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El gobierno de Bush amenaza al Primer Ministro de Irak mientras prepara un baño de sangre en Baghdad

El gobierno de Bush de nuevo ha amenazado con derrocar al Primer Ministro Iraki Nouri al-Maliki si no colabora completamente con el aumento de tropas en Irak y sus planes para la represión brutal contra el movimiento fundamentalista shiíta dirigido por el clérico Moqtada al-Sadr.

Desde el miércoles pasado, cuando Bush pronunciara su discurso detallando la expansión de la guerra en Irak, la Ministra de Relaciones Exteriores, Condoleezza Rice, ha declarado en varias ocasiones que Maliki “tiene los días contados”. El recién nombrado Ministro de Defensa, Robert Gates, hizo la amenaza más burda. Cuando el Comité del Senado sobre las de Fuerzas Armadas le interrogó directamente el viernes pasado y le preguntó que sucedería si el Primer Ministro Iraki resiste los planes estadounidenses, Gates respondió: ¨Pienso que la primera consecuencia a la cual tendría que enfrentarse es la posibilidad de perder su empleo”.

No es ningún secreto en Esdtados Unidos y en Irak que la destrucción de los sadristas es de los objetivos principales del despliegue de 17.000 tropas estadounidenses adicionales a Baghdad. A medida que el gobierno de Bush sigue su trayecto temerario de establecer la hegemonía de Estados Unidos sobre los recursos petrolíferos en el Oriente Medio, éste no está preparado a co-existir con un movimiento que goza del apoyo de las masas obreras iraquíes shiitas y que ha jurado que la milicia Ejército de Mahdi tomará las armas en defensa de Irán en caso de la agresión yanqui. Los militares estadounidenses consideran que el Ejército de Mahdi es una peligrosa quinta columna iraní y, desde una tregua inestable que se firmó para acabar con un levamiento sadrista contra la ocupación en 2004, ha hecho campaña para su destrucción.

Una fuerza del gobierno iraquí, actuando en conjunto con Estados Unidos, ya está en proceso de lanzar una ofensiva en la Ciudad Sadr, suburbio shiíta de Bagdad densamente poblado del cual Sadr deriva su apoyo principal. Una brigada de la división aérea 82 se va a mudar de Kuwait a la capital iraquí para unirse con dos brigadas armadas estadounidenses y tres brigadas predominantemente kurdas del ejército iraquí. El mando militar yanqui ha insistido en las unidades kurdas debido a que la mayor parte de las tropas del gobierno iraquí actualmente en Baghdad es shiita. Muchos apoyan a, o simpatizan con, Sadr y es possible que rehusen pelear.

Para mediados de febrero, aproximadamente 40.000 tropas estadounidenses e iraquíes, respaldadas por un enorme poderío aéreo, estarán en posición para llevar a a cabo una bestial guerra urbana en las calles de Baghdad. Los sadristas también tienen sus planes. Según varios informes, a todas las familias entre los dos millones de habitantes que pueblan la Ciudad Sadr se les ha pedido que ofrezcan un hombre entre las edades de 15 y 45 para servir en el Ejército de Mahdi, lo cual la daría a la milicia una fuerza potencial de más de 100.000. Abdul Razzaq al-Nidawi, destacado portavoz sadrista, declaró la semana pasada: “Llamamos al pueblo de Estados Unidos a que se oponga al envío de más hijos a Irak para que no regresen en ataúdes¨.

Aunque las bajas estadounidenses indudablemente aumentarían dramáticamente durante cualquier ofensiva, es el pueblo iraquí que sufriría las mayores pérdidas. Las milicias shiíitas, equipadas solamente con armas pequeñas, caerán víctimas de una matanza por aviones, helicópteros y tanques americanos.

Nada muestra, de la manera más burda, lo títere del gobierno iraquí que su aprobación de la agresión que se acerca. Es posible que los sadristas sean el movimiento político más popular entre los shiítas iraquíes, quienes representan el 60% de la población. Se han dirigido a los preponderantes sentimientos contra la ocupación al llamar por una fecha de vencimiento para que Estados Unidos salga de Irak y exigir que el gobierno se dirija a las espantosas condiciones del país. A la misma vez, se han integrado al gobierno títere y representan la facción principal en la coalición de partidos shiitas, la Alianza Iraquí Unida (AIU), que gobierna el país. El mismo Maliki ha sido íntimo aliado de Sadr y ha asegurado la candidatura de la AIU para las elecciones para primer ministro basándose en el voto de los legisladores sadristas.

