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La reunión cumbre en las Azores asegura que la invasión militar de Irak por los Estados Unidos tomará lugar en pocos días. Se espera que el presidente Bush presente su caso por televisión a no más tardar del lunes por la noche, cuando anunciará su decisión final acerca de la guerra. Aviones de guerra estadounidenses y 250,000 tropas están listos para comenzar la invasión y conquista del empobrecido país. Es probable es que diez de miles de inocentes mueran en la conflagración.
Durante una conferencia después de la reunión cumbre, Bush abiertamente amenazó a Francia y a otras naciones europeas que se han opuesto a la adopción de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que favorece la guerra. Repitió que el lunes sería "el momento de la verdad". Puede que esto sea así, pero no en el sentido que Bush se imagina.
El gobierno de Bush está destruyendo y repudiando todo el sistema que se estableciera después de la Segunda Guerra Mundial para regir las relaciones internacionales. Esta acción revela la verdadera cara del imperialismo estadounidense, cuya campaña rapaz y delictiva es para apoderarse de los recursos petrolíferos de Irak y establecer el dominio de los Estados Unidos en el Golfo Pérsico.
La Casa Blanca repetidamente se ha valido de analogías a la década del 30 que son absolutamente falsas; analogías que absurdamente comparan a Irak, nación débil y empobrecida, a la Alemania nazi para justificar su política. El paralelo a Hitler existe, pero ésto tiene que ver con Bush, no con Saddam Hussein. Otra vez, tal como la década del 30, el mundo ha quedado tambaleado por los actos desnudos de abuso y agresión que una potencia mundial principal ha instigado. Es la razón por la cual grandes manifestaciones contra la campaña de guerra de los Estados Unidos han ocurrido en casi todas las capitales del mundo.
El comunicado de Bush, y de los primeros ministros de la Gran Bretaña y España, Tony Blair y José María Aznar, respectivamente, hicieron grandiosas promesas de un futuro brillante para el pueblo iraquí una vez que los Estados Unidos conquiste su nación y, como escribiera un periodista estadounidense, "70 años de historia independiente lleguen a su fin". El cinismo de estas promesas se puede ver en los esfuerzos de los tres por culpar al gobierno iraquí del hambre y el empobrecimiento del pueblo iraquí , consecuencia de 12 años de sanciones económicas auspiciadas por los Estados Unidos y la ONU.
¿Quiénes son los individuos quienes insisten que su misión es llevar la democracia al Oriente Medio? El mismo Bush no es producto del voto democrático, sino de elecciones robadas. Llegó al poder cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos intervino luego que perdiera el voto popular a su contrincante del Partido Demócrata. Blair fue escogido como primer ministro directamente por Rupert Murdoch, magnate de la prensa. Su propio partido lo detesta y se le opone, y la mayoría abrumadora del pueblo británico odia su política pro bélica. Aznar es jefe de un partido cuyo patrimonio proviene de Francisco Franco, dictador fascista. Igual que Blair, ha decidido a favor de la guerra a pesar de la oposición pública también abrumante. Ha desafiado la voluntad democrática del pueblo español.
La ubicación de la reunión cumbre — en una base aérea estadounidense en la isla portuguesa de Terceira, en medio del Océano Atlántico — es símbolo del aislamiento del gobierno de Bush y su desprecio total a la opinión pública. Esta reunión no habría podido llevarse a cabo en ninguna de las capitales de los tres países sin movilizar la totalidad de sus militares. Tenía que celebrarse en una isla, inaccesible a los pueblos de los países que participaron en ella, para eludir las enormes manifestaciones como la de un millón de personas que marcharon por las calles de Madrid el día anterior. Aún así, varios cientos de habitantes de las Azores manifestaron su oposición a la guerra venidera en las afueras de la base aérea de Lajes.
Este acontecimiento fue extraño de varias maneras. Los tres cabecillas de estado viajaron 2,300 millas (Bush) o mil cada uno (Blair y Aznar) para sentarse alrededor de una mesa apenas una hora. Entonces comparecieron ante la prensa internacional que se había congregado para dar un nuevo ultimátum no a Saddam Hussein, sino a Francia, Rusia y Alemania y las otras naciones que se han opuesto a la resolución del Consejo de Seguridad que autoriza la acción militar contra Irak.
