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La huelga de Deere en 2021: lecciones para la clase trabajadora

El miércoles por la noche, el sindicato United Auto Workers (UAW) declaró que su contrato propuesto con el fabricante de maquinaria agrícola y pesada John Deere fue ratificado por un 61 a 39 por ciento, luego de una campaña de propaganda e intimidación de una semana por parte del UAW y la gerencia.

El UAW actuó rápidamente para finalizar la huelga, que vio a 10.000 trabajadores unirse a la huelga el 14 de octubre en plantas y almacenes en Iowa e Illinois, así como en instalaciones más pequeñas en Kansas, Georgia y Colorado. Los turnos comenzaron a reanudarse a las 10:30 p.m. el propio miércoles en la planta de Deere en Ankeny, cerca de Des Moines, Iowa, menos de tres horas después de que se anunciaran los resultados.

A lo largo de la huelga de cinco semanas e incluso antes, los trabajadores de Deere demostraron un enorme coraje, determinación y voluntad de sacrificio. Los trabajadores se lanzaron a la batalla para recuperar lo que la empresa y el UAW se habían llevado anteriormente. Había sensación cada vez mayor de que las condiciones habían cambiado incluso desde hace unos pocos años y que se han abierto oportunidades para revertir el declive de décadas en el nivel de vida de los trabajadores.

Los trabajadores hacen huelga fuera de una planta de John Deere, 20 de octubre de 2021, Ankeny, Iowa (AP Photo/Charlie Neibergall)

No solo había aumentado la confianza en sí mismos, sino también la conciencia de las dimensiones internacionales de la lucha. Los trabajadores expresaron cada vez más su reconocimiento de que el mundo los estaba mirando.

Si los trabajadores de Deere no obtuvieron todas sus demandas—aumentos lo suficientemente grandes como para compensar años de estancamiento salarial, restaurar los beneficios de salud de los jubilados, poner fin al esquema de pago de incentivos manipulado del CIPP y asegurar mejoras importantes en las horas y condiciones laborales—, no es porque fueron derrotados por la empresa, sino porque fueron traicionados por la UAW.

Como en todas las votaciones de contratos y elecciones organizadas por el UAW, la precisión de los resultados en sí debe ser vista con un alto grado de escepticismo, dado que un dirigente sindical tras otro ha sido acusado y encarcelado por aceptar sobornos corporativos o malversar cuotas durante los últimos cuatro años, y que los trabajadores han planteado repetidamente acusaciones de manipulación de votos por parte de dirigentes sindicales en luchas anteriores.

Pero incluso si el recuento de votos es exacto, el contrato no sería menos ilegítimo. Desde el principio, los dirigentes sindicales que pretendían ser los “representantes” de los trabajadores de hecho actuaron como agentes de la empresa. Mintiendo a sus miembros, censurándolos y amenazando a los que hacían críticas con represalias, los burócratas del UAW no fueron tan diferentes a los matones contratados por las empresas y los mercenarios rompehuelgas de las décadas de 1920 y 1930.

En la medida en que el UAW ha elaborado un cierto libro de jugadas para sabotear las luchas de los trabajadores, en GM y Mack Trucks en 2019, y en Volvo Trucks, Dana Inc. y Deere este año, por nombrar solo algunas, es fundamental que los trabajadores estudien cuidadosamente sus tácticas y estrategia, para preverlas y superarlas en las luchas por venir.

Cómo el UAW saboteó la lucha de los trabajadores de Deere

Durante los meses previos a la expiración del contrato previo de seis años con Deere el 1 de octubre, el UAW mantuvo a los trabajadores desinformados respecto a sus discusiones con la gerencia sobre un nuevo acuerdo, en lo que se ha convertido en su procedimiento estándar en todas las “negociaciones” de contratos.

El contrato de 2015 en sí fue una traición total que contenía importantes concesiones y muy posiblemente fue objeto de una manipulación del voto. El “negociador” principal del UAW, el vicepresidente Norwood Jewell, luego fue condenado por aceptar sobornos de Chrysler.

Este año, la UAW volvió a realizar un apagón informativo sobre lo que estaba discutiendo con Deere, las demandas que supuestamente proponía o qué estaba planeando.

