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Perspectiva

El creciente movimiento global de enfermeros y trabajadores de la salud

En todo el mundo, los enfermeros y otros trabajadores de la salud están uniéndose a una ola cada vez mayor de huelgas y protestas contra la escasez de personal, las cargas laborales agotadoras y la erosión de sus niveles de vida por la fuerte inflación.

En Alemania, más de 2.500 enfermeros de los hospitales universitarios en Renania del Norte-Westfalia han estado en huelga por más de un mes por los niveles de personal y salarios. “Ya no podemos aguantarlo más”, dijo una enfermera en huelga en Essen. “Llegamos a casa física y psicológicamente destruidos, esto debe llegar a su fin”.

Enfermeros y trabajadores de la salud en huelga en todo el mundo

En Reino Unido, 40.000 enfermeros escoceses de centros públicos y privados planean ir a la huelga si no se satisfacen sus demandas de un aumento del 10 por ciento. Cientos de miles de trabajadores del Servicio Nacional de Salud (NHS) británico también quieren sumarse a los paros del “verano del descontento” de los ferroviarios, los profesores y otros trabajadores del sector público.

En Francia, los trabajadores de la salud se están declarando en huelga en todo el país después de que se les negaran sus bonos. Esta huelga se suma a la realizada el mes pasado por 11.000 médicos y enfermeos españoles en Madrid y a la huelga nacional de 20.000 médicos en Turquía, que exigen mejores salarios y prestaciones.

En India, 20.000 enfermeros están en huelga en los hospitales públicos de Nagpur, en el estado occidental de Maharashtra. En la cercana Sri Lanka, los trabajadores de la salud han estado al frente de las huelgas y protestas masivas que exigen la dimisión del Gobierno de Rajapakse y el fin del alza de precios y de las exigencias de austeridad del FMI.

El mes pasado, 10.000 enfermeros de Nueva Zelanda llevaron a cabo huelgas y ralentizaciones en el ritmo de trabajo para exigir mayores salarios y niveles seguros de personal. Esto siguió a los primeros paros de los enfermeros de los hospitales públicos australianos de Nueva Gales del Sur en más de una década. Hicieron dos huelgas, en febrero y marzo, desafiando las prohibiciones del Gobierno y siguen en conflicto.

En Estados Unidos, 350 enfermeros, terapeutas respiratorios y técnicos de radiología del Centro Médico St. Michael de Newark (Nueva Jersey) llevan más de dos semanas de huelga. Otros 1.300 médicos residentes de los hospitales públicos de Los Ángeles, que trabajan habitualmente en turnos de 12 horas y cobran apenas el salario mínimo, acaban de votar contundentemente a favor de hacer huelga. La semana pasada, 12.500 enfermeros de Minnesota realizaron un piquete de huelga de un día, y decenas de miles de enfermeros de Michigan, Nueva York, California, Washington y otros estados se enfrentan a luchas contractuales en las próximas semanas y meses.

El 27 de mayo, decenas de enfermeros hicieron huelga en el Centro Médico Regional de Orlando (ORMC), en Florida, para protestar por la inhumana carga de trabajo, que provocó el trágico suicidio de un paciente que pasó desapercibido durante horas. Esto siguió a las protestas masivas de enfermeros y otros trabajadores sanitarios en Washington D.C. y Nashville (Tennessee), que exigían el abandono de los cargos penales contra la exenfermera RaDonda Vaught por un error médico causado por la escasez crónica de personal y otras violaciones de la seguridad por parte del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt.

El uso de Vaught como chivo expiatorio ha provocado un boicot virtual a Vanderbilt por parte de los enfermeros y trabajadores sanitarios, y los funcionarios del centro médico han recurrido a la formación de los conductores de autobuses y otros trabajadores de la universidad para que realicen tareas clínicas.

En todo el mundo, los trabajadores sanitarios se enfrentan a las mismas condiciones intolerables, que se han visto enormemente exacerbadas por la respuesta de las clases dirigentes a la pandemia. Al anteponer las ganancias a las vidas humanas, los Gobiernos capitalistas prácticamente hicieron colapsar los sistemas de salud, los cuales ya habían sido minados por décadas de recortes de costes y falta de personal.

