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Estados Unidos lanza ataques con misiles el día de Navidad contra el noroeste de Nigeria

La policía nigeriana y el escuadrón antibombas aseguran el lugar de un ataque aéreo estadounidense en el noroeste, Jabo, Nigeria, el viernes 26 de diciembre de 2025. [AP Photo/Tunde Omolehin]

El día de Navidad, el ejército estadounidense lanzó múltiples ataques con misiles de crucero contra objetivos en el noroeste de Nigeria, que según la Casa Blanca causaron la muerte de varios militantes del Estado Islámico (EI, o ISIS por sus siglas en inglés, o Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL)) y se llevaron a cabo a petición del Gobierno nigeriano. La administración Trump y los funcionarios nigerianos han calificado públicamente la operación como una misión conjunta contra el terrorismo.

Los medios de comunicación informaron de que la operación incluyó misiles lanzados desde al menos un buque de la Armada estadounidense situado en el golfo de Guinea contra objetivos en el estado de Sokoto, en el noroeste de Nigeria. Una fuente militar estadounidense declaró al New York Times que se lanzaron «más de una docena» de misiles de crucero Tomahawk, que impactaron en dos campamentos del EI, mientras que el Mando África de Estados Unidos (AFRICOM) describió «ataques aéreos» que mataron a «múltiples terroristas del EI».

La fuente estadounidense destacó que los ataques se llevaron a cabo con misiles de crucero Tomahawk, armas de precisión de largo alcance lanzadas desde buques que el imperialismo estadounidense ha utilizado repetidamente en sus ataques contra Irak, Siria, Libia y otros países. Los medios de comunicación y el Pentágono también se refieren de manera más general a «ataques aéreos», lo que implica el probable uso adicional de aviones con base en portaaviones o en tierra, aunque los detalles siguen siendo clasificados.

Funcionarios estadounidenses indicaron que los ataques implicaron misiles de crucero Tomahawk de la Armada de los Estados Unidos lanzados desde un buque de superficie, casi con toda seguridad un arma del tipo «Tactical Tomahawk» Bloque IV/V. Se trata de misiles de largo alcance, subsónicos y guiados por GPS, diseñados para misiones de ataque terrestre en profundidad, capaces de ser reorientados en vuelo y de lanzar una ojiva unitaria de alto poder explosivo de 1.000 libras con gran precisión contra objetivos terrestres fijos, como los campamentos atacados en el estado de Sokoto.

El Pentágono publicó un vídeo de al menos un misil lanzado desde un buque de la Armada de los Estados Unidos después de la operación en Nigeria, y los funcionarios de defensa estadounidenses dijeron a la prensa que el ataque se llevó a cabo desde un buque en la región, lo que apunta a los perfiles estándar de lanzamiento de misiles Tomahawk desde buques.

En el momento de redactar este artículo, se desconocen los detalles sobre el número de personas muertas en los ataques. La evaluación inicial del AFRICOM solo dice que la operación «mató a varios militantes/terroristas del EI», sin más información.

Una publicación del AFRICOM en X corroboró los informes de los medios de comunicación, afirmando que los objetivos eran militantes del Estado Islámico o ISIL/ISIS en zonas rurales de Sokoto, una zona en la que operan diversos grupos armados en medio de la crisis social provocada por décadas de subdesarrollo impuesto por el imperialismo. El presidente Trump se jactó de que los terroristas «recibieron un duro golpe», declarando que los ataques fueron «numerosos y mortíferos», mientras se negaba a proporcionar detalles básicos sobre los objetivos o las víctimas.

El número de víctimas civiles sigue siendo objeto de controversia, ya que la declaración del AFRICOM solo habla de la muerte de «múltiples terroristas del ISIS», mientras que los informes de las emisoras estadounidenses señalan que la administración «no ofreció detalles adicionales... como cuáles fueron los objetivos específicos o el número de víctimas».

La comunicación oficial del AFRICOM afirmaba que había lanzado los ataques «a petición de las autoridades nigerianas» en el estado de Sokoto, «matando a múltiples terroristas del ISIS», presentando el ataque como un ejercicio perfecto de lucha conjunta contra el terrorismo. El mando calificó la misión de éxito, al tiempo que omitía cualquier referencia a los daños causados a la población civil o al impacto desestabilizador más amplio de la militarización estadounidense en el Sahel y África Occidental.

