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New York Times compara las políticas de Cero COVID de China con el Holocausto

Sede del New York Times, 2019 (Foto: Ajay Suresh/Wikipedia) [Photo by Ajay Suresh / CC BY 2.0]

China está sola en el mundo por su estrategia Cero COVID. Como resultado directo de las políticas que ha adoptado, se han salvado millones de vidas. Solo cuatro personas han muerto de COVID-19 en China desde el 17 de abril de 2020. Más de 800.000 personas han muerto de COVID-19 en los Estados Unidos desde esa fecha. La política Cero COVID de China demuestra que el asombroso número de muertes en todo el mundo de los últimos dos años (las cifras oficiales muestran casi seis millones de muertos) era completamente prevenible.

La política adoptada por los principales gobiernos capitalistas, Washington principalmente, ha sido de asesinato social, dejando que la pandemia azotara a la población porque las medidas de salud pública necesarias para evitar su propagación atentarían contra la producción de ganancias. Esta política es directamente responsable tanto de las muertes masivas como de la aparición de nuevas variantes, como delta y ómicron, a medida que se ha permitido que la pandemia se propague y mute.

Lejos de ser tratada como un modelo de salud pública, China se ha convertido en el foco de ataques sostenidos y despiadados, incluso desquiciados. Salvar vidas ha sido convertido por los medios de comunicación occidentales en algo monstruoso, un pisoteo autoritario de los derechos y la vida del pueblo chino.

Un artículo en la portada del New York Times el 13 de enero fue uno de los más viles publicados hasta ahora en esta campaña contra China. Publicado originalmente en línea con el título “El ejército de millones que hacen cumplir la política de cero COVID de China, a toda costa”, el artículo comparaba las medidas de salud pública de China con el Holocausto, con trabajadores de la salud funcionando como nazis.

El autor del artículo fue Li Yuan, corresponsal del New York Times en Hong Kong con una columna regular, “El Nuevo Nuevo Mundo”. Centrado en un confinamiento en curso en la ciudad de Xi'an, Li escribió: “Para los funcionarios, el control del virus es lo primero. La vida, el bienestar y la dignidad de las personas vienen mucho después”.

Es una mentira impresionante en su magnitud. ¿Qué significa “la vida, el bienestar y la dignidad de las personas” para la clase capitalista estadounidense y la administración Biden? Al repudiar el control del virus, obligan a la clase trabajadora a vivir con la muerte en masa. Se avecina el hito de más de un millón de muertes por COVID. Hay un elemento de irrealidad apocalíptica en la vida social estadounidense. Se está volviendo imposible incluso llorar. A los muertos ya no se les dan rostros ni nombres en los medios, solo números, y pronto ni siquiera se informará de esos números.

La política de asesinato social adoptada por Washington y seguida en todo el mundo ha dejado a China cercada por la pandemia. El inmenso logro de eliminar el virus debe repetirse una y otra vez en sus ciudades fronterizas, a medida que nuevos casos y variantes llegan a China desde el resto del mundo asolado por la pandemia.

La ciudad de Xi'an, en el noroeste de China, tuvo que tomar medidas agresivas durante el último mes para contener y eliminar el brote más grave de COVID-19 en China desde abril de 2020. Son estos eventos los que el Times calificó de autoritarios.

Los trece millones de residentes de la ciudad fueron encerrados estrictamente, se desplegaron pruebas masivas y rastreo de contactos en toda la ciudad, y los infectados y expuestos fueron aislados en instalaciones especialmente construidas.

El confinamiento es una interrupción masiva de la vida cotidiana, que requiere verdaderos sacrificios, ya que todos se esfuerzan por un fin común: la prevención de la propagación de la pandemia. Desde que comenzó el cierre en Xi'an a fines de diciembre, toda la ciudad se ha sometido a pruebas masivas de COVID-19 cada pocos días. Más de 45.000 residentes se ofrecieron como voluntarios para organizar la entrega de alimentos y otras necesidades básicas.