El agotamiento, el estrés y los problemas de salud han provocado el éxodo de los enfermeros, agravando aún más la crisis. Las condiciones han empeorado tanto que el 90 por ciento de los enfermeros estadounidenses consideran dejar la profesión, según un informe publicado el 24 de marzo en Healthcare IT News, y los estudiantes de medicina están cambiando de carrera.

Lejos de movilizar a los trabajadores sanitarios para que se opongan a estas condiciones, los sindicatos se han dedicado a suprimir y bloquear la oposición. Al mismo tiempo, los sindicatos han promovido todo tipo de medidas a medias –desde la legislación para limitar la proporción de enfermeros por paciente y la creación de más comités obrero-patronales para la “dotación de niveles seguros de personal”, hasta la propuesta estéril de Bernie Sanders de “Medicare para todos” en Estados Unidos— que no han hecho ni pueden hacer nada para resolver la crisis.

Las mismas cadenas de hospitales gigantes de Estados Unidos –Tenet, UnitedHealthcare, Allina, Prime Healthcare— que recibieron miles de millones de ayuda gubernamental para la pandemia, ahora alegan que están en bancarrota y les dicen a los trabajadores que no tienen dinero para contratar más personal ni proporcionar salarios dignos a quienes han arriesgado sus vidas y su salud.

La lucha de los trabajadores sanitarios plantea directamente la cuestión de la subordinación de la salud al lucro privado. El dominio del sistema sanitario mundial por parte de los gigantescos monopolios hospitalarios, farmacéuticos, de equipos médicos y de seguros, hace imposible proporcionar una atención sanitaria de alta calidad a todo el mundo, independientemente de sus ingresos.

Los principales gobiernos capitalistas, encabezados por Estados Unidos, están desviando los recursos de la sociedad a la guerra, es decir, a los instrumentos de la muerte y no a la preservación de la vida. Biden puede encontrar 40.000 millones de dólares para intensificar la guerra por delegación de EE.UU. y la OTAN contra Rusia, además del billón de dólares que el Departamento de Defensa de EE.UU. consume cada año.

Al mismo tiempo, los administradores del Gobierno estadounidense para la Seguridad Social y Medicare informaron la semana pasada que estos dos programas federales fundamentales de los que dependen 47 millones de trabajadores jubilados para complementar sus ingresos y gastos sanitarios no podrán financiar.

¿Qué se deduce de esto?

En primer lugar, las luchas de los trabajadores sanitarios deben organizarse y unificarse mediante el desarrollo de comités de base, independientes de los sindicatos corporativistas.

Los enfermeros de Estados Unidos ya han dado un primer paso decisivo al formar un comité directivo nacional para crear comités de base en todos los hospitales y centros de salud con el fin de luchar contra la victimización de los trabajadores médicos. Esto es parte de la lucha para construir la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) para unir las luchas de los trabajadores de la salud más allá de todas las fronteras nacionales y desarrollarla como un movimiento global coordinado de la clase trabajadora.

En segundo lugar, la lucha por dar prioridad a la vida sobre las ganancias requiere una movilización política contra el sistema capitalista.

Las consecuencias de la subordinación de las necesidades sociales al lucro privado se reflejan claramente en el estado catastrófico del sistema sanitario. Las enfermeras y los trabajadores de la salud lo ven todos los días. El sistema con ánimo de lucro se basa en la explotación de los trabajadores sanitarios y en el sacrificio de la salud de los pacientes en beneficio de las corporaciones médicas y sus inversores. La industria de los seguros privados existe con el único propósito de negar una atención adecuada a los pacientes que la necesitan.

Pero esto debe entenderse como una expresión particular del carácter del sistema capitalista en su conjunto. En los últimos dos años y medio, 20 millones de personas murieron a causa del COVID-19, incluyendo más de un millón en los Estados Unidos, porque la clase dominante rechazó las medidas de salud pública más básicas para detener la transmisión y eliminar este virus mortal. Los mercados de valores se dispararon y los milmillonarios del mundo se dieron un atracón.

El movimiento mundial de los trabajadores de la salud forma parte de un movimiento creciente de la clase trabajadora en su conjunto contra la desigualdad social, la austeridad y la guerra. Un objetivo central de este movimiento debe ser la lucha por abolir el afán de lucro de la medicina y el establecimiento de un sistema socialista, controlado democráticamente por los trabajadores de la salud y comprometido con la prestación de una atención médica de alta calidad como un derecho social básico para todos.

(Publicado originalmente en inglés el 6 de junio de 2022)

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