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El presupuesto de Bush convierte al país en guarnición con billlones de dólares para la guerra y represión

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La Casa Blanca acaba de presentar el presupuesto para 2003. Éste propone enormes aumentos en los gastos para el sector militar; el espionaje en el extranjero y en el interior de la nación; y medidas represivas dentro del país mismo. Junto con estos aumentos van reducciones enormes en las rentas internas de los ricos y una congelación casi total de los gastos que cubren los programas sociales. Este plan verdaderamente convierte a los Estados Unidos en una guarnición armada hasta los dientes, con una población militarizada y lanzando guerras perpetuas a un lejano rincón del mundo tras otro.

Bush ha propuesto el mayor aumento en los gastos militares—no sólo en términos absolutos, sino también en cuanto a porcentaje—desde los primeros años del gobierno de Reagan. Los gastos del Pentágono crecerían un 14% en el 2003, o sea, a $379 billones. Otra cifra del presupuesto, de $16.8 billones para el Ministerio Energía, provee los fondos para la producción de ojivas nucleares. Con todo ésto, el presupuesto militar total llegará a casi $396 billones.

Esta cantidad es verdaderamente asombrosa; sin embargo, la prensa casi ni le ha hecho críticas o comentarios. Bajo condiciones en que las necesidades sociales aumentan en el país, y sin ningún antagonista militar en el extranjero, el gobierno de los Estados Unidos no obstante propone gastar más de $1 billón a diario para mantener su maquinaria militar.

$38 billones del aumento de $48 billones son para financiar las actividades y el personal de las fuerzas armadas y la adquisición de armas nuevas y las investigaciones. El aumento de sueldo para los militares—de 4.1%—es además del 6.9% en el presupuesto actual. Es el segundo año seguido que el gobierno federal le ha dado mayor aumento de sueldo al personal militar que a los trabajadores federales civiles.

Además, se ha añadido $10 billones para establecer un “cofre de guerra” que el presidente podrá usar a su discreción. Esto en sí representa una entrega del poder legislativo a la Casa Blanca que no tiene precedente. Ésta tendría, pues, la autoridad para financiar actividades militares iguales a la guerra en Afganistán por seis meses sin tener que obtener dinero adicional del Congreso.

La propuesta para que se adopten estos gastos representa un aumento enorme, no sólo mayor a los fondos que se habían asignado el año pasado, sino también a lo que el mismo Pentágono esperaba varias semanas antes. El 7 de enero, el New York Times publicó un informe que citaba a varios “funcionarios de antigüedad en el Congreso y entre los militares”. Éstos expresaban que el aumento en el presupuesto del Pentágono sería de $20 billones; es decir, un 6% luego de tomar en cuenta la inflación. Pero no; el aumento fue el doble, además de los $10 billones en fondos discrecionales. Lo que sugiere que el gobierno había tomado estas decisiones a largo plazo basándose en la política militar reciente..

La adquisición de armas nuevas y provisiones aumentará $7.6 billones: a $68.7 billones. La cantidad total para las investigaciones y el desarrollo será $54 billones, lo cual incluye casi 8 billones para sistemas de defensa contra cohetes teledirigidos.

Otros detalles particulares incluyen:

* el crucero móvil tipo howitzer ($475 millones);

* el helicóptero de espionaje tipo “Comanche” ($910 millones);

* 23 aviones de guerra tipo “ stealth, F-22 Raptor” ($5.2 billones);

* un sistema de espionaje por satélite: Sistemas Infrarrojos de Altitud Espacial ( Space-Based Infrared Systems-High) ($15 billones);

* la aceleración del desarrollo y producción de los aviones Predator y el Global Hawk, que no llevan piloto ($1 billón);

* la restauración de cuatro submarinos tipo Trident capaces de disparar cohetes cruceros teledirigidos en vez de ojivas nucleares ($1 billón);

* un aumento en la producción de bombas guiadas por rayos laser y por satélite ($1.1 billones)

Este enorme aumento en los gastos para el 2003 también levanta el nivel básico presupuestario durante los años venideros. Según los cálculos en el documento del presupuesto, al Pentágono se le ha garantizado que recibirá aumentos seguros durante los próximos cinco años que llegarán a los $451 billones en el 2007. Las adquisiciones por sí solas—es decir, el dinero que se gasta para comprar armas—darán un tremendo salto de $61 billones este año a $99 billones en el 2007. La tasa de aumento general será 30% durante los próximos cinco años. Según un estudio de las Oficinas del Presupuesto del Congreso, si todo el sistema de defensa basado en cohetes teledirigidos llega a aprobarse, la cantidad requerida será mayor aún: $238 billones durante las próximas dos décadas para este programa solo.

Quizás el mayor aumento en gastos está dirigido a las actividades cuasi militares y de espionaje bajo el control directo del Pentágono y la CIA: un aumento de 20% para las Fuerzas Especiales, de $600 millones a $3.8 billones. El presupuesto de la CIA es información secreta, pero un informe de la Prensa Asociada ha calculado que el presupuesto de la agencia aumentaría 50%: entre $1.5 y $2 billones, lo cual representaría un total de $5 billones.

La semana pasada el Washington Post reportó que el 8 de septiembre Bush había firmado una Directiva sobre la Seguridad Nacional [National Security Decision Directive] que previamente había permanecido secreta. Ésta autorizaba a la CIA tomar cualquier tipo de acción que le diera la gana en 80 países. John Pike, analista de GlobalSecurity.org, comentó que al director de la CIA, George Tenet, se le “había dado carta blanca”. El periódico Los Angeles Times citó a un funcionario del gobierno: “La agencia se ha desbordado empleando a gente”.

