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Perspectiva

Aumento en precios deteriora nivel de vida de los trabajadores

Cuando la última ola de la pandemia de COVID-19 arrasa con los lugares de trabajo y las escuelas, causando enfermedad y muerte a escala masiva, se reporta que los niveles de vida de los trabajadores cayeron dramáticamente en 2021 debido al aumento de precios en las necesidades básicas.

Los precios al consumidor de EE.UU. aumentaron anualmente 7 por ciento hasta diciembre, según las cifras publicadas el miércoles por el Departamento de Trabajo. Es el mayor aumento en la inflación desde 1982, cuando el Gobierno de Reagan y las corporaciones estadounidenses llevaban a cabo una ofensiva contra los empleos y niveles de vida de los trabajadores.

Los saltos más altos han sido en la gasolina y el combustible para calefacción, que vieron un incremento anual de 50 por ciento y 41 por ciento respectivamente. El precio de los vehículos usados aumentó 37 por ciento y el del gas natural, utilizado para la calefacción y la cocina, 24 por ciento. El precio de algunos comestibles básicos también se disparó, incluyendo aumentos de 16 por ciento para la carne de res y ternera, 10,4 por ciento para el pollo, y 11,1 por ciento para los huevos. El pan saltó 11 por ciento.

Un trabajador abastece los estantes de la tienda Heinen’s Fine Foods, 13 de enero de 2022, Pepper Pike, Ohio (AP Photo/Tony Dejak)

Los trabajadores estresados por dos años de una pandemia mortal están teniendo más dificultades que nunca para llegar a fin de mes. El aumento de los precios en 2021 superó con creces el aumento de los salarios en Estados Unidos, y el trabajador promedio sufrió un recorte general del 2,4 por ciento el año pasado.

El aumento de los precios está teniendo un impacto aún más devastador en las personas con ingresos fijos. El aumento de las tarifas de calefacción es especialmente mortífero cuando las temperaturas invernales azotan gran parte de los Estados Unidos.

El impacto de la inflación es global. La eurozona registró un aumento de precios del 5 por ciento anual en diciembre, y Brasil, del 10,06 por ciento. Las masas empobrecidas de la India se enfrentaron a una subida del 5,59 por ciento el mes pasado, según las cifras oficiales, y se espera una tasa mayor en el primer trimestre de este año. La inflación en Turquía se sitúa actualmente en un 36 por ciento anual en medio de la crisis monetaria del país. Algunas fuentes sitúan la tasa de inflación real en más del doble.

En comentarios francos al Wall Street Journal, Greg McBride, analista financiero jefe de Bankrate, dijo que este año “se presenta como una pérdida para muchos hogares. Sus gastos aumentaron aún más rápido y se comieron todo el beneficio de cualquier aumento de sueldo que hayan visto”.

El aumento de la inflación es el subproducto de las políticas aplicadas por la clase gobernante en respuesta a la pandemia. Los Gobiernos han inyectado billones de dólares en los mercados financieros para apuntalar las bolsas de valores, creando un océano de valores ficticios. Al mismo tiempo, la política de permitir la propagación descontrolada del virus SARS-CoV-2 ha provocado infecciones y muertes masivas, creando escasez de mano de obra y cuellos de botella en las cadenas de suministro, interrumpiendo la producción y haciendo subir los precios.

La clase gobernante ha tratado de obligar a los trabajadores a volver a los lugares de trabajo inseguros eliminando todas las ayudas sociales promulgadas durante la pandemia. En Estados Unidos esto ha incluido la interrupción de las prestaciones de desempleo ampliadas, el levantamiento de las prohibiciones de desahucios y la eliminación del crédito fiscal de 300 dólares mensuales por hijo. Las pequeñas empresas y los trabajadores autónomos también han visto desaparecer prácticamente todas las ayudas. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. han hecho su parte, reduciendo el periodo de aislamiento recomendado para las personas infectadas por el COVID-19 a la mitad, de 10 a 5 días.

