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Nombran a ex asesor de empresa petrolera como representante de los EE.UU. en Afganistán.

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El presidente Bush ha nombrado a Zalmay Khalilzad, antiguo asesor de la Unocal, empresa petrolera estadounidense, y nacido en Afganistán, como representante diplomático en Afganistán. El nombramiento se anunció el 31 de Diciembre, nueve días después que el gobierno interino de Hamid Karzai, apoyado por Estados Unidos, asumiera el poder en Kabul.

Este nombramiento desenmascara el verdadero interés económico y financiero que le dio ímpetu a la intervención militar en Asia Central. Khalilzad está vinculado íntimamente con los antiguos esfuerzos de los Estados Unidos para obtener acceso directo a los recursos de petróleo y gas de la región que todavía no se han explotado y los cuales, según se cree, son el segundo depósito más grande en el mundo. Sólo los yacimientos del Golfo Pérsico son mayores.

Como asesor de Unocal, Khalilzad hizo un análisis de los riesgos que presentaría la construcción de un conducto de gas natural desde la antigua república de Turkmenistán a través de Afganistán y Pakistán hasta el Océano Indio. También participó en las conversaciones entre la compañía petrolera y representantes del régimen Talibán en 1997, conversaciones que pretendían poner en práctica los acuerdos logrados en 1995 sobre la construcción de un gaseoducto a través del oeste de Afganistán.

Unocal fue la empresa principal en la formación del consorcio Centgas, que tenía como propósito extraer gas de los Campos Dauletabad en el sudeste de Turkmenistán, uno de los yacimientos mayores del mundo. El proyecto de $2 billones comprendía la construcción de un gaseoducto de 48 pulgadas de diámetro desde la frontera entre Afganistán y Turkmenistán, pasando cerca de las ciudades de Heart y Kandahar, para cruzar Pakistán cerca de Quetta y conectarse con el gaseoducto ya en existencia en Multan. Una extensión adicional por $600 millones hacia la India también estaba bajo consideraciones.

Khalilzad también abogaba abiertamente por una política mas amena por parte de los Estados Unidos hacia el Talibán. Hace cuatro años, en un artículo editorial en el Washington Post, defendía al régimen Talibán contra acusaciones de promover el terrorismo, diciendo que “El Talibán no practica el estilo anti-Estados Unidos de la misma manera que lo hace Irán”.

“Nosotros deberíamos...estar dispuestos a ofrecer reconocimiento y ayuda humanitaria y promover una reconstrucción económica internacional”, declaraba. “Es el momento para que los Estados Unidos adopte una nueva postura hacia el régimen afgán”. Esta “postura nueva”, claro, habría sido enormemente beneficiosa para Unocal, que de otra manera no podría transportar el petróleo y el gas al mercado desde Turkmenistán, el cual no tiene salida al mar.

Khalilzad sólo cambió su postura sobre el Talibán luego que el gobierno de Clinton disparara cohetes cruceros contra blancos afganos en Agosto de 1998, aduciendo que terroristas bajo órdenes de Osama bin Laden, ya basado en Afganistán en ese tiempo, fueron responsable por los bombardeos contra las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania. El día después del ataque, Unocal trató de frenar a Centgas. Dos meses después canceló todos los planes para construir un oleoducto a través de Afganistán. Los intereses petroleros comenzaron a idearse un Afganistán posterior al régimen Talibán, y también así lo hicieron los representantes del sistema de seguridad nacional de los Estados Unidos.

Nacido en Mazar-e Sharif en 1951, Khalilzad proviene de la vieja élite gobernante de Afganistán. Su padre fue asesor del Rey Zahi Shah, quien rigió hasta 1973. Khalilzad se graduó en la Universidad de Chicago, centro intelectual de la derecha estadounidense, cuando la Unión Soviética invadió Afganistán en 1979.

Khalilzad obtuvo la ciudadanía estadounidense mientras trabajaba como vínculo entre el imperialismo estadounidense y los mujahedines islámicos fundamentalistas que luchaban contra del gobierno de Kabul, el cual era apoyado a su vez por la URSS. Del bando de los mujahedines provienen tanto los Talibanes como el Al Qaeda de bin Laden. Khalilzad también trabajó como asesor especial en el Departamento de Estado durante el gobierno de Reagan, cabildeando exitosamente para acelerar la ayuda militar a los mujahedines, incluyendo cohetes teledirigidos tipo “Stinger, que son portátiles y antiaéreos y y jugaron un papel importantísimo durante la guerra. Luego Khalilzad se convirtió en subsecretario de defensa durante el gobierno de Bush padre durante la guerra contra Irak, para luego trasladarse a la Corporación Rand, grupo estratégico de las fuerzas armadas estadounidenses.

Luego que Bush hijo fue nombrado presidente gracias al voto 5-4 de la Corte Suprema estadounidense, Khalilzad encabezó la comisión de transición del gobierno Bush-Cheney en el Departamento de Defensa y asesoró al nuevo Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Es significante que él mismo no fuese nombrado para ninguna cartera del gabinete. Para eso hubiese sido necesario la ratificación del congreso, lo que hubiese generado dudas muy incómodas respecto a su rol como asesor de una empresa petrolera en Asia Central y como mediador ante al Talibán. Más bien fue nombrado al Consejo de Seguridad Nacional [ National Security Council: NSC], lo cual no necesita la ratificación del congreso.