El militarismo dentro del país

La única otra esfera del presupuesto federal que recibirá un aumento importante es la seguridad nacional, para la cual se gastarán casi $38 billones, o sea, casi el doble. Casi todos los ministerios del gobierno recibirán fondos que de alguna manera están vinculados a la “guerra contra el terrorismo”: $146 millones para el Ministerio de Agricultura para la protección de los alimentos contra el terrorismo biológico; $884 para el Ministerio del Interior para fortalecer la seguridad de los parques y monumentos nacionales, y $129 millones para que la Administración Nacional Aeronáutica del Espacio construya cohetes y lanzadores de cohetes a prueba del terrorismo.

La mayor porción de los gastos para la seguridad nacional consiste de $10.6 billones para el Servicio de Inmigración y Naturalización, la Patrulla Fronteriza y otras actividades relacionadas con las fronteras. Casi $6 billones se han asignado para combatir el terrorismo biológico y $4.8 billones para la seguridad de la aviación. El mayor aumento proporcional es de 900% —para ayudar a los servicios locales de emergencia, tales como la policía, los bomberos, y los técnicos de emergencia médica—a un total de $3.5 billones.

Hay una medida para la “seguridad de la patria” que es bastante siniestra: la creación de un nuevo comando militar que, por primera vez en la historia del país, pone a todas las fuerzas armadas de los Estados Unidos continental bajo el mando de un oficial único. El nuevo Mando del Norte comenzará sus actividades a no más tardar del 1ro. de octubre, según el general de la Marina de Guerra, Peter Pace, vice presidente del Estado Mayor. El gobierno nunca estableció semejante mando central, ni siquiera durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los Estados Unidos vivía bajo la amenaza constante de ataques directos. En ese entonces, habían muchas inquietudes que ese tipo de mando echaría las bases para una dictadura militar.

El pretexto del terrorismo

El gobierno de Bush, los Republicanos y Demócratas del Congreso y la prensa estadounidense todos están de acuerdo con que este enorme aumento de los poderes militares y policiales se debe a las necesidades impuestas por la “guerra contra el terrorismo”. Por supuesto, ignoran dos hechos evidentes: que antes del 11 de septiembre la Casa Blanca ya había exigido un aumento enorme en los gastos militares; y que el último presupuesto militar del gobierno de Clinton representaba el mayor aumento en los gastos de guerra desde la época de Reagan.

El Senador Kent Conrad, Demócrata que representa al estado de Dakota del Norte y quien es presidente del Comité sobre el Presupuesto del Senado, fue vocero de este consenso bipartita: “En esta esfera, al presidente se le dará casi todo lo que pide. Estamos en guerra, y cuando el presidente pide recursos adicionales para la defensa nacional, generalmente los consigue”.

No han habido muchos esfuerzos para explicar por qué la amenaza de un puñado de terroristas debería causar una concentración militar comparable a la que tomó lugar durante el gobierno de Reagan cuando la Guerra Fría estaba en su apogeo y miles de cohetes teledirigidos estadounidenses estaban apuntados hacia la Unión Soviética.

Uno de los pocos comentaristas que tocó el tema fue Paul Krugman, escritor para el New York Times. Escribió: “Nosotros los peritos en la no defensa estamos un poco confusos acerca de por qué un ataque de varios maniáticos armados con navajas para cortar cartón justifica que se gaste $15 billones en armas de artillería que pesan 70 toneladas, o en desarrollar la producción de tres tipos diferentes de aviones avanzados de guerra (antes del 11 de septiembre, funcionarios del gobierno habían sugerido que ésta cifra—tres—era demasiado alta). Ningún político que espera ser reelegido se atreverá a admitirlo, pero parece que la nueva insignia del gobierno es, “No dejaremos atrás a ningún empresario contratista que trabaja para la defensa”.

No cabe duda que los intereses económicos de los fabricantes de armas causan gran inquietud a los políticos que representan a los grandes negocios en los dos partidos. Pero esa explicación es superficial. La expansión de los poderes del Pentágono, claro, no representa la misma amenaza que Al Qaeda, pero sí tiene un propósito verdaderamente militarista.

El imperialismo estadounidense ahora derrocha el dinero en gastos para el militarismo que no había hecho durante la Guerra Fría. ¿Por qué? Porque contempla acciones agresivas contra una cantidad de antagonistas mucho más numerosos que a los que se enfrentaba durante los años de conflicto con el bloque soviético. En ese entonces el teatro de la guerra se limitaba a pocos actores: Europa central, Turquía, Corea.

Hoy día, el establecimiento militar de los Estados Unidos se prepara a lanzar guerras en todos los rincones del mundo, desde Asia Central a Latinoamérica, desde África a China. En su discurso sobre el Estado de la Nación la semana pasada, Bush señaló en particular a Corea del Norte, Irán e Iraq como objetivos de inmediato. Luego, buscando apoyo para su presupuesto bélico en una de esas manifestaciones que se celebran durante las elecciones, le dijo a un público de miembros de la Fuerza Aérea: “Es imperativo que podamos enviar nuestras tropas a estos campos de batalla y a lugares en que a muchos de nosotros nunca se nos habría ocurrido que existirían campos de batalla”.