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Perspectiva

El discurso de Biden sobre Rusia: hipocresía, mentiras y belicismo

El martes, un día antes de que EE.UU. alegara que Rusia iba a realizar una invasión de escala completa de Ucrania, el presidente estadounidense Joe Biden dio un discurso en el que intensificó sus amenazas de una “guerra sangrienta y destructiva”, a pesar de que no avecinarse ninguna invasión.

Más temprano en el día, el Gobierno ruso, que ha insistido en que no tiene planes para atacar Ucrania, anunció que retiraría sus tropas de la frontera con Ucrania después de completar una serie de ejercicios de guerra conjuntos con Bielorrusia.

El lunes, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski condenó la decisión de EE.UU. de reubicar el personal de su Embajada. Una fuente cercana a su partido le comentó a Strana.ru que “hay países que están inventando un cuento sobre una guerra” y que “están jugando con nosotros”. David Arakhamia, el titular de la facción “Servidores del Pueblo” de Zelenski en el Parlamento de Kiev, añadió, “Nuestra inteligencia no percibe ninguna señal de que los rusos están preparándose directamente”.

El presidente se pronuncia sobre Ucrania en el Salón Este de la Casa Blanca, 15 de febrero de 2022, Washington (AP Photo/Alex Brandon)

La afirmación de una invasión “inminente” de Ucrania ha sido avanzada neciamente por el Gobierno estadounidense y repetida como pericos por la prensa. En su discurso el martes, Biden se vio obligado a reconocer la realidad de que no había ocurrido ningún ataque ruso, pero insistió en profundizar las amenazas estadounidenses.

Todo el discurso de Biden estuvo repleto de hipocresía, mentiras y belicismo. Citemos algunas partes:

“Desde el principio de la crisis, he sido absolutamente claro y consistente: Estados Unidos está preparado sin importar lo que ocurra”.

¿Incluye “sin importar lo que ocurra” una guerra nuclear? ¿Cuán “preparado” está EE.UU. para una catástrofe potencial como esa? El uso de la frase “sin importar lo que ocurra” solo puede significar que Biden y sus asesores no han evaluado exhaustivamente las consecuencias posiblemente desastrosas de sus acciones provocadores y amenazas.

Después de señalar el retiro de las unidades militares rusas lejos de la frontera ucraniana, Biden no respondió con un esfuerzo para reducir las tensiones, sino que intensificó las amenazas bélicas de EE.UU.:

“No sacrificaremos nuestros principios básicos. Las naciones tienen un derecho a la soberanía y la integridad territorial. Tienen la libertad para trazar su propio camino y elegir con quien asociarse”.

¿Desde cuándo ha sido un “principio básico” de EE.UU. la soberanía de otras naciones? Cualquier lista de las violaciones estadounidenses de la “soberanía y la integridad territorial” de otros países se extendería por docenas de páginas. Uno solo ocupa citar los ejemplos más atroces del último cuarto de siglo:

· En 1992, después de la disolución de la Unión Soviética, EE.UU. y Alemania reconocieron a Croacia como un país independiente, iniciando así la separación de Yugoslavia y incitando una sangrienta guerra civil que se cobraría miles de vidas.

· En 1992, Estados Unidos lideró un bombardeo de 78 días para obligar a Serbia a aceptar la secesión de Kosovo. Lo que había sido Serbia fue transformado en un país minúsculo con un Gobierno controlado por capos narcotraficantes.

· En 2003, Estados Unidos invadió Irak con base en acusaciones falsas de que el país estaba desarrollando “armas de destrucción masiva”. Más de un millón de iraquíes fueron asesinados y el presidente iraquí Sadam Huseín fue ahorcado por las milicias patrocinadas por EE.UU. Estados Unidos y las fuerzas aliadas torturaron y asesinaron a miles de prisioneros, incluyendo en la infame prisión de Abu Grahib, donde los soldados estadounidenses se fotografiaron humillando sexualmente a los detenidos.

· En 2011, Estados Unidos armó a fuerzas terroristas islamistas para que derrocaran el Gobierno libio y torturaran, sodomizaran y asesinaran a su presidente.

