Este artículo que sigue es la versión escrita de una charla titulada "El marxismo, el arte y el debate soviético sobre la ‘cultura proletaria'". La presentó David Walsh, editor de las artes del World Socialist Web Site (WSWS), durante la escuela de verano auspiciada por el Partido Socialista por la Igualdad y el WSWS del 14 al 20 de agosto, 2005, en la ciudad de Ann Arbor, estado de Michigan. La versión original en inglés apareció en cuatro partes del 30 de septiembre, 2005, al 4 de octubre del mismo. La primera parte de la versión en castellano apareció ayer, 25 de mayo 2006. Esta es la segunda parte
En defensa de las obras clásicasPara resolver nuestro dilema actual, podríamos proceder de la siguiente menera. En su ensayo de 1925, titulado "Sobre el arte", Aleksandr Voronsky, el gran crítico y editor soviético e integrante de la Oposición de Izquierda [a la burocracia estalinista], nos dio una noción de sus conceptos e ideas acerca de la intuición artística con alusiones a la novela de León Tolstoy, Ana Karenina, publicada en 1878. Tolstoy había fallecido sólo quince años antes de que Voronsky escribiera su ensayo. Chekov había nuerto 21 años antes, Dostoevsky 44 años; el Teatro de Arte de Moscú, bajo la dirección de Stanislavsky, todavía funcionaba; Voronsky todavía había de colaborar con Maxim Gorky, una de las figuras principales de la literatura rusa prerevolucionaria.
Toda la historia de la literatura rusa, exceptuando a Pushkin y Lermontov, se desarrolló durante los 80 años que precedieron a la Revolución de Octubre. A Gogol, cuya Almas Muertas se publicó en 1842, le siguieron Turgenev, Goncharov, Ostrovsky, Nekrasov, Leskov, Uspensky...Dostoyesvsky, Tolstoy. Y, por supuesto, los grandes críticos e ilustradores: Belinsky, Herzen, Chernyshevky y Dobrolyubov.
¿Cuál es nuestra situación? Se podría afirmar que la literatura de Estados Unidos llegó a su apogeo hace 80 años. Muchos dirían que la mayor obra de ficción que este país ha producido es Una tragedia americana, de Theodore Dreiser, novella publicada exactamente hace ocho décadas en 1925. Otra extraordinaria obra, El gran Gatsby, de Francis.Scott Fitzgeral, fue publicada el mismo año. Fiesta [The Sun Also Rises], de Ernesto Hemingway, fue publicada el año siguiente. Encontramos en la novela de Drieser la mezcla más perpicaz y completa de la tragedia del individuo y de la nación.
No que los últimos 80 años hayan sido un desierto: Dos Passos, Sinclair Lewis, Faulkner, Richard Wright, cuyo Hijo nativo, imposible de imaginar sin [la influencia de] Dreiser, es por lo menos media obra maestra; y otros. Ciertas formas, nuevas y renovadas, evidentemente tuvieron su florecer: el cine commercial, el jazz, la danza y el teatro musical. Pero yo diría que la decadencia general de la vida cultural de Estados Unidos comenzó hacia finales de la década de los 1930.
Por una parte las ilusiones en la Unión Soviética iban desapareciendo, pero los desilusionados, en su gran mayoría, nunca llegaron a comprender, de manera profunda y duradera, lo que había sucedido; por otra parte, los intelectuales liberales hicieron su pacto del diablo con el estalinismo, lo cual los desorientó profundamente.
Los intelectuales izquierdistas, quienes después de la Guerra anticipaban una extensión del Nuevo Trato [New Deal] basado en una versión estadounidense del Frente Popular, quedaron totalmente sorprendidos por el cambio de trayectoria que la clase gobernante de Estados Unidos inició en 1948 con la Guerra Fría. El mcCartismo los purgó, lo que causó gran daño a la vida cultural hasta nuestros días de hoy, o hicieron ellos un nuevo pacto faustino, con los elementos reaccionarios más asérrimos de la sociedad estadounidense convirtiéndose a la nueva religion del anti comunismo.