Las únicas excepciones al apagón del UAW fueron claramente coordinadas con Deere por adelantado. A mediados de septiembre, durante las votaciones de autorización de huelga que fueron casi unánimes a favor, el UAW anunció repentinamente después de semanas de conversaciones oficiales que Deere estaba tratando de poner fin a una moratoria de cierre de plantas, aumentar la participación de los trabajadores en las primas del seguro médico de cero a 20 por ciento y poner fin al pago de horas extras por trabajar más de ocho horas. Como escribió el WSWS en ese momento, “El sindicato sin duda está tratando de suavizar el golpe al firmar primero el peor contrato posible y trabajar hacia atrás”.

Al mismo tiempo, el UAW dijo a los trabajadores que las votaciones de ratificación ya estaban programadas para el 10 de octubre, “si” se llegaba a un acuerdo con Deere a tiempo. De hecho, el UAW ya tenía un acuerdo, pero simplemente no se lo decía a los trabajadores.

El silencio del UAW se reanudó hasta la fecha límite de vencimiento del contrato en la medianoche del 1 de octubre. Unos minutos después de la fecha límite, declaró una extensión de dos semanas del contrato anterior, provocando una indignación generalizada entre los trabajadores, una avalancha de comentarios enojados en las redes sociales y llamados a una huelga salvaje.

Significativamente, los trabajadores de algunas plantas dejaron de trabajar a la medianoche, informó el Des Moines Register en ese momento, solo para que los dirigentes sindicales les ordenaran continuar la producción unos minutos después.

Después de esta reacción masiva, el UAW implementaría una censura generalizada de las páginas de Facebook de los Locales del UAW en Deere, deshabilitando casi universalmente los comentarios en las publicaciones en un intento de evitar que los trabajadores expresaran su oposición y se comunicaran entre sí.

El primer acuerdo tentativo

Claramente desconcertado por el nivel de enojo y preocupado de que no poder retener a los trabajadores por mucho tiempo, el UAW rápidamente anunció un acuerdo tentativo menos de 24 horas después.

Dado el rechazo masivo de los trabajadores al acuerdo posteriormente, vale la pena citar las mentiras que dijeron los funcionarios del UAW en ese momento. El presidente del UAW, Ray Curry, dijo: “Nuestro equipo de negociación nacional del UAW en John Deere trabajó incansablemente para generar mejoras sustanciales para los miembros”. El vicepresidente y jefe del Departamento de Equipos Agrícolas del UAW, Chuck Browning, declaró: “Se lograron importantes mejoras y protecciones gracias a los esfuerzos de los negociadores del UAW respaldados por la solidaridad de nuestros miembros”. Y así hasta la saciedad, con solo variaciones menores en los adjetivos (“sustancial”, “significativo”, etc.).

Sabiendo que estaría jugando con fuego si intentara dar a los trabajadores solo sus sesgados “puntos destacados” cuando comenzaron las votaciones, como lo hizo en 2015, el UAW en cambio arrojó las aproximadamente 300 páginas del contrato a los trabajadores solo dos días antes de la votación.

El contrato reveló lo que los trabajadores habían sospechado: el UAW estaba impulsando otro acuerdo entreguista. Significativamente, el acuerdo buscaba crear otro nivel de trabajadores, ampliando las divisiones de salarios y prestaciones que el sindicato aceptó por primera vez en 1997, después de lo cual el sueldo de las nuevas contrataciones se redujo a la mitad. El acuerdo habría eliminado por completo las pensiones para los trabajadores contratados después de octubre de 2021. Y cuando la compañía obtiene ganancias récord, los aumentos salariales generales de solo el 11 o 12 por ciento en seis años se consideraron insultantes.

“¿Esto es con lo que regresa Deere?”, le dijo al WSWS un trabajador de una de las instalaciones de Deere en Illinois después de que se publicó el contrato. “Esto es una locura, nos merecemos más. ¿Un bono por firmar de $3.500? Nadie quiere eso. Más dinero, eso es lo que queremos. Debimos haber iniciado una huelga la semana pasada”.

Los trabajadores le prendieron fuego al acuerdo del UAW con Deere, votando en contra en un 90 por ciento. El Comité de Base de Trabajadores de John Deere, organizado por trabajadores tras el anuncio del contrato, emitió un comunicado pidiendo su rechazo y desempeñó un papel importante en su derrota.

