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Tras las elecciones del 2004 en EE.UU.

El Partido Socialista por la Igualdad y la lucha por la independencia política de la clase trabajadora

Primera parte

La versión original en inglés de este discurso apareció en nuestro sitio por primera vez en dos partes el 14 y 15 de enero del presente, respectivamente. La primera parte en castellano aparece hoy más abajo. La segunda aparecerá el 21 de febrero.

Durante el fin de semana del 8 al 9 de enero, el Partido Socialista por la Igualdad [PSI] celebró una conferencia en la ciudad de Ann Arbor, estado de Michigan. El discurso de apertura de la conferencia, pronunciado por David North, Secretario Nacional del Partido Socialista por la Igualdad y Presidente del Comité de Redacción del WSWS, apareció en nuestro sitio, en su versión original en inglés, el 11, 12 y 13 de ese mismo mes. La versión en castellano también apareció en tres partes el 31 de enero,y el dos y el tres de febrero de este año, respectivamente.

La sociedad estadounidense que emerge de las elecciones del 2004 se encuentra abatida por una profunda crisis, hondamente dividida por clases sociales, regiones geográficas e ideología. La reelección de Bush, por margen pequeño, de ninguna manera significa la disminución de la enorme oposición a la guerra en Irak, a su política social retrógrada y a su régimen autoritario.

No obstante la confusión y desorientación del pueblo que los agentes de Bush fomentaron y explotaron para asegurarse de un segundo plazo, el gobierno muestra muchos signos de desorden y haberse quedado perplejo aún antes de oficialmente asumir las riendas del gobierno más adelante este mes. Se enfrenta a una situación completamente deteriorada en Irak y a una crisis del dólar que cada vez se pone peor y que amenaza con convertirse en una crisis económica histórica parecida a una explosión atómica.

El triunfo de Bush en estas elecciones no de ninguna manera puede concebirse como un mandato popular. Si aplicamos las reglas de la historia, su margen de victoria fue pequeñísimo. Obtuvo el voto popular por un puntaje de 3% (una ventaja de 3,337,000 votos de los 117,000,000 presentados en las urnas). Este es el menor margen de victoria, durante los últimos 100 años, para un presidente reelecto. Hasta Bill Clinton derrotó a Bob Dole en 1990 por un puntaje de 7%.

El mapa electoral de Estados Unidos mostró un país inequívocamente dividido por geográfica y demográficamente. La marea de estados rojos en gran parte del interior del país rodeado por los estados azules de las regiones del Noroeste, de los Grandes Lagos y de la Coasta del Pacífico casi duplican los resultados de las elecciones del 2000. Esto nos muestra que las divisiones en el estado 0reveladas hace cuatro años no fueron incidentales o pasajeras, sino de carácter mucho más profundo.

Las tensiones sociales ejercen presiones centrífugas poderosas sobre el país. Tal como sucedió en el 2000, las regiones más urbanizadas, industrializadas y de mayor desarrollo económico y cultural votaron por el candidato Demócrata. Por otra parte, los Republicanos triunfaron en los estados—en el Sur, las secciones en el norte del Oeste Medio y las planicies—de mayor atraso económico y cultural, donde la pobreza y el aislamiento rural dominan.

La cantidad de personas que votaron fue, si tomamos en cuenta los criterios electorales de Estados Unidos, fue bastante numerosa, y muchas ciudades presenciaron un aumento significante en el voto de la juventud—muchos integrantes de la cual votaron por primera vez—y de las minorías, así como también de los trabajadores que en su mayoría votaron por el candidato Demócrata, John Kerry. Pero este aumento del voto fue todavía mayor para los Republicanos. Este aumento ocurrió principalmente en las zonas rurales y extraurbanas—es decir, en suburbios remotos de las ciudades—donde los Republicanos tuvieron su mayor impacto al dirigirse al fundamentalismo religioso y a todos los prejuicios que uno asocia con él: contra los homosexuales, los extranjeros y la población Negra.

Si nos fijamos en el mapa electoral completo, veremos a un país políticamente balcanizado, en que a ninguno de los dos partidos burgueses principales se le puede considerar un verdadero partido nacional.

