El gobierno de Suecia anunció el jueves planes para reintroducir el servicio militar obligatorio. Después de más de dos siglos de no estar involucrado en un conflicto militar, el país escandinavo con diez millones de personas se alista para una guerra contra Rusia.
Los funcionarios estatales suecos dejaron claro que los reclutas serán preparados para luchar contra Rusia. Según le dijo un portavoz del Ministro de Defensa a la BBC, “La anexión ilegal rusa de Crimea [en el 2014], el conflicto en Ucrania y el aumento en la actividad militar cerca de nuestra vecindad son algunas de las razones” para recurrir a la conscripción obligatoria por primera vez desde el 2010.
Tienen planeado reclutar el año próximo a todos los ciudadanos nacidos entre 1999 y el 2000. De los cien mil suecos que caen dentro de esta categoría, les ordenarán a trece mil realizar un examen físico, incorporando a cuatro mil hombres y mujeres jóvenes a un servicio militar de once meses que inicia el primero de julio.
Los trabajadores y jóvenes en toda Europa tienen que tomar como una advertencia dicha medida, la cual es apoyada por todos los partidos políticos en Suecia, incluyendo el Partido de la Izquierda (Vänsterpartiet). Después de presenciar dos devastadoras guerras mundiales el siglo pasado y en un país identificado con la paz como Suecia, la clase gobernante está preparando la carne de cañón para otra gran guerra.
El gobierno busca “introducir un método de reclutamiento que sea más estable y aumente nuestras capacidades militares debido a que ha cambiado la situación de seguridad”, explicó el ministro de Defensa sueco, Peter Hultqvist. “Hemos tenido dificultades para completar nuestras unidades de combate de forma voluntaria y tenemos que arreglar eso de alguna manera”.
A finales del 2016, el organismo oficial de protección civil en Suecia (MSB; Myndigheten för samhällsskydd och beredskap) les instruyó a las municipalidades estar listas “en caso de guerra”, con refugios y protocolos de evacuación. Pocos días más tarde, el primer ministro Stefan Löfven anunció la implementación de una nueva estrategia de seguridad y un aumento en el presupuesto dedicado a Defensa. Las fuerzas armadas deben ser “reforzadas, después de ir por muchos años en la otra dirección”, manifestó Löfven.
Todas las principales potencias imperialistas se están comprometiendo a hacer lo mismo. En Alemania, se está incrementando el presupuesto de Defensa y expandiendo el ejército, mientras que la reintroducción del servicio militar obligatorio está siendo discutida. Por su parte, el presidente estadounidense, Donald Trump, recientemente justificó un aumento del diez por ciento en el gasto en Defensa con las siguientes palabras: “Tenemos que empezar nuevamente a ganar guerras”.
En Europa, la oleada armamentista va dirigida sobre todo en contra de Rusia—algo que se reafirma cada vez más conforme se hacen preparativos directamente para la guerra. La OTAN actualmente está desplegando tanques y tropas de combate a Europa del Este y formando “Grupos de Batalla” en Lituania (encabezados por Alemania), Estonia (Gran Bretaña), Letonia (Canadá) y Polonia (Estados Unidos).
A principios de este año, entraron en Lituania, a escasos kilómetros de la frontera con Rusia, tanques alemanes llevando la Cruz de Hierro, una insignia que ha conservado el ejército alemán a pesar de su uso notorio por parte de los nazis.
Los principales generales de la OTAN han solicitado la creación de una “gran estrategia” contra Rusia. En una entrevista con el Financial Times el jueves, el general británico, Sir Adrian Bradshaw, quien también es vicecomandante de la OTAN en Europa, dijo que, mientras Vladimir Putin esté en el poder, Rusia seguirá siendo una amenaza. Añadió que, si Occidente no responde de forma unida ante un “competidor” que tiene “todas las palancas del poder en sus manos”, las consecuencias podrían ser “catastróficas”.
