Dirigida por Ramón Térmens; escrita por Térmens y Daniel Faraldo

La mujer ilegal (La dona il·legal en catalán), que echan por Netflix, es una película que expone la brutal política migratoria española y, más en general, la europea, y el maltrato global a inmigrantes y refugiados.

En el centro de la pelicula, dirigida por Ramón Térmens, está un abogado español de inmigración, Fernando Vila (Daniel Faraldo, también coautor). Su trabajo cotidiano implica escuchar e intentar abordar los problemas de una serie interminable de inmigrantes indocumentados, la mayoría de países azotados por la pobreza.

Algunos de sus clientes están viviendo en las calles, algunos son acosados y víctimas de prejuicios antimusulmanes. Describen las aterradoras travesías del Mediterráneo en patera. Uno, el gracioso Hussein (Abdel Aziz El Mountassir), repetidamente vende sus documentos y vuelve por más porque, como explica él más adelante, 'Soy pobre', y tiene 'muchas bocas que alimentar'. Estas inmensas dificultades calan hondo de verdad. Mientras tanto, un inflado político derechista brama desde una pantalla de televisión.

Otro abogado le da a Fernando el caso de una prostituta nacida en Kosovo, Zita Krasniqi (Klaudia Dudová), amenazada con ser deportada. Un juez, despues de denegar su recurso, envía a Zita a un centro de internamiento de inmigrantes, un CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros), por 60 días. Al otro día, la encuentran ahorcada. Fernando no se cree la versión de las autoridades, especialmente desde que viera al policía de alto rango que arrestó a Zita, Oriol Cadenas (Isak Férriz), en el tribunal, un suceso muy poco común.

Fernando logra dar con otra prostituta, nigeriana, Juliet Okoro (Yolanda Sey), una amiga de la mujer fallecida. Ella también sospecha. Zita iba a casarse con un vendedor ambulante, Bakary. No tenía tendencias suicidas. Pronto nos enteramos de que el policía, Cadenas, está en el medio de una operación detestable, el tráfico sexual de inmigrantes. Zita presenció un crimen y había que encargarse de ello de manera sumaria.

El abogado colabora con Fàtima Jamed (Raquel Camón), una activista por los derechos de los inmigrantes, para investigar más. Ella lo pone al día sobre las circunstancias atroces en los CIEs.

Por casualidad, Juliet se hace novia de Cadenas, que no sabe de su conexión con Zita, la mujer asesinada. Cuando se da cuenta de quién es, intenta hacer que deporten rápido e ilegalmente a Juliet a Nigeria. Fernando y Fàtima desbaratan sus planes valientemente.

Cadenas, claramente arrinconado desde el punto de vista legal, junto con el corrupto director del centro de internamiento, Enric Millar (Boris Ruiz), adopta medidas drásticas, violentas. A su propia manera, también Fernando, en parte debido a una tragedia personal, reconoce la necesidad de un abordaje más intrépido, comprometido.

Los minutos finales incluyen entrevistas filmadas con verdaderos inmigrantes y deportados, que narran sus experiencias de manera conmovedora.

Los creadores de La mujer ilegal claramente tienen la vista puesta, sobre todo, en los centros de internamiento de inmigrantes, que, al decir de todos, son verdaderos agujeros infernales, famosos por el descuido, el abuso y la tortura—y la muerte.

Salif Sy, un senegalés que pasó un tiempo en un centro de internamiento de extranjeros en Madrid, le dijo a Inter Press Service, 'Te maltratan, no te respetan. He visto palizas, sufrimiento, y no te puedes defender. Cuando te encierran ahí es como si estuvieras en otro mundo'.

El reportaje de IPS seguía, 'Tras las paredes de los ocho CIEs de España, los inmigrantes son a menudo víctimas de abuso y maltrato por parte de la policía nacional, encargada de vigilarlos, advierten organizaciones de los derechos humanos locales e internacionales'.

Carlos Villán, presidente de la Asociación Española por el Derecho Humano a la Paz, añadió, 'Los que torturan todavía tienen impunidad garantizada cuando abusan de personas que están en situaciones especialmente vulnerables —inmigrantes indocumentados, aislados de sus familias y amigos, sin dinero para pagar un abogado, y que desconocen el sistema legal español, mucho más el derecho internacional'.

En 2018, por ejemplo, un argelino de 36 años, Mohamed Boudarbala, murió en un CIE en la ciudad sureña española de Archidona. La pollicía dijo, según France 24, que 'se ahorcó con una sábana'. El hermano de este hombre, Ahmed Boudarbala, dijo a los medios: 'Estaba en contacto con mi hermano todos los días, nos llamábamos, se quejaba de la comida, el frío, pero no se quejaba de la vida', les dijo a los periodistas en comentarios en árabe traducidos al español. 'Era alegre, joven, muy feliz y muy positivo. Murió en circunstancias turbias'. Los 'suicidios' dudosos son sucesos comunes en los CIEs.

Esta es una realidad global. La mujer ilegal da a entender eso, con sus intercalaciones de noticias de la prensa sobre el discurso sobre el estado de la unión de Donald Trump y los durísimos comentarios del político italiano ultraderechista Matteo Salvini. También se menciona la catástrofe de Libia.

La película de Térmens rezuma un sano odio a la brutalidad policial y la corrupción, y el cruel sistema legal en su conjunto. La palabra 'impunidad' aparece varias veces. Fernando y Fátima, de manera realista pero resignada, se esperan plenamente que Cadenas y Millar, con sus poderosos contactos, no paguen por lo que hicieron.

Esa resignación indica las limitaciones de la película. Sincera y bienintencionada, con actuaciones honestas por parte de sus actores, La mujer ilegal no profundiza sobre las realidades sociales que dieron lugar a la histeria antiinmigrante y el crecimiento de partidos derechistas, autoritarios. Tampoco se sugiere que haya ninguna fuerza social capaz de poner fin a la barbarie oficial. Con todo, la película da una imagen adecuada y conmovedora del abuso y condena a los abusadores.

(Publicado originalmente en inglés el 6 de septiembre de 2021)