La campaña electoral de Bush se valió de varios métodos: el temor, la política sucia, ataques injuriosos contra la moral de sus contrincantes, y las mentiras. Se vio cara a cara con a un oponente cuya cobardía política y cuyas vacilaciones fueron excedidas solamente por la incompetencia de su campaña. No obstante, la derecha Republicana no fue capaz de penetrar, de manera significante, esas regiones que habían votado por Gore en el 2000. Esto sugiere que las fortunas políticas de los Republicanos, basadas en el fundamentalismo religioso y temas secundarios para despistar al pueblo—el aborto, el matrimonio entre homosexuales, las investigaciones [científicas] de las células troncales, las oraciones [religiosas] en las escuelas [públicas] y las armas de fuego—han llegado a su límite.

De mayor significado aún, desde el punto de vista de la estabilidad del sistema basado en dos partidos burgueses, son las insinuaciones que haber recurrido a una versión cristiana del jihadismo tiene para el futuro. Con esta movida, la clase dirigente de Estados Unidos está socavando las bases seculares de todo su sistema constitucional. Y, al tratar de desarrollar estas bases sociales para sostener su política de guerra y reacción social, está sembrando a todo el panorama político con descargas explosivas.

La índole totalmente inestable e insostenible de la situación política se diculta aún más por el hecho que, a pesar de un electorado dividido en partes iguales, todas las palancas del poder estatal están en manos del sector más derechista de la clase dirigente. Después de las elecciones, los Republicanos han quedado en control no sólo de la rama ejecutiva del gobierno, sino también de ambas cámaras del congreso nacional y de la rama judicial.

Hay que perdonar a la persona que analiza esta situación si otra vez más alude a la profunda observación de Hegel (el gran filósofo alemán del Siglo XIX, no el senador del estado de Nebraska) que todo lo racional es real y todo lo real es racional., y a la brillante elaboración de este axioma por Engels, quien explicó sus insinuaciones revolucionarias. Si lo racional es real, entonces tiene que estar en proceso de convertirse lo irracional y por lo tanto, en lo que no es real. Si el sistema político actual de Estados Unidos es tan incontrovertiblemente irracional, entonces tiene que haber perdido su realidad; es decir, está maduro ser derrocado.

Los sucesos tras las elecciones confirman la gran inestabilidad de la situación política en Estados Unidos. Ponen en relieve la enormemente contradictoria—y para mucha gente, inexplicable—naturaleza de los resultados de esas elecciones.

Encuestas de opinión pública durante los días y semanas luego del voto del 2 de noviembre muestran que una mayoría bastante substancial de los estadounidenses se oponen a la política sobre la cual Bush basó su campaña electoral. Una encuesta, llevada a cabo por el Washington Post y el Departamento de Noticias de ABC-TV [cadena nacional de telvisión] y publicada el 21 de diciembre, por primera vez reportó que una sólida mayoría (el 56%) cree que la guerra en Irak fue un error. La misma encuesta mostró que el 57% de la población desaprueba de la manera en que Bush había dirigido la guerra, lo cual representa un tremendo salto de 7% desde una encuesta llevada a cabo el septiembre anterior. Apenas el 53% aprueba la manera en que Bush ha dirigido la guerra contra el terrorismo, lo que significa una caída de 17% de las cifras citadas por otra encuesta llevada a cabo hace ya un año.

Otras encuestas revelan que una sólida mayoría se opone a que Bush convierta al Seguro Social en empresa privada y a la reforma del código de leyes que rige las rentas internas.

Encuestas conducidas por el Washinton Post y el Departamento de Noticias de AB,c la empresa Gallup y la revista Time muestran que sólo un 48% o 49% del pueblo aprueba a Bush. Esto representa entre 10 y 20 puntos menos que las cifras pertinentes a todos los presidentes reelegidos—desde el fin de la Segunda Guerra Mundial—poco antes de sus inauguraciones.

Hay numerosos indicios que existen divisiones profundas en los pasillos políticos y en el estado, inclusive dentro del Partido Republicano. Apenas pocos días después de las elecciones, dirigentes Republicanos pedían que el Ministro de Defensa, Donald Rumsfeld, fuera despedido de su puesto.