El UAW respondió con una escueta declaración de que la fecha límite para una huelga se fijó a las 11:59 p.m. el miércoles 13 de octubre. Se reuniría con la empresa durante los próximos tres días, nuevamente sin decirles nada a los trabajadores sobre sus discusiones, mientras buscaba desesperadamente algún pretexto para suspender la huelga.

Al igual que en Volvo Trucks a principios de este año, el UAW mantuvo a los trabajadores con solo $275 a la semana en pago de huelga, que no comenzó a distribuir hasta casi dos semanas después, a pesar de tener un fondo de huelga de casi $800 millones, compuesto por las cuotas de los trabajadores. Mientras tanto, hizo todo lo posible para mantener a sus cientos de miles de miembros de las industrias automotriz y de autopartes desinformados sobre la huelga.

El caso de Dana, un fabricante mundial de autopartes y un importante proveedor de Deere, es particularmente importante a este respecto: el UAW y el sindicato United Steelworkers (USW) mantuvieron a aproximadamente 3.500 trabajadores de Dana en el trabajo a través de extensiones de contrato diarias durante las primeras dos semanas de la huelga de Deere, a pesar de que los trabajadores votaron de manera similar en un 90 por ciento contra un acuerdo entreguista respaldado por el sindicato a inicios del mes. Cerca de fines de octubre, el UAW y el USW utilizaron mentiras y amenazas para imponer a la fuerza una versión nueva del acuerdo en Dana. Si los trabajadores de Dana hubieran hecho huelga al mismo tiempo que los de Deere, habría fortalecido enormemente la posición de ambas secciones de trabajadores.

El segundo acuerdo tentativo

A los pocos días de la aprobación del acuerdo en Dana, el UAW anunció otro acuerdo tentativo con Deere, el sábado 30 de octubre. El UAW programó las votaciones del contrato solo cuatro días después, el martes 2 de noviembre.

Esta vez, en lugar de publicar el texto completo del contrato, distribuyó solo cinco páginas de “aspectos destacados”, buscando hacer que los trabajadores aceptaran el trato en estampida. Una vez más, el UAW afirmó que contenía “importantes mejoras económicas”, y nuevamente, los trabajadores rechazaron estas afirmaciones. “No hay seguro para los jubilados, no hay voto”, dijo un trabajador de la planta de Deere en Ottumwa, Iowa. “Queremos eso y más dinero, no juegos de lápiz, para compensar los salarios perdidos durante 20 años y mantener el ritmo de la inflación”.

La campaña de tácticas de miedo del UAW en nombre de la empresa se intensificó, y los dirigentes sindicales volvieron a afirmar, de forma absurda, que no había más dinero disponible y que los trabajadores perderían el apoyo de las comunidades y serían vistos como “codiciosos” si no aceptaban la oferta.

Sin embargo, los trabajadores desafiaron nuevamente los intentos del UAW de imponer a la fuerza su acuerdo con la empresa, rechazándolo en un 55 por ciento en todas las plantas, y por 71 por ciento en Waterloo, Iowa, que fue el centro de oposición y militancia a lo largo de la lucha.

La compañía, perdiendo la paciencia ante el hecho de que los funcionarios del UAW no había podido asegurar la aprobación del acuerdo como había prometido, respondió al segundo rechazo del contrato con una guerra relámpago mediática. Sus ejecutivos multimillonarios declararon que “no había más” para dar, que había sido su “mejor y definitiva” oferta y que estaría procediendo a la siguiente fase de su plan de contingencia, es decir, operaciones de ruptura de huelgas.

Al mismo tiempo, Deere hizo afirmaciones exageradas sobre el carácter “innovador” del acuerdo, que todavía dejaba a los trabajadores, en términos económicos reales, en una peor posición que antes de 1997. El UAW, coordinando la campaña de relaciones públicas con Deere, se mantuvo en silencio mientras los trabajadores se indignaban cada vez más por las mentiras de la empresa.