La principal preocupación es localizar casos no conectados, ya que estos indican una transmisión del virus más amplia y aún no detectada. A principios de enero se detectó la última infección no relacionada. De un pico de 180 casos nuevos por día, el número de casos nuevos se redujo a seis a partir de ayer.

Parece que Xi'an pronto reabrirá, barrio por barrio, a medida que se elimine el virus. En el transcurso del brote, se aislaron más de 2.000 casos. Nadie ha muerto.

En el transcurso del encierro ha habido abusos y varias tragedias. La escasez de alimentos tensó el sistema de entrega y, en algunos casos, provocó un hambre desesperada. Una mujer embarazada tuvo un aborto espontáneo cuando se le negó la atención hasta que pudo dar negativo en la prueba de COVID-19. A un hombre de un distrito de 'riesgo medio' se le negó atención y murió de un infarto.

Las tragedias de Xi'an —el bebé que nació muerto y la víctima de un ataque al corazón— son objeto de un ferviente debate nacional en las redes sociales. Innumerables tragedias comparables ocurren todos los días en los Estados Unidos, muertes en salas de espera de hospitales abarrotadas, abortos espontáneos de madres a las que se les niega la atención materna. Estas cosas no se denuncian. El Times guarda toda su indignación moral para China.

El Times aprovechó estos eventos para presentar la política Cero COVID de China como represiva e inhumana. Li escribió que había “una crueldad en la búsqueda resuelta de una política de cero COVID”. Los trabajadores ordinarios de la salud se imbuyeron de este espíritu de autoritarismo y se convirtieron en agentes de la represión. “Un vasto ejército de trabajadores comunitarios”, afirmó, “llevan a cabo la política con celo” y en el proceso se convirtieron en los “facilitadores de la política autoritaria”.

Cada una de estas líneas gotea con el moralismo satisfecho de sí mismo de la clase media alta movilizada al servicio de los intereses geopolíticos del imperialismo estadounidense. En el relato de Li, los trabajadores de la salud, con sus rostros insomnes y angustiados que llevan la huella casi permanente de una mascarilla N95, son los agentes del autoritarismo. Representan una cultura que no valora la vida o la dignidad de las personas. Hay una larga historia racista detrás de tales afirmaciones. Era el mito fundacional del “peligro amarillo”, la mentira del imperialismo del siglo XIX de que China y los “países de Oriente” representaban una amenaza racial para el mundo occidental.

Sin embargo, El Times no se quedó ahí. Li compara la política Cero COVID de China con el Holocausto. Ella cita la frase de la filósofa Hannah Arendt, la 'banalidad del mal', que Arendt usó para describir a Adolph Eichmann, un destacado nazi. Arendt vio en Eichmann a un hombre de mentalidad burocrática, carente de pensamiento crítico, que simplemente hacía lo que le indicaban. De hecho, las motivaciones de Eichmann estaban impulsadas por factores históricos y sociales de mucha mayor complejidad que la explicación casi psicológica de Arendt. El Times adopta la frase de Arendt, acuñada para describir a uno de los mayores criminales de la historia humana, y la aplica a los trabajadores de la salud de Xi'an.

Esto es más que repugnante. Muchos de los trabajadores de la salud, el personal médico y de enfermería de Xi'an, renunciaron a ir a casa y permanecieron en sus puestos debido a las dificultades del confinamiento y las necesidades de la población. El Times los compara con los nazis, simplemente siguiendo órdenes de imponer un régimen autoritario.

Las imágenes del artículo, de manera calculada, subrayaron esta idea. Imágenes de trabajadores de la salud sin rostro alineados hombro con hombro, en un artículo con la palabra 'ejército' como titular. Los trabajadores rocían botes de niebla desinfectante de una manera amenazante que sugiere gas.

Li intenta atribuir la frase “banalidad del mal” a la opinión china, afirmando que los intelectuales del país citan ampliamente a Arendt en referencia al autoritarismo de Cero COVID. Ella cita como evidencia de esto una publicación del usuario @IWillNotResistIt en la plataforma china de redes sociales Weibo. Weibo es más utilizado que Twitter. Tiene más de 500 mil millones de usuarios activos cada mes. Li seleccionó una cita de un usuario aleatorio con 87 seguidores y la sacó de contexto.