En su mayor parte, las empresas han podido compensar, e incluso sacar provecho, de los aumentos de costes aumentando los precios. Las ganancias de las empresas estadounidenses, antes de los ajustes, alcanzaron un récord de 3,14 billones de dólares en el tercer trimestre de 2021. Después de los impuestos y los ajustes por inventario, las ganancias subieron a un récord de 2,74 billones de dólares.

Mientras tanto, los grandes inversores de Wall Street se han llenado los bolsillos con dinero gubernamental prácticamente gratis. Las acciones continúan en niveles récord, con una capitalización bursátil mundial que ha aumentado asombrosamente 60 billones de dólares desde el inicio de la pandemia. Solo en 2021, 10 de los milmillonarios más ricos vieron aumentar su riqueza neta en 500 mil millones de dólares, encabezados por el director ejecutivo de Tesla, Elon Musk.

Los trabajadores de todo el mundo han respondido a la pandemia con una intensificación de las huelgas, tanto contra la destrucción de sus niveles de vida como contra las políticas homicidas de “inmunidad colectiva” llevadas a cabo por las clases gobernantes de prácticamente todos los principales países capitalistas. Una lista parcial de huelgas incluye:

  • Tres mil trabajadores de Volvo Trucks en Virginia se declararon en huelga en abril y mayo en dos huelgas distintas.
  • Ochocientos enfermeros de St. Vincent en Massachusetts llevaron a cabo una huelga de 301 días sobre los niveles de personal.
  • Más de 2.500 enfermeras y trabajadores estatales del condado de Cook (Illinois) se declararon en huelga contra las concesiones salariales y de prestaciones.
  • Los trabajadores acereros de ATI en Pensilvania y otros cuatro estados hicieron una huelga de 106 días contra los recortes de empleo y otras concesiones.
  • Un mil mineros del carbón de Warrior Met en Alabama están en huelga desde abril, enfrentándose al sabotaje sindical y a la violencia orquestada por la empresa.
  • Más de 10.000 trabajadores de John Deere se declararon en huelga después de rechazar las concesiones patrocinadas por el sindicato.
  • Unos 1.400 trabajadores de Kellogg's en cuatro estados se declararon en huelga durante casi tres meses contra los salarios escalonados y otras concesiones.

Esta semana, 8.000 trabajadores de las tiendas King Soopers de Colorado se declararon en huelga por una oferta salarial irrisoria de la dirección, que habría fijado el salario del nivel más bajo de los trabajadores en solo 13 céntimos por hora por encima del salario mínimo. Reflejando un ambiente de militancia más amplio, la dirección ha tenido problemas para reclutar rompehuelgas a $18 por hora y ha tenido que traer por avión a personal de supervisión de fuera del estado.

La inflación ha afectado mucho a estos trabajadores. El alquiler promedio mensual de un apartamento de dos habitaciones en Denver es de $2.400, lo que supone un aumento del 16,5 por ciento respecto al año pasado. El salario máximo actual de un trabajador de King Soopers es de apenas $3.100 al mes. Un trabajador que mantenga a una familia de cuatro personas en Denver necesitaría ganar el doble, $36 por hora, para tener un salario digno, según la calculadora de salario digno del MIT.

A nivel internacional también ha habido grandes luchas:

  • Unos 155.000 trabajadores metalúrgicos de Sudáfrica se declararon en huelga por los salarios.
  • Los trabajadores de Volvo en Bélgica participaron en una huelga salvaje.
  • Unos 2.400 mineros del níquel de Vale y trabajadores de fundición de Río Tinto en Canadá se declararon en huelga tras rechazar las concesiones aprobadas por el sindicato.
  • Los trabajadores de las plantaciones de té, los trabajadores sanitarios y los profesores de Sri Lanka han llevado a cabo una serie de acciones en defensa de sus condiciones de vida y los derechos democráticos.
  • En Nueva Zelanda, unos 30.000 enfermeros, asistentes sanitarios y parteros abandonaron sus puestos de trabajo por los bajos salarios.
  • En Brasil, los profesores, los trabajadores del transporte y los ferroviarios organizaron huelgas y protestas contra las medidas de austeridad del Gobierno durante la pandemia.