Bush le dio 24 horas a los miembros del Consejo de Seguridad para que aprobaran como títeres la resolución auspiciada por los Estados Unidos y la Gran Bretaña, luego de lo cual le pondría fin a toda negociación diplomática y autorizaría al Pentágono a proceder con el bombardeo y la invasión total por tierra. Hubo un momento en que Bush distorsionó la cara a medida que criticaba a Francia por ejercer su veto, lo cual se esperaba. Parecía que iba a lanzar la invasión militar no sólo contra Bagdad, sino también contra París.
Esta no fue una reunión cumbre dedicada a hacer todo lo posible por encontrar una solución diplomática, como la Casa Blanca había sostenido. Pero entonces, ¿cómo no explicar la razón por qué el diplomado principal de los Estados Unidos, el ministro de Relaciones Exteriores, Colin Powell, se quedó en Washington? Más bien fue un esfuerzo para asegurar cien por ciento que ningún obstáculo diplomático desviaría al gobierno de Bush de lograr el objetivo que por mucho tiempo había deseado: la guerra.
El petróleo, el dinero, y las mentirasEn varios comentarios que hizo ante la conferencia de prensa después de la reunión, Blair declaró que los invasores se habían comprometido a "usar los recursos de Irak para beneficio de los dueños: el pueblo iraquí". Pero esto no fue más que un intento para contrarrestar la amplia creencia — y con razón — que uno de los objetivos principales de la invasión encabezada por los Estados Unidos consiste en apoderarse de las reservas de petróleo de Irak, las segundas mayores del mundo.
Pero las garantías de Blair adquirieron aún mayor ridiculez luego que la semana anterior la prensa de los Estados Unidos y de Inglaterra abiertamente debatieran la importancia vital del control de los recursos petrolíferos de Irak después de la guerra. Se publicaron informes que indican que a las fuerzas militares británicas que Blair envió a Kuwait se les ha dado la misión de asegurar los campos petrolíferos al sur del país, los cuales se extienden desde Rumaila, cerca de la frontera entre Irak y Kuwait.
Turquía se ha negado a permitir que su terreno sirva de base para las tropas estadounidenses, en parte debido a la oposición del pueblo, pero también debido a que los militares turcos han planeado apoderarse de Kirkuk, centro de los campos petrolíferos al norte de Irak con un tercio de las reservas del país, y aplazar los esfuerzos de los kurdos iraquíes por capturar la ciudad y convertirla en la capital de un Kurdistán autónomo o independiente. El gobierno de Bush ahora tiene planes para la transportación aérea de sus tropas a Kirkuk y así evitar el dominio turco o kurdo.
Y como siempre con el gobierno de Bush, los beneficios personales felizmente rastrean los planes de conquista militar. Sólo días antes de la reunión cumbre, el periódico británico Guardian reveló que el vicepresidente Richard Cheney sigue recibiendo pagos
— que se calculan entre $500,000 y $600,000 — de Halliburton, la enorme empresa de servicios petrolíferos que dirigía antes de las elecciones del 2000. Halliburton es de las tres grandes empresas estadounidenses que han recibido el privilegio de licitar contratos para la rehabilitación de los campos petrolíferos de Irak durante el gobierno de ocupación estadounidense luego de la guerra.
La cobardía y corrupción de la prensa estadounidense se pueden medir en lo siguiente: ni un sólo de los periódicos principales del país ha reportado las revelaciones del Guardian. Y el domingo, durante entrevistas de una hora cada una en los programas de televisión, Meet the Press [Encuentro con la prensa], de la cadena NB,c y Face the Nation [ Cara a cara con la nación], de CBS, a Cheney no se le hizo ni siquiera una sola pregunta acerca de sus finanzas personales.
Bush repetidamente ha declarado que el objetivo principal de la acción militar contra Irak es defender al mundo de la supuesta amenaza de las armas iraquíes para la destrucción en masa. Las mentiras de la Casa Blanca acerca de este tema han sido desenmascaradas muchas veces; la última vez fue en un artículo que apareciera en el Washington Post el mismo día de la reunión cumbre.
El corresponsal sobre los asuntos de seguridad nacional para dicho periódico, Walter Pincus — ex expía de la CIA con buenas "conexiones" a la agencia — citó a fuentes de su ex organización que dieron a conocer, como si fuera evidente, que el gobierno de los Estados Unidos no tiene ninguna evidencia que Irak posee armas químicas, biológicas o nucleares.