Durante los últimos días se ha dado el extraordinario espectáculo de doce oficiales militares jubilados que han tirado una carta en la que se oponen a la nominación de Alberto González como Fiscal General de la nación. Estas figuras militares, que incluyen hasta un ex presidente del estado mayor, han lanzado la siguiente advertencia: la promoción de este individuo al puesto jurídico más alto de la nación, a cargo de hacer cumplir la ley, puede poner en peligro a los soldados estadounidenses en todos los rincones del mundo y desacreditar a Washington, que se autodenomina campeón de la libertad y de los derechos humanos, pues González, como asesor de la Casa Blanca de Bush, jugó un papel clave en permitir la tortura y desafiar las Convenciones de Ginebra.

El Lugarteniente General James Helmly, jefe de las reservas del Ejército, le ha escrito un memorándum al jefe del personal del Ejército que nos deja atónitos. Este documento, que fue revelado subrepticiamente al periódico Baltimore Sun, declara que la política del Pentágo está a punto de convertir a las reservas del Ejército en una "fuerza fracturada". Helmly escribe que las reservas del ejército son "incapaces de cumplir los requisitos de la misión necesarios en Irak y Afganistán..."

Strafor, sitio de la malla con muy íntimos vínculos a las fuerzas militares y a las agencias de espionaje, llamó a memorándum subrepticio "una significante rebelión por parte de comandantes de experiencia del Ejército", quienes han declarado que "el Ejército es incapaz de cumplir su misión".

También tenemos el gabinete que se está organizando para el segundo plazo del gobierno de Bush. Lo componen en su gran mayoría una colección de don nadies que deben sus puestos totalmente a las relaciones personales que tienen con Bush. El desastroso intento de reemplazar a Tom Ridge con Bernie Kerik como Ministro del Ministerio para la Seguridad de la Patria hace sobresaltar fenómeno político importante: un gabinete cuyos integrantes claves no cuentan con ninguna base de apoyo, ni en la población general, ni en el mundo de las empresas o de las universidades. Por lo menos Ridge, a pesar de sus limitaciones personales, fue gobernador del estado de Pennsylvania. Colin Powell fue figura política destacada. Hasta John Ashcroft había funcionado como gobernador del estado de Missouri. Sus reemplazos, tales como Condoleezza Rice y Alberto González, no cuentan con semejantes historiales políticos.

En el pasado, los gabinetes eran cuidadosamente seleccionados para representar ciertos sectores geográficos y sociales. La colección de empleados personales que Bush ha juntado refleja un achicamiento aún mayor de las verdaderas bases sociales del gobierno y el carácter cada vez más insular, conspiratorial, elitista y anti democrático de la política estadounidense.

La reacción inicial de Bush y todo el gobierno al desastre del tsunami es otra expresión de la desorientación política arraigada en un régimen tan completamente vinculado a la oligarquía que domina a la economía que hasta encuentra difícil ofrecer expresiones humanitarias adecuadas a los pobres y a los pisoteados.

Por qué Bush ganó

Lo único que estos desarrollos pueden lograr es complicar la aparente anomalía de la victoria de Bush. Un gobierno instalado por medio del fraude y la ilegalidad; hundido en escándalos empresariales en que participan los contribuidores financieros más íntimos del presidente y que implican al vicepresidente; que preside sobre el ataque terrorista más catastrófico en la historia de la nación, debido—por lo mínimo—a la negligencia criminal y, lo más probable, con la complicidad del gobierno; responsable de lanzar guerras ilegales, cada vez más impopulares, a base de mentiras transparentes; que ha lanzado agresiones sin precedentes contra las libertades civiles y las normas constitucionales; que ha sido desenmascarado como practicante de la tortura contra los iraquíes y otros prisioneros extranjeros; y que ha presidido sobre el aumento del desempleo, la pobreza, las personas sin hogar, y los que carecen seguro médico y que sigue una política desnuda para seguir enriqueciendo a la rica clase dirigente. Este gobierno no sólo obtuvo un segundo plazo, sino que aumentó las mayorías de su partido en la Cámara de Diputados y el Senado.

La explicación de todo esto no se debe a un tremendo apoyo popular de Bush y su política, sino al descomunal fracaso del Partido Demócrata. La tímida campaña de Kerry fue incapaz de ofrecer alguna alternativa a la política de la derecha Republicana porque, en cuanto a los temas fundamentales, no tenía ninguna diferencia fundamental con esa política. La preocupación máxima del Partido Demócrata, que apoya la guerra en Irak, fue prevenir que la campaña electoral se convirtiera en un referéndum sobre ella o en el foco de un movimiento popular contra el mismo gobierno de Bush.

