La semana pasada, el Partido de Izquierda (PG), el pequeño partido fundado por Jean-Luc Mélenchon dentro de la coalición Francia Insumisa (LFI), les pidió a los partidos nacionales de la coalición Partido de la Izquierda Europea (IE) que excluyeran a Syriza (la “Coalición de la Izquierda Radical”), el partido gobernante en Grecia.
Desde 2015, Syriza viene pisoteando sus promesas electorales de acabar con la austeridad de la Unión Europea (UE) y el voto masivo por el “no” de los trabajadores griegos en el referéndum sobre la austeridad de julio de 2015 organizado por el propio Syriza. Y en los años que lleva atacando a los trabajadores e imponiendo miles de millones de euros en medidas de austeridad, funcionó cordialmente como un miembro clave de la coalición IE en el parlamento europeo, y en realidad Mélenchon saludó la elección de Syriza en 2015 como un avance “histórico”. Desde que estallaran las huelgas de masas contra el último “proyecto de ley múltiple” reaccionario endilgado por Syriza, sin embargo, el PG ha desafiado su línea.
Después de una reunión el 28 de enero, el Secretariado Ejecutivo Nacional del PG pronunció una declaración en la que proponía a IE “que pusiera cuanto antes en el orden del día la expulsión de Syriza”. Criticó las medidas en el último paquete de austeridad de Syriza que tiene como objetivo eliminar el derecho a la huelga, consagrado en la constitución griega de 1975.
“Realmente se ha vuelto imposible trabajar junto a Alexis Tsipras de Syriza. Ha ido tan lejos en su lógica de austeridad como para prohibir el derecho a la huelga”, añade el PG. “Es hora de claridad ante la camisa de fuerza del libre mercado que está estrangulando a los pueblos, cuando casi todos los partidos de IE están luchando en sus países contra esas políticas. El drama impuesto al pueblo griego, y en otras partes, solo puede cesar en una construcción europea liberada de sus tratados actuales. El IE no puede incluir en su seno al mismo tiempo a los oponentes y a los defensores de tal Europa”.
Esto es hipocresía rancia. El ataque de Syriza al derecho a la huelga demuestra sin ambigüedades el carácter autoritario de este partido y su profunda hostilidad a la clase trabajadora. Pero esto es solo un ejemplo particularmente notable e innegable de las políticas reaccionarias, nacionalistas y antiobreras perseguidas por todos los partidos de IE. Criticando a Syriza en medio de una militancia huelguista creciente en toda Europa, el PG está intentando disimular los vínculos de IE con Syriza y preservar la utilidad de IE como una barrera a la lucha revolucionaria de la clase trabajadora en Europa.
El PG no criticó a Syriza a principios de enero, cuando aparecieron las noticias de que el más reciente paquete de austeridad de Syriza contenía un ataque al derecho a la huelga, pero solo después de que los trabajadores hicieran huelgas contra Syriza. Y su política en Francia no es fundamentalmente diferente, desde un punto de vista de clase. Los diputados del Frente de Izquierda votaron por el estado de emergencia en la Asamblea Nacional en noviembre de 2015; esto permitió al Estado francés suspender los derechos democráticos y reprimir brutalmente a los trabajadores que estaban intentando ejercer su derecho a la huelga contra la ley laboral francesa antiobrera en 2016.
La oleada huelguista creciente a lo largo de Europa está dejando clara la bancarrota de la perspectiva contrarrevolucionaria, nacionalista y pro-capitalista de Syriza y de IE. La militancia de los trabajadores —con un aumento salarial del 20 por ciento para los trabajadores metalúrgicos turcos en huelga, las huelgas ferroviarias en Gran Bretaña, y sobre todo la huelga de metalúrgicos en Alemania, el país que dirigió la ofensiva de la UE contra Grecia— señala hacia la viabilidad de la estrategia revolucionaria internacionalista del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI).
El CICI insistió en que solo la movilización de la clase trabajadora europea en lucha en solidaridad con los trabajadores griegos contra la UE podría poner fin a la austeridad. Tras 25 años de guerra imperialista en aumento y austeridad desde la disolución de la Unión Soviética por parte de los estalinistas, se está conformando una ira explosiva en la clase trabajadora europea. Hostil a los trabajadores y a cualquier llamamiento a la oposición popular a la UE en Europa, Syriza se negó a movilizar este sentimiento y en su lugar fue directamente a conversaciones malhadadas con la UE. De manera previsible, eso produjo un desastre.
Mélenchon y el PG están interviniendo para intentar impedir que los antecedentes de Syriza desacrediten a todo el Partido de la Izquierda Europea y así bloquear una reorientación política en la clase trabajadora, y la unificación de las luchas obreras europeas en la perspectiva revolucionaria y socialista planteada por el CICI. El PG teme en particular la oposición creciente en Francia a la agenda de Macron: tirar el Código Laboral a la basura para imponer salarios por debajo del mínimo, recortes en empleo, y acabar con el empleo por vida de los trabajadores del sector público.
