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La caja: “Todos en el norte de México dependen de las fábricas”

Película dirigida por Lorenzo Vigas: libreto escrito por Vigas, Paula Markovitch y Laura Santullo

La caja es una película sobre la vida en el norte de México, dirigida por Lorenzo Vigas ( Desde lejos, 2015), nacido en Venezuela. Un joven se aferra a un hombre que el joven afirma ser su padre, un hombre que contrata a trabajadores empobrecidos para las fábricas de ropa. El joven vive unas experiencias inquietantes y esclarecedoras y recibe una educación cruel sobre los modos del sistema de libre empresa.

La presentación de Venezuela a los premios de Academia de 2023 abre en Nueva York el 11 de noviembre.

La película de Vigas fue estrenada en el Festival de Cine Internacional de Toronto (TIFF, por sus siglas en inglés) en septiembre de 2021.

Como señalamos en ese momento, La caja y otras películas dirigidas hacia la sociedad eran las excepciones. El festival de cine de Toronto y otros eventos semejantes se han hecho cautivados oficialmente durante los años recientes por la política de la raza y el género.

La caja

La desigualdad social, acelerada y amplificada por una pandemia horrorosa, domina todo el mundo, y un manojo de empresas conglomeradas y milmillonarios implacablemente fortalece su control sobre la vida económica. Nos amenaza una nueva guerra mundial. Sin embargo, para cierto estrato social acomodado y aspirante, las cuestiones cruciales son las de la identidad personal. Esencialmente, se han establecido cada vez más cuotas de hecho según la raza y el género.

El festival de Toronto ha lanzado varias iniciativas dirigidas hacia, según afirma, promover “la diversidad, la equidad y la inclusión en el cine”. “Comparta el viaje de ella”, iniciada en 2017, es una “campaña y un compromiso a abordar la paridad de género y defender a las mujeres enfrente de y detrás de las cámaras”. Los organizadores del festival la ven como una parte de un “movimiento global… dedicado a construir los marcos, empoderar a las creadoras, y trazar un camino para que las mujeres tengan éxito como narradoras que ayudan a formar el paisaje cultural”.

El festival presumió este año de que desde 2016 “hemos tenido una partición igual entre los géneros en los participantes elegidos para nuestras iniciativas del Desarrollo de Talento, tales como el Laboratorio para Cinematógrafos del TIFF, el Estudio para Escritores del TIFF, y las Estrellas Ascendentes del TIFF. 64 por ciento de los oradores en nuestra Conferencia de Industria de 2021 fueron mujeres”.

Las Mujeres y Hollywood, que “educa, aboga por, y agita por la diversidad de género y la inclusión en Hollywood y la industria global de cinematografía”, entusiasmó en agosto de 2022 que “los anuncios del TIFF siguen viniendo y las estadísticas del género de cinematógrafos van mejorándose. El festival ha confirmado que la gama de 2022 para sus secciones de Discovery, Midnight Madness, y Wavelengths, y, sobre todo, las directoras mujeres, femeninas, fuera del binario, y/o de género fluido dirigieron a un enorme 59 por ciento (24) de los 41 largometrajes”.

No hay ninguna evidencia de que se haya ocurrido el menor mejoramiento en el alcance y la profundidad de la cinematografía como resultado de estos esfuerzos. Ésta es una lucha que ocurre dentro de un estrato de la clase media afluente para la posición y los privilegios.

En 2021 el festival de Toronto anunció “Cada historia”, un fondo “para apoyar y celebrar las voces y audiencias mal representadas en el cine”. Tenía la intención de crear oportunidades para “creadores en búsqueda de la equidad”. Un comunicado de prensa explicó que 76 “de las selecciones para el Festival o eran creados o cocreados por mujeres cisgéneros y transgéneros, o cinematógrafos fuera del binario o de dos espíritus. Setenta y cinco por ciento de los oradores en la Conferencia Industrial se identificaban como africano, indígena o una persona de color. Éste es el inicio de un viaje para subrayar las historias que quizás anteriormente fueran no contadas y abordar las razones por su supresión”. No podemos ser los únicos que consideran este tipo de lenguaje inaguantable.

Uno de los “tres pilares primarios” de este programa, junto con “celebrar a los narradores y las audiencias diversos; y crear oportunidades para creadores que son africanos, indígenas, o personas de color”, dicen que es “desafiar el orden establecido”.

La creación de unas metas raciales y de género no hace nada para desafiar el orden establecido. El mismo festival de cine es una parte del statu quo, pues su burocracia está vinculada con esa rama de la élite gobernante canadiense y de Ontario que promueve la política identitaria, las divisiones raciales, étnicas y de género, como una parte de su estrategia para mantenerse en poder.

