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Intercambio entre un trabajador estadounidense y el WSWS acerca de los "inmigrantes ilegales"

Este intercambio de cartas apareció en nuestro sitio en su inglés original el 1ro. de junio, 2006. La carta del trabajador se refiere al artículo titulado, “Estados Unidos: el Pentágono se prepara para ‘usar la fuerza' en la frontera con México”, que fue publicado en el World Socialist Web Site el 18 de mayo, 2006. La carta del trabajador es seguida por la respuesta del autor del artículo, Bill Van Auken.

Señores,

Visito el WSWS a diario y leo todo lo que el sitio publica. Hago esto porque los análisis y reportajes de ustedes se basan muy bien en los hechos y tienen gran integridad, pero la forma en que ustedes presentan el problema de la inmigración ilegal me parece erróneo y propagandísta. Ni una sola vez, en el artículo que recientemente publicaron el 18/05/06 sobre el plan del gobierno de Bush de utilizar la Guardia Nacional de Estados Unidos, llaman ustedes, honestamente y con exactitud, “inmigrantes ilegales” a las hordas de inmigrantes desplazados por la economía que como una marea vienen de México, o atraviezan por él, en infracción de las leyes nacionales de Estados Unidos.

Soy un obrero ya de edad avanzada, de conciencia política muy astuta y adelantada que destesta al capitalismo vampírico de Estados Unidos con todas las fuerzas de mi ser. Mi esposa es inmigrante legal de Europa, y ambos hemos vivido en México. Conocemos esa sociedad bien y mucho compadecemos y comprendemos las causas sociales, políticas y económicas que son el motor de esta inmigración “ilegal”.

Sabemos de la complicidad de la plutocracia vampírica capitalista que creó estos destierros causados por pactos tales como NAFTA, GAT, WTO, el FMI, y el Banco Mundial para saquear y robar los recursos, mercados y economías de naciones como México. Pero permitir la inmigración ilegal desenfrenada de trabajadores desterrados sólo termina en el desplazamiento de la clase obrera estadounidense, que lucha por sobrevir. Los trabjadores mexicanos se enfrentan a un gobierno nacional mexicano tan corrupto y hostil a sus intereses como el que la gente de la clase obrera de Estados Unidos enfrenta.

La mayoría de la gente de la clase obrera que ha desarrollado conciencia política se compadece de la situación de otras personas oprimidas de la clase obrera, pero vemos que este proceso socava aún más nuestra posición económica. A mí no se me permitiría emigrar a México ilegalmente para buscar un buen empleo, pues las leyes mexicanas restringen y oprimen a los extranjeros mucho más que las de Estados Unidos.

Nuestras leyes de inmigración no se están cumpliendo, lo cual permite y asegura que los patrones siempre tengan a su disposición una mano de obra barata que socava la posición de los trabajadores nacidos aquí. El hecho que estas leyes no se estén cumpliendo resulta en que la clase obrera sea dividida y conquistada. Estos trabajadores ilegales deberían quedarse en México y llevar a cabo la labor política necesaria para cambiar el sistema corrupto que los oprime y explota, y nosotros, los trabajadores de Estados Unidos, tenemos que hacer lo mismo en este país. Sin una política inmigratoria basada en leyes racionales que incluyan la reciprocidad, la explotación capitalista va a socavar la situación de toda la gente de la clase obrera. Hagan el favor de ser honestos cuando usen el lenguaje descriptivo, pues cuando fracasan en hacer esto, imitan al opresor que tenemos en común.

Con todo mi respeto,

WH

West Virginia

Respuesta de Bill Vann

Estimado WH,

Aunque apreciamos su comentario en cuanto a la exactitud e integridad de los reportajes del World Socialist Web Site, el tildar a nuestros artículos sobre la inmigración como “erroneos” y “propagandístas” nos deja un poco mistificados, pero creemos que ese punto de vista refleja su propia desorientación política en cuanto al tema.

Su queja inicial parece basarse, en gran parte, en la semántica. Nosotros llamamos a los aproximadamenbte 12 millones de inmigrantes que residen y trabajan en Estados Unidos sin visas adecuadas o permisos de trabajo “trabajadores indocumentados”. Usted, por su parte, insiste en ponerles la etiqueta de “inmigrantes ilegales”.