En esto los Demócratas estuvieron completamente de acuerdo con la política del orden establecido. Esto lo comprueba un documento publicado el marzo pasado por una organización bipartita—Grupo de Trabajo sobre Irak Después de la Guerra—bajo los auspicios del Consejo sobre Relaciones Exteriores.

Titulado, Irak: un año después, el documento declara: "El grupo de trabajo piensa que es esencial que mantengamos este consenso público, sobretodo a medida que la voluntad política de Estados Unidos se ponga a prueba durante los meses y años venideros en Irak. Estas pruebas, que incluyen ataques espectaculares contra las tropas de Estados Unidos, pueden presentarse cuando los debates políticos estén en su apogeo, a medida que entramos en las fases finales de la campaña electoral del 2004...No obstante, los integrantes del grupo de trabajo, quienes representan una amplia diversidad de perspectiva política, se han unido en cuanto que Estados Unidos tiene un gran interés en que Irak sea estable y cuyos dirigentes representen la voluntad del pueblo. Los conflictos civiles en Irak ...correrían el peligro de que los países vecinos intervengan o compitan entre sí; de que se sufra una inestabilidad prolongada en la producción y los abastecimientos del petróleo; y que aparezca un estado fracasado que podría convertirse en un santuario para los terroristas. Ello también representaría un fracaso monumental de la política de Estados Unidos, quien podría perder su autoridad e influencia en la región".

Por eso hizo la prensa un enorme esfuerzo para desviar la campaña de Howard Dean para ser nominado a la presidencia por el Partido Demócrata, lo cual resultó en la selección de Kerry para presidente y John Edwards para vicepresidente, ambos quienes votaron para autorizar la invasión de Irak. En contradicción directa a la voluntad expresa de la vasta mayoría de los votantes Demócratas que votaron durante la primera vuelta de las elecciones para la nominación, los dirigentes Demócratas tomaron la delantera para sacar al tema de la guerra de sus planes electorales.

Esta política obviamente pro guerra resultó en una pérdida de apoyo desastrosa, sobretodo en las bases disatisfechas del partido, para la campaña de Kerry. Fue sólo en septiembre, cuando senadores Republicanos destacados—Lugar, Hegel y McCain, de los estados de Indiana, Nebraska y Arizona, respectivamente—criticaron en público la manera en que Bush conducía1a la guerra que la campaña de Kerry sintió que tenía la autoridad para convertir a la guerra en tema político.

La motivación de la intervención de estos Republicanos era el miedo de la clase dirigente que el crecimiento alarmante de la resistencia iraquí y el deterioro de la posición de Estados Unidos planteaban la posibilidad de un desastre en la política exterior con insinuaciones monumentales en el extranjero y el interior del país. Las inquietudes acerca de Irak se unieron a las preocupaciones no sólo acerca del aumento explosivo del déficit presupuestal, en el comercio y el balance de pagos, sino el rápido e inexorable deterioro del dólar estadounidense en los mercados de moneda mundiales.

Otra consternación era la posibilidad que la visible desintegración de la campaña de Kerry desacreditaría al Partido Demócrata de tal manera que éste quedaría permanentemente incapacitado como instrumento de gobierno burgués y del sistema basado en dos partidos, a través del cual la clase dirigente de Estados Unidos ha monopolizado el poder político y suprimido, por casi 150 años, todo movimiento independiente de la clase obrera.

Pero aún cuando atacaba al gobierno de Bush por dirigir mal la guerra en Irak y la ocupación, Kerry repetidamente dejó bien claro que sus diferencias eran acerca de la táctica, no acerca de los objetivos o fines estratégicos. En los debates presidenciales y en las visitas de su campaña, Kerry reiteró, hasta causar náuseas, que estaba determinado a "matar o capturar" los luchadores iraquíes anti americanos y otros..."terroristas".

Este informe tiene sus límites y no es posible repasar en detalle los acontecimientos de la campaña electoral, pero es útil, sin embargo, hacer una lista de los sucesos principales que revelaron la crisis y el desorden que reinan en el gobierno de Bush, las divisiones internas que son como llagas dentro de la clase dirigente, y el nivel de oposición popular a la guerra y a la Casa Blanca de Bush.

