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Jefe militar de los Estados Unidos admite que tropas estadounidenses ya se encuentran en Irak

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El gobierno de Bush, aún cuando emprende un acto final de charlatanería diplomática en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, ya ha lanzado la acción militar en el territorio de Irak.

El Pentágono admitió la semana pasada que tropas estadounidenses ya están activas en el norte del país, a la vez que aviones de guerra estadounidenses y británicos intensifican dramáticamente sus bombardeos contra objetivos militares y civiles, sobretodo en el sur.

Richard Meyers, general de la Fuerza Aérea y presidente del estado mayor, confirmó informes periodísticos que soldados estadounidenses se han desplegado en el interior de Irak, pero rehusa dar detalles acerca de la cantidad de tropas en el país o donde tienen sus actividades militares. Otros funcionarios importantes del Pentágono han dicho que en el despliegue participan tropas para Actividades Especiales que colaboran con la CIA en regiones kurdas en el norte de Irak.

Se ha reportado que fuerzas estadounidenses, provenientes de Turquía y Jordania, ya cruzan las fronteras de Irak. Los ejércitos de estos dos países están colaborando abiertamente con Washington. Mientras tanto, representantes de la oposición iraquí, auspiciada por los Estados Unidos, han reportado que aviones de carga estadounidenses están usando una pista de aterrizaje, que mide 8,500 pies de largo, cerca del pueblo de Irbil, en el nordeste de Irak.

Esta expansión militar preliminar en la región recibe su ímpetu, en gran parte, de un objetivo estratégico clave de la guerra que se aproxima: apoderarse de los recursos petrolíferos de Irak. Los pozos petrolíferos en los alrededores de la ciudad kurda, Kirkuk, actualmente producen un millón de barriles diarios, y se ha comprobado que las reservas de la región pueden llegar a 10 billones de barriles. Lo más probable es que la acción militar de los Estados Unidos comienze con una campaña de las Fuerzas especiales para asegurar que Washington termine dueña de este rico premio y prevenir que el régimen iraquí haga reventar los campos.

A la CIA y el Pentágono también les preocupa la posibilidad que separatistas kurdos o turcos traten de apoderarse de los pozos petrolíferos para ellos mismos. Las fuerzas militares turcas repetidamente han desplegado tropas dentro de Irak como parte de la prolongada guerra de represión contra su propia población kurda.

El Pentágono también ha cambiado los reglamentos de combate aéreo para los pilotos que vuelan sobre las zonas restringidas; zonas impuestas unilateralmente por Washington y Londres en el norte y el sur de Irak. Sólo durante el mes pasado, aviones estadounidenses y británicos bombardearon por lo menos tres docenas de blancos, la gran mayoría de ellos en el sudeste del país.

Presuntamente llamadas intervenciones "humanitarias" cuyo propósito es defender la población shiita en el sur y la minoría kurda en el norte, las zonas restringidas no se han establecido por mandato de la ONU y se han usado para desatar una guerra aérea, a nivel muy bajo, mínima contra Irak. A la misma vez, pilotos británicos y estadounidenses están siendo capacitados para la invasión total. No obstante el pretexto humanitario del bombardeo de las zonas restringidas, los aviones de guerra británicos y estadounidenses han cesado los vuelos en el norte cada vez que los militares turcos decidían desatar sus propios bombardeos contra las aldeas kurdas.

El Pentágono sostiene que sus ataques en las zonas restringidas son reacciones al fuego antiaéreo o a los radares iraquís que han interceptado aviones estadounidenses. Pero los militares de los Estados Unidos usan cada incidente como pretexto para bombardear hasta a ocho objetivos diferentes, la gran mayoría de los cuales de ninguna manera está vinculado a las amenazas contra los aviones británicos y estadounidenses. A los pilotos se les entrega las coordenadas de los objetivos predeterminados para cada misión aérea.

La intención de estos bombardeos es clara: borrar del mapa todas las defensas aéreas de Irak dentro del corredor principal que las tropas estadounidenses tienen que atravesar para cruzar la frontera de Kuwait hacia Bagdad. Esto le abriría paso no sólo al bombardeo frenético sino también al uso de helicópteros y aviones de transporte para tropas y abastecimientos.

En varias ocasiones, bombas presuntamente para destruir instalaciones de radar o los cañones antiaéreos han caído sobre zonas bastante pobladas, matando e hiriendo a civiles iraquís. La prensa occidental casi ni se ha molestado en reportar estas muertes, que ocurren casi cada dos días.

En una de estas ocasiones durante el 1ro. de diciembre pasado, cohetes teledirigidos llovieron sobre el edificio de la Southern Oil Company [Empresa Peterolífera del Sur] en Basora, ciudad densamente poblada. Murieron cuatro oficinistas y transeúntes, y otros 27 quedaron heridos. El 26 de diciembre, bombas de nuevo cayeron sobre blancos civiles, inclusive una mezquita, en el sur de Irak. Murieron tres y otras 16 resultaron heridas.

Irak ha reportado que durante los últimos diez años más de 1,400 civiles han muerto en ataques de los Estados Unidos y la Gran Bretaña. Aunque Washington le ha hecho caso omiso a casi todos los informes pertinentes a estas las bajas civiles, las propias estadísticas de la ONU indican que el bombardeo desatado durante los últimos cuatro años ha resultado en casi 400 muertos.

Los ataques, que matan o hieren a hombres, mujeres y niños y destruyen la infraestructura básica de un país ya devastado por la guerra, sirven para dar un gusto de antemano de la "potencia del fuego abrumador" que el Pentágono ha prometido desatar contra Irak. Los planes que el Pentágono ha revelado subrepticiamente prometen que una tormenta de fuego de 800 cohetes cruceros teledirigidos lloverán sobre Bagdad, ciudad de 5 millones habitantes, durante las primeras 48 horas de la guerra. Los Estados Unidos planea tirarle al país casi 3,000 bombas de precisión y cohetes teledirigidos durante los primeros dos días del ataque.

Según los artículos de la Carta de la ONU y los principios que por mucho tiempo han regido el derecho internacional, estos actos de agresión sin provocación contra una población fundamentalmente indefensa, además del despliegue de tropas en el norte de Irak y los bombardeos en las zonas restringidas—para no mencionar la matanza que va a ocurrir—constituyen crímenes de guerra.

Desde el punto de vista jurídico y moral, estas acciones se comparan a la invasión de Etiopía por Italia en 1935 o el estupro de China por el imperialismo japonés durante la misma época. Detrás de todas las mentiras acerca de las "armas para la destrucción en masa" y del apoyo que Bagdad le presta al terrorismo, los motivos son similares: vencer las crisis económicas y sociales del sistema en el interior del país por medio de una guerra agresiva contra una nación débil y oprimida.

No obstante, serán los gobiernos de Bush y Blair—iniciadores de la agresión—que esta semana se presentarán ante el Consejo de Seguridad de la ONU como acusadores de Irak y simularán que son los defensores de la "paz". Las aseveraciones que ambos países han hecho—que velan contra las infracciones de las resoluciones de la ONU y del derecho internacional—apestan de hipocresía.

Lo que estas acciones desbocadas en pos de la guerra han mostrado es que la misma ONU es un dócil instrumento del imperialismo. Como institución es incapaz de hacerle una lectura de cargos formales a Washington y a Londres y acusarles de crímenes de guerra. Lo más que puede hacer es fanfarronería pública detrás de la cual los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad pueden llegar a un acuerdo sórdido: adoptar una segunda resolución que autorize la guerra a cambio de recibir la porción que le pertenece de la riqueza petrolífera de Irak