La justificación oficial de Estados Unidos para la operación es que forma parte de la «guerra contra el ISIS» y que tiene como objetivo a los militantes presuntamente responsables de los ataques contra los cristianos en el norte de Nigeria. Trump había pasado semanas acusando públicamente al Gobierno nigeriano de no proteger a los cristianos y, según la cobertura de la Radio Pública Nacional (NPR), describió el ataque del 25 de diciembre como una respuesta largamente esperada a una «amenaza existencial» para el cristianismo en el país.

En una entrevista en la radio WABC, Trump elogió el ataque, presumiendo de que los terroristas del ISIS «recibieron ayer un duro golpe» y que habían recibido «un regalo de Navidad muy malo».

En Truth Social, Trump escribió que «bajo mi liderazgo, nuestro país no permitirá que prospere el terrorismo islámico radical» y que los militantes del ISIS en el noroeste de Nigeria habían estado «atacando y asesinando brutalmente a cristianos inocentes a niveles sin precedentes, nunca vistos en muchos años, incluso siglos».

Junto con esta declaración, Trump dijo que «habrá muchos más» terroristas muertos «si persisten sus ataques contra los cristianos», prometiendo efectivamente una campaña indefinida de ataques imperialistas estadounidenses contra Nigeria y cualquier otro país que el presidente fascista designe.

La afirmación de que se está produciendo un «genocidio cristiano» en Nigeria es un engaño, que en esencia no difiere de las afirmaciones de Washington sobre el «narcoterrorismo» en Venezuela o el «genocidio blanco» en Sudáfrica.

Los datos del Proyecto de Datos sobre Localización y Eventos de Conflictos Armados (ACLED por sus siglas en inglés), un observatorio de la violencia independiente y ampliamente citado, contradicen directamente esta narrativa. Los registros del ACLED muestran que los grupos islamistas y otros grupos armados que operan en el norte de Nigeria han atacado tanto iglesias como mezquitas, y han matado tanto a cristianos como a musulmanes. Estos ataques no están motivados por el odio religioso, sino por la brutal crisis social provocada por décadas de saqueo imperialista, corrupción estatal y militarización.

La población de Nigeria, de aproximadamente 220 millones de habitantes, está dividida casi a partes iguales entre cristianos y musulmanes, siendo estos últimos mayoría en el norte. Si bien los datos del ACLED indican que los ataques a iglesias han aumentado en los últimos seis años, también muestran que las mezquitas fueron atacadas con más frecuencia que las iglesias en 2015 y 2017. Las víctimas de la violencia armada en Nigeria no pertenecen a un solo grupo religioso, sino que son trabajadores de todas las religiones y etnias.

El actual bulo cobró impulso en septiembre, cuando el presentador de televisión prodemócrata Bill Maher describió lo que estaba ocurriendo en el norte de Nigeria como un «genocidio», como forma de justificar el genocidio israelí respaldado por Estados Unidos en Gaza. Refiriéndose al grupo islamista Boko Haram, dijo: «Han matado a más de 100.000 personas desde 2009 y han quemado 18.000 iglesias». Añadió: «Esto es mucho más que un intento de genocidio, más que lo que está ocurriendo en Gaza. Están intentando literalmente acabar con la población cristiana de todo un país».

Esta narrativa fue rápidamente aprovechada por el Partido Republicano, y el senador de Texas Ted Cruz afirmó en X que «más de 50.000 cristianos» habían sido masacrados.

El objetivo fundamental de esta campaña es reafirmar el supuesto derecho de la Casa Blanca a lanzar misiles de crucero contra cualquier país basándose en pretextos humanitarios inventados, y preparar la expansión de las operaciones militares estadounidenses a nivel mundial. El ataque a Nigeria forma parte de la campaña de la Administración Trump para reafirmar el dominio imperialista estadounidense sobre África, un continente que alberga aproximadamente el 30 % de las reservas minerales críticas probadas del mundo y vastos yacimientos de tierras raras sin explotar.

