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El bloqueo de China de un portaaviones de EE.UU. destaca las tensiones navales en el Pacífico

Este artículo apareció en nuestro sitio en su inglés original el 10 de Diciembre de 2008.

Una disputa diplomática entre los EE.UU. y China durante el atraque de navíos de guerra de EE.UU. en el puerto de Hong Kong el noviembre pasado indicó la agudización de las tensiones entre los dos países.

El tema apareció por primera vez en público cuando Beijing (Pekín) revocó la decisión de permitir que el portaaviones USS Kitty Hawk y su escolta de buques de guerra atracaran en el puerto de Hong Kong el 21 de noviembre para la fiesta de Acción de Gracias. Cientos de familiares y amigos habían volado a Hong Kong para estar con la tripulación de los buques, a los que en el último momento se les negó la entrada al puerto. Beijing se retractó al día siguiente, diciendo que a los buques de guerra se les permitiría la entrada por “razones humanitarias”, pero demasiado tarde para reavivar la visita.

Los militares de los EE.UU. protestaron inmediatamente. El almirante Timothy Keating, jefe del Comando del Pacífico EE.UU., dijo a los periodistas que la posición de China no era “indicativa de un país que entiende sus obligaciones como nación responsable”. Apenas unos días antes, Beijing había rechazado la petición de entrada de dos dragaminas de EE.UU. en Hong Kong para evitar una tormenta. El 28 de noviembre, el Pentágono convocó al agregado militar de China en Washington y le comunicó una protesta formal.

En un acto llevado a cabo con el propósito de aumentar las tensiones, el grupo de combate USS Kitty Hawk se dirigió a su puerto de origen en el Japón navegando a través del sensible Estrecho de Taiwán. China, que aun considera a Taiwán como una provincia renegada bajo su soberanía, emitió su propia declaración de “grave preocupación” por las acciones de la armada de EE.UU. En 1996, en medio de un enfrentamiento entre Beijing y Taipei, la anterior administración Clinton envió dos portaaviones a la zona cerca del Estrecho de Taiwán.

Los buques de guerra de EE.UU. habían utilizado el puerto de Hong Kong como escala durante décadas. Desde que la antigua colonia británica volvió a dominio chino en 1997, los usos portuarios habían requerido la aprobación de Beijing, que en su mayor parte se habían concedido sistemáticamente. Negativas se llevaron a cabo en períodos de gran tensión, como en 1999, cuando los EE.UU. bombardearon la Embajada de China en Yugoslavia y en 2001, cuando un avión espía de EE.UU. chocó con un caza chino sobre el Mar de China Meridional.

Beijing inicialmente rebajó la importancia de aquel incidente. Durante una reunión celebrada en Washington el 28 de noviembre, según se informa, el Ministro de Relaciones Exteriores de China Yang Jiechi le dijo al presidente Bush que era simplemente “un malentendido”. Al día siguiente, sin embargo, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores Liu Jianchao contradijo los informes de la prensa, diciendo que la negativa no había side un “malentendido”.

El mismo Yang expresó su “grave preocupación” por la decisión de Washington de vender un sistema de defensa contra misiles de alta tecnología a Taiwán. Se refirió a la reunión del Presidente Bush con el exiliado Dalai Lama del Tíbet, en octubre pasado, diciendo que había dañado la relación entre los dos países. Aunque no explícitamente enunciado, la negativa a permitir que buques de guerra de EE.UU. atracaran en Hong Kong en noviembre fue una política de represalia.

El comentario de Liu se hizo poco después que un alto oficial naval de China dijera al Global Times—portavoz internacional sobre las relaciones exteriores de Beijing—que los EE.UU. estaban dañando gravemente los intereses de China y los lazos entre China y Estados Unidos. Señaló que la venta de armas a Taipei había enviado “una señal equivocada” que había alentado al presidente pro-independentista de Taiwan Chen Shui-bian y su campaña para ocupar un escaño en la ONU. “Es por ello que una gran cantidad de actividad entre China y América se detuvo,” dijo entonces el oficial naval.

