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Perspectiva

Emerge un poderoso movimiento huelguístico en EE.UU.

Ha estallado una serie de huelgas y protestas sociales poderosas en Estados Unidos contra las condiciones sociales intolerables y los niveles pasmosos de desigualdad social.

Izquierda arriba: trabajadores en huelga de CNH en Racine, Wisconsin (UAW/Facebook); derecha arriba: trabajadores de Arconic fuera de Davenport Workers en Riverdale, Iowa (WSWS); izquierda abajo: enfermeros esperan el fallo sobre RaDonda Vaught en Tennessee, 13 de mayo (WSWS); derecha abajo: trabajadores de Chevron en huelga (USW L.5)

Impulsadas por el aumento en el coste de vida, estas luchas están derribando las falsas barreras erigidas por la clase gobernante para dividir y debilitar a los trabajadores. Involucran a trabajadores de todas las razas y orígenes étnicos en todas las regiones del país, tanto en zonas urbanas como rurales. Incluyen a trabajadores de muchas industrias y tasas distintas de sueldos.

  • En Racine, Wisconsin, y Burlington, Iowa, 1.200 trabajadores manufactureros de la empresa CNH de equipo agrícola y de construcción han estado en huelga por tres semanas. Los trabajadores le indicaron al WSWS que exigen un aumento salarial de al menos 50 por ciento para compensar por la inflación y los años de salarios estancados.
  • En Richmond, California, 500 trabajadores petroleros de una refinería de Chevron han estado en huelga desde el 21 de marzo. Richmond se ubica en el área metropolitana de la bahía de San Francisco, una de las regiones más costosas del país y los trabajadores le reportaron al WSWS que apenas pueden costear llenar el tanque con la gasolina que ellos mismos refinan para ir a trabajar.
  • Aproximadamente 5.000 enfermeros del hospital Stanford en California hicieron huelga a inicios de mayo exigiendo importantes aumentos salariales y niveles adecuados de personal. Se han llevado a cabo más huelgas en las últimas semanas en hospitales de todo California, incluyendo los hospitales Sutter Health en el norte del estado y Cedar Sinai en Los Ángeles.
  • Casi 3.500 trabajadores de la empresa de aluminio Arconic en Iowa, Indiana, Nueva York y Tennessee votaron de forma unánime a favor de hacer huelga la semana pasada. Como sus hermanos y hermanas en otras partes, los trabajadores de Arconic están furiosos por ser calificados “esenciales” solo para que la empresa generara enormes ganancias mientras intenta imponerles aumentos salariales miserables que equivalen a recortes debido a la inflación.
  • También la semana pasada, 1.300 trabajadores automotores de Detroit Diesel en Redford, Míchigan, rechazaron abrumadoramente un contrato que habría aumentado los salarios apenas 8 por ciento a lo largo de seis años, un periodo en que la inflación se acumulará en 45 por ciento si se mantiene la misma tasa.
  • Los contratos de 15.000 enfermeros en Twin Cities y Twin Ports en Minnesota expiraran el próximo mes y los enfermeros planean hacer manifestaciones en toda el área metropolitana el 1 de junio para exigir importantes aumentos salariales, niveles de personal adecuados y condiciones laborales seguras. Además, 400 enfermeros de salud mental en Iowa y Minnesota tienen planeada una huelga de un día el 24 de mayo.
  • Se estima que 10.000 enfermeros protestaron en Washington D.C. a inicios del mes por salarios, niveles de personal y contra el sistema de salud con fines de lucro. Cientos de enfermeros protestaron el día siguiente fuera del tribunal donde la enfermera RaDonda Vaught estaba siendo sometida a una farsa judicial y fue sentenciada a libertad condicional por un error médico que fue, en última instancia, el resultado de la falta de personal y otros fallos del sistema hospitalario.

La intensificación de la lucha de clases en EE.UU. forma una parte crítica de un movimiento global de la clase obrera en auge. En cada país, los trabajadores se ven impulsados a luchar por los atizadores en rojo de las dificultades económicas, agravadas por la guerra por delegación de EE.UU. y la OTAN contra Rusia y la pandemia en curso.

La cabina de mando de la reacción imperialista mundial no es una excepción. En EE.UU., el precio de la gasolina aumentó un 18,3 por ciento en solo un mes, de febrero a marzo, impulsado por la guerra en Ucrania, así como por las corporaciones petroleras y de gas que buscan lucrar con la guerra. Los precios de los bienes comestibles aumentaron un 10 por ciento con respecto al año anterior, el mayor incremento desde 1981, mientras que el precio de la electricidad aumentó un 32 por ciento anual.

El alquiler promedio aumentó un 11 por ciento en el mismo periodo de tiempo. Se espera que el alquiler para los 22 millones de residentes de casas rodantes de Estados Unidos aumente un asombroso 70 por ciento en los próximos meses porque los parques de casas rodantes están siendo comprados por inversores de Wall Street, que luego exprimen a los residentes para obtener ganancias.

En el país de la deuda de las tarjetas de crédito, las subidas de los tipos de interés están elevando los tipos de interés de los préstamos a niveles no vistos en décadas. El Wall Street Journal informó el viernes que la morosidad de los préstamos de alto riesgo para automóviles y viviendas “alcanzó un máximo histórico en febrero”.

Según el Journal, el aumento de la morosidad en los préstamos es producto del hecho de que el Gobierno ha permitido que expiren los programas sociales promulgados al principio de la pandemia de coronavirus, lo que significa que millones de personas no pueden mantenerse a flote. Los dos partidos capitalistas encontraron 40.000 millones de dólares prácticamente de la noche a la mañana para armar a los batallones fascistas en Ucrania, pero afirman que no hay suficiente dinero para evitar una situación de penuria social sin precedentes en casa.