Y esta "religión", aún en su encarnación más social reformista y liberal, demostró ser demasiado débil y, en última instancia, una base demasiado deshonesta y auto contradictoria para producir análisis penetrantes del arte producido por la sociedad estadounidense de postguerra. El cine, la novela, y el arte dramático relacionados con el liberalismo de las décadas de los 50 y os 60 por lo general probaron ser muy efímeros.
Cabe señalar que los rendimientos de las últimas décadas han sido cada vez más menos productivos. John Updike y Philip Roth son ambos capaces de escribir pasajes brillantes y producir ideas individuales fenomenales, pero son, a fin de cuentas, escritores menores, cuyos puntos de vista son limitados. Y bien conocemos la infeliz situación del cine, donde las obras excepcionales son pocas. No creo que el arte dramático, el arte visual, la música y la danza tampoco hayan alcanzado su época de oro durante las últimas décadas..
Para nosotros, la situación de la vida cultural y de la actitud general de la sociedad contemporánea hacia su patrimonio de tesoros artísticos no son asuntos de poca significancia. Laboramos bajo las condiciones que la decadencia del capitalismo ha producido. Claro, comprendemos que la degradación de la cultura es, a fin de cuentas, un síntoma de la decadencia del sistema, pero también eso nos crea dificultades.
Tenemos una actitud intensamente protectora—más protectora que nadie—de las obras "clásicas" del arte y de la literatura. Damos estímulo a que sean estudiadas; hacemos polémica para que se estudien. El marxismo, como Lenín insistía, ha asimilado y transformado todo lo que ha adquirido valor durante los miles de años de cultura humana.
Para que el proyecto socialista tenga éxito, sectores más amplios de la población tienen que adquirir un nivel mucho más alto de cocimiento y forma de pensar que el que hoy predomina. ¿Qué es la conciencia socialista? El análisis más penetrante y el análisis más perspicaz de la realidad, arraigado en la comprensión de la sociedad—todos los aspectos de la realidad, las lecciones de la historia, las leyes que gobiernan la vida social, y la también ciencia —y también con conocimiento de la psicología: la extraordinaria flexibilidad y adaptabilidad de la personalidad humana, así como también el peso abrumador del pasado sobre "el cerebro de los vivos", nuestra capacidad para ser nobles, cobardes, abnegados, valientes y para autoengañarnos.
¿Quién sería lo suficientemente tonto para emprender un viaje como el nuestro, que exige tanta conciencia (y también la subconciencia) sin ir acompañado de Shakespeare, Goethe, Mozart, Dostyesvsky, Van Gogh, Dreiser, Chaplin y otros más incontables? ¿Exige nuestra labor demasiado? Sí; lo exige, pero eso es bueno. Trotsky una vez dijo que "Aquello que se comprende sin presentarnos ninguna dificultad por lo general no vale la pena, no importa cual sea el tema". [14]
No nos da vergüenza admitir que somos "clasisistas". ¿Insinúa eso que somos hostiles a lo moderno o a la experimentación o a la innovación en el arte? ¡Absolutamente que no lo somos! Simplemente significa que nada extraordinario es possible, incluyendo las innovaciones significantes, excepto a través del estudio y del dominio de lo mejor de la cultura histórica. Esto tiene su coorelación política: siempre será el caso que la creatividad política de mayor valor, tal como el desarrollo del World Socialist Web Site, se basa en los principios políticos más firmes.
De todos modos, necesitamos perspectiva histórica. Durante las últimas décadas, ¿hemos sido inundados con importantes novelas realistas (o alguna otra clase de obra importante), con obras teatrales épicas, con una reverencia excesiva por las formas clásicas en cualquiera de las esferas artíticas, o ¿no es que muchas de las esferas artísticas han sido contaminadas con una frialdad increible, perfecta desde el punto de vista técnico, pero vacua, enajenada de las grandes inquietudes humanas?
No vamos a disimular que estamos a favor de la lectura de las obras de Hawthorne, Dickinson, Poe, Melville, Twin, Howells, Wharton, James, Mencken, London, Norris, Dreiser, Fitzgerald y demás.
