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Perspectiva

Alza de los alimentos amenaza a los trabajadores con inseguridad alimentaria e inanición

En todo el mundo, tanto en los países en desarrollo como los nominalmente avanzados, millones se enfrentan a la inseguridad alimentaria y el hambre por el aumento en los precios y la escasez de alimentos.

El mes pasado, el Banco Mundial estimó que los precios de los alimentos incrementarían 22,9 por ciento este año, en gran medida por el alza en los precios globales del trigo. El índice de precios de los alimentos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), que sigue los cambios mensuales en los precios internacionales de la canasta básica de alimentos, que incluye el azúcar, los cereales, productos lácteos, aceite de vegetal, entre otros, ha visto un aumento de casi 30 por ciento desde abril de 2021.

En EE.UU., la Oficina de Estadísticas Laborales estimó que los precios de los alimentos aumentaron 9,5 por ciento el mes pasado y la carne está 20 por ciento más cara que en 2021.

Los salarios de los trabajadores no siguen el paso de la inflación. Según los cálculos de Business Insider de la semana pasada, tomando en cuenta la inflación, los salarios reales de los trabajadores en EE.UU. en los sectores de información, tecnología, servicios públicos, actividades financieras, minería y silvicultura, manufactura, construcción, educación y comercios minoristas se redujo entre enero de 2021 y abril de 2022. La mayoría de las industrias, incluyendo el comercio, la manufactura y la construcción, percibieron una caída entre el 3 y el 4 por ciento.

Según caen los salarios reales de millones de trabajadores en todo el mundo, el aumento de más de 40 por ciento en los precios del trigo ya está causando un aumento substancial en el hambre a nivel global. Un reporte publicado la semana pasada del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU intitulado “Una catástrofe de hambre”, estima que 811 millones de personas en todo el mundo —una sétima parte de la humanidad— sufren “inseguridad alimentaria” o se “van a dormir con hambre” cada noche.

El mismo reporte indicó que la cifra de personas que sufre de “inseguridad alimentaria aguda se ha duplicado con creces”, de 135 millones en 2019 a 276 millones el año pasado y a 323 millones este año. Se estima que 48,9 millones de personas “se encuentran actualmente al borde de una hambruna” y en riesgo de “inanición”.

Esta “crisis sísmica de hambre”, indica el reporte, ha sido impulsada por cuatro factores: la guerra, las malas cosechas en marcha por los efectos del cambio climático, las “consecuencias económicas” de la pandemia de COVID-19 y el aumento general del costo de los alimentos. El PMA añade que la organización tuvo que pagar 30 por ciento más en 2022 por los mismos alimentos que en 2019.

El martes, el alza en los alimentos condujo a la UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) a publicar una “alerta infantil” de emergencia, advirtiendo que, sin fondos de emergencia, 600.000 niños se encontrarán en un riesgo inmediato de “malnutrición aguda grave”. El reporte reveló que esta causa líder de muertes infantiles prevenibles, también conocida como “emaciación grave”, ha aumentado por “más de 40 por ciento” desde 2016.

En una declaración que acompaña el reporte, la directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell, señaló: “El mundo se está volviendo cada vez más un polvorín de muertes infantiles prevenibles y sufrimiento infantil por emaciación”. Según las estadísticas de la UNICEF, la OMS y el Banco Mundial, India lidera el mundo en cuanto a los niños afectados por emaciación grave. Más de 5,7 millones de niños menores de cinco sufren desnutrición grave.

Después de India, aproximadamente 812.564 niños en Indonesia sufren emaciación grave, lo que los vuelve vulnerables de morir por enfermedades infantiles comunes. A esto le siguen 678.925 niños en Pakistán, 482.590 en Nigeria y unos 327.859 en Bangladesh.

La crisis alimentaria no se limita a los países en desarrollo. Reflejando la naturaleza globalizada de la producción moderna y el impacto catastrófico de la inflación en la clase obrera mundial, una encuesta realizada en Reino Unido y publicada el martes por Sky News descubrió que, para aliviar el peso de la inflación, 27 por ciento de los británicos o 10 millones de personas “se saltaron comidas” en abril. Otro 65 por ciento no utilizó la calefacción para reducir sus costos.

El lunes, el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, admitió francamente al Comité del Tesoro de la Cámara de los Comunes que “hay mucha incertidumbre” sobre la inflación, que ya alcanzó 7 por ciento, su nivel más alto en 30 por ciento.

Bailey confesó, “Lamento ser apocalíptico en este momento, pero es una gran preocupación”. Verificando las preocupaciones de Bailey, la cadena de comercios británica Marks & Spencer advirtió el día siguiente que el alza de los alimentos podría ser de otro 10 por ciento en el país para fines del año.

En EE.UU., los padres no pueden encontrar fórmula para bebé en todo el país. En algunos casos, se han visto obligados a manejar a México para encontrar fórmula, mientras que otros no tienen adonde más acudir que al hospital.

El martes, varios noticieros reportaron que dos niños, un bebé y uno en prescolar, tuvieron que ser hospitalizados en el Hospital Le Bonheur de Niños en Memphis, Tennessee por casos “directamente relacionados con la escasez de formula”, según el Dr. Mark Corkins a WHBQ-TV.

“Literalmente esto no se limita a Memphis ni Tennessee ni el sur del país. Literalmente toda Norteamérica se está viendo afectada”, declaró Corkins. Añadió que se vio obligado a tratar a los niños con sueros intravenosos y con nutrición porque ni el hospital ni las tiendas tenían fórmula que los niños pueden tolerar. Dijo que esperaba que más niños lleguen al hospital si no se tomaban acciones “pronto”.

