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Perspectiva

Al servicio del capitalismo mundial, el Partido Comunista de China abre el país al COVID-19

Con una velocidad extraordinaria, el Partido Comunista Chino (PCCh), liderado por Xi Jinping, está eliminando todos los aspectos de la política “dinámica de cero COVID” a instancias del capital financiero internacional. Después de más de dos años en los que China ha mantenido, por mucho, la cifra de muertes más baja de cualquier país grande, las próximas semanas y meses podrían ser testigo de niveles masivos de sufrimiento y muertes como resultado de este criminal cambio de política.

Residentes de Beijing con mascarillas cruzan una intersección, 7 de diciembre de 2022 [AP Photo/Ng Han Guan]

El proceso de abandonar el “cero COVID” claramente comenzó el 11 de septiembre con la publicación de los “20 artículos”, los cuales relajaban las normativas sobre pruebas masivas, cuarentenas, control fronterizo, confinamientos y más. Simultáneamente, los casos de COVID-19 estaban disparándose en todo el país.

El miércoles, la Comisión Nacional de Salud de China anunció un programa de 10 puntos que eliminó incluso más restricciones de “cero COVID”. El programa puso fin a las pruebas masivas, abandonó los aislamientos regulados a cambio de una política de cuarentenas voluntarias de siete días en casa para los infectados y anunció que ya no habría confinamientos grandes. El medio estatal Global Times indicó que las nuevas políticas ante el COVID-19 no están diseñadas para “restringir el movimiento de las personas y no suspenderán el trabajo, la producción ni las actividades empresariales”.

Los lineamientos fueron publicados el miércoles después de una reunión el día anterior del Politburó del PCCh, que decidió que su prioridad principal ya no será salvar vidas, sino “impulsar vigorosamente la confianza del mercado” y “promover un alto nivel de apertura al mundo exterior y aumentar nuestros esfuerzos para atraer y utilizar las inversiones exteriores”, según un memo publicado por Xinhua.

Los principales representantes del capitalismo mundial —los titulares del Banco Mundial, el Fondo Monetario International y la Organización Mundial de Comercio— se reunieron en China esta semana para la “Cumbre 1+6”, donde el PCCh ya se comprometió a reabrir China a los negocios y a no imponer más confinamientos ni otras medidas de salud pública para contener la propagación del COVID-19.

El Gobierno chino presentó este giro de la política de COVID-19 como una recalibración científica. Pero no es para nada eso. El PCCh está eliminando las pruebas masivas y levantando las cuarentenas reguladas. Está dirigiéndose rápido hacia una política de “inmunidad colectiva”, la cual predomina a nivel global y por medio de la cual los Gobiernos capitalistas han infectado deliberadamente a las masas rechazando todas las medidas de mitigación y exigiéndole a la sociedad que “aprenda a vivir con el virus”.

La prensa occidental presenta el levantamiento del “cero COVID” en China como una respuesta a las recientes protestas contra confinamientos, que se concentraron en ciertas capas de la clase media acomodada en las universidades. Los propagandistas occidentales afirman que el PCCh por fin está eliminando sus controles draconianos porque se espantó ante la posibilidad de una oposición masiva a su política de COVID-19, que supuestamente es muy impopular. Nada de esto es cierto.

Una encuesta realizada en Shanghái en octubre y noviembre y publicada por el China Data Lab de la Universidad de California en San Diego descubrió que solo el 11,9 por ciento de la población apoya un “ajusta a gran escala” de la política de “cero COVID” en el país. Más del doble, el 24,4 por ciento, declaró que la política “debe mantenerse sin ningún ajuste”. La mayoría de los encuestados, el 58,5 por ciento, declaró que la política necesita “ajustes específicos” pero no pidió ningún “ajuste a gran escala”. La política de “cero COVID” retiene un inmenso apoyo popular y el 83 por ciento de los encuestados quiere que continúe.

El hecho de que la encuesta del China Data Lab se realizara en Shanghái es importante. Esta ciudad de 25 millones de habitantes atravesó dos confinamientos prolongados en los últimos dos años y medio. Si uno creyera lo que dice la prensa occidental, ninguna otra ciudad se opondría más que Shanghái al “cero COVID”. No obstante, cuando se realiza una encuesta científicamente fundamentada, sucede que hay un apoyo contundente a continuar las medidas de salud pública necesarias para prevenir la extensión de la pandemia.

Las protestas citadas por la prensa occidental son pequeñas, reuniendo apenas a algunos cientos de personas en una nación de 1,4 mil millones de habitantes. Además, están arraigadas casi exclusivamente en estudiantes de la clase media-alta en las universidades elite del país. Las protestas fueron escenificadas como ardid publicitario para los periodistas occidentales, no para movilizar un apoyo amplio en la población china. Los manifestantes invitaron a todos los medios internacionales, que fotografiaron las hojas en blanco que llevaban durante las concentraciones y escribieron editoriales eufóricos sobre el nacimiento de la “libertad” en China.