El usuario @IwillNotResistIt siguió la línea sobre la “banalidad del mal” con este pasaje traducido aproximadamente: “Todos los trabajadores de primera línea, incluido el personal del sitio de prevención de epidemias en el último video, son trabajan muy fuerte y no se les debe culpar. Piense en la sensación sofocante de usar ropa protectora y N95 todo el día, sin mencionar el trabajo”.

Estas palabras fueron escritos como parte de una discusión más amplia en las redes sociales chinas, que critica los fracasos de Xi'an y pide compasión. No se escribieron para exigir el fin de Cero COVID, sino para insistir en su implementación adecuada.

El gobierno chino es autoritario, pero no es una dictadura totalitaria. Bajo una intensa presión de las potencias imperialistas y el capital internacional para revertir su política Cero-COVID, enfrenta en la clase trabajadora china una inmensa barrera, ya que existe un apoyo popular masivo a las medidas de salud pública que defienden sus vidas.

La difamatoria e históricamente maligna comparación con los nazis se origina enteramente en el New York Times, y no en la opinión pública china.

La comparación de las medidas de salud pública con los nazis y el Holocausto no es nueva. Este es el argumento muy repetido de la extrema derecha y los fascistas en Estados Unidos y Europa sobre los mandatos de vacunación, mascarillas y cuarentena. Es con estas fuerzas sociales que el Times se solidariza.

El mismo día que el Times publicó su calumnioso ataque contra China, la Liga Antidifamación emitió una declaración: “Nunca es apropiado comparar los requisitos para la salud pública con las tácticas de la Alemania nazi. Como hemos dicho demasiadas veces para contar, minimizar el Holocausto de esta manera es profundamente ofensivo y dañino”. No estaban escribiendo en referencia al New York Times, sino a los fascistas republicanos del Congreso que compararon los mandatos de vacunas con la Alemania nazi.

Hay un nivel casi desquiciado de desesperación en la retórica del New York Times sobre China. Expresa la desesperación de la clase dominante estadounidense y, en particular, de la Casa Blanca de Biden. Esto ha aumentado drásticamente durante el año pasado y encuentra expresión en los propios artículos de Li.

El 4 de enero de 2021, poco antes de que Biden asumiera el cargo, Li escribió un artículo para el Times en el que describía la vida en China: “Si bien muchos países todavía se están recuperando del COVID-19, China, donde se originó la pandemia, se ha convertido en uno de los lugares más seguros del mundo. … El país reportó menos de 100,000 infecciones durante todo 2020. Estados Unidos ha estado reportando más que eso todos los días desde principios de noviembre”.

Li continuó: “China se asemeja a lo que era ‘normal’ en el mundo anterior a la pandemia. Los restaurantes están llenos. Los hoteles están llenos. Se forman largas filas afuera de las tiendas de marcas de lujo. En lugar de llamadas de Zoom, las personas se reúnen cara a cara para hablar de negocios o celebrar el año nuevo”.

Un año después, solo una persona ha muerto por COVID-19 en China, pero Li habla de la “banalidad del mal” y el autoritarismo. Ha recibido sus órdenes a cumplir. No se trata de los acontecimientos en China, sino de la crisis en los Estados Unidos, donde la clase dominante ha demostrado un absoluto desprecio por la vida humana. El número de muertos aumentará, pero también lo hará el mercado de valores y eso es todo lo que importa.

El éxito de la política Cero-COVID de China, el mismo hecho de que ha dado prioridad a las vidas humanas, es una demostración para la clase trabajadora de que existe una alternativa a la muerte masiva. Para la élite gobernante, esto es intolerable. Es esto lo que impulsa sus calumnias histéricas contra las medidas científicas de salud pública que ahora solo se están implementando en China.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 15 de enero de 2022)

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