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El colapso del gobierno de coalición de Netanyahu en Israel fuerza a elecciones anticipadas

La renuncia del ministro de defensa y líder del partido Israel Beiteinu (Israel es nuestro hogar) Avigdor Lieberman el miércoles ha obligado a la coalición liderada por el partido Likud del primer ministro Benyamin Netanyahu, que se quedó con una mayoría de un sólo escaño, a adelantar las elecciones nacionales a principios del próximo año.

Lieberman renunció en protesta por un alto el fuego con Hamas en Gaza. Al día siguiente, el ministro de finanzas Moshe Kahlon del Partido Kulani y el ministro del interior Arye Deri del Partido Shas convocaron a elecciones anticipadas, mientras que Naftali Bennett del Partido Casa Judía exigió obtener al Ministerio de Defensa como condición para continuar su apoyo a la coalición —una demanda que Netanyahu rechazó —.

El colapso del gobierno de coalición en medio de furiosas denuncias al primer ministro más derechista en los 70 años de historia de Israel, por ser demasiado "blando" en Gaza se produce tras su acuerdo para un alto el fuego con Hamas, el grupo islamista burgués que controla el empobrecido territorio palestino ocupado por israelíes.

El alto el fuego provino después de una serie de enfrentamientos armados luego de que una unidad de comando israelí fuera expuesta durante una operación encubierta dentro de Gaza, una de las más de 70 incursiones terrestres reportadas este año. Los choques mataron al menos a 15 palestinos, un teniente coronel israelí y un palestino dentro de Israel y parecía que iba a desembocar en una guerra total.

Los comentaristas políticos ya hablaban de una elección general anticipada antes de la programada para noviembre de 2019 y los partidos fascistas de Israel competían entre ellos por ver quién tenía una política más dura contra los palestinos. En medio de esto, Lieberman trató de sacar capital político de la aparente retirada de Netanyahu.

Lieberman ha defendido durante mucho tiempo otra guerra en Gaza para fortalecer el bloqueo de Israel. Detuvo unilateralmente las entregas de combustible de Israel a Gaza, llevando a los servicios esenciales como la salud y el saneamiento al punto de colapso, hasta que el gabinete de seguridad de Israel lo detuvo. Justificó la matanza de cientos de palestinos indefensos en los últimos meses diciendo que "no hay personas inocentes en la Franja de Gaza” y expresó su apoyo a un soldado israelí que fue filmado disparándole a un manifestante.

También se opuso al acuerdo de Netanyahu con Qatar el mes pasado, mediante el cual el rico estado petrolero prometió $150 millones en ayuda para Gaza, incluidos los envíos de combustible y $15 millones como pago retroactivo a miles de funcionarios públicos no pagados. Cuando estalló la última ronda de combates, exigió una acción "dura y decisiva" contra Hamas.

Netanyahu, con su cinismo típico, defendió el acuerdo con Qatar y el alto el fuego como un medio para evitar una "guerra innecesaria". Esto no tiene absolutamente nada que ver con algún sentimiento antibélico. El jefe de Estado mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Gadi Eisenkot, le advirtió que una guerra "exitosa" en Gaza para "eliminar" a Hamas conllevaría a una gran pérdida de vidas y a la ocupación militar de Gaza o su traspaso a la Autoridad Palestina dominada por Fatah.

Netanyahu es el heredero político del fascista Vladimir Jabotinsky, cuyo Partido Revisionista —que estuvo aliado a los partidos de extrema derecha de Europa en la década de 1930— fue el precursor de su partido el Likud. Tiene la mira puesta firmemente en establecer un Gran Israel, expandir los asentamientos israelíes en la Cisjordania ocupada y en el este de Jerusalén, incitando a las divisiones dentro del movimiento nacional palestino para impedir el establecimiento de un estado palestino y construir una alianza con las reaccionarias petromonarquías del Golfo Suní contra Irán y sus aliados regionales.

No dispuesto a buscar más oprobio internacional para una guerra que no tenía posibilidades de una resolución exitosa y dificultaría las cosas políticamente para sus aliados árabes, aceptó a regañadientes un alto al fuego mediado por Egipto. Espera que esta postura para cancelar la guerra con Hamas le permita posicionarse como "el único adulto responsable en la sala" durante las elecciones del próximo año, en condiciones en las que él y sus asociados están bajo investigación en numerosos casos importantes de corrupción, y su esposa Sarah está actualmente en juicio por mal uso de los fondos públicos.