* Otoño y verano, 2003: Dean emerge como candidato Demócrata principal para la nominación del Partido Demócrata [a la presidencia]. Lo hace basándose en el sentimiento contra la guerra y la ira que muchos sienten hacia la prostración del partido ante Bush y los Republicanos.

* Enero, 2004: Ex Ministro de la Tesorería, Paul O'Neill, publica un libro que detalla el contenido de los debates dentro del gobierno de Bush a favor de la guerra contra Irak y documenta la ignorancia e incapacidad intelectual del mismo Bush.

* Marzo/Abril, 2004: La comisión a cargo de investigar los sucesos del 11 de septiembre conduce audiencias públicas donde se presenta testimonio bastante injurioso que indica que el gobierno de Bush fracasó en prestarle mayor atención a indicios de un inminente ataque terrorista en Estados Unidos. Richard Clarke, ex asesor de la Casa Blanca sobre el espionaje, acusa al gobierno de Bush de haber fracasado en proteger al país y critica severamente a la guerra en Irak como un desvío de "la guerra contra el terrorismo". Condoleezza Rice admite en agosto, 2001, la existencia de un informe diario presidencial con el titular, "Bin Laden determinado a atacar a Estados Unidos".

* Marzo, 2004: Las elecciones en España barren con el régimen de Aznar, quien había apoyado a la guerra. El Primer Ministro, del Partido Socialista, promete retrirar las tropas españolas de Irak.

* Abril, 2004: Estallan rebeliones en el Triágulo Sunni y en el centro shiita de Najaf.

* April, 2004: Se publican fotos de la tortura en Abu Ghraib.

* Junio, 2004: Abre la película anto guerra y anti Bush de Michael Moore, Fahrenheit 9/11 y bate récords de taquilla.

* Agosto, 2004: Marchan 400,000 personas en Nueva York justamente antes de la convención Republicana para manifestarse en contra de la guerra y la política de Bush. La policía barre y arresta a 2000.

* Septiembre, 2004: La cantidad de soldados estadounidenses muertos en Irak llega a los mil.

* Octubre, 2004: Charles Duelfer, inspector de armas de la CIA, publica un informe el día anterior al segundo debate presidencial. Duelfer confirma que Saddam Hussein había destruído sus armas para la destrucción en masa luego de la Guerra del Golfo en 1991.

* Octubre, 2004: Reservas del Ejército se amotinan en Irak.

La campaña de Kerry y los dirigentes Demócratas en el Congreso escrupulosamente escogieron no aprovecharse de las mentiras y crímenes del gobierno de Bush. Su mayor preocupación era como defender la estabilidad del régimen capitalista a pesar de las insinuaciones para sus fortunas electorales.

La campaña de Kerry fue un gran ejemplo de la duplicidad y las evasiones. Mientras se presentaba a sí mismo como defensor de la "clase media" en contra de un gobierno que funciona en nombre de las grandes empresas y de los ricos, le informó a grupos comerciales que era un "Demócrata empresarial" que "serviría los intereses comerciales mejor". Aunque abogaba por cancelar las reducciones de las rentas internas para aquellos cuyos ingresos eran más de $200,000 al año, se convirtió en campeón de reducir las rentas internas de las empresas y prometió que sacrificaría cualquiera de—o todos— sus escasos planes reformistas, tales como la atención médica para la salud, para imponer un régimen de reducciones del presupuesto y austeridad fiscal basado en pago por visión. Mientras criticaba la decisión prematura de Bush en invadir a Irak, y también la manera en que éste condujo dicha invasión, abogó por un aumento de las tropas estadounidenses y la duplicación de Unidades Especiales que se especializan en el asesinato político. En cuanto a Corea del Norte e Irán, atacó a Bush desde la derecha; criticó a Bush por apaciguar a estos regímenes. También indicó que no vacilaría en usar la acción militar [contra estos países]. Dejó bien claro que aceptaba el principio de la doctrina de la guerra preventiva establecida por de Bush, pero criticó las tácticas unilaterales del gobierno en poner en práctica su política militarista. Y aunque criticó varias disposiciones del Acta Patriota, ley que establece las bases para un estado policial, declaró que lo apoyaba.