¿Cómo cambiaría la presencia de un Twain o un Mencken el clima actual de Estados Unidos, donde con tan solo ver una película o sentarse a ver la televisión de noche a menudo es una experiencia penosa, por no decir degradante? Casi no se puede concebir la mediocridad de gran parte de la cultura de Estados Unidos: sosa, banal, carente de imaginación, narcotizante, rácana consagrada y engañosa a un nivel que casi no tiene límites. Es una cultura diseñada con el fin de estupefacer a la gente, dejarlas insensibles y carentes de toda curiosidad. Podemos ver los resultados en varias de las cartas que recibimos. "¿Abu Ghraib? ¿A quién le importa éso?" O cartas por medio de correo electrónico de ciertos partidarios, como la del que se vanagloriaba de que le gustaba dejar su cerebro fuera del cine cuando entraba a ver una película.
¿Y qué de la política en Estados Unidos? ¡Maravilloso blanco para el satirista! Ambos partidos con sus excesivas cantidades de hipócritas beatos y sociópatas ricachones. ¡Sólo el imaginar lo que hacen detrás de puertas cerradas nos hace temblar! La vida política de Estados Unidos nos obsequia muchos momentos inesperados. Por ejemplo: Tom Delay—dirigente mayoritario Republicano de la Cámara de Diputados, ex vendedor de pesticidas, títere de las corporaciones, ignorante reaccionario—sermoneándole al pueblo de Estados Unidos acerca de la "cultura de la vida" durante el caso Schiavo.
El crítico ruso del Siglo XIX, Pisarev, una vez lamentó, en referencia a la sociedad rusa, "¡Qué pobres y estúpidos" somos! Y Trotsky explicó que fue sólo después que la clase obrera tomó el poder en el 1917 que ésta comprendió lo pobre y atrasada que "todavía estamos". [15]
Tampoco tenemos ninguna razón para ocultar nuestras dificultades. Nuestra pobreza y atraso se deben a que combinamos una abundancia tecnológica con una horrible deficiencia cultural e intellectual. No es culpa nuestra ni de la población. El capitalismo decadente, que no tiene soluciones progresistas para ningún problema, es el responsable. Y la clase obrera, a medida que comienza a madurar políticamente, también tendrá que resolver este problema. Pero hay que decir las cosas como son.
Por esa razón promovemos los clásicos y también a la originalidad y a la experimentación sinceras en contra del postmodernismo cínico y su defensa de la realidad existente, así como también contra las varias formas de arte "izquierdista" semi populista y, por lo general, toda concesión al amateurismo y el atraso artístico.
Pero este tema no es nada nuevo en la historia de nuestro movimiento.
Desde su infancia, el movimiento socialista inevitablemente se consternó con la educación política y cultural de la clase obrera. Antes de que los principios científicos del socialismo adquirieran forma, Engels escribió de la Inglaterra del 1845 que "los productos que crearon toda una época de literatura moderna, filosófica, política y poética son leídos casi exclusivamente por los trabajadores...En este respecto, los Socialistas, sobretodo, han hecho maravillas para la educación del proletariado...Shelley, el genio, el profeta, Shelly y Byron, con su sensualidad translucente y su sátira amarga acerca de la sociedad en existencia, encuentran que la mayoría de sus lectores son el proletariado; la burguesía sólo lee versiones castradas, versiones para la familia, reducidas de acuerdo a la moralidad hipócrita de hoy día". [16]
El Partido Social Demócrata Alemán, primer partido socialista de masas de la clase obrera, le dio gran énfasis a la educación cultural de la población. Un análisis detallado de sus actividades no es el objetivo de esta charla, pero se deberían notar ciertos hechos. En primer lugar, los líderes del PSD, o los individuos que más se preocupaban por los asuntos culturales, hacían todo lo que podían para estimular el estudio y la apreciación de las obras clásicas de la literatura alemana y mundial.
El historiador Vernon Lidtke nota con cierta desaprobación, por ejemplo, que el Movimiento por un Teatro Libre del Pueblo, "debe verse como ejemplo arquetípico de esas organizaciones dominadas por lo socialistas que que se formaron para trasmitirle a los trababajadores los que los dirigentes Social Demócratas consideran lo mejos de la cultura europea y alemana". [17]
Lidtke escribe que "los comentaristas Social Demócratas consideraban que su propia literatura socialista era, desde el punto de vista artístico, inferior, y la aceptaban principalmente y a menudo exclusivamente por el mensaje que llevaba". [18] De noche miles de personas asistían a conciertos musicales y eventos literarios por las noches que el partido organizaba. Escuchaban la música de Beethoven, Bach, Brahms, Liszt, Wagner y Handel y las obras de Goethe, Schiller, Heine, Tolstoy, Ibsen y muchos más.