La demanda de los bancos de alimentos nunca ha sido tan alta, y un operador de bancos de alimentos de Florida dijo a un canal de televisión de Tampa Bay: “Estamos viendo diferentes tipos de familias que pasan por nuestras filas, estamos viendo familias primerizas, familias de clase media, algunas familias con seguridad social”.

La política de “solo armas y nada de manteca” de la Administración de Biden está teniendo consecuencias devastadoras. Aunque dos tercios de los bancos de alimentos de EE.UU. están experimentando un rápido aumento de la demanda, también están siendo testigos de “una caída del 45 por ciento en los alimentos proporcionados por el Gobierno federal”, informó CNN a principios de este mes. Un dirigente de la organización sin ánimo de lucro Feeding America declaró al medio de comunicación: “Estamos en peligro de quedarnos sin alimentos. Estamos haciendo todo lo posible para evitar una gran crisis de hambre”.

Millones de trabajadores del “país más rico del mundo” se ven obligados a vender su sangre para sobrevivir. El jueves, el Washington Post presentó a un profesor de 41 años con un sueldo anual de 50.000 dólares que vende plasma dos veces por semana para mantenerse a flote. “Nunca pensé que estaría en una posición en la que tendría que vender mi plasma para alimentar a mis hijos”, dijo Christina Seal, de Slidell, Luisiana. “He presentado solicitudes para todos los programas gubernamentales que se me ocurren. No califico para los cupones de alimentos, no califico para ningún programa”. El Post explicó que las donaciones de plasma “se han cuadruplicado desde 2006”.

Para la élite financiera mundial, la búsqueda incesante de ganancias justifica aún más el sufrimiento social.

El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, prometió futuras subidas de los tipos de interés para reducir las demandas salariales y dijo: “Podría haber algo de dolor.” Michael Tran, director ejecutivo de estrategia energética global de RBC Capital Markets, dijo que, mientras la guerra en Ucrania se prolongue, “va a ser un verano caro.” La directora general del FMI, Kristalina Georgieva, dijo el jueves a los gobernadores de los bancos centrales del G-7: “Creo que lo que tenemos que empezar a aceptar es que éste puede no ser el último choque”.

La afirmación de que los trabajadores deben “acostumbrarse” a la desesperación económica se produce después de dos años en los que los trabajadores han tenido que “convivir” con una pandemia de coronavirus que ha matado a más de un millón de personas en Estados Unidos.

Como han hecho durante toda la pandemia, las empresas y el Gobierno se apoyan en los sindicatos para aislar estas luchas, someter las demandas de los trabajadores y hacer que siga la producción.

En Arconic, el sindicato USW ha desafiado el voto unánime a favor de la huelga de los trabajadores y en su lugar está tratando de imponer un acuerdo con aumentos por debajo de la inflación, provocando la indignación de los trabajadores. Asimismo, en Detroit Diesel, el sindicato United Auto Workers (UAW) ha ignorado el voto de huelga del 98 por ciento de los trabajadores y les obliga a volver a votar sobre prácticamente el mismo contrato que ya rechazaron. En CNH, la huelga se desencadenó en parte por el hecho de que el último contrato fue negociado por el antiguo vicepresidente de la UAW, Norwood Jewell, que fue encarcelado por aceptar sobornos de las empresas.

El presidente de United Steel Workers (USW), Tom Conway, prometió a Joe Biden que su sindicato ayudaría a mantener los aumentos salariales por debajo de la inflación. Los sindicatos de enfermeros no han hecho nada para solucionar los problemas de personal. Los sindicatos de profesores han obligado a los profesores a volver a las aulas durante cada ola de la pandemia. Tan críticos han sido los sindicatos para aplicar las políticas del Gobierno que la Administración de Biden está promoviendo activamente la creación de sindicatos en empresas como Amazon en nombre de mantener la disciplina laboral y gestionar las líneas de suministro.

Pero los trabajadores han pasado por importantes experiencias en el último año, como las huelgas de 3.000 trabajadores de Volvo en Virginia y de 10.000 trabajadores de John Deere, así como la lucha por los contratos de 3.000 trabajadores de autopartes de Dana. En cada caso, los trabajadores fueron capaces de establecer comités de base y comenzaron a afirmar su fuerza tanto contra las empresas como contra los sindicatos corporativistas.

Los trabajadores no se enfrentan a empresarios ni corporaciones individuales, sino a poderosas instituciones financieras globales respaldadas por los gobiernos, la policía y los ejércitos del mundo.

Pero los trabajadores pueden hacer valer su inmenso poder potencial reconociendo que su fuerza fluye de su unidad de clase, su independencia de los sindicatos y los partidos capitalistas, y el carácter internacional de sus luchas.

Los trabajadores de todos los rincones del mundo están empezando a sacar conclusiones políticas importantes sobre sus experiencias. Como dijo recientemente un trabajador de CNH de Iowa al WSWS:

Ahora más gente tiene los ojos abiertos. Cuando miras a Volvo y John Deere, y todo lo que esos trabajadores pasaron, y cómo las cosas fueron forzadas por el UAW, mucha gente lo vio. Y ahora está saliendo a la luz porque es importante para la gente. Estamos trabajando por un cambio real, no solo para nosotros, sino para todo el mundo. Esta huelga es algo más que nuestro trabajo, se trata del capitalismo. Y lo que significa realmente esta guerra, los altos precios, es una locura, todo va junto. En todo el mundo quieren mantenernos en el capitalismo y mantenernos abajo.

(Publicado originalmente en inglés el 20 de mayo de 2022)

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