English

Aliado de Bush al borde del precipicio

Escándalo de drogas estremece al gobierno de Gutiérrez en Ecuador

Utilice esta versión para imprimir | Envíe esta conexión por el email | Email el autor

El gobierno del Presidente Lucio Gutiérrez en Ecuador ha sido estremecido por pruebas que revelan que su partido, la Sociedad Patriótica 21 de Enero, tiene vínculos muy íntimos con personas acusadas de participar en el narcotráfico. No obstante, a pesar de evidencia que señala la extensa corrupción y las crecientes exigencias para que Gutiérrez renuncie, el gobierno de Bush se ha solidarizado con el gobierno de su amigo. Washington teme que la rebelión que recientemente estalló en Bolivia consuma a toda la región andina con múltiples levantamientos políticos.

El Comercio, periódico de Quito, reveló el mes pasado que los hermanos Luis y César Fernández, acusados con otras 12 personas de traficar en cocaína, habían contribuido con US$30.000 a la campaña electoral de Gutiérrez.

El Presidente ecuatoriano entonces amenazó con demandar a El Comercio ante la justicia a menos que éste revelara las fuentes de su informe. Al mismo tiempo, los partidarios del presidente se apoderaron y quemaron grandes cantidades de ejemplares del diario.

El temor que la crisis política produciría una sangrienta represión se esparció por todo Quito luego que tres asesinos, disfrazados con pasamontañas, asesinaran al chofer del abogado de César Hernández. El asesinato tuvo pinta de ser una ejecución.

César Fernández fue gobernador de la provincia de Manabí, donde funcionó como jefe de campaña de Gutiérrez. Ha sido encarcelado bajo cargos, todavía no comprobados, de estar relacionado con un cartel narcotraficante internacional con sede en México. Inicialmente, el Presidente Gutiérrez negó que alguna vez se había reunido con Fernández, pero luego que los periódicos publicaron fotografías de él con ambos hermanos, incluso durante reuniones en el palacio, se vio obligado a admitir lo contrario.

Casi todos los sectores de los ámbitos políticos gobernantes de Ecuador están implicados en el escándalo político, que en sí ha profundizado la polarización entre la clase gobernante del país por un lado y las masas trabajadoras, los campesinos y pueblo indígena por otra. De acuerdo a una reciente encuesta de la opinión pública, Gutiérrez sólo cuenta con el apoyo de apenas del 15% de la población.

La última vez que Luis Fernández apareció en público fue en un hotel suizo, pero desde ese entonces aparentemente se ha refugiado en un escondite secreto. Ya se ha comprobado que gozaba de vínculos muy íntimos con otros partidos políticos. Anteriormente había sido representante del Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) y del ex presidente Abdalá Bucaram. También había hecho gestiones para que Gutiérrez permitiera que Bucaram regresara de su exilio en Panamá, donde había residido desde que lo derrocara una huelga general contra las medidas económicas de austeridad impuestas en 1997.

Fernández también fue asesor jurídico a Luis Chiriboga, dirigente de la federación del fútbol ecuatoriano e importante figura del partido socialcristiano. En 1988 fue tesorero en la campaña electoral de Rodrigo Borja, del partido de la Izquierda Democrática.

Gutiérrez ha declarado repetidamente que renunciaría si se comprueba que fue elegido con ayuda del dinero narcotraficante. Pero ahora que el público conoce los hechos del caso, la presión para que renuncie aumenta. Una cláusula de la constitución del Ecuador exige la destitución de todo funcionario elegido con fondos obtenidos del narcotráfico.

El 24 de noviembre, seis miembros del gabinete—incluyendo a Mauricio Pozo, Ministro de Finanzas quien anteriormente asistiera al Fondo Monetario Internacional a planificar el programa de austeridad (cuyo objetivo es saldar la deuda externa de Ecuador de $11,400 millones)—reaccionaron a la crisis que se les avalancha con sus renuncias.

El vicepresidente del Ecuador, Alfredo Palacios, ha intentado distanciarse de Gutiérrez durante las últimas semanas, aunque él también está implicado en el escándalo. Pero durante la campaña en Manabí, Palacios también recibió apoyo de César Fernández, a quien luego nombrara a un puesto clave de una junta del gobierno: ODEPLAN, Oficina de Planificación.

Gutiérrez: "Todos lo hacen

Gutiérrez recientemente se defendió a sí mismo cuando declaró, en una entrevista por televisión ecuatoriana, que "todo político ha tenido que contar con el apoyo de Fernández en Manabí". En efecto, tuvo que admitir que, durante décadas enteras, todos los políticos principales de Ecuador que han tratado de ser elegidos presidentes han forjado íntimos vínculos con individuos directamente relacionados al narcotráfico internacional. No existe mejor prueba de la podredumbre de la clase gobernante ecuatoriana.

Cuando Gutiérrez ingresó al poder a principios año, declaró que iba a dirigir una campaña contra la corrupción y a repudiar la política reaccionaria de sus predecesores. Su elección a la presidencia se basó en una campaña populista izquierdista respaldada por la organización indígena principal—CONAIE y su frente político, Pachakutik—y por la burocracia sindicalista y los principales partidos que históricamente se han identificado con la izquierda ecuatoriana: el MPD (Movimiento Popular Democrático) y el Partido Socialista.

El coronel del ejército se destacó por primera vez a nivel nacional en el 2000, cuando dirigió un breve levantamiento militar que tumbó al gobierno del presidente Jamil Mahuad. Gutiérrez dirigió a las tropas en la toma del palacio presidencial durante una enorme manifestación nacional contra las severas medidas de austeridad impuestas por el gobierno de Mahuad. Estableció una Junta de "Salvación Nacional" (por cierto de corta duración)—en colaboración con el dirigente de la CONAIE—que durante el apogeo de la manifestación dirigió aproximadamente a 10 mil indios ecuatorianos, quienes llegaron a Quito de las regiones montañosas que rodean a la ciudad. Fue entonces que el comando del ejército intervino y desbandó a la junta, instalando a Gustavo Noboa, vicepresidente de Mahuad, en el palacio presidencial.