Como miembro del NSC, Khalilzad se reporta Condoleeza Rice, la asesora de seguridad nacional, quien también trabajó de asesora para una empresa petrolera en Asia Central. Luego de trabajar para el primer gobierno de Bush entre 1989 y 1992, Rice ocupó un puesto en la junta directiva de la Corporación Chevron y era la perito principal de esta organización en Kazakhastán, donde Chevron posee el mayor concesionario entre todas las empresas de petróleo. Los vínculos entre las empresas petroleras y Bush-Cheney son de gran fama, pero poco se ha dicho acerca del papel tan prominente que estos antiguos asesores de empresas petroleras juegan en Asia Central.

Uno de los pocos comentarios que la prensa ha hecho sobre este aspecto de la campaña militar de EE.UU. apareció en el San Francisco Chronicle el 26 de Septiembre pasado. El columnista de este periódico, Frank Viviano, hace la siguiente observación: “La razón oculta de la guerra contra el terrorismo puede resumirse en una palabra: petróleo. El mapa que muestra los santuarios terroristas y los blancos en el Medio Oriente y Asia Central es también, a nivel extraordinario, el mapa de las fuentes principales de recursos energéticos del siglo XXI...Es inevitable que muchos consideren que la guerra contra el terrorismo se ha llevado a cabo en nombre Chevron, Exxon y Arc, empresas estadounidenses; de TotalFinalElf, francesa;de la Britsh Petroleum; de la Royal Dutch Shell [holandesa]; y otras empresas multinacionales enormes, las cuales han invertido cientos de billones de dólares en la región”.

El silencio de los medios de prensa

El mundo oficial de Washington entiende esta realidad muy bien, pero los medios de comunicación más importantes, controlados por los conglomerados- tales como las cadenas de televisión y los diarios nacionales—han mantenido un silencio que, a fin de cuentas, es una forma de auto censura basada en intereses políticos.

La única excepción es un artículo que se publicó el 15 de Diciembre en la sección de negocios del New York Times, titulado “A medida que la guerra cambia las alianzas, los pactos petroleros siguen”.. El Times reportó que “El Departamento de Estado está estudiando las posibilidades de proyectos energéticos post-Talibán en la región, la cual posee más del 6 por ciento de los reservas mundiales cuya existencia se ha comprobado y casi un 40% de las reservas de gas”.

El Times indicó que, durante una visita a Kazakhastán a principios de diciembre, “El Secretario de Estado, Colin L. Powell , dijo que había quedado“singularmente impresionado” con el dinero que las compañías petroleras estadounidenses invertían ahí. Calculó que unos $200 millones podrían ingresar a Kazahkstán durante los próximos 5 o 10 años.”

Spencer Abraham, Secretario de Energía, también había fomentado las inversiones petroleras estadounidenses en la región durante una visita a Rusia en Noviembre, en la cual fue acompañado por el presidente de la Chevron Texaco, David J. O´Reilly.

El secretario de defensa Rumsfeld también ha jugado su papel en las maniobras continuas respecto a los oleoductos. Durante su visita el 14 de Diciembre en Bakú, capital de Azerbaiján, le aseguró a funcionarios del rico estado petrolero de la región del Caspio que el gobierno estadounidense cancelaría las sanciones impuestas en 1992 luego del conflicto con Armenia por la región de Nagorno-Karabakh.

Ambos países, Azerbaiján y Armenia, se han unido a las fuerzas armadas estadounidenses en Asia Central, ofreciéndole al Pentágono derechos de paso y el uso de sus campos de aterrizaje. La visita de Rumsfeld—y sus comentarios—fueron la recompensa. Este mismo le dijo al Presidente Haydar Aliyev que el gobierno [de EE.UU.] había llegado a un acuerdo con los dirigentes del Congreso para levantar las sanciones.

EL 28 de Noviembre la Casa Blanca emitió un comunicado celebrando la apertura oficial del primer oleoducto establecido por la Caspian Pipeline Consortium, empresa colectiva de Rusia, Kazahstán, Omán, Chevron Texaco, Exxon Mobil y otras compañías petroleras. El oleoducto conecta la inmensa reserva petrolera de Tengiz en el noroeste de Kazakhstan con el puerto ruso de Novorossiysk en el Mar Negro, donde los tanqueros son abastecidos para la distribución en los mercados internacionales. Las compañías estadounidenses contribuyeron $1 billón de los $2,65 billones que costó la construcción.

El comunicado de Bush declaró que “El proyecto CPC también promueve la Política Nacional de Energía de mi gobierno al desarrollar una maya de varios ductos en la zona del Caspio que también incluye los oleoductos Baku-Tbilisi-Ceyhan, Baku-Supsa, y Baku-Novorossiysk y el gaseoducto Baku-Tbilisi-Erzurum.”

La prensa le prestó escasa atención a este comunicado. Los medios de comunicación tampoco hicieron referencia al hecho que al consorcio que participó en el plan Baku-Ceyhan, encabezado por la empresa petrolera británica BP, lo representa ante la ley el bufete de abogados Baker & Botts. El abogado principal de esta firma es James Baker III, secretario de estado durante el gobierno de Bush (padre) y vocero principalde la campaña presidencial de Bush en el 2000, la cual exitosamentre logró que se cancelara el recuento de votos en la Florida.