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Perspectiva

La segunda ronda del UAW termina en desastre para la burocracia

El conteo inicial de votos de la segunda ronda del sindicato United Auto Workers (UAW) concluyó el fin de semana, dejando al candidato Shawn Fain con una ventaja leve de 645 votos frente al presidente actual del UAW, Ray Curry. Parece que Fain ganará, si bien se están disputando 1.608 papeletas. No se espera que los resultados se anuncien hasta fines de esta semana o a inicios de la próxima.

Ray Curry y Shawn Fain [Photo: UAW/UAWD]

Hay varios aspectos importantes de esta elección.

En primer lugar, la segunda ronda se produjo antes de que el monitor del UAW nombrado por un tribunal certificara la primera ronda, que concluyó en diciembre de 2022. Esto se debe a la protesta exhaustiva presentada al monitor del candidato a presidente del sindicato, Will Lehman, donde documenta una campaña sistemática de supresión de votos que resultó en que menos del 10 por ciento de los miembros votara en la primera ronda.

El monitor ni siquiera se ha molestado en responder a la protesta, a pesar de que el UAW desafió deliberadamente las facultades del propio monitor de actualizar las direcciones de correo de los miembros y de publicitar la elección para “garantizar el empoderamiento de la mayor cantidad posible de miembros”. En cambio, permitió que se perpetuara la farsa antidemocrática.

En segundo lugar, la participación de votantes en la segunda ronda fue abismal, pese a los esfuerzos del aparato del UAW de dar a conocer más ampliamente la elección, cuando solo quedaban los candidatos elegidos por el propio aparato. Tomó medidas básicas, como colocar anuncios y enviar avisos por correo para recordarles a los trabajadores que debían votar, algo que no hizo en la primera ronda. No obstante, solo se emitieron 138.628 votos o menos del 13 por ciento de los 1,1 millones de miembros activos y jubilados del UAW que podían votar.

¿Cómo se puede explicar esto? El aparato del UAW y sus dos candidatos para presidente no cuentan con ninguna base de apoyo dentro de la clase trabajadora. Tras décadas colaborando con las empresas y los sucesivos Gobiernos en la destrucción sistemática de los empleos, los niveles de vida y las condiciones laborales, los ejecutivos adinerados de la clase media-alta que conforman la sede central del sindicato, mal llamada “Solidarity House”, y sus satélites son odiados por las bases.

Quienquiera que gane la elección tan solo recibió el voto del 6 por ciento de los miembros del UAW. Sin embargo, esto exagera el total real de votos. Si se restaran los más de 41.000 funcionarios sindicales activos y retirados y a sus lacayos, los votos del presidente entrante del UAW se aproximarían más al 3 por ciento de las bases.

La elección no fue más que una repugnante disputa al interior del aparato sindical. Lo que estuvo en juego fue el reparto de cargos altamente remunerados y el acceso a los más de $1 mil millones en activos. Si existieran diferencias entre el Administrative Caucus, que lleva mucho tiempo en el poder, y la facción UAW Members United de Fain, son solo de carácter táctico en relación con la mejor forma de contener la rebelión cada vez mayor de las bases contra la burocracia del UAW y las empresas.

Fain es un antiguo funcionario del aparato burocrático del UAW y pertenecía al Administrative Caucus. Subió la jerarquía desde oficial local del sindicato en una planta de fundición de Chrysler en Kokomo, Indiana, en 2001, a un alto cargo en Solidarity House durante los últimos 11 años. Como miembro del Comité Nacional de Negociación del UAW con Chrysler, Fain apoyó una serie de ataques salvajes a los salarios y las condiciones de los trabajadores en 2009 y 2011, antes de que lo nombraran director adjunto del Departamento UAW-Fiat Chrysler. El departamento luego sería calificado como el epicentro de la “cultura de corrupción” del UAW, cuando los fiscales federales imputaron a su jefe, Norwood Jewell, en 2019, por aceptar sobornos de las empresas a cambio de aprobar y hacer valer contratos propatronales.

Desde noviembre de 2017, Fain ha sido codirector del Centro Nacional de Capacitación UAW-Chrysler en Detroit. Más recientemente, se ha vuelto el principal propagandista de la burocracia afirmando que la corrupción del UAW solo se trató de algunas “manzanas podridas”. Como lo ha señalado el WSWS, lo único que cambiaría si Fain quedara electo sería que su salario anual aumentaría de $156.364 como “asistente administrativo” a los casi $300.000 que se embolsa el presidente.

