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Perspectiva

Las lecciones políticas del mitin Free Assange del 3 de marzo

El mitin el 3 de marzo organizado por el Partido Socialista por la Igualdad (Australia) representó un importante paso adelante en la lucha por asegurar la liberación del editor perseguido de WikiLeaks, Julian Assange.

Cientos se reunieron en el anfiteatro Martin Place para escuchar discursos de representantes del PSI (SEP en inglés) y los principales defensores de Assange, WikiLeaks y la libertad de expresión: el periodista y cineasta, John Pilger; el profesor y defensor de derechos civiles, Stuart Rees; y el editor en jefe de Consortium News, Joe Lauria.

La campaña a favor del mitin obtuvo el respaldo activo de importantes periodistas independientes y artistas como el cofundador de Pink Floyd, Roger Waters, y los defensores más inquebrantables defensores de Assange y WikiLeaks en Australia e internacionalmente, incluyendo la mamá de Julian, Christine Assange. Ante una censura general por parte de la élite política y mediática australiana, el mitin fue promovido a través de las redes sociales y sitios noticiosos independientes.

El 3 de marzo, por medio de Facebook, Twitter e Instagram, miles siguieron el mitin desde distintas partes del mundo. Durante las últimas 48 horas, los reportes y comentarios sobre el evento han sido vistos por decenas de miles. Los discursos o extractos de ellos han sido publicados por una gran variedad de fuentes y están circulando ampliamente.

Los próximos mítines del 10 de marzo frente a la Biblioteca Estatal de Melbourne y la embajada ecuatoriana en Londres, donde Assange está detenido arbitrariamente, están siendo promovidos con el mismo entusiasmo y determinación.

Como concluyó el secretario nacional del PSI, James Cogan, el 3 de marzo: “Los presentes hoy aquí y en línea representan el comienzo de una campaña masiva. Estamos enviándole un claro mensaje a Julian Assange hoy y lo escuchará—no estás solo, no has sido abandonado, no has sido olvidado. Serás librado”.

La manifestación generó una poderosa respuesta con base en una perspectiva política principista y sin ambigüedades: por la acción independiente de la clase obrera para exigir que el Gobierno australiano utilice sus poderes diplomáticos y legales para asegurar el regreso inmediato de Assange a Australia, con protecciones garantizadas de que no será extraditado a Estados Unidos.

El PSI, la sección australiana del Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) ha insistido en que la lucha por liberar a Julian Assange es inseparable de una lucha más amplia de la clase obrera internacionalmente contra el sistema de lucro capitalista, el origen de los ataques contra los derechos democráticos, los niveles desorbitantes de desigualdad social, el neocolonialismo y el cada vez mayor peligro de una guerra mundial.

Los derechos democráticos, incluyendo los derechos de editores como Assange y la libertad de expresión, solo pueden ser defendidos a través de la movilización política independiente de la clase obrera en oposición de los partidos políticos procapitalistas y el Estado capitalista.

La clase obrera tiene un interés directo en la existencia de un “cuarto poder” auténtico que provea análisis y noticias veraces, así como exposiciones de la propaganda, corrupción y abusos estatales. Pero, así como no puede haber socialismo sin democracia, no puede haber democracia sin socialismo.

El aparato estatal de EUA y sus agencias lanzaron una vendetta en 2010 para incriminar fraudulentamente a Assange con cargos criminales, precisamente porque EUA y otros Gobiernos temían que la publicación de filtraciones obtenidos por denunciantes en la plataforma de WikiLeaks contribuiría al estallido del malestar de las masas desde abajo. Estas preocupaciones se confirmaron cuando los cables diplomáticos publicados por WikiLeaks desataron un levantamiento de las masas obreras en Túnez e influyeron en los levantamientos revolucionarios en Egipto en febrero de 2011que tumbaron el régimen clientelar de EUA bajo Hosni Mubarak.