Consternado por la posible pérdida de una importante base de apoyo, Maliki resistió el plan americano por varios meses. El noviembre pasado le comentó a Bush sus deseos para que todas las tropas estadounidenses se retiren de Baghdad. Gates admitió ante el Comité del Senado sobre las Fuerzas Armadas que Maliki “quiso llevar a cabo esta acción por su cuenta”; es decir, abandonar la capital y dejarla en manos de las milicias dominadas por los shiítas, quienes se dedicarían a combatir a los guerrilleros sunnitas árabes y no a conducir una ofensiva contra los sadristras.

Maliki, sin embargo, ha indicado que ha accedido a las exigencias de Washington. La clase gobernante shiíta que él representa no está preparada a arriesgar el poder y los privilegios que ha obtenido bajo la ocupación yanqui. El fin de semana anterior, luego de la declaración de Gates y después de varios días de silencio en relación al discurso de Bush, sus oficinas por fin emitieron una declaración de prensa que declara que el aumento de tropas estadounidenses “representa una visión común y un entendimiento recíproco entre el gobierno iraquí y el gobierno estadounidense”.

Durante los últimos días, varios funcionarios de Bush han enfatizado que Maliki ha respaldado la agresión contra los sadristas. El secretario de prensa de la Casa Blanca, Tony Snow, le declaró a los periodistas el viernes: “Pienso que, por sus palabras y sus hechos, [Maliki] se dirige a las inquietudes principales de Estados Unidos, tales como la declaración a los shiítas que ellos no representan ninguna excepción. Y lo ha hecho mencionando nombres. Se ha expresado acerca de los sadristas y de Moqtada al-Sadr”.

El domingo, Fox News [Noticias de la Fox] le preguntó al Vice-Presidente, Dick Cheney, lo siguiente “Si las fuerzas estadounidenses quieren entrar en la Ciudad Sadr y enfrentarse a Moqtada al-Sadr, ¿le promete usted al pueblo de Estados Unidos — ¿Puede usted jurarle? — que semejante acción se llevará a cabo no importa lo que Maliki diga?” Cheney contestó que el gobierno y Maliki ¨tuvimos un entendimiento que nos permitirá echar adelante y cumplir la labor¨.

Si Maliki vacila, hay alternativas detrás de las cortinas para reemplazarlo. Abdul Aziz al-Hakim, quien llevó a cabo negociaciones personales con Bush en diciembre y dirige el Concilio Supremo Shiíta por la Revolución Islámica en Irak (CSSRII), ha expresado apoyo total “al plan de seguridad de Baghdad”, puntualizando que “el gobierno debería agredir con puño de hierro a aquellos que ponen en peligro la seguridad del pueblo”. Se ha reportado que el embajador estadounidense en Irak, Zalmay Khalizad, todavía labora para formar una coalición nueva compuesta por el CSSRII, los partidos kurdos y las organizaciones basadas en los sunnitas para reemplazar el gobierno actual si es necesario. Según el Guardian, periódico británico, el clérico principal shiíita, Ali al-Sistani, acordó la semana pasada a no oponerse las actividades militares para que el Ejército de Mahdi entregue sus armas.

En los Estados Unidos, los más partidarios más vocíferantes de la guerra en Irak abogan por una masacre en la Ciudad Sadr y por el asesinato de Moqtada al-Sadr. Mike Reagan, hijo del ex Presidente Ronald Reagan, escribió en Frontpage Magazine: ¨Si no vamos a permitirle a nuestras fuerzas armadas que entren y lleven a cabo su espcialización - la destrucción y la matanza de gente — entonces sería mejor que nos rindamos y regresemos a casa...Moqtada al-Sadr tiene que irse, preferiblemente siguiendo los pasos de Saddam Hussein. Y mientras más pronto mejor”.

Ralph Peters, comentarista de derecha extrema que escribiera un artículo el año pasado titulado, ¨Maten a Moqtada ahora”, declaró en el New York Post la semana pasada que la ¨gran prueba” de los planes de aumento de Bush sería si integrara “la ocupación, el desarmamento y la desinfección ideológica de la Ciudad Sadr”. Exige, además, que ¨Las reglas de combate tienen que aflojarse. Tenemos que dejar de actuar como Barney Fife y pelear. Y el presidente tiene que apoyar a las tropas cuando el juego se ponga duro.” (énfasis en el original)

Apenas dos meses después de que el pueblo americano repudiara la guerra en Iraq en las elecciones congresistas y dejara bien claro que quería ponerle fin, el gobierno de Bush prepara crímenes aún mayores.S