El mismo día, la ministra de Defensa alemana, Ursula von der Leyen de la Unión Demócrata Cristiana (CDU; Christlich Demokratische Union Deutschlands) y el canciller, Sigmar Gabriel del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD; Sozialdemokratische Partei Deutschlands), les prometieron a los países bálticos que Alemania cumpliría su compromiso con la OTAN.
En la base aérea de Ämari en Estonia, von der Leyen dijo que ha sido “importante... que Estonia y nuestros amigos en la alianza hayan podido contar firmemente con Alemania y su compromiso en los últimos años y que podrán contar firmemente con Alemania y sus promesas en el futuro”. Y en el pueblo de Rukla, Lituania, hablando frente a los primeros contingentes de combate alemanes destacados en Europa del Este desde la guerra de exterminio de Hitler contra la Unión Soviética, Gabriel señaló que, “La seguridad de Estonia, Letonia y Lituania es sinónima a la seguridad alemana”.
Las declaraciones de Gabriel y von der Leyen indican hasta dónde están dispuestas a llegar las potencias imperialistas, tomando en cuenta que el Artículo 5 del Tratado de la OTAN establece que “un ataque armado contra una o más” partes “será considerado como un ataque contra todas ellas” y que “si tal ataque se produce, cada una de ellas... ayudará a la Parte o Partes atacadas... incluso el empleo de la fuerza armada…”.
Para ponerlo en claro, si alguno de los gobiernos ultranacionalistas y fanáticamente antirrusos en los países bálticos provoca un conflicto fronterizo con Rusia, entonces Berlín y la OTAN están en su conjunto comprometidos a ir a la guerra contra la segunda potencia nuclear del mundo.
El mes pasado, el World Socialist Web Site preguntó, ¿cuántas personas morirían en tal conflicto? Seguramente cientos si no miles de millones. Según un informe de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, incluso una guerra nuclear “limitada” conduciría a más de mil millones de muertes, principalmente debido a las alteraciones climáticas que resultarían. Una “guerra nuclear total”, según la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU., causaría directamente hasta cuatro mil millones de muertes.
En los años después de la disolución de la Unión Soviética y el supuesto “triunfo” del capitalismo, tales escenarios fueron descartados como anacrónicos y alarmistas. Pero ahora, como lo fue en vísperas de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, la clase gobernante está llegando a la conclusión de que otra gran guerra es probable o incluso inevitable y lo dicen abiertamente.
En un editorial para el periódico alemán, Die Welt, titulado “El mundo enfrenta su momento decisivo”, el historiador y asesor político alemán, Michael Stürmer, advierte que “ya no es un evento impensable que fallen los frenos, se pierda el control” y “que el orden mundial no sea más que un sueño”. Luego concluyó: “Durante medio siglo, una guerra con Rusia — sea accidental o deliberada — nunca ha estado tan cerca como ahora”.
Un “momento destructivo” como el que menciona Stürmer sólo puede ser evitado mediante la construcción de un nuevo movimiento antibélico. Hace un año, en una declaración bajo el título “El socialismo y la lucha contra la guerra”, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional describió los fundamentos políticos para la construcción de tal movimiento:
* La lucha contra la guerra debe basarse en la clase obrera, la gran fuerza revolucionaria en la sociedad, uniendo tras ella todos los elementos progresistas de la población.
* El nuevo movimiento contra la guerra debe ser anticapitalista y socialista, ya que no puede existir una lucha seria contra la guerra excepto que en la lucha para poner fin a la dictadura del capital financiero y al sistema económico que son la causa fundamental del militarismo y la guerra.
* Por lo tanto, el nuevo movimiento contra la guerra, por necesidad, debe ser inequívoca y totalmente independiente de y hostil hacia todos los partidos políticos y organizaciones de la clase capitalista.
* El nuevo movimiento contra la guerra, sobre todo, debe ser internacional, movilizando el gran poder de la clase trabajadora en una lucha global unificada contra el imperialismo.
La construcción de un nuevo movimiento obrero, socialista e internacionalista es la tarea política más urgente en la actualidad.