Las dos frases, claro, llevan cierta carga eléctrica; ambas reconocen que estos trabajadores están aquí en Estados Unidos sin el permiso del gobierno. La primera enfatiza el carácter clasista de estos inmigrantes y su unidad fundamental con los trabajadores de todas las nacionalidades; el segundo arranca de una categoría legal y de la presunta culpabilidad de los inmigrantes por haber quebrantado las leyes de inmigración de Estados Unidos.

Las diferencias entre nosotros en cuanto al tema no son una casualidad; tienen que ver con la perspectiva fundamental que el World Socialist Web Site y el Partido Socialista por la Igualdad han avanzado; una perspectiva basada en la unificación internacional de la clase obrera y en lucha común por el socialismo en oposición a todo nacionalismo.

No disputamos que los trabajadores de México, América Central y demás lugares no hayan quebrantado las leyes de Estados Unidos. No disputamos eso. Lo que viene al punto es la actitud que trabajadores con consciencia de clase deberían adoptar hacia esas leyes.

Se podría haber argüido, por ejemplo, que el WSWS debería haber llamado “huelguistas ilegales” a los trabajadores de tránsito de Nueva York el diciembre del año pasado cuando abandonaron sus empleos en infracción de la ley anti sindicalista Taylor. ¿Es un error no haberlos llamado así? Según usted se describe a sí mismo, no creo que usted razonaría de esa manera.

Nosotros defendimos a los huelguistas de tránsito en contra de las multas y las amenazas de ser despedidos y hasta de ir a la cárcel, medidas perfectamente legales en contra de la huelga. También defendimos a los trabajadores inmigrantes en contra de las detenciones, los arrestos, las deportaciones, las amenazas de violencia y el peligro de muerte en la frontera entre México y Estados Unidos.

Aquellos que justifican los ataques en contra de los trabajadores de tránsito dicen que la huelga perjudicaba a los trabajadores de salarios bajos. Es muy significantivo que aquellos que protestan encolerizadamente en contra de los inmigrantes fingen de la misma manera.

Aquellos dentro de los partidos Demócrata y Republicano que recurren a los sentimientos anti inmigrantes porque les preocupa los empleos y los salarios de los trabajadores estadounidenses mienten. Su verdadero objetivo, por una parte, es lograr desviar a la clase obrera de hacerle frente a la verdadera fuente de los ataques contra sus normas de vida y, por otra, hacer pelear a los trabajadores criollos contra los trabajadores inmigrantes.

MIllones de trabajadores inmigrantes se han movilizado en las calles de ciudades y pueblos estadounidenses para exigir sus derechos como trabajadores y oponerse a proyectos de leyes anti inmigratorias reaccionarias, pero estas acciones sólo han intensificado el miedo y el odio que los representantes derechistas de la clase gobernante tienen hacia ellos. Temen que este movimiento social se extienda a toda la clase obrera.

Siempre hemos sabido que la clase gobernante de este país persigue fines políticos contradictorios hacia la inmigración. Por una parte, quiere asegurarse de una fuente segura de mano de obra barata para explotarla con facilidad, sobretodo si es indocumentada. Por otra parte, reprime a estos trabajadores acudiendo a la demagogia nacionalista y culpándolos de causar toda una serie de males sociales. En realidad, estas dos políticas son complementarias, pues ponen a los trabajadores inmigrantes en la categoría de parías “ilegales”, lo cual sirve para mantenerlos como fuerza laboral obediente y mal pagada.

Usted dice que simpatiza con los inmigrantes y que está consciente de que los que llegan a Estados Unidos lo hacen en gran parte debido a las circunstancias intolerables que el sistema capitalista internacional ha creado que le permite a las empresas multinacionales basadas en Estados Unidos a “saquear y robar los recursos, mercados y economías” de sus naciones.

Insiste a la vez que “permitir la inmigración ilegal desenfrenada de trabajadores desterrados sólo termina en el desplazamiento de la clase obrera estadounidense, que lucha por sobrevir” y “socava aún más nuestra posición económica relativa”.

Esto significa que las empresas y los bancos tienen la libertad de cruzar las fronteras cuando les de la gana y derribar toda barrera que limite la explotación de la mano de obra, los recursos y los mercados de cualqueir nación que escojan. Mientras tanto, los trabajadores viven cercados por fronteras nacionales y sujetos al control estricto de leyes inmigratorias draconianas que le niegan el derecho a vivir y trabajar donde gusten.

La clase obrera es una clase internacional que ha sido “dividida y conquistada”, no por leyes de inmigración que no se han cumplido, sino por la política nacionalista de líderes en Estados Unidos y por todo el mundo.