La investigación del Gobierno estadounidense sobre las décadas de corrupción en el UAW, que el Gobierno de Obama solo inició después de que los trabajadores de Chrysler se rebelaran en 2015 y rechazaran abrumadoramente un contrato nacional respaldado por el UAW por primera vez en tres décadas, nunca tuvo como objetivo empoderar a las bases. Por el contrario, fue diseñada para darle a la burocracia un maquillaje “democrático” para poder mantener control sobre los trabajadores y seguir imponiendo los dictados de las corporaciones y el Gobierno.

Fain y su lista de candidatos han sido respaldados por los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés) y Labor Notes. Estas organizaciones pseudoizquierdistas, que representan a capas acomodadas de la clase media-alta y a sectores de la cúpula sindical, operan dentro del Partido Demócrata y desempeñan un papel fundamental en apuntalar la maltrecha credibilidad de los aparatos sindicales.

Pero el resultado de la votación demuestra que ningún sector de la burocracia cuenta con el apoyo de los trabajadores y que toda la institución carece de legitimidad. Se trata de un desastre para el Gobierno de Biden, que se apoya en el aparato del UAW para controlar la creciente insurgencia de la clase obrera contra una inflación vertiginosa y las intolerables condiciones de trabajo. Este levantamiento de los trabajadores amenaza con acabar con las décadas de contención salarial, que han sido clave para el enriquecimiento de la oligarquía empresarial y financiera.

Y lo que es más importante, la clase dominante estadounidense necesita los sindicatos para imponer “disciplina laboral” mientras se prepara para una guerra total con Rusia y China. En un artículo de opinión en el New York Times la semana pasada, el planificador de guerra australiano Ross Babbage, analista del Center for Strategic and Budgetary Assessments en Washington D.C., dijo que el estallido de una gran guerra con China, que “es quizás más probable ahora que en cualquier otro momento desde la Segunda Guerra Mundial”, requeriría sacrificios sin precedentes para los trabajadores estadounidenses.

Esto incluiría un racionamiento de emergencia y un aumento de la inflación y el desempleo, escribe Babbage, “especialmente en el período en que la economía se reorganice para el esfuerzo de guerra, lo que podría incluir que algunos fabricantes de automóviles pasen a construir aviones o que las empresas de procesamiento de alimentos se conviertan a la producción de productos farmacéuticos prioritarios”. Para prepararse para la guerra, insiste Babbage, las cadenas de suministro críticas deben trasladarse a EE.UU. y a las naciones aliadas, y EE.UU. debe “restaurar su dominio en la producción mundial”.

Después de utilizar las burocracias sindicales para bloquear las huelgas en las refinerías de petróleo, los puertos y los ferrocarriles el año pasado, la Casa Blanca las está integrando aún más en la estructura del Estado mientras prepara una economía de guerra. Esto incluye el nombramiento por Biden la semana pasada de Ray Curry para un puesto clave en el Consejo de Exportación del presidente. Este órgano, que está formado por los jefes de las principales empresas estadounidenses y funcionarios de prácticamente todas las agencias gubernamentales, incluidos los jefes del Departamento de Seguridad Nacional y del Consejo de Seguridad Nacional, tiene la tarea de “expandir las exportaciones” a medida que EE.UU. intensifica su conflicto comercial y militar con China.

La oposición de la clase trabajadora crece contra las exigencias de que acepten mayores sacrificios. Las elecciones están concluyendo cuando el UAW trata de imponer un contrato en Caterpillar que significaría una disminución del 20 por ciento o más en los salarios reales de 7.000 trabajadores durante la vigencia del contrato propuesto de seis años. El UAW también se enfrenta a una explosión de ira por los despidos masivos en la autopartista Dana, que se llevaron a cabo con la complicidad de la burocracia sindical.

Este año se producirán importantes batallas de clase entre los trabajadores del UAW y otros sectores de la clase obrera de Estados Unidos e internacionalmente, incluidos más de 170.000 trabajadores de GM, Ford y Stellantis en Estados Unidos y Canadá.

La cuestión central planteada por la campaña de Will Lehman, trabajador de Mack Trucks, era la necesidad de transferir el poder de decisión del aparato del UAW a los trabajadores en la planta mediante la construcción de una red de comités de base en cada fábrica y lugar de trabajo. Presentándose como socialista y luchador por la unidad internacional de la clase obrera, Lehman obtuvo casi 5.000 votos de trabajadores de todo EEUU. Esto demuestra que existe una poderosa base para unificar las luchas de los trabajadores contra la explotación capitalista a través de la construcción y expansión de la Alianza Internacional Obrera de Comités de Base (AIO-CB).

(Publicado originalmente en inglés el 6 de marzo de 2023)

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