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Al Gore critica la política de Bush en cuanto a la guerra contra Irak

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El 7 de agosto, ante un público reunido en la Universidad del estado de New York, el ex presidente Al Gore pronunció un discurso político — primero de semejante importancia en casi un año — en el cual ampliamente atacó la política exterior e interior del gobierno de Bush.

Por lo regular, los debates de la política estadounidense sobre las cuestiones importantes carecen la seriedad que merecen. En este contexto, el discurso de Gore fue notable; su crítica fue relativamente al grano y cáustica. Gore bosquejó las características que definen al régimen casi criminal que gobierna desde la Casa Blanca. Le hizo hincapié a los métodos que el gobierno ha empleado para llevar a cabo la guerra contra Irak, agredir los derechos democráticos en el interior del país, y enriquecer los bolsillos de los ricos.

No obstante, Gore se negó a sacar las conclusiones políticas devastadoras del cuadro que el mismo había pintado. Su discurso implícitamente hizo referencias a los grandes problemas que sufre el sistema bipartito de los Estados Unidos a los cuales optó por no tratar abiertamente ante el público.

Un gobierno que se basa en la mentira y la vida secreta

El mensaje principal de Gore consistió de lo siguiente: el gobierno de Bush, al querer seguir una política ideológica de extrema derecha cuyo objetivo era enriquecer a sus ricos partidarios empresariales aún más, sistemáticamente le mintió al pueblo de los Estados Unidos.

Cuando Gore llamó las justificaciones para fomentar la guerra contra Irak “impresiones falsas” — en realidad un eufemismo — y presentó una lista de las mentiras propagadas por la Casa Blanca:

“Saddam Hussein fue culpable, por lo menos parcialmente, del ataque contra nosotros el 11 de septiembre...Saddam colaboraba íntimamente con Osama bin Laden...Saddam le iba a entregar a los terroristas gas asfixiante y gérmenes mortíferos que había convertido en armas...Saddam estaba a punto de construir bombas atómicas que iba a entregar a los terroristas...Iraquíes regocijantes le darían la bienvenida a nuestros soldados...Aunque el resto del mundo se opusiera a la guerra, [los iraquíes] pronto quedarían convencidos luego de nuestra victoria y una vez que comenzáramos a contribuir grandes cantidades de dinero y soldados para ayudarlos...”

La evidencia, continuó Gore, muestra que cada uno de estos pretextos habían sido comprobados como falsos. Señaló a las recientes revelaciones de las investigaciones sobre el 11 de septiembre llevadas a cabo por el Congreso. Éstas establecieron que no había habido ningún vínculo entre Irak y los ataques contra Nueva York y Washington y, además, que los documentos que acusaban a Irak de haber tratado de comprar uranio de Níger habían sido falsificados.

“Y en cuanto a las regocijantes masas iraquíes que habíamos anticipado, desafortunadamente — muy desafortunadamente — ello tampoco sucedió. Nuestras tropas ahora se encuentran en una situación fea y peligrosa”, expresó Gore, añadiendo que “los contribuyentes a las rentas internas ahora tienen que pagar billones de dólares por semana” para financiar la ocupación de Irak.

El ex presidente también hizo la acusación que el mismo tipo de “impresiones falsas” habían dominado al gobierno en la promoción de su política en cuanto a la economía, creando la ilusión que las enormes reducciones en las rentas internas que los ricos pagan crearían nuevos empleos y contrarrestarían a los déficits que se expanden enormemente.

Y en este punto también siguió Gore, todos los pretextos habían resultado falsos. “En lugar de crear Eso no había pasado desde la Gran Depresión...Y ahora sucede que la gran mayoría de los beneficios van a parar a manos de los estadounidenses de mayores ingresos...”

Citó a George Akerlof, ganador del Premio Nobel en la economía en 2001, quien recientemente había expresado en la revista alemana, Der Speigel, que la política de Bush en cuanto a la economía representaba cierto “tipo de saqueo” y catalogó al gobierno de Bush como “el peor de los Estados Unidos durante sus 200 años de historia”.