La disputa puso de manifiesto la fragilidad de los lazos “militares” entre China y los EE.UU.. Durante su visita a Beijing en octubre, el secretario de defensa de EE.UU. Robert Gates propuso la creación de una “línea directa” entre los dos países para neutralizar posibles enfrentamientos. Poco después, sin embargo, el Pentágono anunció una venta del sistema de misiles Patriot a Taiwán valorada en 940 millones de dólares, lo que provocó las protestas de Beijing.

La controversia sobre las visitas a Hong Kong continúa escalando. A primeros de diciembre pasado, un funcionario del departamento de defensa de EE.UU. reveló que China había prohibido al destructor USS Reuben James visitar el puerto en el día de Año Nuevo. Otra solicitud para que un avión de carga C-17 de EE.UU. hiciera tres vuelos mensuales a Hong Kong para aprovisionar al consulado de los EE.UU. también fue rechazada.

Japón se vió implicado. El 28 de noviembre, el destructor Shenzhen hizo la primera visita de un buque de guerra de China a un puerto japonés desde la Segunda Guerra Mundial. Si bien el propósito de la visita había sido mejorar las relaciones entre los dos países, de repente Tokio canceló una gira de marineros chinos a uno de los avanzados destructores de clase Aegis de Japón, después de que el Pentágono se opusiera.

Colisión de intereses

La aparición de tensiones sobre el atraque de buques de guerra de EE.UU. en Hong Kong fue un signo de la rivalidad en curso entre los dos países. Después de la Segunda Guerra Mundial, los EE.UU. trataron el Pacífico como “un lago americano”, tratando de asegurar a Washington una superioridad militar en toda la región sin posibilidad de desafío. Una cadena de bases militares de EE.UU. en Japón, Corea del Sur y de Guam, así como el Comando del Pacífico centrado en Hawaii, eran todos parte del marco de la Guerra Fría adoptadas en contra de China y la ex Unión Soviética.

En los dos últimos decenios, empresas de EE.UU. se han sumado a la carrera para explotar China como una gran plataforma de mano de obra barata, pero hay profunda preocupación en los círculos gobernantes de América sobre el ascenso de China como un potencial rival económico y estratégico. Por su parte, Beijing está preocupado por la continuación de los esfuerzos de Washington para cercar a China a través de una serie de alianzas estratégicas, en particular con Japón, Australia y la India. Las invasiones de Afganistán e Irak por EE.UU. plantean la perspectiva de que la creciente demanda de materias primas de China , incluido el acceso al petróleo y el gas del Medio Oriente y el Asia Central, podría ser objeto de veto por Washington.

En respuesta a ello, China ha formado una “alianza estratégica” con Rusia a fin de contrarrestar los EE.UU., en especial contra la presencia militar de los EE.UU. en Asia Central y la amenaza de un ataque de EE.UU. sobre Irán. La doctrina estratégica de China está experimentando un cambio de defensa de la patria a la “defensa activa” más allá de sus fronteras, con un nuevo énfasis en la construcción de una fuerza naval, y en particular, una flota de submarinos. Como parte de esta estrategia, Beijing ha construido una cadena de las instalaciones portuarias en el Océano Índico y el Mar de China Meridional que podría ser utilizada por la Armada para proteger sus suministros de petróleo del Medio Oriente. Un debate que está en curso en China versa sobre la conveniencia de construir portaaviones como un símbolo de su aparición como “una potencia marítima”.

El USS Kitty Hawk fue protagoinista en otro incidente ocurrido en octubre del año pasado. Si bien en gran parte dejado de lado por los medios de comunicación, un submarino chino de tipo Song emergió en la superficie a pocos kilómetros del portaaviones durante un ejercicio de rutina de un grupo de combate de EE.UU. en el Mar de China Oriental. La habilidad de emerger del submarino chino sin ser detectado, tan cerca del tan fuertemente defendido buque de guerra de EE.UU., provocó consternación según se dijo en el Pentágono sobre la rápida capacidad de China.de desarrollar submarinos. China negó las acusaciones de EE.UU. que hubieran estado siguiendo de cerca a la flota de los EE.UU.

