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Perspectiva

Las directrices de los CDC agravan la política de “COVID para siempre” de Biden

El jueves, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. emitieron nuevos lineamientos para el COVID-19 que eliminan o reducen las recomendaciones de cuarentena, aislamiento y pruebas para personas expuestas o infectadas. Los cambios son los más recientes de una serie de políticas anticientíficas de la agencia. Representan una profundización de la política de “COVID para siempre” que el Gobierno de Biden le ha impuesto a la fuerza a la población estadounidense.

Haciendo eco del refrán de los oficiales de la Casa Blanca en julio, la oficial de los CDC y coautora de las nuevas directrices, Greta Massetti declaró en una rueda de prensa que “El COVID-19 llegó para quedarse”.

Los cambios se producen en medio de una ola que se ha prolongado por varios meses impulsada por cuatro subvariantes de ómicron. La más peligrosa de ellas, BA.5, es la que domina actualmente. Durante los últimos tres meses, ha habido 100.000 infecciones diarias oficiales en promedio, pero la verdadera cifra es medio millón a un millón. El promedio de siete días de muertes diarias ha vuelto a superar los 500. Al mismo tiempo, prácticamente no se están tomando medidas para contener el brote global sin precedentes de la viruela del mono, que ya ha infectado a 11.000 estadounidenses, incluyendo al menos ocho niños.

Las directrices de los CDC claramente buscaron coincidir con el regreso a clases para el nuevo año escolar para darle una cubierta pseudocientífica a mantener las escuelas abiertas sin importar los niveles de transmisión. Cabe notar que, en enero de 2021, Massetti participó en una discusión pública con la economista Emily Oster, una de las fanáticas principales de la campaña para reabrir las escuelas, y abogó por reabrir las aulas incluso antes de que se vacunara la gran mayoría de la población estadounidense. Pocos días después, Oster auspició un evento similar con el coautor de la Declaración Great Barrington, Jay Bhattacharya.

Ahora, los CDC recomiendan que los individuos expuestos no se mantengan en cuarentena, que no se lleve a cabo el rastreo de contactos ni que se tomen pruebas de vigilancia en la mayoría de los lugares. Las directrices reafirman el aislamiento arbitrario de cinco días para las personas infectadas. En línea con esto, los CDC eliminaron su programa Test to Stay” que animaba a los estudiantes expuestos a seguir yendo a clases con tal de que dieran negativo en las pruebas. Si bien ya era un programa anticientífico, los nuevos lineamientos disuaden a los estudiantes expuestos a hacerse pruebas y mantenerse en cuarentena. Según Massetti, los individuos expuestos simplemente deberían utilizar mascarillas.

El mismo día en que se publicaron las directrices, el senador Bernie Sanders entrevistó al Dr. Ashish Jha, coordinador de la respuesta al COVID-19 de la Casa Blanca, quien exigió que las escuelas permanecieran abiertas, declarando: “Deberíamos anticipar un año escolar en el que todos los niños estén en la escuela de manera presencial, a tiempo completo y durante todo el año. Creo que tenemos toda la capacidad para hacerlo, y esa debería ser la única norma aceptable”. Cuando Sanders hizo la absurda afirmación de que “los niños... no están muriendo” de COVID-19, Jha no lo corrigió.

De hecho, durante el año escolar 2021-2022, si bien hubo algunas mitigaciones mínimas en los distritos escolares dirigidos por el Partido Demócrata, los CDC han registrado más de 1.000 muertes pediátricas por COVID-19. Solo este verano, más de 200 niños han muerto oficialmente por el virus. Incluso antes de la reanudación de las clases, las hospitalizaciones de niños han alcanzado recientemente los mismos niveles que durante el punto más alto de la ola delta el pasado mes de septiembre.

Las directrices de los CDC se apoyan en desinformación, omisiones y mentiras. La afirmación central de la agencia, en línea con la Casa Blanca, es que las medidas de salud pública para detener la transmisión no son necesarias porque existen “las herramientas” para prevenir enfermedades graves y muertes. A lo largo del documento, se hace hincapié en prevenir que la enfermedad sea “médicamente significativa”, que se define como un caso agudo grave o secuelas post-COVID-19 (es decir, COVID persistente).

A partir de los propios datos de los CDC, está claro que toda infección debe considerarse “médicamente significativa”. La agencia publicó la semana pasada un estudio sobre los efectos del COVID-19 en los niños, en el que se descubrió que los infectados previamente tenían un riesgo sustancialmente mayor de sufrir múltiples afecciones potencialmente mortales, como embolia pulmonar aguda, miocarditis y miocardiopatía, episodios tromboembólicos venosos, insuficiencia renal aguda y diabetes de tipo 1, además de síntomas debilitantes como trastornos del olfato y el gusto, problemas circulatorios, fatiga y dolor.

De forma alarmante, una proyección hipotética realizada por el analista gubernamental Stuart Jones, utilizando las estimaciones de los CDC sobre la prevalencia del COVID persistente, descubrió que en 20 a 30 años con la actual política de “COVID para siempre” y contagios masivos, entre el 70 y el 90 por ciento de la población tendría COVID persistente grave y se consideraría discapacitada.

En cuanto a las “herramientas” que la Administración de Biden afirma que hacen posible la coexistencia con el virus —las vacunas y las terapias—, éstas son cada vez más ineficaces en prevenir las hospitalizaciones debido a las reinfecciones masivas, la disminución de la inmunidad y la evolución del virus. Los estudios ya han demostrado que el virus está mutando en respuesta al antiviral Paxlovid, y el científico Dr. Eric Topol declaró recientemente que la resistencia viral al fármaco es “inevitable”.