Gore acusó al gobierno de hacer un “esfuerzo sistemático” para manipular los hechos a favor de una ideología casi totalitaria que para él tiene más importancia que la honestidad”. Como consecuencia, declaró Gore,“que capas e individuos ricos y poderosos que laboran para entrar el círculo de influencia — con apoyo político o enormes contribuciones a las campañas electorales — pueden entonces añadir sus propios estrechos intereses particulares a la lista de los objetivos deseados sin que éstos puedan medirse contra los intereses públicos...Y mientras mayor sea el conflicto entre lo que ellos quieren y lo que es bueno para el resto de nosotros, mayor el ímpetu que reciben para ignorar los procesos normales y guardarlo todo en secreto”.

Como ejemplo, Gore aludió a las reuniones secretas entre el vicepresidente Cheney y los ejecutivos de los consorcios energéticos de Estados Unidos en 2001. Cheney y el gobierno han rehusado revelar los nombres de los participantes o si hubo representantes de la empresa que el vicepresidente dirigía antes de las elecciones, Halliburton.

Gore insinuó que los intereses personales y la codicia en los niveles más altos del gobierno de Bush directamente influyeron la elaboración de la política energética del gobierno. Notó lo siguiente: “Pero claro, como casi todo el mundo sabe, a Halliburton se le concedió un enorme contrato sin restricciones para que pudiera apoderarse de los campos petrolíferos de Irak y manejarlos sin tener que competir contra otras empresas”.

Gore entonces acusó al gobierno de ponerle barreras a la comisión bipartita que se formó para investigar los ataques del 11 de septiembre y señaló que informes de la prensa han dado a conocer que A Bush se le había informado de manera muy específica, un mes antes de los ataques contra Nueva York y Washington que Al Qaida tenía planeado los secuestros de los aviones para desatar ataques terroristas en suelo estadounidense.

El ex presidente acusó a la política del gobierno sobre el ambiente de usar los mismos métodos basados en el engaño y las actividades secretas.

Un tema que recurrió varias veces en el discurso de Gore fue la subversión de las normas democráticas y los derechos que la Constitución protege. Acusó al gobierno de Bush de “frustrar el funcionamiento normal y saludable de nuestra democracia” y de “privar al pueblo estadounidense de toda oportunidad para escrutar su lógica, lo cual es esencial para nuestro sistema de vigilancia y equilibrios”. Condenó la suspensión de los derechos democráticos para combatir el terrorismo, inclusive que el gobierno tiene el derecho, basándose en las órdenes del presidente, a encarcelar a ciudadanos estadounidenses sin imputarles cargos, y negarles juicios y hasta el derecho a tener abogados.

Las insinuaciones del discurso de Gore no pudieron ser más claras. Una pandilla que gobierna con métodos anti democráticos y anti constitucionales se ha apoderado del gobierno de Estados Unidos. Usa su autoridad para declarar guerras preventivas en el extranjero y saquear la economía del país para beneficio de una clase gobernante pequeña pero poderosa. Usa la información errónea para cubrir sus propias huellas a la vez que acumula poderes policiales sin precedente.

El papel de los demócratas

En términos generales, la descripción con que Gore pintó al gobierno de Bush fue bastante exacta. Pero ésta sólo planteó cuestiones que ni el Gore mismo se molestó en examinar con seriedad. ¿Cómo es posible que hayamos llegado hasta tal punto? ¿Dónde estaba el Partido Demócrata cuando esta política adquiría forma material? ¿Por qué el partido de Gore, que sostiene que representa los intereses del hombre común, permitió que los Republicanos pisotearan los intereses y derechos fundamentales del pueblo estadounidense?

Pero todo esfuerzo de Gore por dirigirse a estas cuestiones fue una evasión cobarde. “Quizás una de las razones por qué las impresiones han jugado un papel mucho más significante de lo debido”, expresó, “es que el Congreso y la prensa no han sido tan vigilantes y exigentes en cuanto a la manera en que han tratado que el gobierno tome responsabilidad por sus acciones...Parece obvio que temas tan significantes e importantes como el programa económico de Bush y la primera guerra preventiva en la historia de Estados Unidos debieron haber sido debatidos más detalladamente en el Congreso...”

