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El candidato del Partido Socialista ha derrotado por poco al anterior oficial de Pinochet en las elecciones presidenciales de Chile

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El líder del Partido Socialista, Ricardo Lagos, candidato para dirigir la Coalición en Chile, derrotó por poco a Joaquín Lavin en la segunda ronda de elecciones presidenciales el domingo pasado. Lagos encabezará una nueva administración compuesta por la coalición Concertación, la cual ha estado en el gobierno desde 1990 cuando el anterior dictador Augusto Pinochet dimitió del poder.

Lagos ganó un 51.32 por ciento de votos contra el 48.68 por ciento de Lavin y su Alianza de Chile. La segunda vuelta fue necesaria porque ninguno de los candidatos consiguió el 50 por ciento en la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Diciembre. Lagos y Lavin estaban muy iguales en la primera ronda con sólo 30,000 votos de diferencia.

Las elecciones demostraron un gran desencanto de los electores hacia los dos candidatos. Más del 10 por ciento de los electores registrados, 900,000 de 8 millones, votaron nulo o se quedaron en casa a pesar de ser obligatorio votar. Además, alrededor de 1,4 millones, especialmente jóvenes, no se enrolaron antes de la fecha señalada por el gobierno el pasado Agosto. Se registraron menos votantes que en las anteriores elecciones presidenciales de 1993.

Más de 60,000 partidarios de Lagos celebraron la victoria con una manifestación el Domingo por la noche. Incluso en esta concurrencia se revelaron los problemas políticos que confronta Lagos. En un momento de la manifestación, alguien en la multitud lanzó la frase; ¡Pinochet debe ser sentenciado!, interrumpiendo el discurso victorioso de Lagos y obligándole a hacer una pausa. Lagos sólo pudo responder refiriéndose a: proteger los derechos, respetando la vida y especialmente defendiendo los derechos humanos y prometiendo ”respetar las decisiones de los tribunales de justicia” en Chile contra el dictador.”

El incidente enfatiza la distancia entre el presidente electo y sus propios partidarios. Lagos es el primer presidente perteneciente al Partido Socialista desde que Salvador Allende fue derrocado por el golpe militar de Pinochet en 1973. Pero se ha opuesto a la extradicción de Pinochet de Inglaterra a España e incluso sugirió actuar como enviado de Chile después de la detención del dictador en Inglaterra hace 15 meses.

Según se acercaba la fecha de las elecciones los medios de información y la clase dirigente, Lagos y Lavin incluidos, se han esforzado por evitar cualquier referencia a Pinochet. Ambos candidatos evitaron cualquier discusión acerca de la dictadura militar, la cantidad de atrocidades y los juicios contra Pinochet en Inglaterra. En cambio llamaron a la unidad nacional y a la reconciliación.

A pesar de los esfuerzos de Lagos para enterrar el caso Pinochet, las voces de la muchedumbre indicaban los sentimientos de la gente hacia la dictadura militar. Muchos de los votos que permitieron a Lagos ganar en la segunda vuelta vinieron de los que en la primera vuelta votaron por candidatos del Partido Comunista de Chile, el Partido Humanista y los Verdes independientes, todos los cuales apoyan el juicio contra Pinochet.

La alternativa era Lavin, que trabajó como consejero de Pinochet en los años 80 y es miembro de la Unión Democrática Independiente, un grupo semi-fascista y ultra nacionalista, algunos de cuyos miembros fueron oficiales del ejército o agentes de la policía secreta.

Lejos de querer ajusticiar a Pinochet y al ejército, Lagos hizo una llamada abierta en su discurso a colaborar con la derecha. En presencia de Lavin quien abrazó y felicitó al nuevo presidente (PS), Lagos prometió “trabajar junto con aquellos que ayer eran mis adversarios. Aquí hay sitio para todos. Nadie sobra en Chile.”

Lo poco que separaba a los dos candidatos por las promesas que hicieron durante la campaña electoral desapareció en las tres semanas siguientes a la primera votación. Era imposible distinguir a Lagos de Lavin. Lagos adoptó la promesa del candidato derechista de ser “duro con el crimen.”

Lagos puso un anuncio en la televisión en el que decía a los delincuentes que no le votaran porque él será implacable con ellos. El día siguiente repitió la advertencia diciendo que no habrá impunidad ni dudas.

Lagos también nombró a Soledad Alvear, antiguo ministro de justicia, como uno de sus miembros en la campaña electoral para demostrar su compromiso de mantener la ley y el orden. El año pasado, Alvear intentó introducir una legislación que permitiría a los jueces imponer sentencias de cárcel a niños desde los 14 años en adelante. Ella también trató de imponer sentencias más duras y un criterio más duro para las apelaciones, libertad bajo palabra y libertad bajo fianza.

Antes de las elecciones del domingo, Lagos se apresuró a asegurar a los capitalistas y a los mercados internacionales que no habrá ningún cambio en lo establecido por la Concertación anterior. Lagos emitió una declaración pública en la que decía que todos los que han sido nombrados como sus ministros, principalmente los de su propio Partido Socialista, serían reemplazados por un número de economistas cualificados del FMI, especialistas en privatización y conocidos por su oposición a las propuestas de cambiar las draconianas leyes del trabajo en el país.

El hecho que Lagos apenas pudo conseguir derrotar al derechista Lavin es una acusación contra la historia de la coalición de gobiernos de Concertación, la cual mantuvo la política de economía de mercado libre establecida por la dictadura de Pinochet y durante cuyos gobiernos disminuyeron los niveles de vida y aumentó la polarización social.

En las elecciones presidenciales de 1993 el candidato Demócrata Cristiano de la Concertación, Eduardo Frei, ganó por mayoría absoluta en la primera vuelta con un porcentaje de votos del 58 por ciento, el más alto desde 1931. El porcentaje de votos combinado de los dos candidatos derechistas fue sólo del 31 por ciento.

En las presentes elecciones, Lagos no solo ganó por pelos a Lavin sino que ganó en zonas tradicionalmente catalogadas como de izquierda. Algunas de esas zonas son; Iquique, ciudad portuaria del norte de Chile y controlada por partidos de izquierda durante décadas y Valparaiso, el mayor puerto y la segunda ciudad más poblada.

Los sondeos del año pasado mostraban que la población tenía un bajo concepto de la coalición gobernante en relación a los mayores problemas, especialmente el desempleo, la pobreza, la delincuencia y los derechos humanos.

Cualesquiera que sean las ilusiones que queden en Lagos y el Partido Socialista se van a evaporar rápidamente cuando el nuevo gobierno imponga el programa de los grandes negocios y adopte la política derechista.