Estas características de la campaña de Kerry tienen sus raíces no se encuentran en las cualidades personales del candidato; más bien yacen en la índole clasista del Partido Demócrata y su función específica en la política burguesa de Estados Unidos. Durante casi toda la historia del país, el Partido Demócrata ha funcionado como el partido del capitalismo estadounidense que se representa a sí mismo como el partido de la clase trabajadora, del pueblo común, de la "clase media". Kerry simplemente encarnó, de la manera más obvia, la contradicción entre su figura pública y la naturaleza clasista elemental de este partido del imperialismo estadounidense.

Además, este es un partido que hace tiempo abandonó la política de reforma social establecida por el Gran Trato y la Gran Sociedad. Hoy no es capaz de ofrecer ninguna ayuda seria a la opresión económica y social de la clase obrera porque el capitalismo estadounidense ha sufrido un profundo deterioro en su posición económica mundial y ha fatigado todas las reservas financieras que en otra época habían facilitado las reformas sociales.

A medida que el liberalismo del Partido Demócrata ha abandonado sus vínculos a la política de reforma social y que sus bases obreras disminuyen, el partido cada vez más depende de ciertos sectores de la clase dirigente y de varias capas privilegiadas de la clase media, inclusive la burocracia de la AFL-CIO y ese sector bien angosto de afro-americanos y minorías que se han aprovechado de las acciones afirmativas y otros programas basado en la raza de individuos.

Durante el transcurso de la campaña electoral, Clinton, en su discurso a la convención Demócrata, y Kerry, en su segundo debate por televisivo con Bush, abierta y vanagloriosamente se caracterizaron a sí mismos como socios del club de multimillonarios que han sacado provecho muy beneficioso de las agresiones, por un cuarto de siglo, contra la clase obrera y la política del gobierno a favor de los ricos.

Una de las consecuencias internas de la explosión del militarismo estadounidense es la destrucción de los derechos democráticos dentro de Estados Unidos. Las elecciones del 2004 fueron una continuación de las agresiones contra la democracia que le precedieron: la conspiración política de la extrema derecha para derrocar a Clinton durante 1998-1999 y las elecciones robadas del 2000. La esencia anti democrática del monopolio que los dos partidos ejercen apareció abiertamente no sólo con la exclusión sistemática de todo desafío izquierdista o anti guerra a los dos partidos burgueses principales, pero, de manera flagrante, con amenazas contra los derechos al voto.

Recordemos que el gobierno de Bush hizo unas amenazas extraordinarias para postergar o cancelar las elecciones de noviembre, o por lo menos llevarlas a cabo bajo condiciones de ley marcial en caso de un ataque terrorista. Los planes para asumir estos poderes dictatoriales fueron subrepticiamente revelados a la revista Newsweek en julio. Los principios en que estos planes se basaban fueron respaldados por lo que hoy quiere pasarse de liberalismo estadounidense (el Washington Post) o ignorados (el New York Times). Los Republicanos siguieron el anuncio con la movilización de decenas de miles de operadores que el día de las elecciones trataban de excluir del voto a trabajadores y a las minorías en los "estados de batalla" claves.

El Partido Demócrata fue compinche consciente en estas agresiones. Débil y cobarde ante los Republicanos y la prensa, pero inexorable y despiadado en sus esfuerzos por omitir de la balota, por medio de métodos legales o injustos, a todo candidato izquierdista opuesto a la guerra o a cualquier tercer partido. Esta práctica no fue un aspecto incidental de la campaña de Kerry; encarnó el papel esencial y profundamente reaccionario del Partido Demócrata.

A fin de cuentas, la capacidad de los elementos más derechistas y criminales de la clase dirigente de Estados Unidos, quienes el gobierno de Bush representa, para ganarse los votos de una cantidad substancial de trabajadores fue consecuencia de la desorientación y desesperación política que ha resultado de décadas de subordinación al sistema basado en dos partidos burgueses, principalmente a través del Partido Demócrata y sus aliados derechistas en la burocracia de la AFL-CIO. La atracción de la religión y los llamados "valores morales", fomentados por los cínicos y charlatanes del Partido Republicano, pudieron encontrar una reacción positiva entre amplias capas de los trabajadores sólo a causa de extremas inseguridades económicas y la ausencia de todo foro de masas a través de los cuales podían expresar sus intereses clasistas independientes.