¡Por supuesto que obvio! Tan obvio que la confusa postura de Gore acerca de la falta de oposición significante del Partido Demócrata no puede considerarse con seriedad.

Los Demócratas de hecho son cómplices en la campaña para engañar al pueblo estadounidense y justificar la agresión militar contra Irak. Han capitulado en todas las cuestiones políticas importantes: desde las reducciones de las rentas internas a los ricos, a las reducciones de los programas sociales, a las agresiones sin precedente contra los derechos democráticos.

Se debe recordar que el Partido Demócrata controlaba al Senado de los Estados Unidos desde a finales de mayo, 2001, hasta enero del presente; período en que le brindó apoyo indispensable al antidemocrático Acta Patriota, así como también a resoluciones congresistas autorizando a Bush a llevar a cabo su guerra preventiva contra Irak.

Y el programa político del gobierno de Bush tampoco salió de la nada, como se puede presumir dado el discurso de Gore. El gobierno anterior de Clinton-Gore presidió sobre la repudiación final del reformismo social con el que el Partido Demócrata se había identificado durante todo otro período. Dirigió el desarrollo del militarismo estadounidense actual, con bombardeos e intervenciones contra Irak, Yugoslavia, Afganistán y Somalia. Sus acciones le abrieron paso al programa político que el gobierno de Bush ahora sigue con tanta ferocidad.

El mismo Gore jugó un papel importantísimo en entregarle la Casa Blanca a los que ahora acusa. Se adaptó a la confabulación para sacar a Clinton del poder y, en las elecciones del 2000, a pesar de haber recibido medio millón de votos más que Bush, pronto se doblegó ante el golpe electoral de los aliados de la derecha Republicana en la Corte Suprema de los Estados Unidos, la cual detuvo a la cuenta de votos en la Florida e instaló a Bush en la Casa Blanca.

Desde las elecciones del 2000, la política del partido de Gore se ha concentrado en ocultarle al pueblo estadounidense las verdaderas insinuaciones de la política del gobierno de Bush y encubrir sus crímenes.

¿Por quién habla Gore?

Gore no es ningún político inocente. Y tampoco actúa independientemente. El ex presidente es hijo de un senador de los Estados Unidos y vástago de una dinastía política muy prominente. Sabe más de lo que optó por revelar en el discurso que pronunció en la Universidad de New York, inclusive el hecho que el Partido Republicano y el gobierno de Bush están en las garras de fuerzas semi fascistas: la derecha cristiana fundamentalista; los partidarios empedernidos de la supremacía blanca; los antisemitas; los elementos terroristas obsesionados con las armas de fuego; fuerzas en la élite empresarial que consideran que toda restricción a la riqueza privada y a las ganancias es una infracción intolerable de los privilegios capitalistas.

Gore hace sus intervenciones porque ya las ha consultado y coordinado con elementos poderosos dentro del mundo empresarial y político. A fin de cuentas, es siervo de ciertos sectores la misma oligarquía financiera que llevó a Bush al poder y que ha respaldado su política.

Las circunstancias en que Gore pronunció su último discurso político importante antes de aparecerse en Nueva York el 7 de agosto le hacen hincapié a este punto. En septiembre, 2002, Gore se apareció ante un público de san Francisco. Atacó la doctrina del gobierno de Bush sobre la guerra preventiva, así como también la justificación específica para poner en práctica a esta política contra Irak. Declaró en ese momento que el peor temor a nivel internacional no era “lo que las redes terroristas van a hacer, sino lo que nosotros vamos a hacer”.

El discurso ocasionó que el gobierno de Bush y la prensa lo castigaran ferozmente. La dirigencia de su propio partido aprobó sus comentarios con frialdad.

Las palabras de Gore en ese momento causaron amplias escisiones en el consenso de la clase gobernante para invadir y ocupar a Irak, con las esperanzas que una rápida y exitosa guerra, seguida por una ocupación relativamente indolora, lograría beneficios de corto y largo alcance. Washington y Wall Street por largo tiempo han codiciado los ricos recursos petrolíferos de Irak, y la desaparición de la Unión Soviética alentó aquellos sectores del gobierno que habían abogado por el control militar y político del Golfo pérsico por parte de Estados Unidos. También se esperaba que la guerra contra Irak desviaría la atención a la crisis creciente en el interior del país y que fácilmente arreglaría la nefasta situación económica.