A principios de esta semana estallaron huelgas salvajes en Turqu ía después de que los sindicatos de 150.000 trabajadores metalúrgicos firmaran un acuerdo vendido que recortaba los salarios reales de los trabajadores. El aumento del coste de vida en Turquía está creando niveles de descontento social sin precedentes.

Los profesores de la ciudad de Chicago y de toda Francia han protagonizado paros contra la política de mantener las escuelas abiertas forzosamente a pesar de la ola de la variante ómicron. Los casos de COVID-19 están aumentando en todo el mundo, con un promedio de más de 760.000 casos diarios en Estados Unidos y 1.700 muertes diarias. Francia informó el jueves de 305.322 nuevos casos de COVID-19. Cerca de 100.000 personas han muerto en Francia durante la pandemia.

El papel traicionero de los sindicatos en estrangular estas luchas se ve reflejado en las cifras de la Oficina del Censo de EE.UU. que muestran que para el período de 12 meses que finalizó en septiembre de 2021 el crecimiento salarial promedio de los trabajadores no sindicalizados superó sustancialmente al de los trabajadores sindicalizados, un 4,7 por ciento frente a un 3,5 por ciento respectivamente.

El hecho de que los sindicatos hayan contenido hasta ahora el movimiento huelguístico no ha impedido que en la prensa financiera se hable con preocupación de un “empuje salarial” que socava las ganancias. El restablecimiento de los aumentos salariales según el coste de la vida, que se habían abandonado hace mucho tiempo, en particular por lo que respecta a los trabajadores de Deere, ha suscitado comentarios hostiles en el Wall Street Journal y otras publicaciones empresariales.

La lucha de los trabajadores por defender su nivel de vida frente a la creciente inflación está ligada a la lucha por acabar con la pandemia. No se trata simplemente de una cuestión médica. La política de la clase gobernante, que permite que el virus se propague sin control, se basa en la subordinación de todos los aspectos de la vida, incluida la salud y la seguridad públicas, al impulso desquiciado de enriquecimiento de la oligarquía financiera. La clase trabajadora tiene que avanzar un principio social diferente: la priorización de sus propias necesidades, sus vidas y su salud, así como su nivel de vida, por encima del lucro empresarial.

Mientras la clase gobernante proclama que el SARS-CoV-2 se volverá endémico, es decir, que seguirá matando a millones indefinidamente, la clase obrera no puede aceptar esta “solución”. Tampoco puede aceptar los esfuerzos de los Gobiernos capitalistas para hacer que los trabajadores paguen los costes financieros de esta catástrofe.

Hay señales de que la lucha de clases está rompiendo la camisa de fuerza burocrática de los viejos partidos y sindicatos podridos. Pero hay que dotar a este movimiento de un programa y una dirección conscientes. Para ayudar a construir esta dirección, el World Socialist Web Site y el Comité Internacional de la Cuarta Internacional han tomado dos importantes iniciativas. En abril de 2021 lanzaron la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base. En noviembre inició la Investigación Mundial de los Trabajadores sobre la Pandemia de COVID-19.

Los grandes problemas a los que se enfrentan los trabajadores no tienen solución a nivel nacional. Para unir sus luchas a nivel mundial los trabajadores necesitan nuevas formas de organización, independientes de los sindicatos procapitalistas. Estos comités, dirigidos por los propios trabajadores, asumirán la iniciativa en la lucha contra la propagación del COVID-19 en los centros de trabajo y contra la reducción de los salarios. Los trabajadores interesados en esta lucha deben ponerse en contacto con el Partido Socialista por la Igualdad y la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 14 de enero de 2022)

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