Las actitudes de Franz Mehring y Rosa Luxemburg eran inequívocas. Junto con Plekhanov, Mehring fue de los pioneros en aplicar el materialismo histórico a los asuntos literarios y culturales.
En una carta a su colega, que iba a cumplir sus setenta en 1916, Luxemburg le hizo saber a Mehring como ella se sentía acerca de sus (de él) contribuciones y como ella enfocaba el problema.
Dirigiéndose a Mehring, escribe: "Por décadas has ocupado un puesto especial en nuestro movimiento; nadie más habría podido desempeñarlo. Eres el representante de la cultura verdadera en toda su brillantez. Si el proletariado alemán es el heredero de la filosofía clásica alemana, como declaraban Marx y Engels, entonces tu eres el albacea de ese testamento. Has rescatado todo lo que tenía valor de la cultura burguesa cuando todavía era espléndida y nos lo has regalado, en campo de los desterrados de la sociedad. Gracias a tus libros y artículos, el proletariado alemán se ha acercado íntimamente no solo a la filosofía clásica alemana, sino también a la clásica literatura alemana, no solo con Kant y Hegel, pero con Lessing, Schiller y Goethe. Cada renglón de tu brillante pluma le ha enseñado a nuestros trabajadores que el socialismo no es asunto de pan y mantequilla nama más, sino un movimiento cultural, una gran y orgullosa ideología mundial. Cuando el espíritu del socialismo una vez más penetre al proletariado alemán [la carta fue escrita durante la Primera Guerra Mundial, luego de la horrible traición de los dirigentes del PSD] su primer acto será alcanzar tus libros, gozar del fruto de las labores de tu vida...Hoy, cuando montones de intelectuales de origin burgués nos traicionan para regresar a los nidos de las clases gobernantes, podemos reirnos con desprecio y soltarlos: nos hemos ganado al mejor y último burgués que todavía posee espíritu, talento y carácter: Franz Mehring". [19]
Luxemburg ya había dado a conocer su punto de vista acerca del proletariado y la cultura en 1903. Otra vez no deja mucho campo para ser malentendida. Explicó—y este argumento lo reiteró Trotsky dos décadas después en Literatura y revolución en contra de aquellos que abogaban por la llamada "cultura proletaria"—que en la historia de las luchas de clases anteriores, las clases aspirantes anticiparon su dominio político primero estableciendo su dominio intellectual, poniendo en marcha la nueva ciencia y el nuevo arte en contra de la cultura obsoleta del viejo sistema que ya iba en decadencia.
Luxemburg explica: "La situación del proletariado es muy diferente. Como clase que no es dueña de ninguna propiedad, no puede, durante el transcurso de su ascendencia, espontáneamente crear una cultura mental propia mientras permanence encerrada dentro de los límites de la sociedad burguesa. Dentro de esa sociedad, siempre que sus bases económicas persistan, no puede haber otra cultura que no sea la burguesa...
"Lo más que se puede hacer hoy es defender a la cultura burguesa del vandalismo de la propia reacción burguesa y crear la condiciones necesarias para un desarrollo cultural libre. Aún si se sigue esta línea, los trabajadores, dentro de las varias formas de la sociedad, pueden avanzar solo hasta el punto en que puedan crear para sí mismos las armas intelectuales necesarias en su lucha por la liberación". [20]
A continuar
Notas:
[14] "El leninismo y los clubes de los trabajadores" en Problemas de la vida cotidiana (New York y Londres, 2004), pág. 365.
[15] "Unas pocas palabras acerca de como criar a un ser humano" en Problemas de la vida cotidiana, pág. 172.
[16] La condición de la clase obrera británica (Harmondsworth, Middlesex and New York, 1987), pág. 245.
[17] La cultura alternativa: El movimiento obrero socialista en la Alemania imperial (New York and Oxford, 1985), pág 148.
[18] Ibid, pág. 138.
[19] www.marxists.org/archive/mehring/1918/marx/tranpref.htm
[20] www.marxists.org/archive/luxemburg/1903/misc/stagnation.htm