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Estudiante Alemán se suicida en salón de clases

¿Por qué tanta violencia en las escuelas alemanas?

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El suicidio reciente en Alemania de un estudiante de bachillerato de 18 años de edad ha provocado horror por todo el país. Luego de los recientes atracos con armas de fuego en una escuela de la ciudad de Erfurt, la cuestión surge de nuevo: ¿qué impulsa a estos estudiantes a perpetrar estos actos violencia tan bestiales contra ellos mismo y otros?

Dima K. era estudiante de secundaria de segundo año en el liceo Luisenschule en la ciudad de Essen, ubicada en la región del Ruhr. El 11 de junio, estaba dando clases de lengua alemana y, como sucede a fines de año escolar por todo el país, los estudiantes hablaban de sus notas y los cursos en que se inscribirían el próximo semestre. Cuando el maestro anunció los resultados del examen que Dima había tomado y le advirtió que lo más probable era que no iba a pasar de curso, el joven repentinamente sacó un cuchillo de trinchar de 21 milímetros y, en frente de toda la clase, se apuñaleó el vientre doce veces. Se llamó a la ambulancia, pero a pesar de una cirugía de emergencia, el joven sucumbió a sus heridas.

De acuerdo a la policía, el estudiante había comprado el cuchillo el día anterior con la intención de quitarse la vida; el recibo todavía estaba en su bulto escolar. Las autoridades se expresaron vagamente acerca de las razones por el suicidio y se lo atribuyeron a “problemas personales y escolares”.

El rector de la escuela, Hans Schippman, y otros compañeros estudiantes tampoco pudieron explicar el sangriento suicidio. Según Schippman, Dima, emigrado de Moravia, no había sido joven solitario y se había “integrado bien” a la vida alemana. No había sido estudiante de distinción, no usaba drogas, y era jugador de baloncesto muy entusiasta. A pesar que ya había repetido un grado y que pasar al tercero de bachillerato estaba en duda, su carrera escolar en Luisenschule en realidad no corría peligro.

Según el rector, Dima tenía flaquezas respecto a ciertas materias, pero, igual que muchos otros estudiantes, era fuerte en otras. El rector especuló que el joven se sentía agobiado por muchos problemas personales y que la mala nota en alemán puede haber sido la gota que desbordó el vaso.

Schippman admitió, sin embargo, que la escuela misma tenía varios problemas. “Deberíamos interesarnos más en cada individuo”, dijo. “Deberíamos hacer más por ayudar a los jóvenes con las dificultades y los problemas que la vida presenta”. Defendió al maestro de lengua alemana, quien, en una “situación normal”, había criticado el rendimiento escolar de Dima. También dio razones estructurales por la falta de atención a los estudiantes: los deberes administrativos más y más se apoderan del horario de los maestros.

Puede que el suicidio de Dima haya recibido tanta atención por la violencia extrema con que le puso fin a su vida tan joven, pero en realidad no es un caso aislado. Lo cierto es que existen buenas razones para investigar no sólo las razones personales y psicológicas del suicidio, sino también las condiciones sociales que contribuyen a la gran cantidad de suicidios estudiantiles en Alemania.

Después de los accidentes automovilísticos, el suicidio es la primera causa de muerte entre la juventud alemana. Un promedio de 40 jóvenes al día trata de suicidarse en Alemania, y tres terminan muriendo. Un estudio reciente llevado a cabo por la Universidad de Bremen, quien condujera una encuesta de jóvenes entre las edades de los 12 y los 17 en 36 escuelas, descubrió que uno de cada diez estudiantes había contemplado el suicidio por lo menos una vez.

Otros estudios han mostrado que la tasa de suicidio de los estudiantes es mayor que la de los aprendices y obreros de la misma edad, lo cual sugiere que el sistema escolar alemán es de alguna manera responsable.

El deber de las escuelas—y Alemania no es excepción—consiste no solamente en propagar la sabiduría y prepara a los estudiantes, sino que también son instrumentos para criticar el rendimiento escolar y controlar la selección y ejercen una enorme presión que los niños se adapten a temprana edad, lo cual es forzado. La pista del sistema escolar alemán consiste de tres carriles que separan a los estudiantes de cuarto grado que serán trasladados a la Hauptschule, la Realschule o al Gymnasium *. Ello significa que los jóvenes de diez años de edad se dividen de acuerdo a su rendimiento escolar y a su aptitud. Este arreglo determina, a temprana edad, el camino de preparación que han de seguir en el futuro y, en gran parte, el resto de sus vidas adultas.

La presión social para dar rendimiento académico, que la transmite la escuela y el hogar, afecta a los niños de manera destructiva, pues suprime sus talentos e induce la ansiedad. Muchos estudiantes se sienten destituidos de todo poder en las escuelas y reaccionan hacia ellas con miedo, depresión y agresión. La fobia hacia las escuelas es muy común y muchos niños que sufren de ello reciben “tratamientos” con estupefacientes.

Además de los maestros no consagrarle más atención a los estudiantes debido las enormes responsabilidades administrativas—a las cuales se refirió el rector de Luisenschule—la capacitación de los maestros deja mucho que desear, lo cual causa que muchos de los problemas de los estudiantiles no se descubran hasta demasiado tarde. En las universidades alemanas, la capacitación de los maestros se concentra en el conocimiento especializado. La metodología pedagógica juega un papel casi subordinado, y la capacitación en el campo de la psicología casi ni existe. Tal como en las escuelas públicas, las universidades alemanas también están sujetas al programa de austeridad y la capacitación académica se subordina a consideraciones de la economía.

