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Perspectiva

El conflicto de la OTAN con Rusia amenaza con detonar una guerra nuclear

El jueves, la OTAN sostuvo una reunión sin precedentes. Con un secretismo total en el que se prohibieron cámaras, teléfonos e incluso asistentes, los líderes de las potencias occidentales se reunieron para planear lo impensable: una guerra a plena escala entre Estados con armas nucleares.

Un asistente militar carga el “maletín de emergencia del presidente”, también conocido como “la bola de futbol americano”, que contiene los códigos nucleares, antes de abordar el helicóptero Marine One, 23 de marzo de 2022 en Washington (AP Photo/ Patrick Semansky)

En la medida en que la guerra por delegación (proxy war) entre la OTAN y Rusia por el control de Ucrania se sale de control, el uso de armas nucleares que podrían matar a cientos de millones de personas o más está siendo considerado.

Una guerra nuclear se ha vuelto parte del vocabulario cotidiano de los medios de comunicación estadounidenses. En un artículo publicado el miércoles bajo el título “Cómo la guerra en Ucrania se podría volver nuclear”, Políticoescribió, “Desde la guerra fría, el espectro de una guerra nuclear no se cernía tan opresivamente sobre la crisis diplomática de un presidente”. Político citó a Izumi Nakamitsu, Alta Representante de las Naciones Unidas para Asuntos de Desearme, quien advirtió el martes sobre el riesgo que “aparezcan hongos nucleares en el campo de batalla”.

La semana pasada, la Iniciativa contra la Amenaza Nuclear, fundada por el exsenador Sam Nunn, describió un “escenario hipotético que ilustra solo uno de los caminos posibles hacia una guerra nuclear global y catastrófica” que podría desencadenar la crisis de Ucrania. Después de que un grupo ruso a cargo de misiles derribe inadvertidamente un avión de reconocimiento estadounidense, una serie de medidas de escalada conducen a que un presidente estadounidense ordene un ataque nuclear contra Rusia, seguido de un ataque de represalia por parte de Rusia:

En el transcurso de la siguiente hora, 82 millones de estadounidenses mueren, y los países aliados sufren algo similar. La mayoría muere instantáneamente, mientras que otros morirán por envenenamiento por radiación en los próximos días y semanas. Los que sobrevivan tendrán problemas de salud crónicos durante el resto de sus cortas vidas, y sus hijos probablemente nacerán con defectos genéticos.

En el New York Times, David Sanger escribió ayer un artículo bajo el título “Estados Unidos hace planes de contingencia en caso de que Rusia utilice sus armas más potentes”. El artículo revelaba la existencia de un llamado “Equipo Tigre” dentro de la Casa Blanca dedicado a planificar una guerra a gran escala con Rusia. Según Sanger:

Un alto funcionario de la Administración dijo que cualquier uso de una “pequeña” bomba nuclear táctica por parte de Rusia –incluso dentro de Ucrania y no dirigida a un miembro de la OTAN— significaría que “la suerte está echada” en cuanto a que Estados Unidos y la OTAN permanezcan fuera de la guerra.

En un editorial delirante, el Wall Street Journalacusó a figuras políticas no identificadas de preferir la paz a la guerra. Estados Unidos debe entrar de lleno. “Si la amenaza nuclear funciona para frenar el apoyo de la OTAN ahora”, declaraba el Journal, “los rusos la utilizarán en el futuro contra la propia OTAN”. La esencia de la disuasión es la credibilidad, lo que significa persuadir al Sr. Putin de que su recurso a las armas nucleares en Ucrania tendrá la respuesta requerida”.

Mientras los medios de comunicación hablan de la posibilidad de una guerra nuclear, no se dice ni una sola palabra sobre diplomacia, desescalada o negociaciones de paz. Más bien, la consigna es, en la jerga del presidente estadounidense Joe Biden, “aumentar el dolor”.

Mientras la cumbre de la OTAN en Bruselas concluyó ayer con un plan para duplicar la presencia de tropas de la OTAN a lo largo de las fronteras de Rusia, Biden planteó, por primera vez, la posibilidad del despliegue de tropas de la OTAN en Ucrania y de operaciones ofensivas contra Rusia.

En una rueda de prensa posterior a la cumbre, se le preguntó a Biden si, en caso de que Rusia utilizara armas químicas, esto podría “desencadenar una respuesta militar de la OTAN”.