Al mismo tiempo, Netanyahu está ocupado incitando al racismo antiárabe y musulmán tanto en el país como en el extranjero para movilizar su propia base política de derecha. Con este fin, aprobó la introducción de una ley de Estado-nación al estilo del apartheid que otorga un estatus de prioridad a los ciudadanos judíos de Israel a expensas de sus ciudadanos palestinos.

También está apoyando un proyecto de ley en la Knesset que facilita la imposición de la pena de muerte para los palestinos acusados de “terrorismo”. La pena de muerte actualmente requiere una decisión unánime de tres jueces, así como una solicitud de la pena de muerte por parte del fiscal militar. El día en que se derrumbó el gobierno de Netanyahu, las fuerzas israelíes hirieron a al menos 40 palestinos, incluidos tres en condición peligrosa, que protestaron cerca de la cerca con Israel como parte de la Gran Marcha del Retorno.

Lieberman ha empujado a Netanyahu a una campaña electoral que se centrará en la debacle de Gaza y la "debilidad" del primer ministro. Su oficina negó los informes de los medios de comunicación de que había apoyado el fin de los ataques israelíes en Gaza el fin de semana pasado. Llamó a Netanyahu "sin agallas" y denunció la tregua y el paquete de ayuda de Qatar como una "capitulación ante el terror" cuyo precio era "graves daños a largo plazo para la seguridad nacional".

Para no quedarse atrás, el rival de Lieberman, el líder de la Casa Judía Bennett, quien durante años intentó presentar a Netanyahu como un primer ministro indeciso que no tiene el coraje de "hacer lo correcto" y eliminar a Hamas, también negó que apoyara cualquier tipo de cese fuego.

El ministro de turismo y legislador del Likud, Yariv Levin, calificó la renuncia de Lieberman como un "regalo a Hamas". El líder político de Hamas, Sami Abu Zahri, lo calificó de "reconocimiento de la derrota [de Israel]" en el enfrentamiento militar del fin de semana pasado, especialmente porque Lieberman le exigió una vez al líder de Hamas, Ismail Haniya, que entregue a dos civiles israelíes detenidos y los cuerpos de soldados muertos en una guerra en el 2014 dentro de las 48 horas, "o estarás muerto".

Los llamados partidos sionistas centristas e izquierdistas no fueron menos vociferantes en sus nocivos ataques militaristas contra Netanyahu. Yair Lapid de Yesh Atid, Avi Gabbay del Partido Laborista y otros se apresuraron a competir para criticar la "falta de valor" de Netanyahu al enfrentar a Hamas. El ex líder laborista Ehud Barak dijo: "Netanyahu está en bancarrota y ha cedido ante Hamas bajo fuego". Como primer ministro, Barak saboteó las conversaciones de Camp David con el líder palestino Yasser Arafat en julio de 2000, autorizó la implacable supresión de los palestinos en la segunda intifada que comenzó dos meses después, y luego, como ministro de defensa, presidió la "Operación Plomo Fundido" de 2008-2009, que mató al menos a 1.400 palestinos en Gaza.

El líder opositor de la Knesset, Tzipi Livni, de la Unión Sionista, que incluye a los laboristas, pidió a todo el gobierno que dimita, declarando: "El gobierno, que ha fracasado en la defensa, debe irse. No hay paz, no hay seguridad”. Pidió una "coalición de emergencia" bajo la Unión Sionista para presentar "una nueva estrategia de defensa que combine la fuerza militar y una iniciativa diplomática”.

Estas condiciones fétidas marcan una nueva etapa en el giro hacia la derecha de todo el establishment político sionista que está empeñado en el militarismo en el extranjero que amenaza con iniciar una guerra más amplia con implicaciones potencialmente catastróficas para toda la región, incluido el propio Israel. Tal militarismo solo puede ser financiado por el empobrecimiento adicional de los trabajadores y jóvenes israelíes que viven en una de las sociedades más desiguales del planeta.

Como en otras partes, la clase trabajadora no puede encontrar un vehículo político para expresar sus preocupaciones sobre la falta de viviendas asequibles, la pobreza, el desempleo y la infraestructura inadecuada y mal mantenida, y mucho menos la guerra continua contra los palestinos. La clase obrera israelí solo puede resolver estos problemas económicos, sociales y políticos al unirse con sus hermanos y hermanas de toda la región en la lucha por una Federación Socialista de Oriente Medio como parte de la lucha para poner fin al capitalismo en todo el mundo.

(Publicado originalmente en inglés el 17 de noviembre de 2018)

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