La “última, mejor y definitiva oferta”

Después de darle a Deere plena libertad durante aproximadamente 10 días para llevar a cabo su campaña de propaganda y “explicar el valor” de la oferta rechazada por los trabajadores, el UAW anunció el viernes 12 de noviembre que la empresa había hecho su “última, mejor y definitiva” oferta, indicando que contenía solo “modificaciones modestas” al acuerdo que los trabajadores habían rechazado el 2 de noviembre. Estos cambios correspondían al sistema regresivo de pago por desempeño CIPP y estarían vinculados a metas de producción aún mayores, lo que significa que la empresa fácilmente podría compensar cualquier salario marginalmente más alto con un aumento de la producción.

El intento final de aprobar el acuerdo, que esencialmente consiste en una repetición del voto sobre el segundo contrato que los trabajadores habían rechazado, se produjo en un punto de inflexión clave de la huelga, cuando aumentaba el apoyo para los trabajadores en los EE.UU. e internacionalmente, y Deere y el UAW se volvieron cada vez más desesperados.

Por un lado, los informes de Bloomberg y otros medios indicaron que la huelga estaba teniendo un impacto significativo en las operaciones de Deere, provocando retrasos de varias semanas en los envíos de piezas, que generalmente llegaban en solo uno o dos días.

Por otro lado, los trabajadores de Deere a nivel internacional, incluso en Alemania y Francia, así como los trabajadores automotores en los EE. UU., respaldaban cada vez más la huelga hacían llamados a una lucha conjunta. Un avance crítico en la organización y los esfuerzos para movilizar este apoyo se produjo con la fundación del Comité de Solidaridad de Base de la Huelga de Deere el 6 de noviembre, que reunió a trabajadores de Deere, trabajadores automotores y de autopartes, educadores y trabajadores de otros sectores.

El UAW, por su parte, se enfrentó otro bombazo de su escándalo de corrupción, al revelarse que el presidente del UAW, Ray Curry, estaba bajo investigación por aceptar obsequios de alto valor de un proveedor, y que un secretario-tesorero local, Timothy Edwards, fue acusado de malversar $2 millones en cuotas para gastar en juegos de apuestas.

El UAW estaba repitiendo las operaciones que utilizó para romper la huelga en Volvo a principios del año, cuando también obligó a los trabajadores a repetir el voto sobre una supuesta “última, mejor y definitiva oferta” de esa empresa, sugiriendo falsamente que estaba legalmente obligado a convocar la votación.

El UAW llevó a cabo una campaña a toda máquina para garantizar que se aprobara el acuerdo, sirviendo como mensajero de las amenazas de Deere de que contrataría a reemplazos e impondría unilateralmente sus términos si el contrato volvía a ser rechazado.

En el ejemplo más descarado y cruel de su intimidación a los votantes, los funcionarios del UAW en Davenport, Iowa, amenazaron abiertamente a los trabajadores por oponerse al contrato. El presidente de elecciones del Local 281, Phil Gonterman, declaró en comentarios de Facebook que usaría su puesto como inspector para hacerles la vida más difícil a quienes abogaran en contra del contrato. El vicepresidente del Local, Brian Ripple, pidió que la mano de obra en Waterloo se subcontratara a México porque los trabajadores en dicha planta eran los que más se resistían al acuerdo entre el UAW y la empresa. Sin duda, estas declaraciones fueron solo la punta del iceberg de los métodos gansteriles del UAW para obligar a los trabajadores a aceptar el trato.En tales condiciones, muchos de los trabajadores que votaron a favor no lo hicieron porque apoyaran el contrato, sino porque no tenían ninguna confianza en que el UAW buscaría algo mejor. Otros sintieron que no tenían más remedio que volver al trabajo debido a la presión económica cada vez mayor por recibir un sueldo de huelga de hambre del UAW antes de las vacaciones de Acción de Gracias.

Sin embargo, siguió existiendo una oposición significativa al acuerdo: los trabajadores de Waterloo, el local más grande, volvieron a votar en contra, y los trabajadores de otras plantas también expresaron su determinación de continuar la lucha y continuar la lucha para ganar las demandas de los trabajadores.

¿Qué lecciones se deben extraer?

La “ratificación” del contrato no resuelve ninguno de los problemas urgentes que enfrentan los trabajadores. Para el UAW, le costó una mayor erosión de lo poco que le queda de credibilidad entre los trabajadores.