Abandonados y traicionados por los sindicatos; enfrentándose a las agresiones sin tregua de las empresas despiadadas y un gobierno hostil; sujetos a la propaganda y a las mentiras anestésicas de una prensa corrupta, controlada por las corporaciones; privados de todos los medios con que ejercer su poder social para defenderse, los trabajadores han sido obligados a irse en retaguardia como individuos.

La presunta fortaleza de de la derecha Republicana es, de hecho, la expresión contradictoria de un tremendo vacío político, consecuencia del colapso del liberalismo burgués. Tan decrépito está el Partido Demócrata que ni siquiera se molestó en desafiar a los Republicanos en casi la mitad de los estados durante las elecciones nacionales, inclusive en los estados de West Virginia Kentuck, antiguos bastiones de militancia obrera y d apoyo al partido.

Las elecciones fueron tremendo golpe a todas esas tendencias izquierdista-liberales y radicales de clase media que se unieron detrás de Kerry y se opusieron, bajo la insignia de "Todos menos Bush", a una alternativa independiente obrera a los Demócratas. En este grupo se encuentran no solamente las voces de aquellos que abiertamente apoyaron a Kerry, tales como Noam Chomsky y la revista The Nation, sino también las campañas, nominalmente independientes, de los Verdes y Ralph Nader. Sus esfuerzos—fusión del auto engaño y mentiras intencionales—en pintar a Kerry como que de alguna manera era adversario de la guerra y campeón de la clase trabajadora—han sido reemplazados, luego de la debacle Demócrata, por una profunda desmoralización y condenas al pueblo estadounidense.

La autoridad política del Partido Socialista por la Igualdad y el World Socialist Web Site se ha fortalecido inmensamente, pues la única organización que condujo una campaña basada en principios contra el gobierno de Bush y la guerra, que se opuso al remedio milagroso y trillado de escoger el "mejor de dos males" que la izquierda radical promulgara, y que participó en las elecciones con sus propios candidatos para adelantar la lucha por un programa socialista e internacionalista y por la independencia política de la clase obrera.

La campaña electoral del PSI

Hemos participado en las elecciones del 2004, y así debemos profundizar nuestras labores políticas luego de ellas, no desde el punto de vista de cálculos electorales, sino de lo que las elecciones significan en relación al desarrollo de la crisis política y económica, los cambios en el ritmo, carácter y trayectoria de la lucha de clases, las dificultades políticas a las cuales la clase obrera se enfrenta, y, partiendo de todo esto, las dificultades y la práctica que se le han planteado a nuestro partido. Para nosotros, la cuestión principal fue, y todavía es, lo que las elecciones significan para el futuro desarrollo de la lucha de clases.

La campaña del PSI, basándose firmemente en el programa socialista e internacionalista delineado en su plataforma electoral, logró el objetivo básico que se había propuesto. Citemos el documento: "Pero nuestro propósito es llevar a un plano más alto, en Estados Unidos y en el exterior, el debate político para quebrar los límites impuestos por la política burguesa de la derecha y presentar una alternativa socialista a la demagogia y a las mentiras de los partidos establecidos y de la prensa. Nuestra campaña no es para ganar votos; es para debatir las ideas y los programas políticos...El Partido Socialista por la Igualdad usará estas elecciones como oportunidad para desarrollar un debate serio acerca de esta crisis sociopolítica, y para echar las bases programáticas para el establecimiento de un movimiento que transforme, de manera revolucionaria, la sociedad estadounidense".

A pesar de las limitaciones de nuestras fuerzas actuales y los obstáculos—como si fueran un alambre de púas—impuestos por la clase dirigente y la prensa, pudimos llegar, principalmente a través del World Socialist Web Site y también por medio de las actividades políticas de nuestros candidatos, militantes y simpatizantes, a cientos de miles de personas en Estados Unidos y en todo el mundo.

Las conferencias públicas a las cuales nuestro candidato presidencial, Bill Van Auken, se dirigió en Londres y Sri Lanka en octubre, fueron la mejor expresión de la índole internacional de la campaña y su programa socialista internacionalista.