Biden respondió: “Tomaríamos esa decisión en ese momento”. En otras palabras, Biden afirmó que enviar tropas estadounidenses a Ucrania y disparar contra las fuerzas rusas se consideraría como respuesta al presunto uso de armas químicas por parte de Rusia, un ataque que podría ser elaborado por fuerzas patrocinadas por EE.UU. en Ucrania, como se hizo en Siria.

La cumbre se dedicó a debatir y aplicar una serie de medidas destinadas a implicar a la OTAN más directamente en el conflicto. Al concluir la cumbre, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, esbozó medidas que, según él, “no son de escalada”.

Hemos activado los planes de defensa de la OTAN, hemos desplegado elementos de la Fuerza de Respuesta de la OTAN y hemos colocado 40.000 soldados en nuestro flanco oriental, junto con importantes medios aéreos y navales, bajo el mando directo de la OTAN con el apoyo de los despliegues nacionales de los aliados. También estamos creando cuatro grupos de combate multinacionales adicionales en Bulgaria, Hungría, Rumanía y Eslovaquia. Estamos tomando todas las medidas y decisiones para garantizar la seguridad y defensa de todos los Aliados en todos los ámbitos y con un enfoque de 360 grados.

Stoltenberg concluyó:

Ahora aceleraremos la adaptación de la OTAN a una realidad estratégica más peligrosa... A la vista de la amenaza más grave para la seguridad euroatlántica en décadas, también reforzaremos significativamente nuestra postura de disuasión y defensa a largo plazo y seguiremos desarrollando toda la gama de fuerzas y capacidades preparadas necesarias para mantener una disuasión y defensa creíbles.

Si estas medidas adoptadas “no son de escalada”, ¿qué aspecto tendría una escalada?

En realidad, la OTAN se está transformando en una fuerza de combate totalmente armada en la frontera con Rusia.

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Tras la cumbre, la OTAN tuiteó un mapa de combate en el que se describen las tropas desplegadas en su “flanco oriental”, señalando cientos de miles de tropas, incluidas 40.000 bajo el mando de la OTAN y 100.000 bajo el mando de Estados Unidos, junto con 130 aviones en alerta máxima y 140 buques en el mar.

Los preparativos para una guerra mundial, librada con armas nucleares, están siendo acompañados por una implacable ola de propaganda en los medios corporativos.

El New York Times intentó inventarse que existe apoyo para una guerra, publicando ayer un artículo titulado “La mayoría de los estadounidenses dicen que Biden ‘no es lo suficientemente severo’ con Rusia, según una nueva encuesta”, que pretende describir el estado de la opinión pública en los Estados Unidos.

¿Cree realmente el New York Times que si se le preguntara honestamente a la población estadounidense si millones de civiles estadounidenses deberían ser incinerados en una guerra nuclear para defender el derecho de Ucrania a entrar en la OTAN, estarían de acuerdo? Tanto las motivaciones de la política estadounidense como sus implicaciones están siendo sistemáticamente encubiertas.

Esta campaña de propaganda en los medios de comunicación, dirigida a azuzar una histeria derechista y proguerra en la clase media acomodada, es en sí un factor que impulsa la escalada militar.

Las potencias imperialistas de EE.UU. y la OTAN, impulsadas por crisis internas insolubles, están procediendo con total temeridad, llevando al mundo entero al borde de una Tercera Guerra Mundial.

El Gobierno ruso de Vladímir Putin, por su parte, bajo la amenaza de la incesante expansión de la OTAN, lanzó la ofensiva en Ucrania con el objetivo de alcanzar algún tipo de acuerdo con el imperialismo. Claramente subestimó el grado de preparación de Estados Unidos y la OTAN para la guerra, y está tratando de compensar sus reveses iniciales con amenazas nucleares.

Hay que frenar la locura de una posible guerra nuclear. En esta situación extremadamente peligrosa, es urgente que la clase obrera intervenga de forma independiente, a través de protestas, manifestaciones y acciones industriales, combinando la lucha contra la guerra con la lucha contra la desigualdad, la explotación, la política criminal ante la pandemia y, subyacente a todo esto, contra el sistema de lucro capitalista.

(Publicado originalmente en inglés el 24 de marzo de 2022)

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