· Desde el 2014, Estados Unidos ha armado y financiado a terroristas vinculados al Estado Islámico en Siria, que están combatiendo para derrocar el Gobierno sirio. Esto ha incluido el despliegue de tropas estadounidenses en suelo sirio, violando la soberanía siria. Los demócratas justificaron el envío estadounidense de armas a fuerzas terroristas con las mentiras de que el Gobierno sirio estaba utilizando armas químicas contra su población, mientras que Trump declaró que la misión de EE.UU. debía ser “tomar el petróleo”.

· En 2019, Estados Unidos asesinó al general iraní Qasem Soleimani en el aeropuerto internacional de Bagdad, mientras realizaba una misión diplomática oficial con el Gobierno iraquí, en representación del Gobierno iraní.

Y esta lista no menciona la guerra de Vietnam, la guerra de Corea, el patrocinio estadounidense de incontables dictaduras latinoamericanas que colectivamente mataron a cientos de miles de trabajadores y jóvenes de izquierda.

Biden luego proclamó:

“Sigue siendo cierto, en este momento, que Rusia está rodeando Ucrania con más de 150.000 tropas en Bielorrusia y a lo largo de la frontera ucraniana”.

Hace cuatro días, el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan declaró que Rusia “ha acumulado más de 100.000 tropas en la frontera” con Ucrania. ¿Cómo llegaron esas 50.000 tropas más en solo cuatro días? ¿Quiénes son? ¿Dónde están? ¿Cómo logró Rusia expandir su presencia de soldados alrededor de Ucrania en 50 por ciento mientras le decía al mundo que estaba replegando sus fuerzas?

Ninguna voz de la prensa estadounidense está haciendo estás preguntas, las más básicas, que demostrarían en un instante que las afirmaciones estadounidenses son una total insensatez.

Biden continuó:

“Estados Unidos y la OTAN no representan una amenaza para Rusia. Ucrania no es una amenaza para Rusia. Ni EE.UU. ni la OTAN tienen misiles en Ucrania. Tampoco tenemos planes para colocarlos ahí. No tenemos al pueblo de Rusia en la mira. No buscamos desestabilizar Rusia. A los ciudadanos de Rusia, ustedes no son nuestro enemigo”.

Sin embargo, la perspectiva de EE.UU. hacia Rusia no es una cuestión de opinión, sino de declaraciones y documentos públicos.

En 2018, Estados Unidos adoptó una estrategia de defensa nacional que declara: “La competición estratégica interestatal, no el terrorismo, constituye ahora nuestra principal preocupación en relación con la seguridad nacional de EE.UU.” El documento menciona explícitamente a Rusia, junto a China, como un rival de EE.UU.

En una entrevista en el programa “60 minutes” en octubre de 2020, Biden declaró: “Bueno, pienso que la máxima amenaza para EE.UU. en este momento… es Rusia”. Cuando le preguntaron en un debate abierto en CNN en 2020 si “considera a Rusia un enemigo”, respondió, “Considero a Rusia un oponente. De verdad lo hago”.

Este es el objetivo por el cual EE.UU. ha buscado cercar militarmente a Rusia, expandiendo masivamente a la OTAN frente a las puertas de Rusia.

En cuanto a la afirmación de que EE.UU. no cuenta con “misiles” en Ucrania, es un comentario irrelevante y un señuelo. Estados Unidos ha armado a Ucrania con misiles antitanques Javelin y, por medio de Lituania, misiles antiaéreos Stinger.

Se puede presumir que Biden se está refiriendo a los misiles balísticos de alcance intermedio que fueron prohibidos bajo el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, que EE.UU. dijo que dejaría de respetar de manera unilateral. La negativa de Biden sirve para distraer de los esfuerzos en marcha de EE.UU. para rodear a Rusia con misiles ofensivos. Para ello, ha construido baterías de misiles Aegis en tierra tanto en Rumanía y Polonia que son capaces de lanzar misiles Tomahawk de crucero con ojivas nucleares, algo que dicho tratado prohibía.