Después de ser elegido, Gutiérrez integró a representantes de Pachakutik a su gabinete.. Pero cuando el gobierno aceptó nuevas medidas de austeridad draconianas a cambio de un préstamo del Fondo Monetario Internacional por $205 millones, causando así las inquietudes del pueblo, los representantes de Pachakutik renunciaron a sus cargos en agosto. Varios factores, entre ellos ese acuerdo, causaron que el antiguo coronel del ejército se virara bruscamente a la derecha una vez asumidas las riendas del poder. Tal como la carta de intención firmada por el gobierno dejara bien claro, Gutiérrez terminó por aceptar la misma política que sirvió de ímpetu a la rebelión que lo había lanzado a la fama en el 2000.

Gutiérrez repudió su promesa antes de las elecciones: reconsiderar la "dolarización" de la economía ecuatoriana, la cual ha reducido radicalmente el estándar de vida de los 13 millones habitantes del país, de los cuales el 70% vive en la pobreza. Últimamente ha propuesto prolongar la semana laboral de Ecuador a 48 horas, con el fin de aumentar las ganancias de los inversionistas extranjeros y los capitalistas criollos.

Poco después de asumir la presidencia, Gutiérrez viajó a Washington para reunirse con George W. Bush, quien declaró que el ex coronel era "el mejor aliado y amigo de Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo". Lo cual significa que el presidente ecuatoriano se había aliado a Estados Unidos en la campaña contra la insurrección de los guerrilleros antigubernamentales en el país vecino de Colombia, activamente brindándole ayuda militar en la frontera que el conflicto ha dejado en ruinas. También significa que le permitirá a las fuerzas militares estadounidenses usar bases adicionales en suelo ecuatoriano. De igual manera, se ha doblegado ante las exigencias de los financieros extranjeros y las gigantes empresas petrolíferas de Estados Unidos que quieren explotar las reservas de petróleo de Ecuador, las cuales son enormes.

Dadas las revelaciones de los vínculos que existen entre Gutiérrez y los traficantes de drogas más importantes del país, sería lógico que el gobierno de Estados Unidos rechazara la declaración de Bush que Gutiérrez es "su mejor aliado y amigo" en el Ecuador. Pero la realidad es otra. Washington ha intervenido agresivamente para apoyar a un régimen que se tambalea en arena movediza.

Otto Reich, representante de Bush en Latinoamérica, voló a Quito esta semana para dejar claro que Washington apoya a Gutiérrez. Pero, bajo presión de la prensa local debido al escándalo del dinero que proviene del narcotráfico, Reich solamente pudo decir que "En una democracia puede que una situación en la que todos pueden, y deberían, expresar su opinión". Añadió que el gobierno ecuatoriano seguiría siendo "íntimo amigo de Estados Unidos", y que el objetivo del gobierno de Bush era ayudar a Gutiérrez a asegurar que la "democracia" ecuatoriana "siga vital".

Los comentarios de Reich contradicen totalmente a las feroces críticas que el gobierno de Bush ha lanzado contra los guerrilleros debido a que éstos supuestamente reciben fondos del tráfico en cocaína. Y la verdad es que, en 1996, el gobierno de Clinton le revocó la visa a Ernesto Samper, en ese entonces presidente de Colombia, debido a que Estados Unidos tenía pruebas que el cartel de cocaína había contribuido fondos a su campaña electoral. La "guerra contra las drogas", igual que la "guerra contra el terrorismo", es un pretexto del cual Estados Unidos se vale cuando desea proteger sus intereses y que ignora cuando no le conviene.

Pero Washington, que considera a Gutiérrez uno de sus más fieles aliados latinoamericanos, en realidad no tiene ninguna intención de castigarlo. Es improbable que Reich se haya dejado influenciar por los cargos contra el presidente ecuatoriano, pues, al ser exilado derechista cubano, ha tenido una gran experiencia con las fuerzas militares vinculadas al narcotráfico. Durante la década del 80, dirigió una oficina que formaba parte de las actividades ilícitas para financiar, armar y entrenar a las fuerzas mercenarias de los Contra, que recibieron el respaldo de la CIA para derrocar al régimen sandinista de Nicaragua. Una porción muy significante de los fondos para los Contra provino del narcotráfico en cocaína del cual la CIA fue cómplice.

Al concentrar toda su atención en el pantano militar de Irak, la política externa del gobierno de Bush ha ignorado casi por completo las crecientes tensiones políticas de Latinoamérica. No obstante, el continente que Estados Unidos históricamente ha dominado y considerado su "patio de atrás" todavía es de suma importancia estratégica", sobretodo la región andina, que posee enormes reservas de petróleo y gas natural.

La misión de Reich en Quito refleja cierta creciente inquietud en Washington: que la región entera podría estallar en una revolución social. La sangrienta rebelión de las masas que tumbó al presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada, quien había sido pro Estados Unidos, ha sido seguida por la creciente crisis política del presidente derechista de Colombia, Alvaro Uribe, cuyo gobierno ha sufrido sorprendentes fracasos electorales y ha sido azotado por toda una serie de renuncias de miembros del gabinete a causa de los escándalos de corrupción y las varias encarnizadas disputas internas. En Perú, a medida que las manifestaciones en contra de la privatización y el programa de austeridad barren al país, la popularidad del presidente Alejandro Toledo ha caído estrepitosamente. Apenas goza del apoyo del 16% de la población.