovrig y Spavor fuera una reacción al secuestro político inicial de Meng, Guy Saint-Jacques, exembajador de Canadá a China, dijo, “Tenemos que estar de acuerdo entre nosotros sobre sanciones que podríamos aplicar contra China si vuelvan a usar esta diplomacia de rehén otra vez. Se trata de enviar un mensaje poderoso de que este tipo de intimidación no pueda seguir. Tenemos que detenerla con agresión”.

Senador Conservador canadiense Leo Housakos, el halcón de guerra anti China más prominente, añadió, “Ahora que los dos Michael están en casa y la brutalidad del régimen comunista de China se ha revelado como es, como hemos sabido que es todo el tiempo, Canadá ya no puede seguir lidiando con este régimen como intermediarios honestos”. Housakos exigió que el gobierno de Trudeau inmediatamente prohibiera a Huawei de la red de 5G y anunciara un boicoteo de las Olimpíadas Invernales de 2022 en Beijing.

Muy lejos de evitar una confrontación con Beijing, el gobierno de Trudeau ha alineado totalmente con la ofensiva comprensiva geoestratégica del imperialismo estadounidense contra China. Bajo Trump, el gobierno de Trudeau apoyó la renegociación de TLCAN para crear un bloque comercial más explícitamente proteccionista encabezado por los Estados Unidos dirigido contra China. Los Liberales también se han integrado más completamente las operaciones militares de Canadá a la agresión encabezada por los Estados Unidos en la región Asia-Pacífico, incluso por enviar buques de guerra y submarinos a la Mar de China Meridional.

El mes pasado, el gobierno de Trudeau concluyó un acuerdo con los Estados Unidos para modernizar a NORAD, la defensa marítima y aeroespacial unida de Estados Unidos y Canadá, con el objetivo de consolidar la dominación por parte de las potencias imperialistas norteamericanas del Ártico y preparar una época nueva de “competencia estratégica” y la posibilidad de una guerra nuclear con Rusia y China.

Sin embargo, los adversarios de Trudeau continúan a asociarle a él con esfuerzos para expandir las relaciones comerciales e incluso concluir un acuerdo de libre comercio con China. China es un mercado exportador para las corporaciones canadienses, especialmente con recursos naturales y productos agrícolas.

La exclusión de Canadá de AUKUS también dio impulso a los detractores de Trudeau, que vieron en este asunto el aislamiento de Ottawa en la región Indo-Pacífico por los Estados Unidos. Se convirtió en la ocasión de denuncias contra el gobierno Liberal desde la derecha durante los últimos días de la campaña electoral y exigencias del establecimiento militar de seguridad por una estrategia de política exterior más comprensiva y un aumento de gastos militares.

Aunque Trudeau ha evitado emitir una afirmación significante sobre las relaciones entre Canadá y China desde el trato de Meng, el gobierno dio su apoyo completo a la campaña de propaganda hecha por los medios de comunicación sobre el retorno de Kovrig y Spavor al país. Trudeau y el Ministro de Asuntos Exteriores Marc Garneau viajaron a Calgary para dar la bienvenida a los dos, que viajaron desde Alaska en un avión de la Fuerza Aérea de Canadá.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 26 de septiembre de 2020)

Loading