Español

Chóferes rumanos de autobús en huelga espontánea por salario y condiciones

El 20 de enero, chóferes y personal de autobús de Bucarest, Rumanía, se negaron a salir a las calles en un paro espontáneo contra la patronal de la Sociedad del Transporte de Bucarest (STB) y el ayuntamiento. El paro movilizó a todo el personal de la STB, incluyendo a chóferes, mecánicos, soldadores y cajeros. El paro sigue, a pesar de la presión a los chóferes para que vuelvan al trabajo.

Autobús de la ciudad de Bucarest (Wikimedia Commons)

Dictámenes judiciales el jueves y el viernes declararon ilegal la huelga. La administración de la ciudad amenazó con despedir a los trabajadores huelguistas, así como con imponer medidas policiales punitivas por desobedecer una orden judicial, pero los trabajadores se negaron a dejarse intimidar y siguieron de huelga.

La huelga tuvo lugar en gran medida por fuera del control de los sindicatos, el mayor de los cuales es el Sindicato de Transportistas de Bucarest (STB). Vasile Petrariu, el jefe del sindicato STB, es un concejal socialdemócrata y cercano a la exalcaldesa del PSD (socialdemócrata) y actual ministra de familia, Gabriela Firea.

El sindicato ha intentado calmar y desviar las quejas de los trabajadores con maniobras tras bastidores con funcionarios municipales y la gestión de la empresa. Está intentando sugerir que la crisis de ahora es culpa del actual director general de la STB, en contraste con la dirección anterior, que gozaba del beneplácito de la alcaldesa del PSD.

De hecho, los ataques a los trabajadores son bipartidistas y están muy arraigados. Las principales preocupaciones de los trabajadores, como ha sido expresado en numerosas entrevistas y en redes sociales, son la seguridad de los trayectos, la subfinanciación crónica que ha llevado a la falta de repuestos y vehículos defectuosos, salarios de pobreza, así como una cantidad desastrosa de deuda acumulada por la compañía que podría llevar a más reducciones y despidos. Ninguno de estos problemas fue mejorado de ninguna manera durante la administración anterior.

Hay pocas dudas, sin embargo, de que el sindicato presentaría un cambio en la cabeza de la empresa, seguido de unas pocas promesas vacías, como una victoria de los trabajadores.

El sindicato STB persigue poner fin a la lucha cuanto antes, y ya se ha negado a hacer cualquier llamamiento a otros sectores de trabajadores. Vasile Petraru es también el presidente de la Federación de Sindicatos del Transporte Público, que incluye a los sindicatos de trabajadores del metro. Como los chóferes de autobús, los trabajadores del metro también se enfrentan a problemas crecientes y estuvieron enzarzados en una enconada lucha contra el gobierno el año pasado. La lucha fue traicionada por funcionarios sindicales, que intentaron usar la protesta de los trabajadores para negociar para que las joyerías, de las que son inversores, no sean demolidas.

Poniendo de relieve la corrupción y los lazos del Estado con estas organizaciones, Vasile Petrariu es accionista del Centro de Salud del STB. Muchas de las funciones del centro, propiedad conjunta de la compañía y el sindicato, fueron privatizadas o entregadas a contratistas privados a lo largo de los años.

Al formar parte del resurgir de la lucha de clases a nivel mundial, los trabajadores rumanos están entrando en lucha contra el gobierno de Gran Coalición. Y sin embargo en esto encuentran su mayor obstáculo en los sindicatos corporativos.

Los trabajadores ferroviarios pararon los trenes de todo el país a finales del año pasado, después de que una protesta espontánea de los reparadores de la terminal se saliera del control de los funcionarios sindicales. El sindicato se precipitó a finalizar la huelga y se alcanzó un supuesto acuerdo con el ministro de transporte del PSD. El “acuerdo” contenía nada más que una promesa de mantener un miserable aumento ya acordado de una porción del salario de los trabajadores.

Los docentes rumanos, mientras tanto, están luchando contra los sindicatos que son cómplices de la criminal reapertura de las escuelas. Las escuelas del país se han vuelto incubadoras virtuales de la variante ómicron con más de 3.000 casos de niños reportados oficialmente cada día. Los sindicatos han trabajado estrechamente con el gobierno para reabrir escuelas para la educación presencial y esterilizar cualquier medida existente de mitigación, incluida la vacunación. Mientras crece la presión de docentes y padres, los sindicatos organizaron una inofensiva protesta de dos horas, donde se instruyó a los docentes que cuidaran a los estudiantes pero que no dieran clase.

Independientemente de la traición y corrupción de estas organizaciones antiobreras, hay una capa de charlatanes de clase media que no escatimarán esfuerzos en apuntalarlos. Partidos como el Partido Socialista Rumano, Demos y numerosos grupos de la pseudoizquierda están intentando desesperadamente promocionar ilusiones en los sindicatos e impedir que los trabajadores rompan sus camisas de fuerza.

Una serie de artículos publicados en la revista Libertatea, difundida ampliamente por esos estratos, quiso demostrar que el sentimiento antisindical, que amplias capas de trabajadores sienten de manera creciente y justificada, es obra de grupos derechistas en las redes sociales.

Los trabajadores tienen que romper con los sindicatos, que solo hacen de policía industrial del Estado capitalista, y organizarse independientemente en comités de base para llevar adelante sus luchas. Solo en una red internacional de tales comités de base pueden organizarse los trabajadores para montar una contraofensiva contra la explotación y la respuesta homicida de la clase gobernante a la pandemia de COVID-19.

(Publicado originalmente en inglés el 24 de enero de 2022)

Loading