“Hoy me desperté enojado por venir a trabajar”, dijo al WSWS un trabajador del centro de distribución de refacciones en Milán, Illinois, en su primer día de regreso. “¿Cómo pudimos estar fuera por dos semanas para que nos lanzaran el mismo contrato? Simplemente no podía creerlo “.

“Nos TRAICIONARON”, dijo un trabajador de Harvester Works en East Moline. “Las cosas jamás serán las mismas. Me avergüenzo del UAW”.

Se ha convertido en una especie de conocimiento común entre los trabajadores que el UAW los obligará a votar una y otra vez contratos favorables a la empresa hasta que la votación dé el resultado “correcto”. Las menciones rituales del UAW al “proceso democrático” y que “los miembros decidirán” son una grotesca inversión de la realidad. Los trabajadores se ven privados de los derechos más elementales en estos llamados “sindicatos”, ya sea a la información, a la libertad de expresión, a no sufrir abusos y acoso, o al reconocimiento de su voluntad democrática.

La falta de democracia en el UAW y otros sindicatos es un reflejo de la falta de democracia para los trabajadores en la sociedad capitalista en su conjunto. En condiciones de un crecimiento asombroso de la desigualdad social desde que comenzó la pandemia, durante la cual cientos de milmillonarios estadounidenses aumentaron su riqueza en 2 billones de dólares, el mantenimiento de los derechos democráticos es cada vez más insostenible.

Si bien varios expertos de los medios burgueses acusan cada vez más histéricamente y sin fundamento a los rivales del imperialismo estadounidense de “interferencia electoral”, nunca se dice prácticamente nada sobre las flagrantes campañas de intimidación de votantes llevadas a cabo repetidamente por el UAW y otros sindicatos durante la ratificación de los contratos. Esto se debe a que esa “interferencia electoral” real sirve a los intereses de las empresas estadounidenses, que han dependido de los sindicatos para imponer a la fuerza un contrato entreguista tras otro durante 40 años.

¿Qué lecciones deben extraerse de la experiencia de la huelga y su traición, no solo por parte de los trabajadores de Deere sino aquellos en todas partes?

1. Existe un conflicto irreconciliable entre los sindicatos y los trabajadores que dicen representar.

El aparato del UAW opera, desde la sede mal llamada “Casa de la Solidaridad” hasta el nivel local, como una fuerza de policía laboral al servicio de las corporaciones. Los cientos de ejecutivos y burócratas de clase media-alta con salarios de seis cifras solo tienen un odio venenoso hacia los trabajadores que dicen representar, como revelan los comentarios de los funcionarios del Local 281.

Las actividades favorables a las empresas del UAW se reproducen en la confederación AFL-CIO y otros sindicatos. Incluso cuando el UAW buscaba traicionar la lucha en Deere, el sindicato IATSE estaba bloqueando las huelgas de decenas de miles de trabajadores en la industria del cine y la televisión y una coalición de sindicatos del sector de salud hacía lo mismo en la empresa Kaiser Permanente.

Los sindicatos se dedicaron a prevenir o finalizar huelgas durante todo el otoño, imponiendo en cada caso contratos que no cumplieron con las demandas de los trabajadores de mejoras importantes en salarios, prestaciones y condiciones de trabajo. Tanto como Wall Street y toda la élite política y empresarial, las burocracias sindicales temen que una victoria decisiva en cualquier huelga provoque un estallido incontrolable de las luchas obreras.

Contrariamente a las afirmaciones de los porristas pseudoizquierdistas de los “sindicatos” como Labor Notes, los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés) y la revista Jacobin, el UAW y otros sindicatos hoy en día no son organizaciones obreras, sino brazos de la gerencia y, en sí, un negocio más.

El reemplazo de tal o cual funcionario, o incluso de toda una lista de ejecutivos, no cambiará ese hecho, el cual está determinado por los intereses materiales y sociales de estas instituciones, que han invertido fuertemente en el mercado de valores y lucran de la explotación de sus miembros.