Como lo documentó el WSWS, los pasos del PCCh para levantar la política de “cero COVID” preceden a las protestas. En el análisis final, las protestas buscan legitimar las políticas adoptadas por el PCCh, argumentando que abrir las puertas a la pandemia es el producto de las demandas populares, como si el pueblo chino estuviera suplicando infectarse.

La demanda de permitir infecciones masivas en China no proviene del pueblo chino, sino del capitalismo mundial. El Wall Street Journal escribió hoy que “las interrupciones para las empresas [están] amenazando el estatus del país como la fábrica del mundo”. Terry Guo, fundador de Foxconn Technology Group, la empresa responsable de la producción masiva de los iPhone de Apple en China, que ahora se enfrenta a una escasez de trabajadores en las plantas de montaje de Foxconn, escribió una carta a principios de noviembre al Gobierno del PCCh advirtiendo que “los estrictos controles anti-COVID amenazarían la posición central de China en las cadenas de suministro mundiales”. Apple señaló que estaba pensando en trasladar la producción a otro lugar. Samsung, Nike, Volkswagen y otras grandes empresas internacionales han hecho comentarios similares.

La política china de “cero COVID” salvó millones de vidas y evitó que el virus hiciera estragos en el país. No fue una imposición de arriba a la sociedad, sino la movilización planificada y coordinada de vastos esfuerzos colectivos. El pueblo chino se sacrificó y colaboró para garantizar la salud pública de la nación.

La política tuvo éxito, pero fue costosa. China acaba de publicar sus datos comerciales de noviembre, que revelan las peores cifras mensuales en dos años y medio. Según el South China Morning Post, se debe al “elevado coste” de la “política de 'cero COVID' para la economía este año”. Las pruebas masivas, los confinamientos y la repetida incursión de nuevas variantes incubadas fuera de China se combinaron como una inmensa fuga de recursos para el Estado. El aislamiento necesario para mantener las medidas de salud pública en un mundo en el que todos los demás Gobiernos habían desechado todos los protocolos de seguridad contra el COVID-19 agravó los peligros económicos. En contra de la voluntad de la población, los dirigentes del PCCh están abriendo el país para restablecer la generación a gran escala de las ganancias capitalistas.

El PCCh se apresuró a informar a los inversores que China estaba abierta a los negocios y que la época de confinamientos había terminado. El martes, Qin Gang, embajador de China en Estados Unidos, pronunció un discurso ante el influyente Consejo Empresarial de EE.UU. y China asegurando que China estaba realizando “ajustes dinámicos” en su política de “cero COVID” para “facilitar el comercio con Estados Unidos”. Entre su audiencia se encontraban representantes de Amazon, Apple, General Motors, Pepsi, Boeing, Nike, JP Morgan Chase, Dow, Abbot y Pfizer. El mensaje era claro. El Partido Comunista Chino aseguró a las grandes empresas estadounidenses que el acceso a la clase trabajadora china ya no se interrumpiría.

En Europa y el Reino Unido se dieron garantías similares. El director de la Cámara de Comercio Europea emitió un comunicado: “La Cámara acoge sin duda con satisfacción este repentino cambio de política que, por primera vez, indica una estrategia de salida [del “cero COVID”]; eso es muy importante”. Afirmó, “las empresas europeas lo reciben con gran satisfacción”.

El jueves, David Malpass, presidente del Banco Mundial; Kristalina Georgieva, directora gerenal del FMI; Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la OMC; Gilbert Houngbo, director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT); Mathias Cormann, secretario general de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE); y Klaas Knot, presidente del Consejo de Estabilidad Financiera –efectivamente, en su conjunto, el consejo general del capitalismo mundial— se reunieron en Huangshan (China) en una “mesa redonda 1+6”.

El primer ministro chino, Li Keqiang, les dio la bienvenida y les habló de la economía china. Prometió el fin de los confinamientos y expresó “el compromiso de China de dinamizar la economía mundial mediante la profundización de la reforma y la apertura.” Prometió: “Coordinaremos mejor el control de la pandemia y el desarrollo social y mantendremos un buen orden para la producción”.

El capitalismo genera muertes a su paso. El verdadero triunfador en el levantamiento de la política china de “cero COVID” es el virus. Una población inmunológicamente ingenua de 1,4 mil millones de personas es vulnerable a infectarse. Los ancianos chinos tienen una tasa muy baja de vacunación y es probable que muchos mueran. El COVID-19 se propagará y mutará, desarrollando cepas nuevas y más virulentas.

(Publicado originalmente en inglés el 9 de diciembre de 2022)

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