En los últimos cuatro años, al menos 16 nuevos submarinos se han añadido a la armada china. Además de los submarinos de tipo convencional Song y Kilo comprados a Rusia, China está construyendo una nueva clase de submarinos de ataque de Tipo - 093 propulsados con energía nuclear y submarinos de propulsión nuclear Tipo - 094 , armados con misiles nucleares de largo alcance. Se dice que Beijing ha recibido asistencia técnica fundamental de los astilleros de Rusia.

Los EE.UU. están impulsando su propia capacidad naval en la región. El USS Kitty Hawk de propulsión convencional ha estado en el corazón de la 7 ª Flota de los EE.UU. cuya tarea es impedir que China ataque a Taiwán. Se espera que el año próximo sea sustituido por el más poderoso USS George Washington propulsado por energía nuclear.

En una muestra de poder aéreo el Pentágono envió su último caza sigiloso F - 22 a Okinawa en febrero del año pasado—su primer despliegue fuera de los EE.UU. A pesar de que estos aviones de guerra han regresado a su punto de origen, el mensaje fue claro. Beijing estaba particularmente preocupado por informes sobre un juego de guerra de EE.UU. en julio de 2006, que simulaba una intensa campaña de bombardeos sobre las ciudades costeras de China y otros objetivos estratégicos con aviones F - 22 y F - 35 desde Okinawa y desde portaaviones.

A pesar de los esfuerzos de Beijing en la modernización militar, el presupuesto de defensa de los EE.UU. sigue siendo 12 veces mayor que el de China y su posición de vanguardia en tecnologías clave sigue siendo considerable. Los EE.UU. tiene 11 portaaviones desplegados en todo el mundo, cada uno con un máximo de 90 aviones de combate - China no tiene ninguno. En 2005, el tonelaje de la armada de los EE.UU. era de más de 3 millones - casi 10 veces el tamaño del de China, con sólo 340.000 toneladas. Incluso en el ámbito de los submarinos, los EE.UU. tienen 73, todos sofisticados buques de propulsión nuclear, en comparación con los 55 de China, en su mayoría convencionales.

Sin embargo y a pesar de su poderío militar, la influencia de EE.UU. está disminuyendo. El rápido crecimiento de la economía China ha desplazado a los EE.UU. como el mayor socio comercial de la mayoría de los países de Asia. Además, están surgiendo otras potencias en la región. Rusia proyecta la construcción de seis portaaviones en las dos próximas décadas, tres de los cuales serán desplegados en el Pacífico. Japón y Corea del Sur también están ampliando sus capacidades navales y Australia está interviniendo activamente en la región. Aun siendo aliados formales de EE.UU., estos tres países tienen sus propios intereses económicos y estratégicos.

El potencial de conflicto, en particular entre los EE.UU. y China, fue puesto de relieve en los comentarios del ex asesor de seguridad nacional de EE.UU. Zbigniew Brzezinski. Hablando a la revista Foreign Policy, en octubre, instó a Washington a buscar una cooperación más estrecha con Beijing, diciendo: “No conviene a Estados Unidos repetir el error que se cometió en 1914, que llevó a la colisión que produjo la Primera Guerra Mundial. China ha de ser integrada en el sistema. Esto significa que tiene el derecho de disfrutar de un lugar adecuado en el mismo.”

Durante una visita a China en noviembre, Brzezinski dijo a un grupo de analistas estratégicos de China que una colisión entre EE.UU. y China no era “inevitable”. Explicó: “En el siglo anterior, los cambios en las fuerzas mundiales condujeron a la dependencia, los conflictos e incluso guerras, [pero] eso ya es historia.” Si bien el resultado del fracaso de las potencias establecidas para integrar a Alemania y Japón en el orden mundial son evidentes en dos catastróficas guerras mundiales, Brzezinski no ofreció ninguna explicación de cómo el capitalismo podría evitar un tercer desastre .

De hecho, los arriba mencionados “incidentes” navales entre los EE.UU. y China apuntan hacia un conflicto de intereses económicos y estratégicos que bien podría convertirse en el eje de un nuevo enfrentamiento mundial.

Ver también:
Central Asian military exercises highlight rising great-power tensions
[25 August 2007]
China boosts military spending: signs of a US-fuelled arms race
[8 March 2007]
China's anti-satellite missile test points to developing space weapons race
[29 January 2007]
Pentagon report targets China as a military threat
[21 June 2006]