2. El Comité de Base de los Trabajadores de Deere y las otras organizaciones de base en las fábricas deben expandirse en todo EE.UU. e internacionalmente

El Comité de Base de los Trabajadores de Deere fue la única organización entre los trabajadores que se opuso consistentemente a las maquinaciones del UAW y Deere y luchó por unir a todos los trabajadores. El comité lideró la lucha, articulando las demandas de los trabajadores y elaborando una estrategia para ganar la huelga, movilizando a los trabajadores en Estados Unidos e internacionalmente en su defensa.

En una serie de luchas importantes este año, en Volvo, Dana, Deere y en otros lugares, los trabajadores han entrado en conflicto con los sindicatos y, en respuesta, han comenzado el difícil proceso de formar nuevas organizaciones que realmente respondan a sus intereses.

Tanto en Volvo como ahora en Deere, los comités de base hicieron llamados directos a los trabajadores en el extranjero en busca de apoyo. Tales llamados no fueron en vano. Los trabajadores de Volvo en Australia y Bélgica expresaron su solidaridad con los trabajadores en los EE.UU. y, en el último caso, realizaron su propia huelga salvaje. En Deere, los trabajadores en Alemania y Francia manifestaron el fuerte deseo de emprender una lucha común, fortaleciendo y alentando a los trabajadores de Deere en los EE.UU. y socavando los esfuerzos de la empresa y el UAW para enfrentar a los trabajadores entre sí a nivel internacional.

Esta solidaridad internacional inicial reveló en embrión la posibilidad de que los comités de base unan a los trabajadores en un movimiento mundial, lo cual es absolutamente necesario dado el carácter transnacional y la estrategia global de los gigantes corporativos modernos como Deere, Volvo y las otras empresas de automóviles.

Por lo tanto, es fundamental que los comités de base se amplíen antes de las próximas luchas, atrayendo a sectores cada vez más amplios de trabajadores, formando redes de comunicación dentro y entre las plantas, vinculando a los trabajadores en diferentes industrias y en diferentes países.

3. La pandemia está impulsando el crecimiento de la lucha de clases.

La batalla en Deere no fue simplemente por un contrato. Más profundamente, fue impulsada por una creciente ira social hacia el incesante deterioro del nivel de vida de los trabajadores durante décadas. Estas quejas se han visto enormemente intensificadas por las políticas criminales de la clase dominante en respuesta a la pandemia, que ha provocado millones de muertos en todo el mundo y el contagio de millones más, amenazándolos con condiciones de salud crónicas.

Mientras que los departamentos de relaciones públicas de las empresas han aclamado a los trabajadores como “esenciales”, los trabajadores han sido tratados como prescindibles, obligados a trabajar en trampas mortales y condiciones superexplotadoras, con salarios miserables y horas interminables.

Los medios corporativos han comenzado a reconocer esta dinámica, reflejando preocupaciones crecientes dentro de la clase gobernante. Como escribió el Washington Post en los días previos a la repetición del voto contractual: “Los giros que causó el coronavirus en el comercio global no solo han alterado la oferta y la demanda, sino también las actitudes de los trabajadores, lo que ha hecho que muchos se cuestionen por primera vez en décadas qué están dispuestos a tolerar”.

4. Se debe construir una nueva dirección política en la clase trabajadora.

Los trabajadores de Deere no solo enfrentaban a una empresa particularmente despiadada, sino a todo un orden social y económico, el capitalismo, que subordina todas las cuestiones a la acumulación de las ganancias privadas.

Tanto los demócratas como los republicanos representan los intereses políticos de gigantes corporativos como Deere y Wall Street. En el curso de la huelga, Deere demostró una vez más que los tribunales y el Estado son instrumentos de la clase dominante capitalista, que obtuvo fácilmente una orden judicial descaradamente ilegítima contra los piquetes de huelga en Davenport.

Para que los trabajadores puedan defender y promover sus intereses, deben tener una conducción política y un partido propio. A lo largo de la huelga, el WSWS y el Partido Socialista por la Igualdad buscaron brindar ese liderazgo, armando a los trabajadores con información veraz, exponiendo las mentiras del UAW y Deere, y luchando por un programa para unificar a los trabajadores a nivel internacional en torno a sus intereses comunes.

Instamos a los trabajadores que estén de acuerdo con esta perspectiva a que tomen la decisión de afiliarse hoy al Partido Socialista por la Igualdad.

(Publicado originalmente en inglés el 19 de noviembre de 2021)

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