Millones de empleos en las fábricas de Estados Unidos han desaparecido durante las últimas dos décadas. ¿Ha sido eso culpa de los llamados “inmigrantes ilegales”? Su carta indica que usted es del estado de West Virginia. En este estado, la cantidad de mineros de carbón ha disminuido de 63,000 a finales de la década de los 1970 a apenas 15,000 hoy día. ¿Es esta la culpa de los trabajadores inmigrantes indocumentados? ¿Cómo pueden los trabajadores criollos de Estados Unidos defender con éxito sus empleos y sus salarios en contra de las empresas transnacionales que pueden mudar sus funciones a través de barreras nacionales en búsqueda de la mano de obra más barata?

La experiencia del último cuarto de siglo ha dejado bastante en claro que la estrategia de la AFL-CIO y de la United Mine Workers of America** para defender los “empleos de los ciudadanos de Estados Unidos” por medio de concesiones a las empresas basadas en el país y suplicándole al gobierno por medidas proteccionistas es tan fracasada como es reaccionaria. El resultado de esta perspectiva nacionalista ha sido un desplome de los sindicatos obreros que no tiene precedentes en la historia; sindicatos que hoy día sólo cuentan con menos del 8% del sector privado de la fuerza laboral del país. Esta desintegración prolongada del movimiento obrero de Estados Unidos para nada se debe a un aumento repentino de la inmigración al país.

Si empezamos con el carácter internacional de la producción en un sistema capitalista, a medida que éste integra más y más al mercado mundial, es obvio que los trabajadores de Estados Unidos no pueden dar el menor paso adelante sin forjar la mayor unidad y coordinación posible con los trabajadores de todos los otros países donde funcionan las empresas transnacionales basadas en Estados Unidos.

Dado que las economías de México y Estado Unidos están tan integradas, por ejemplo, ¿no es evidente que hay que hacer todo lo posible para unificar las luchas de los trabajadores mexicanos y estadounidenses para establecer activos lazos de solaridad cada vez más firmes, apoyo recíproco, y acciones coordinadas? El apoyo a leyes que persiguen a los empobrecidos obreros mexicanos indocumentados, quienes se han visto obligados a buscar empleo en Estados Unidos, ¿fomentarían o atrasarían esos esfuerzos hacia unidad? Hacer la pregunta es contestarla.

Usted dice que detesta al capitalismo; sin embargo, en lo fundamental repite los mismos argumentos que usan el gobierno y la prensa para defender este sistema. Esto no es una casualidad. Toda perspectiva basada en el nacionalismo en vez del internacionalismo inevitablemente expresa los intereses de la clase gobernante, no los de la clase obrera.

Existe un solo programa posible para que los trabajadores méxicanos, estadounidenses y del resto del mundo puedan combatir con éxito el capitalismo internacional: el que los une a través de las fronteras nacionales en una lucha común basada en una perspectiva socialista e internacionalista.

En este sentido, desearle buena suerte a los trabajadores mexicanos para que se queden en su país y luchen para “arreglar su sistema corrupto” mientras los trabajadores estadounidenses conducen su propia lucha en Estados Unidos no sólo es una política inadecuada; es una política condenada al fracaso desde un principio.

Los trabajadores mexicanos y de toda Norteamérica confrontan una situación que es producto de un sistema capitalista integrado por la globalización, cosa que no simplemente expresa las peculiaridades nacionales de cada país. No es posible “arreglar” este sistema a base de presiones políticas o de reformas nacionales. Se require una política coordinada para acabar con el capitalismo; política que es inconcebible sin la defensa implacable de los obreros inmigrantes.

Finalmente, usted se refiere al tema de la “reciprocidad”. Creemos que los trabajadores deben tener el derecho a vivir y trabajar en el país que les plazca con plenos derechos democráticos y sociales. Esta es nuestra postura no solo en Estados Unidos, sino en Europa, Australia, Asia del Sur, Latinoamérica y todo el planeta.

Sin embargo, solo es posible semejante libertad de movimiento para la clase obrera si ésta se apodera de la producción y la reorganiza para servir las necesidades humanas y sociales, no las ganancias y beneficios privados. El socialismo creará las condiciones para el desarrollo armónico de las fuerzas productivas a nivel internacional, y hará posible que le pongamos fin a la horrible desigualdad y pobreza que obliga a millones a emigrar de sus tierras natales.

Lo que se requiere más que nada para lograr esto es el establecimiento de un movimiento politico socialista e internacionalista de la clase obrera.

Atentamente,

Bill Van Auken.