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El presidente electo pseudoizquierdista de Chile, Gabriel Boric, promete trabajar con la extrema derecha

El domingo por la noche se produjeron celebraciones en todo Chile cuando se supo que Gabriel Boric, exlíder estudiantil de pseudoizquierda y candidato de la coalición electoral Frente Amplio, había derrotado al candidato de extrema derecha José Antonio Kast, del Frente Social Cristiano, por un amplio margen.

Con el 99,9% de los votos escrutados, 4,62 millones (o el 55,8%) fueron para Boric, el mayor número de votos emitidos para un candidato desde el retorno al régimen civil en 1990. En 11 de las 16 regiones del país, Boric obtuvo el primer lugar. En las comunas obreras de Santiago, como La Pintana, Puento Alto, San Ramón, La Granja, la votación por Boric superó el 70 por ciento del electorado. El fascistoide José Antonio Kast, del Frente Social Cristiano, obtuvo 3,65 millones de votos, es decir, el 44,15 por ciento.

Gabriel Boric, presidente eleito do Chile pela Apruebo Dignidad, coalizão entre a pseudoesquerdista Frente Ampla e o Partido Comunista stalinista (Crédito: Twitter/@fotoencampana)

La participación de los votantes elegibles aumentó en 1,2 millones en comparación con el escrutinio de la primera ronda en noviembre, cuando Kast quedó en primer lugar y Boric en segundo. La segunda vuelta electoral del domingo estableció otro récord, con el mayor número de votos emitidos en la historia de la república: 8,63 millones, o el 55,65% de todos los votantes con derecho a voto.

Las masas de personas que acudieron a La Alameda, la principal avenida de Santiago, y los cientos de miles que salieron a las calles en todo el país, celebraban lo que perciben como una victoria contra el fascismo y un avance para la lucha contra la desigualdad social, la pobreza y la represión que dio lugar a manifestaciones millonarias en 2019.

Las multitudes coreaban ' ¡El Pueblo Unido Jamás Será Vencido!', el himno del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, llevado al poder en 1970 como parte de una ola revolucionaria internacional de la clase obrera, y derrocado por el golpe de Estado respaldado por Estados Unidos del 11 de septiembre de 1973.

La trágica experiencia de Chile expuso la mentira de ese eslogan. El pueblo —es decir, los chilenos de todas las clases sociales— no podía entonces, ni puede ahora, estar unido debido a la existencia objetiva de intereses de clase irreconciliables bajo el capitalismo. Ese peligroso mito fue la piedra angular del gobierno nacional reformista de Allende, que utilizó el término 'pueblo' como medio para enterrar los intereses de la clase obrera.

El Partido Comunista estalinista fue el más ruidoso en la promoción de esta idea. Las fuerzas armadas y los carabineros eran el 'pueblo en uniforme', las capas privilegiadas de la clase media e incluso la llamada burguesía progresista formaban parte del 'pueblo'. Esta teoría reaccionaria estaba relacionada con la de una revolución en dos etapas y con el concepto en quiebra de una 'vía parlamentaria pacífica al socialismo' a través de los Frentes Populares.

El hecho de que esta idea estallara con el golpe fascista-militar que derrocó al gobierno de la Unidad Popular de Allende, y que llevó al asesinato, la desaparición y la tortura de decenas de miles de personas, no ha impedido que las mismas fuerzas promuevan hoy estas concepciones desacreditadas y reaccionarias.

Lejos de la unidad, las tensiones sociales y de clase se elevarán al máximo bajo un gobierno dirigido por Boric.

La llegada al poder del pseudoizquierdista Frente Amplio y del estalinista Partido Comunista ha levantado una inmensa expectación entre trabajadores, estudiantes y jóvenes cada vez más radicalizados. Hace sólo dos años, a partir de octubre de 2019, estallaron en todo Chile marchas y manifestaciones anticapitalistas que en un momento dado involucraron a la mitad de la población del país y duraron meses.

Esta experiencia transformadora expresó el intento consciente de las masas de articular los agravios acumulados durante décadas contra la arraigada desigualdad social, los salarios de miseria y las pensiones de hambre, un sistema público de salud y educación paralizado, el creciente endeudamiento de los estudiantes y los hogares, la violencia policial y militar desenfrenada, la criminalización de las protestas sociales, la supresión de las demandas indígenas, y el nepotismo, la corrupción y el chanchullo en todos los niveles del Estado.

Las expectativas populares serán rápidamente disipadas por el gobierno entrante. Boric ya había desplazado el eje de su plataforma hacia la derecha durante la campaña, recogiendo puntos de conversación sobre 'seguridad' y otros temas del libro de jugadas de su oponente fascistoide.

Además, el capital corporativo y financiero 'hará gritar a la economía' si cualquier medida entra en conflicto con su dominio sobre Chile. Las altas esferas de la sociedad ya están transfiriendo su riqueza personal al extranjero.

'Más de 50.000 millones de dólares se han movido fuera de Chile desde octubre de 2019 a medida que los ricos cambian sus activos al extranjero, según un funcionario del banco central', informó el Financial Times el pasado jueves. 'La emisión de bonos en los mercados locales casi se ha agotado después de los retiros de pensiones y la promesa de Boric de desmantelar el sistema privado de pensiones, haciendo que Chile sea uno de los mayores emisores de deuda latinoamericana en los mercados internacionales este año'.