Otro estudio publicado por los CDC en julio descubrió que durante las olas de ómicron BA.1 y BA.2 del invierno y la primavera, respectivamente, la eficacia de la vacuna contra la hospitalización cayó precipitadamente. En el caso de las personas que recibieron dos dosis, disminuyó del 61 por ciento en el periodo de BA.1 al 24 por ciento durante el periodo de BA.2. Para aquellos que habían recibido una tercera dosis más de 120 días antes, la eficacia cayó del 85 por ciento a solo el 52 por ciento. Este conocimiento hace aún más criminal el hecho de que las últimas directrices de los CDC mantengan que dos dosis constituyen una serie primaria completa.

El inmenso peligro que supone la evolución del virus hacia variantes más transmisibles, más resistentes al sistema inmunitario, más virulentas o cualquier combinación de las tres, es bien conocido por los CDC y la Casa Blanca.

En la misma entrevista con Bernie Sanders, el Dr. Jha reconoció que “el virus está evolucionando muy rápido”, con subvariantes nuevas “en cuestión de pocos meses y variantes más importantes cada 6-9 meses”. Dijo, “estamos actualizando nuestras vacunas, vamos a tener toda una nueva generación de vacunas este otoño que van a ser muy específicas para la variante que hay ahora mismo... Ahora bien, es posible que nos encontremos con un virus más grave o más contagioso. Pero creo que a largo plazo, senador, con las herramientas que tenemos, seguimos actualizándolas, desarrollando mejores tratamientos, confío en que seremos capaces de mantenernos por delante de este virus”.

La afirmación de que el Gobierno podrá “mantenerse por delante de este virus” actualizando las vacunas se contradice con el hecho de que el virus “evoluciona muy rápido”. Las vacunas que se están diseñando para las variantes actuales tendrán una eficacia reducida contra cualquier nueva variante que sea dominante cuando se distribuyan las nuevas vacunas. Mientras tanto, los comportamientos fomentados por los CDC y los funcionarios de la Administración de Biden darán lugar a una transmisión más rápida y generalizada, acelerando el proceso de evolución viral que tarde o temprano “nos tomará por sorpresa”.

Toda la élite política y los medios de comunicación corporativos han aclamado las nuevas directrices. Randi Weingarten, presidenta del sindicato magisterial American Federation of Teachers (AFT), emitió un comunicado de prensa en el que afirmaba: “Recibimos con satisfacción estas directrices... el COVID-19 y otros virus siguen con nosotros, pero gracias a que hay múltiples opciones de prevención y tratamiento disponibles, este no es el momento de nuevas restricciones”.

Los comentaristas burgueses afirman que las directrices reflejan la opinión pública y el comportamiento existente, pero un organismo de salud pública tiene la responsabilidad de hacer recomendaciones científicas basadas en el “control y la prevención” de la enfermedad, no en la llamada opinión pública.

Además, la confusión y la “fatiga pandémica” que existen en la población son producto directo de la incesante campaña de propaganda de los medios de comunicación y de la serie de políticas catastróficas de los propios CDC. Estas incluyen, por nombrar solo algunas, la reducción de los tiempos de aislamiento de las personas infectadas para satisfacer las demandas de mano de obra de las corporaciones, la manipulación del mapa de transmisión comunitaria para guiar el uso de mascarillas, minimizando las tasas de contagio, y la expiración del uso obligatorio de la mascarilla en el transporte público.

Los CDC han quedado desenmascarados como un instrumento político de la clase dominante, alineado con el Partido Demócrata y la Administración de Biden. El lenguaje de sus directrices y declaraciones de prensa se inspira directamente en una directiva de relaciones públicas enviada a los funcionarios demócratas por la empresa de encuestas Impact Research, dando prioridad a las elecciones de mitad de período por encima de la salud.

Desde la ola de ómicron del pasado invierno, la Administración de Biden ha abandonado cada vez más descaradamente su enfoque mitigador y se ha alineado con la estrategia de “inmunidad colectiva” defendida por el predecesor fascista de Biden, Donald Trump. Mientras que la clase capitalista tiene diferencias tácticas sobre la mejor manera de mantener su dominio, está totalmente unificada en la política de infecciones masivas perpetuas y asesinato social. En todo el mundo, casi todos los Gobiernos fuera de China han adoptado las mismas políticas homicidas hacia la pandemia.

Los que están tomando estas decisiones, incluidos los funcionarios de los CDC y la Casa Blanca, han demostrado que no tienen derecho a dictar la salud pública. La demanda de “COVID para siempre” es un precursor de la “viruela del mono para siempre” y de cualquier otro patógeno que surja después. El problema no se resolverá sustituyendo a un oficial por otro, sino cambiando la clase que dirige la sociedad.

Solo la clase obrera, armada con una perspectiva socialista revolucionaria, puede poner fin a esta pesadilla. Para ello es necesario extraer las lecciones políticas: ante todo, la necesidad urgente de desarrollar un movimiento de masas de la clase obrera en oposición al Partido Democrático y fuera del control del aparato sindical proempresarial.

La Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB) debe ser expandida a todos los lugares de trabajo, regiones y países para sentar las bases de una movilización de la clase obrera en defensa de las vidas humanas y por la reorganización de la sociedad según los intereses propios de la clase trabajadora.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 13 de agosto de 2022)

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