Gore comprendió el punto. Una vez que aquellos sobre los cuales había puesto sus esperanzas para montar otra campaña por la Casa Blanca expresaron su disgusto, Gore aceptó su veredicto y anunció en diciembre del año pasado que no se postularía como candidato a la presidencia en las elecciones de 2004.

¿Por qué ha resurgido Gore

Entonces, ¿por qué ha vuelto? Gore pronunció su discurso sólo un día después que el ex alcalde de la ciudad de Nueva York, Mario Cuomo, le instó en público que buscara que el Partido Demócrata lo nominara a la presidencia en 2004. A pesar de las repetidas garantías de Gore que él no es candidato, el discurso en la Universidad del Estado de New York tenía todas las características de ser una campaña política. El vicepresidente apareció delante de una cortina de banderas estadounidenses y al terminar su presentación comenzó a darle la mano al público y a recibir un beso de su esposa Tipper.

Si Gore está poniendo a prueba las aguas políticas para una segunda vuelta electoral a la presidencia, no lo hace de su propia cuenta. Más bien actúa porque elementos de los círculos gobernantes de Estados Unidos se lo han pedido; círculos que están bien conscientes de la profunda y amplia oposición popular al gobierno de Bush y del fracaso del Partido Demócrata en rendir inofensivo este descontento creciente.

Casi no cabe duda que él y aquellos detrás de él perciben un cambio muy agudo en el sentimiento popular. Las esperanzas que la guerra fuera rápida y lucrativa se han evaporado debido al descontento popular que aumenta por las muertes diarias en el Irak ocupado. Las líneas de los desempleados y la desigualdad social que aumenta han exacerbado la hostilidad que existe hacia el sistema político. El discurso de Gore indica divisiones profundizantes y una sensación creciente en ciertos ambientes oficiales que el gobierno de Bush está en crisis y muy vulnerable desde el punto de vista político.

No es ninguna coincidencia que Gore presentara su discurso en medio de la crisis política en el estado de California; crisis debido a las elecciones que se han llamado para sacar de su puesto al gobernador del estado. Elementos de extrema derecha en el Partido Republicano tratan de anular las elecciones gubernamentales que tuvieron lugar el año pasado en el mayor estado del país, pero se han visto con una consecuencia no anticipada: han desatado fuerzas que por mucho tiempo habían estado suprimidas por la camisa fuerte del monopolio político que los dos partidos burgueses reaccionarios ejercen.

El lugar que Gore escogió para pronunciar su discurso del 7 de agosto fue significativo. La reunión consistió principalmente de estudiantes y fue organizada por moveon.org, grupo que se define a sí mismo como movimiento establecido desde abajo. Lo integran “activistas” del internet”. Representa el ala izquierda del partido demócrata. Pero esta nunca ha sido la base política del vicepresidente, quien a principios de la década del 90 era de las figuras máximas del Democratic Leadership Council [Consejo de la Dirigencia Democrática], junta política establecida a principios de la década del 80 con el objetivo de virar al partido decisivamente hacia la derecha.

Que Gore se vire hacia la juventud estudiantil y hacia las capas que componen a moveon.org significa que está tratando de insuflarle nueva vida a un partido que se ha convertido casi en cadáver político. Su propósito consiste en “cultivar” semejantes elementos para darle credibilidad al Partido Demócrata y darle cierto matiz “izquierdista” para poder frenar la creciente oposición a Bush y prevenir que un movimiento de las masas basado en la protesta social se convierta en un movimiento político independiente y socialista.

La reaparición pública de Al Gore como crítico “progresista” del gobierno de Bush manifiesta que la crisis social y política en Estados Unidos está profundizándose. Y también muestra el terror que los círculos gobernantes sienten: que no sólo Bush, sino todo el sistema basado en sólo dos partidos está al borde de la desintegración.