La gran barrera que lo hace posible que unas “historias” sean “contadas” mientras otras se queden “no contadas” es, sobre todo, la clase social. La vida y los problemas de la vasta mayoría de la humanidad que labora y sufre fomentan muy poco interés en los círculos dirigentes de la industria, y nada sobre las varias iniciativas de los festivales alterará –o tiene la intención de alterar– esa situación.

Los cinematógrafos por todo el mundo sienten estas presiones también. Unos responden a la crisis actual de la sociedad de una manera estrecha y egocéntrica y así se descalifican a sí mismos de las filas de personajes artísticos y serios. Hay más que lo suficiente de películas obsesionadas con la política identitaria, si uno las busca. Otros escritores y directores miran más lejos de su propia nariz al estado general de la sociedad y consideran los dilemas de aquellos cuyas condiciones son mucho peores, y en unos casos trágicamente peores, que las suyas.

En La caja, un joven, Hatzín (Hatzín Navarrete) viaja al norte al estado de Chihuahua para recolector los restos de su padre, que falleció en un accidente minero. En la calle, Hatzín ve a un hombre que cree que es su padre supuestamente fallecido y empieza a seguir las huellas de él. Al final, Mario (Hernán Mendoza), que afirma que el chico se equivoca, contrata al persistente Hatzín como su asistente.

Mario trabaja para la gerencia de varias maquiladoras y otras fábricas que reclutan a los trabajadores de pueblos y ciudades. En cada ubicación, el otro asistente de Mario recita el mismo discurso, algo así: “Estamos en guerra… estamos en guerra con los chingados chinos”. Las mujeres y niñas chinas, dice a la multitud, tienen “las manos pequeñas… ¿Qué pasa si trabajan más rápido que nosotros? Perdemos el trabajo. ¿Vamos a dejar que nos roben el trabajo?” Mario y su banda entregan a montones de trabajadores desesperados a la entrada de estas plantas gigantes.

Hatzín descubre que Mario está engañando a los trabajadores con varios métodos. Una joven, Laura Morales, alza la voz. Se queja de que la fábrica hace que ella y el resto de los empleados trabajen 14 horas en vez de la jornada prometida de 12. Laura confronta a Hatzín con el hecho de que los trabajadores en relidad fueron cobrados por su viaje en autobús a la fábrica, de nuevo, contrario a la promesa. Mario le grita a ella por “aborotar a la gente”. Luego, Laura de repente “desaparece”. Su madre, que viene a buscarla, es amenazada con una nota: “Si vuelves a la policía, matamos al resto de tu familia”. Inicialmente un aprendiz entusiasmado y adepto, Hatzín últimamente descubre su consciencia.

Mario tiene otros modos de acumular el capital necesario para las empresas que quiere iniciar, incluido el de robar a un camión de máquinas de coser.

La caja no es sin defecto, y a veces es un poco monótona, pero Vigas se fija directamente en un asunto vital.

El director, el hijo de un pintor, nació en Mérida, Venezuela en 1967 y actualmente vive en la Ciudad de México. Estudió la biología molecular en la Universidad de Tampa en Florida y la cinematografía en la Universidad de Nueva York. La nueva obra es la última en una aparente trilogía de películas sobre los padres e hijos, incluidos Desde lejos y un documental, El vendedor deorquídeas (2016).

Variety notó que La caja, que fue “grabada durante 10 semanas en 10 ubicaciones distintas por todo el estado mexicano de Chihuahua, también explora los efectos abrumadores de la pobreza sobre la violencia, específicamente la que se trata de los trabajadores migrantes y de fábricas que se arriesgan la vida cada día para ganar un sueldo con que muchos estadounidenses –y la mayoría de las personas del mundo– no podrían supervivir”.

“No pasa solo en México pero por toda América Latina –hay tantos niños que crecen solos, sin su padre”, dijo Vigas a Variety. “Es el tema principal de la película. Pero, también se trata de las desapariciones de mujeres en el norte de México, que es terrible. La cifra es algo como 100.000 mujeres han desaparecido, por razones desconocidas. Unas mujeres que trabajan para estas grandes fábricas en México. Y me interesé mucho en esa historia”.

Dijo a Reuters, “Todos en el norte de México dependen de las fábricas. … No estoy diciendo que todas las fábricas maltratan a la gente, pero hay unas fábricas que encarcelan a sus trabajadores, una situación mucho peor que la que ves en La caja ”.

Vigas ha creado una película valiosa.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 8 de noviembre de 2022)

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