Pincus reportó que hay "inquietudes entre varios miembros de las organizaciones de espionaje porque se cree que funcionarios del gobierno han exagerado los informes de espionaje para convencer al público estadounidense y a los gobiernos extranjeros que Irak está en contravención de las prohibiciones de la ONU contra las armas químicas, biológicas o nucleares, y los sistemas de cohetes dirigidos de largo alcance". Y añade que "Un analista de antigüedad que está al tanto del espionaje dijo que una de las dificultades que los inspectores han tenido en ubicar armamentos es ‘que quizás no hayan muchos'".
Continúa: "Funcionarios del gobierno, al presentar su caso contra Irak, repetidamente han fracasado en mencionar la gran destrucción de armas — destrucción documentada —que se llevó a cabo en Irak entre 1991 y 1998, cuando la previa Comisión Especial de la ONU sobre Irak envió sus equipos de inspección al país. Durante ese período, bajo la supervisión de la ONU, Irak destruyó 817 de los 819 cohetes teledirigidos de medio alcance que habían sido proscritos; 14 lanzadores, 9 camiones y 56 lugares fijos de donde se lanzaban los cohetes. También destruyó 73 de 75 proyectiles con secciones biológicas y químicas explosivas, así como también 163 proyectiles con explosivos convencionales".
La crisis del imperialismoLa reunión cumbre en las Azores sigue a un ciclo de fiascos que la diplomacia estadounidense ha sufrido durante toda una semana. Washington ha fracasado en cambiar la oposición de Turquía al despliegue de tropas estadounidenses, y hasta ahora no ha podido obtener permiso de su aliado en la OTAN para que los aviones de guerra estadounidenses puedan volar por el espacio turco. El equipo para toda la división armada de los Estados Unidos flota en buques estacionados en el mar cerca de la costa mediterránea de Turquía.
En las Naciones Unidas, el chantaje y las amenazas de los Estados Unidos han fracasado en ganar el apoyo de los seis países del Consejo de Seguridad que no se han comprometido y cuyos votos son clave. Entre estos los más notables son México y Chile. Ambos dependen totalmente del mercado estadounidense para sus exportaciones. De los quince votos, el gobierno de Bush no cuenta con más de cuatro seguros, o sea, la misma cantidad de hace un mes.
Funcionarios de la Casa Blanca y el Ministerio de Relaciones Exteriores repetidamente han hecho predicciones que eventualmente probaron ser falsas: que Alemania pronto caería en línea de los Estados Unidos; que Rusia llegaría a darse cuenta que sus intereses son iguales a los de los Estados Unidos; que Francia contribuiría fuerzas para no perder los beneficios después de la guerra; que media docena de países menores se doblegarían ante la presión de los Estados Unidos. Si los estrategas militares estadounidenses, en su papel de especialistas en asuntos diplomáticos, son tan pésimos al calcular las posibilidades, el Pentágono se va a encontrar con varias sorpresas sangrientas.
La oposición de las potencias europeas — Francia, Alemania y Rusia — a los planes de guerra de los Estados Unidos contra la guerra imperialista y la masacre de civiles inocentes no se basa en ningún principio. Más bien reconocen que la campaña bélica de los Estados Unidos tiene insinuaciones de mucho mayor alcance que Irak. La guerra representa el esfuerzo de los Estados Unidos, sin paralelo y extremadamente peligroso, para dominar al mundo sin que nadie lo desafíe. Es una postura que sus rivales imperialistas no pueden aceptar, a pesar de su inferioridad militar actual.
Puede que el imperialismo francés haya tenido esperanzas de haber llegado a un acuerdo el otoño pasado, cuando el Consejo de Seguridad adoptó la Resolución 1441 unánimemente. Pero desde ese entonces el gobierno de Bush ha reaccionado, con una vehemencia y amargura sin límites, a todo intento de encontrar una solución diplomática al conflicto con Irak.
Después de decidir que la conquista y la ocupación de Irak eran primordiales a sus ambiciones mundiales, los Estados Unidos no está dispuesto a tolerar la más mínima oposición. La facción de extrema derecha que ha tomado las riendas del poder en Washington tiene un objetivo: ponerle fin a todas las restricciones que le impidan la libertad de acción, no sólo referente al Oriente Medio, sino a todos los temas.
En su descabellado rumbo hacia la guerra contra Irak, sin considerar al, y en desafío del, Consejo de Seguridad de la ONU, los Estados Unidos está causando el colapso total de toda la estructura de relaciones internacionales que se estableció después de la Segunda Guerra Mundial. Se ha embarcado en un proyecto sangriento y criminal cuyas consecuencias catastróficas se harán más claras durante los meses y años venideros.