La maniobra del PG es políticamente deshonesta, ya que el Partido de la Izquierda Europea apoya en su gran mayoría la línea antiobrera y las políticas autoritarias de Syriza. Muchos dirigentes del Partido de la Izquierda Europea reaccionaron a la declaración del PG emitiendo declaraciones apoyando a Syriza e insistiendo en que desarrollarían su colaboración con Syriza en su esfuerzo por eliminar el derecho a la huelga.
Gregor Gysi, presidente de IE y antiguo dirigente del partido La Izquierda —la coalición de fuerzas estalinistas que restauraron el capitalismo en Alemania del Este en 1989 y grupos social-demócratas y pequeño-burgueses de Alemania Occidental que votaron los rescates de austeridad de la UE en el parlamento alemán— defendió a Syriza. Dijo, “La política del gobierno de Syriza se puede atribuir en gran medida a la presión ejercida por la troika y el gobierno alemán. Esa es la fuente de las medidas que incluyen las restricciones en el derecho a la huelga, de la que soy muy crítico”.
Esto es simplemente postureo cínico para encubrir la política antiobrera de IE y La Izquierda. Aunque diga ser “muy crítico” de las medidas pseudo-legales que socavan derechos constitucionales básicos de la clase trabajadora, Gysi deja claro que continuará trabajando con Syriza en la aplicación de esas medidas en Grecia. Y muchas fuerzas dentro de IE se han hecho eco con más fuerza todavía del apoyo de Gysi a las políticas antiobreras de Syriza.
Anne Sabourin, la delegada para asuntos europeos del estalinista Partido Comunista francés, denunció la exigencia del PG de expulsar a Syriza, que tildó de “ridícula en forma y en contenido. ... Nos estamos enfrentando a un macronismo europeo y al levantamiento de la extrema derecha, debemos unificar las fuerzas de la izquierda radical que son diferentes, que tienen culturas y políticas nacionales diferentes”.
Lo que se necesita, ante la arremetida del capital financiero europeo, es sobre todo acabar con la farsa desconcertante que hace pasar regímenes rompe-huelgas por “izquierda radical”. La globalización del capitalismo desde los años ‘80 los ha transformado en lo que el CICI vino a llamar la pseudo-izquierda. Las capas pequeño-burguesas que dirigen las cáscaras cada vez más vacías de las burocracias social-demócratas, estalinistas o de la “izquierda radical” —que habían perdido cualquier base obrera que tuvieran antes tras repetidas traiciones— son de hecho fuerzas de derechas, antiobreras.
El apoyo de IE a la política anti-huelguista de Syriza confirma de manera notable este hecho, y plantea la relevancia histórica duradera del trabajo político de León Trotsky y su crítica marxista del estalinismo y la social-democracia, que actualmente solo el CICI prosigue.
Los socialistas y los social-demócratas aplaudieron la inscripción de muchos derechos sociales, incluyendo el derecho a la huelga, en la constitución de Italia y en la de Francia tras la Segunda Guerra Mundial, para justificar el estrangulamiento de luchas revolucionarias en la clase trabajadora contra los regímenes fascistas. A continuación aplaudieron la alineación de la constitución de Grecia y de la de España, tras la caída de la junta de los coroneles en 1974 y del régimen franquista en 1978, con esas “normas” europeas.
Con esto, estaban prometiendo que incluso bajo el capitalismo, los trabajadores podrían luchar y defender sus derechos sociales. Basados en tales ilusiones, muchas tendencias pequeño-burguesas —incluyendo a la Organisation communiste internationaliste de Pierre Lambert, donde Mélenchon empezó su carrera política— rompieron con el trotskismo y con el CICI para acomodarse al capitalismo europeo.
La historia ha justificado las posiciones del CICI, que insistía en que sus políticas pequeño-burguesas, nacionalistas y contrarrevolucionarias eran una trampa peligrosa para los trabajadores. Un cuarto de siglo después de la restauración capitalista en la Unión Soviética, una posibilidad contra la cual Trotsky había advertido, y en Europa del Este, derechos sociales y democráticos básicos están bajo amenaza en todo el continente.
Mientras surgen nuevas luchas, masas de obreros están viendo que esos derechos sociales básicos son incompatibles con el capitalismo. En Grecia, la UE y la clase dirigente impusieron un recorte salarial de un 40 por ciento mientras ponían fin a la asistencia médica universal. En Francia, Macron está acabando con el empleo fijo para los empleados públicos y prometiendo recortar pensiones y la seguridad social. Y en Alemania, la clase dirigente está preparando un gobierno de Gran Coalición que trabaje de cerca con Macron para acelerar los ataques a la clase trabajadora.
Y aunque la clase dirigente militarice la sociedad, imponiendo leyes de espionaje masivo y leyes de vigilancia que tienen por blanco a la población de toda Europa, también está desesperada por reducir, o eliminar completamente, el derecho a llevar adelante la lucha de clases. Y, aunque el PG está tratando de esconder este hecho, en esta política goza del apoyo de IE, cuya política es entregar a los trabajadores atados de pies y manos a los bancos.
Una vez más confirma que el partido que dará una dirección revolucionaria y una perspectiva socialista a las luchas de la clase trabajadora es el CICI, la única tendencia que ya advertía a los trabajadores sobre el papel reaccionario de Syriza antes de que asumiera el poder.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 8 de febrero de 2018)