Después de alegar que EE.UU. “no es una amenaza para Rusia”, Biden procedió a describir una lista de acciones agresivas que han tomado EE.UU. y sus aliados de la OTAN en Ucrania y el este de Europa. Esto concluyó con la declaración:

“No lo duden. Estados Unidos defenderá cada pulgada del territorio de la OTAN con toda la fuerza del poderío estadounidense. El ataque contra un país de la OTAN es un ataque contra todos nosotros. El compromiso estadounidense al Artículo 5 es sagrado”.

En otras palabras, Biden afirma que utilizará todo el arsenal militar de EE.UU. si estalla un conflicto entre Rusia y uno de los estaduchos que salieron de la disolución de la URSS.

El gabinete más reciente de Estonia incluía al fascista Partido Popular Conservador de Estonia, cuyo ministro del Interior se fotografió repetidamente haciendo un gesto de poder blanco con la mano. El actual gabinete de Letonia cuenta con un ministro de Economía, un ministro de Cultura y un ministro de Agricultura de la fascista y fanáticamente antirrusa Alianza Nacional.

Tomada literalmente, la declaración de Biden significa que si estalla una guerra entre Rusia y uno de estos microestados políticamente inestables, Estados Unidos se comprometerá a utilizar armas nucleares (la “plena fuerza del poder estadounidense”) contra Rusia, que a su vez posee un enorme arsenal nuclear. Esto significaría el comienzo de la Tercera Guerra Mundial, amenazando el futuro mismo de la civilización humana.

En cuanto a la situación en Estados Unidos, Biden dijo que un conflicto con Rusia “no será indoloro” para el pueblo estadounidense. Sin embargo, insistió:

“Esta es una causa que une a republicanos y demócratas. Y quiero dar las gracias a los líderes y miembros del Congreso de ambos partidos que se han pronunciado enérgicamente en defensa de nuestros principios más básicos, más bipartidistas, más estadounidenses”.

Lo anterior combinó una verdad y una mentira descarada. Hay una “causa” que une a republicanos y demócratas, pero no tiene nada que ver con “principios” como la “libertad” y el “derecho de las personas a determinar su propio futuro”, como afirmó Biden, sino con los despiadados intereses geopolíticos de la clase gobernante estadounidense, combinados con un profundo temor al crecimiento de la oposición social dentro de Estados Unidos.

A pesar de toda la palabrería de Biden sobre la “libertad” en Ucrania, hace apenas un año, el presidente estadounidense Donald Trump intentó derrocar al Gobierno de Estados Unidos e instalarse como un dictador al estilo de Hitler. Biden admitió esta realidad el 13 de julio de 2021, cuando declaró: “Hay un asalto en curso en Estados Unidos hoy, un intento de suprimir y subvertir el derecho al voto y a unas elecciones justas y libres. Un asalto a la democracia, un asalto a la libertad”.

Sin embargo, ahora Biden propone la “unidad” con aquellos que pusieron en marcha un “asalto a la libertad” en nombre de... ¡Defender la libertad y los principios estadounidenses!

La frase final de Biden roza lo surrealista:

“Les mantendré informados”.

¿Informados de qué? ¿Del estallido de una guerra entre Estados Unidos y Rusia? ¿El lanzamiento de armas nucleares? ¿El inicio de la Tercera Guerra Mundial? El desmoronamiento de la democracia estadounidense está tan avanzado que el presidente cree que solo tiene que mantener al pueblo estadounidense “informado” de las decisiones que afectarán a la población de todo el planeta.

Biden solo tiene la oportunidad de pronunciar un discurso lleno de mentiras y amenazas que hielan la sangre porque sabe que nadie en los medios de comunicación cuestionará seriamente sus afirmaciones, premisas o aseveraciones. Toda la élite política está plenamente comprometida con la doctrina de la “competencia entre grandes potencias”.

Si este es el discurso de “paz” de Biden, ¿cuál es el discurso de guerra? La conclusión más fundamental que hay que extraer del discurso de Biden es que Estados Unidos está buscando desesperadamente un conflicto militar para proyectar su crisis social, económica y política interna hacia el exterior. El capitalismo estadounidense está en pie de guerra.

(Publicado originalmente en inglés el 15 de febrero de 2022)

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