La escasez mundial de combustible, que afecta tanto a los agricultores como a los trabajadores, está haciendo subir el precio de los alimentos. En Estados Unidos, el martes, por primera vez, el club automovilístico AAA informó que el precio promedio del galón de gasolina en Estados Unidos superaba los 4 dólares en los 50 estados. California encabeza la lista con un promedio de 6,02 dólares por galón.

“Los precios elevados en las gasolineras afectan en mayor medida a las familias con menores ingresos, ya que gastan una mayor proporción de sus ingresos en gasolina y es menos probable que conduzcan vehículos eléctricos”, declaró a Bloomberg Mark Finley, miembro del Instituto Baker de Políticas Públicas de la Universidad de Rice.

Son muchos los factores que contribuyen al alza de los combustibles y los alimentos, entre ellos la guerra en curso en Ucrania. En lo que respecta al trigo, Rusia y Ucrania representan el 30 por ciento de todas las exportaciones mundiales. Más de 26 países, entre ellos Egipto y Somalia, dependen de estos dos países para entre el 50 por ciento y el 100 por ciento de sus importaciones de trigo. Actualmente, unos 4,5 millones de toneladas de trigo se encuentran en los puertos del mar Negro sin poder ser enviados debido a las hostilidades en curso.

Los datos del rastreador de políticas de comercio de alimentos del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias muestran que, desde el estallido de la guerra, 23 países han impuesto restricciones a la exportación de alimentos, lo que afecta a más del 17 por ciento del total de calorías comercializadas en los mercados mundiales. Además de restringir los alimentos básicos, los países han impuesto restricciones a los fertilizantes de potasa y nitrógeno, lo que ha provocado un aumento de los precios. Estos aumentos de precios han obligado a su vez a los agricultores de todo el mundo a compensar plantando menos cultivos, lo que ha reducido aún más la oferta y aumentado los precios al consumidor.

Aunque el presidente estadounidense Joe Biden y el Partido Demócrata han intentado atribuir el aumento de los precios de los alimentos y la gasolina al presidente ruso Vladímir Putin, refiriéndose repetidamente a la inflación como “el alza de precios de Putin”, la realidad es muy diferente. La guerra en Ucrania ha contribuido a que se produzcan nuevas subidas, pero, como sabe cualquier trabajador que haya tenido que pagar el alquiler o comprar alimentos, los precios se estaban disparando mucho antes de febrero de 2022.

En realidad, el aumento de los precios y de la inflación es el resultado de las políticas monetarias bipartidistas llevadas a cabo por los dos grandes partidos empresariales, especialmente desde la crisis financiera de 2008, durante la cual el presidente Barack Obama, a través de la Reserva Federal, imprimió billones de dólares para apuntalar los mercados financieros y proteger la riqueza de los súper ricos.

En marzo de 2020, el Gobierno de EE.UU. aprobó otro rescate masivo para la oligarquía financiera en forma de la Ley CARES de multi billones de dólares, y la duplicación con creces el balance de la Reserva Federal, de 4,1 billones de dólares en febrero de 2020 a más de 8,9 billones en mayo de 2022.

La intervención directa del Gobierno estadounidense para salvar a los bancos y las cotizaciones bursátiles de los ultrarricos ha hecho que los milmillonarios estadounidenses aumentaran su riqueza en un 62 por ciento durante la pandemia, mientras que los salarios nominales de los trabajadores solo han subido un 10 por ciento en ese mismo periodo, según un informe de abril de Oxfam.

La clase dirigente está decidida a hacer que la clase trabajadora pague los rescates de los ricos y el coste de la guerra. Aunque supuestamente no hay dinero para las vacunas contra el COVID, los créditos fiscales para los niños ni los programas de desempleo relacionados con la pandemia, los dos grandes partidos empresariales han proporcionado al ejército ucraniano unos 53.000 millones de dólares este año.

El aumento del coste de la vida y la falta de disponibilidad de productos básicos han provocado protestas masivas en todo el mundo. El movimiento de masas de los trabajadores de Sri Lanka ha sido el más destacado. También se han producido protestas similares a gran escala contra el alza de los alimentos y la energía en Túnez y Perú.

Estas protestas se suman a un creciente movimiento de la clase trabajadora en Estados Unidos. La semana pasada, en una poderosa muestra del poder de los trabajadores sanitarios de base, las enfermeras se organizaron independientemente de los sindicatos para oponerse a la injusta persecución de la enfermera de Tennessee RaDonda Vaught, obligando al juez a ignorar las demandas de los fiscales de una escandalosa condena de seis años de prisión y a conceder en su lugar la libertad condicional.

En Detroit, Michigan, la semana pasada, el 79 por ciento de los trabajadores de Detroit Diesel rechazaron un contrato que solo aumentaría los salarios un 8 por ciento a lo largo de seis años.

El creciente nivel de hambre, en medio del vasto y continuo enriquecimiento de la oligarquía financiera, es un testimonio de la bancarrota del sistema capitalista. A medida que los trabajadores entran en lucha en todo el mundo, deben exigir que sean los oligarcas financieros, y no los trabajadores, los que paguen la crisis del capitalismo y luchen por sustituir este orden social irracional por el socialismo.

(Publicado originalmente en inglés el 17 de mayo de 2022)

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