El sistema educativo de Alemania es muy responsable de los tantos problemas que afectan a niños y a adolescentes. Al mismo tiempo, las escuelas mismas sufren de problemas sociales más amplios, sobretodo cuando éstos adquieren forma destructiva, tal como el abuso de drogas o actos de violencia.

Un estudio de las condiciones sociales de la ciudad de Essen, donde Dima vivía, ilumina las presiones adicionales que afectan pesadamente a los jóvenes. Essen está ubicada en el mismo corazón de la región del Ruhr, la cual se desarrolló durante la industrialización del Siglo XIX. Durante muchas décadas, la región dependía de la mina del carbón y de la producción de acero. La gran cantidad de trabajadores de la región con consciencia de clase y organizados políticamente era baluarte de los partidos y las organizaciones del movimiento obrero socialista: primero de los socialdemócratas (SPD) y a los sindicatos y, luego de la Segunda Guerra Mundial, del partido Comunista Alemán (KPD) y otros partidos y grupos menores.

Ya esos tiempos no existen. La mina del carbón y la producción de acero ya no producen ganancias y, a pesar de toda intención de hacer una “transición estructural”, el desempleo es extremadamente alto. Ha aumentado al 18% en varias ciudades del Ruhr. Essen tiene la mayor cantidad de personas de la región que viven de las subvenciones del gobierno; y la pobreza domina los ruinosos vecindarios de la zona norte de la ciudad. Al mismo tiempo, Essen también sirve de hogar a familias que son extremadamente ricas y es la sede de 10 de las 100 corporaciones más ricas de Alemania. No cabe duda que la ciudad posee bastante riquezas, pero la distribución es muy desnivelada.

No es nada más que las condiciones económicas han cambiado. El campo de la política también se ha transformado. El Ruhr siempre ha sido baluarte del SPD desde que se convirtiera en región industrial importante. Aunque el SPD ya hacía tiempo que había abandonado sus orígenes revolucionarios marxistas, éste permaneció vinculado a un programa de reforma social. Siempre que la industria del Ruhr fuera próspera, los alcaldes y senadores del SPD en la región distribuían parte del gran ingreso público que obtenían a través de las rentas internas de los negocios. De tal manera formaron una extensa red de servicios sociales. Esta política, establecida para prevenir las inquietudes y conservar el status quo, resultó en que el partido ganara el apoyo de grandes sectores de la población y obtuviera mayorías absolutas en las elecciones.

Con el fin de la expansión económica después de la Segunda Guerra Mundial y la mundialización de la producción, el programa de reformas sociales basado en la economía nacional había llegado a un callejón sin salida. Los gobiernos dirigidos por el SPD en Berlín, todas las provincias federales y las ciudades han adoptado medidas de austeridad y sistemáticamente han maniobrado para eliminar los servicios sociales mientras le ofrecen a los bancos y corporaciones gigantes grandes excepciones al pago de las rentas internas. Al mismo tiempo, han hecho todo lo posible para que las condiciones de trabajo deterioren y así atraer a las empresas e inversiones transnacionales para convencer a esas compañías que mantengan por lo menos una parte de sus actividades comerciales en Alemania.

Esta política de reducir los gastos no sólo ha resultado en una pobreza galopante debido al desempleo, los salarios bajos y la reducción de los servicios sociales, sino también en una falta de perspectiva general entre la juventud, además de un enajenamiento bien amplio del sistema político. Durante las elecciones locales de 1999, por primera vez desde que se fundara la República Federal de Alemania, el SPD perdió su mayoría absoluta en varias de las ciudades más importantes del Ruhr. Candidatos conservadores de los democratacristianos (CDU) salieron victoriosos en Essen, Dortmund y otras ciudades. Pero esto tuvo que ver menos con el apoyo creciente del CDU que con la abstención enorme que tomó lugar durante el proceso electoral. En el sector norte de Essen, sólo 25% de los votantes elegibles votaron.

Los nuevos gobiernos locales del CDU han intensificado las reducciones de gastos y los programas de austeridad que el SPD introdujo. Una de las decisiones recientes del consejo municipal de Essen—que está bajo la dirección del CDU—respecto a la educación fue cerrar tres de los cinco Gymnasiums de la ciudad, entre ellos Luisenschule.

La severa situación social, en conjunto con la falta de orientación y perspectiva política, ha creado un ambiente de desesperación y desesperanza. En una sociedad donde la idea de la solidaridad parece cosa del pasado lejano, a los jóvenes, e inclusive los niños, se les inculca que usen los codos para seguir adelante. Al progreso del individuo se le percibe como única alternativa a la degradación y a la pobreza. La presión social contra los trabajadores y jóvenes inmigrantes es peor aún, pues tienen que mostrar que saben trabajar mejor que los ciudadanos para poder obtener puestos decentes en el mercado de la mano de obra.

Las razones exactas del suicidio de Dima nunca se sabrán. Pero a fin de cuentas, la violencia de los estudiantes contra sí mismos o contra otros ha de comprenderse como reflejo de la violencia social creciente de la sociedad alemana; violencia fomentada y nutrida por las ex organizaciones de la clase obrera.

Nota:

Hauptschule: escuela de nivel secundario menor que da una preparación básica general

Realschule: escuela de nivel secundario menor que prepara a los estudiantes con una educación general más amplia y brinda la oportunidad de pasar a otros grados secundarios de nivel mayor que conducen a la capacitación vocacional o la educación universitaria.

Gymnasium: escuela que consiste de niveles secundarios menores y mayores y da una preparación general más profunda con el objetivo de preparar a los estudiantes para la universidad.