La bolsa de Santiago cerró el domingo con una caída del 6,8%, mientras que el dólar subió a niveles récord. El banco de inversión estadounidense JPMorgan respondió a las elecciones declarando que 'el mercado necesitará señales rápidas de moderación real' para 'minimizar el riesgo'. Del mismo modo, la agencia de calificación de Wall Street Moody's declaró que 'las políticas gubernamentales que mejoren la confianza de las empresas y los inversores serán fundamentales para apoyar un crecimiento sólido respaldado por una sólida inversión privada', al tiempo que pronosticó que 'Boric tendrá que rebajar el tono de sus propuestas de gasto para preservar la estabilidad fiscal'.

Para apaciguar a los mercados financieros y a las empresas transnacionales, Boric tendrá que abandonar rápidamente cualquier pretensión de aplicar medidas sociales que requieran un compromiso sustancial de recursos y proceder a un programa proempresarial. Se verá inevitablemente obligado a desatar la represión cuando el programa de su gobierno choque con las expectativas insatisfechas de las masas, una medida que sólo puede envalentonar a la extrema derecha.

El domingo por la noche, en su primer discurso como presidente electo ante una manifestación masiva en Santiago, dejó claro su rumbo derechista.

'El futuro de Chile nos necesita a todos del lado del pueblo y espero que tengamos la madurez de contar con las ideas y propuestas (de la oposición de derecha) para iniciar mi gobierno', dijo a su audiencia. 'Sé que más allá de las diferencias que tenemos en particular con José Antonio Kast, sabemos tender puentes para que nuestros compatriotas puedan vivir mejor'.

La mención por parte de Boric del nombre de su oponente, el ultraderechista defensor de los crímenes de la dictadura militar fascista de 17 años de Pinochet e hijo de un ex oficial nazi de la Wehrmacht, provocó fuertes abucheos de la multitud, a los que respondió: '¡Sí, [necesitamos] también a José Antonio Kast!' para construir la democracia. Esa misma noche había mantenido una reunión privada con el ultraderechista en la habitación de un hotel de Santiago.

Destacó su compromiso de trabajar con la derecha 'lo que significa tanto una invitación como una obligación de diálogo. Sinceramente, lo veo como una oportunidad de reencontrarnos, de unirnos en grandes hechos por el bien de nuestro país para lograr acuerdos amplios y duraderos...'. Cualquier cambio, dijo, tendría que ser 'paso a paso, gradual'.

Boric tiene un historial probado de defensa de las relaciones de propiedad privada y de defensa del mercado capitalista. Líder radical de los estudiantes universitarios en las protestas por la educación de 2011, desde 2014 ocupa un escaño en la Cámara Baja del Congreso chileno, prestando en momentos críticos su apoyo al gobierno de turno.

En 2019 entró infamemente en conversaciones de unidad nacional con el gobierno derechista del milmillonario presidente Sebastián Piñera para evitar las masivas manifestaciones anticapitalistas. Luego procedió a apoyar 'en general' leyes draconianas y antidemocráticas que han permitido la criminalización de toda forma de protesta.

El saliente Piñera no estaba dispuesto a devolver el favor. La elección del domingo se vio empañada por los intentos de mano dura del gobierno de Piñera de privar de derechos a grandes franjas de las comunidades de la clase trabajadora. A primera hora del día, los medios de comunicación independientes informaron que el gobierno estaba operando el sistema de transporte público al 50% de su capacidad. Los ciudadanos de toda la Región Metropolitana, con sus cerca de 9 millones de habitantes, se volcaron a las redes sociales para denunciar al gobierno por la alteración de la elección, ya que decenas de comunas obreras de todo el país tuvieron que movilizar sus propios medios para llegar a las urnas, y un número incalculable no pudo ejercer su derecho a voto.

La ministra de Transportes y Telecomunicaciones, Gloria Hutt, negó la intervención del gobierno, pero los conductores de autobuses revelaron a los medios de comunicación que las empresas privadas de autobuses comerciales estaban operando en un horario dominical con un 50 por ciento o menos del número de vehículos de una jornada laboral habitual.

El Frente Amplio y el Partido Comunista estalinista, las tendencias políticas directamente afectadas por esta intervención completamente antidemocrática en el proceso electoral, se limitaron a criticar al gobierno. Izkia Siches, que dejó la presidencia del Colegio Médico para encabezar la campaña de Boric tuiteó: 'ante la operación de @GobiernodeChile de limitar el transporte público a favor de su candidato, llamamos a organizar taxis, buses y autos compartidos para transportar a los votantes'.

A continuación, enterraron lo que fue un notable ataque al derecho democrático al voto, ya que a la media hora del cierre de las urnas quedó claro que Boric había ganado por una amplia mayoría.

El gobierno de Boric se basará en gran medida en la coalición española de Podemos y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), compuesta por títeres completamente corruptos y procapitalistas que están dispuestos a restar importancia a la amenaza de un golpe militar con tal de mantener a la clase trabajadora políticamente desmovilizada. Esta misma semana desataron a la policía antidisturbios contra los trabajadores del metal en huelga en Cádiz.

Al igual que la coalición chilena, Podemos, con la que Boric mantiene íntimos vínculos políticos, se promociona como 'de izquierdas', pero no tiene absolutamente nada de izquierdas. Más bien es un conjunto de pseudoizquierda que habla en nombre de capas de clase media-alta obsesionadas con sí mismas que sólo desean una mayor distribución de la riqueza dentro del 10 por ciento superior, junto con posiciones de autoridad y poder político para ellos mismos.

La luna de miel con Boric durará poco. La clase trabajadora chilena entrará cada vez más en conflicto con sus políticas de derecha desde el momento en que entre en el Palacio de La Moneda.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 20 de diciembre de 2021)

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