La declaración sobre las elecciones bosquejó las principales características de la crisis del capitalismo estadounidense y mundial que sirve de ímpetu a la explosión del militarismo de Estados Unidos, y claramente definió la orientación política de nuestro partido hacia la clase trabajadora. Hizo un análisis de la sociedad norteamericana y se concentró en el aumento de la desigualdad social. Presentó un programa de exigencias democráticas y socialistas que corresponden a las necesidades de las amplias masas del pueblo trabajador.

Y finalmente, abogó por la necesidad de romper con el Partido Demócrata y toda manera de política burguesa y por la lucha para establecer la independencia política de la clase obrera. Esta lucha histórica tan crucial se identificó con el crecimiento del PSI. Citemos a la declaración:

Toda política basada en "el menor de dos males" es verdaderamente una trampa para la clase obrera. En la lucha contra la guerra imperialista y la reacción social noy hay atajos. Es primordial establecer un partido socialista de masas independiente. Es para darle foco a esta lucha que el partido Socialista por la Igualdad se ha postulado en las elecciones del 2004".

Regresaré a la cuestión crítica de la independencia política de la clase obrera. Pero por el presente simplemente quiero expresar que la participación del partido en la elecciones marcó un adelanto importante en la lucha para lograr esta misión histórica tan urgente.

El análisis continuo del PSI y su participación en la política durante todo el período de las elecciones se puede encontrar en la colección de discursos por David North que acabamos de publicar bajo el título, La crisis de la democracia estadounidense: las elecciones presidenciales del 2000 y el 2004 (Editorial Mehring Books). También se encuentran en un sin número de artículos y declaraciones publicados en el WSWS.

Basándonos en esta línea política principista, nos fue posible ganar y movilizar a nuevas fuerzas de la clase obrera y la juventud. Y también nos fue posible llevar a otros tantos relativamente nuevos al partido a través de una experiencia política decisiva. El crecimiento de nuestro movimiento se refleja en la presencia de los muchos que asisten a esta conferencia.

Fuimos capaces, a pesar de reglamentos electorales arbitrarios y anti democráticos, del boicot de la prensa y de los numerosos esfuerzos de los funcionarios Demócratas y Republicanos para negarnos puestos en las papeletas de voto, de postular a nuestros candidatos para la presidencia y la vicepresidencia, Bill Van Auken y Jim lawrence, respectivamente, en la balota de cinco estados: New Jersey, Minnesota, Iowa, Washington y Colorado. Postulamos dos candidatos para la Cámara de Diputados [del Congreso nacional], Carl Cooley en el estado de Maine y Jerry White en el estado de Michigan. Debido a requisitos electorales prohibitivos, John Burton se postuló para el Congreso como diputado de la ciudad de Pasadena [California], pero su nombre no pudo aparecer como candidato oficial en la papeleta, pero cuyo nombre los votantes podían añadir por su cuenta y así votar por él. David Lawrence, quien llenó los requisitos de obtener cierta cantidad de firmas para aparecer como candidato en Cincinnatti, estado de Ohio, fue negado su lugar en la papeleta en base de "defectos técnicos"; esto a pesar de una concertada campaña jurídica respaldada por cartas y declaraciones de protesta de todo el país y del mundo. Él también se postuló como candidato cuyo nombre podía aparecer en la papeleta si el votante lo escribía.

Tom Mackaman triunfó cuando su nombre fue aceptado para aparecer en la papeleta como candidato del PSI para el puesto de diputado estatal que representa al distrito de Urbana-Champaign. Esto lo logró a pesar del esfuerzo flagrantemente deshonesto y anti democrático del Partido Demócrata del estado para evitar que su nombre apareciera en la papeleta. La campaña que el partido [PSI] llevó a cabo ganó amplio apoyo y resultó en la derrota de los esfuerzos del Partidio Demócrata en negarle su puesto en la papeleta.

El Partido ganó un apoyo electoral muy significante en los estados de Maine e Illinois. Carl Cooley, primer socialista de ese estado en postularse para el Congreso, obtuvo el 2.5% del voto en su distrito electoral. Tom Mackaman obtuvo el 4% del voto en el Distrito 103 del estado de Illinois, donde se hospeda el campus principal de la Universidad de Illinois.

El partido celebró exitosas reuniones electorales en los estados de Michigan, Maine, Illinois, Minnesota, Ohio, New York, New Jersey, Washington [el stado, no la capital] y California. Estos incluyeron regiones donde el partido por muchos años no había registrado su presencia.

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