La importancia de Nigeria para Washington no radica principalmente en su dependencia energética inmediata, sino en su peso geopolítico. Con aproximadamente 37.000 millones de barriles de reservas probadas de petróleo, Nigeria sigue siendo el mayor productor de petróleo de África y un escenario central en la intensa lucha entre Estados Unidos, China y otras potencias por la influencia en el continente. Los gigantes energéticos estadounidenses, como Chevron y ExxonMobil, mantienen importantes inversiones, a pesar de que las importaciones totales de crudo nigeriano por parte de Estados Unidos han disminuido.

A nivel nacional, los ataques también satisfacen las necesidades políticas reaccionarias de Trump. Al invocar el espectro de un «genocidio cristiano», Trump busca reforzar el apoyo de su base evangélica de derecha, gravemente erosionada por la crisis de Epstein.

Los ataques con misiles del día de Navidad deben entenderse en el contexto más amplio de la aceleración de la campaña estadounidense para dominar militarmente África. En cuestión de días, Washington lanzó importantes ataques contra objetivos del Estado Islámico en Siria y abrió un frente militar directo en África Occidental, lo que confirma que la llamada «guerra contra el terrorismo» es un marco global permanente para la violencia imperialista.

La operación también siguió a la rápida intervención de Nigeria a principios de diciembre, actuando como representante del imperialismo estadounidense y francés, para frustrar un intento de golpe de Estado en Benín el 7 de diciembre de 2025. Burkina Faso, Malí y Níger han expulsado a las fuerzas francesas y estadounidenses y han estrechado sus relaciones con Rusia, lo que ha llevado a Washington y París a depender cada vez más de Nigeria para defender sus intereses estratégicos en la región.

Los informes indican que los servicios de inteligencia franceses proporcionaron vigilancia en tiempo real durante la operación de Benín, mientras que Washington suministró apoyo estratégico en materia de inteligencia.

Esta injerencia imperialista es profundamente impopular entre los trabajadores de Nigeria y de toda la región, y se está desarrollando en medio de una creciente ola de lucha de clases. A lo largo de 2025, Nigeria se ha visto sacudida por huelgas y protestas masivas en las que han participado cientos de miles de trabajadores, expresando su creciente resistencia al programa de austeridad del FMI del presidente Bola Ahmed Tinubu, que ha recortado los subsidios al combustible, ha elevado los precios de los alimentos y el transporte y ha intensificado el empobrecimiento masivo.

A finales de septiembre, una huelga nacional de los trabajadores petroleros, en la que participaron entre 30.000 y 40.000 trabajadores, amenazó el suministro de combustible. A esto le siguió en noviembre una huelga indefinida a nivel nacional de los trabajadores de la salud, en la que participaron más de 200.000 trabajadores sanitarios, lo que paralizó los hospitales públicos de todo el país. A principios de diciembre, el Congreso Laboral de Nigeria organizó protestas a nivel nacional y amenazó con una huelga general, movilizando a decenas de miles de personas en las calles y reclamando el apoyo de millones de trabajadores sindicalizados de múltiples sectores.

En estas condiciones de intensificación de la lucha de clases, la burguesía nacional nigeriana depende cada vez más de su asociación con Washington para reforzar su aparato represivo. Al insistir públicamente en que los ataques con misiles estadounidenses fueron una operación conjunta que respetó plenamente la soberanía nigeriana, el Gobierno está profundizando la dependencia del país del poder militar extranjero e invitando a nuevas intervenciones con el pretexto de la lucha contra el terrorismo.

Desde el punto de vista de la clase obrera internacional, los ataques militares contra Nigeria son una seria advertencia. Demuestran que la clase dominante estadounidense, sumida en la crisis y liderada por los elementos corruptos y criminales de la administración Trump, está dispuesta a expandir y multiplicar las guerras en todo el mundo, fusionando la demagogia religiosa, las mentiras sobre los «derechos humanos» y la lucha contra el «terrorismo» con la búsqueda despiadada de intereses estratégicos y económicos.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 26 de diciembre de 2025)