La defensa de WikiLeaks por parte del WSWS y el CICI desde 2010 ha estado basada en un claro entendimiento de que el intento de silenciar a Assange y lanzarlo en una celda o peor ha estado motivado ante todo por la determinación de la burguesía a buscar mantener a la clase obrera ignorante, desorientada, dividida y suprimida.

Como lo explicó Cogan el 3 de marzo, Assange en el sentido más profundo un prisionero de la guerra de clases.

El discurso de Cogan apuntó a dos procesos entrelazados que están transformando la situación actual y que son cruciales en ganar la liberación de Assange.

En primer lugar, la clase obrera está poniéndose de pie en forma de un poderoso resurgimiento de la lucha de clases internacional después de décadas en las que ha estado suprimida. Después de importantes desarrollos en 2018, los primeros meses de 2019 han sido testigo de la continuación del movimiento de los “chalecos amarillos” en Francia que han sacudido al Gobierno francés hasta sus cimientos, el estallido de huelgas docentes por todo EUA, una rebelión de trabajadores de autopartes en México y la conmoción de los trabajadores en China, India y Brasil, para nombrar algunos ejemplos.

En un frente internacional que se está expandiendo rápido, los trabajadores están dando señal de que no aceptarán más las condiciones que perduran ni el futuro que el capitalismo les ofrece a ellos y sus hijos. La clase obrera luchará por un nivel de vida digno, derechos democráticos y el fin de las amenazas del cambio climático y una guerra mundial.

En segundo lugar, el nuevo auge de la clase obrera y las manifestaciones iniciales de su poder han fortalecido a esa sección de la intelectualidad y clase media profesional que se ha mantenido firme en su defensa de los principios democráticos y que tiene una inquietud auténtica sobre el futuro de la humanidad.

Esta capa estuvo representada en la campaña internacional en torno al mitin del 3 de marzo por un amplio rango de personas—incluyendo periodistas, artistas, abogados, académicos, así como profesores, doctores, científicos y profesionales informáticos—que participaron de muchas formas.

La lucha de clases no es una abstracción. Es la fuerza motriz objetiva del cambio social. Un amplio movimiento político e industrial de los trabajadores internacionalmente, guiado por una perspectiva socialista, que se oponga al militarismo y a la desigualdad social, defienda los derechos democráticos y exija la liberación de todos los prisioneros de la guerra de clases, es tanto posible como necesario. El impacto que tendría en la demanda de que los Gobiernos de EUA, Reino Unido y Australia cesen toda persecución de Assange es palpable.

La atracción de las capas progresistas de la clase media hacia la clase obrera evidencia un marcado contraste a las organizaciones que niegan la lucha de clases y que, en cambio, promueven las pócimas reaccionarias de la política de identidades, buscando dividir a los trabajadores según su género, raza, preferencia sexual, nacionalidad y origen étnico.

Dentro de Australia e internacionalmente, las organizaciones pseudoizquierdistas se han rehusado a defender a Assange. Representan una tendencia reaccionaria, la cual está basada en las capas más pudientes de la clase media, que es hostil hacia cualquier desafío al orden capitalista existente del cual derivan su posición privilegiada y riqueza.

Estos mítines constituyen los pasos iniciales de una nueva lucha por liberar a Julian Assange que será muy probablemente prolongada y difícil. Cuanto más apoyo se exprese hacia Assange, tanto más serán calumniados y envilecidos él y sus defensores por parte del aparato estatal y los medios corporativos.

El camino por delante exige la expansión de la lucha por elevar la consciencia política de los trabajadores y la juventud. Se debe dar a entender a la clase obrera, por medio de una explicación paciente sobre las cuestiones involucradas, que la defensa de Assange y todos los medios independientes es crítica para sus propios intereses y luchas, por encima de todo para prevenir la catástrofe de una guerra.

Si WikiLeaks no hubiese publicado los documentos militares filtrados sobre la guerra en Irak y Afganistán y la montaña de cables diplomáticos estadounidenses en 2010, o las filtraciones “Vault 7” que exponían las operaciones informáticas y el espionaje de la CIA en 2017, pudieron nunca haber visto la luz del día. Si medios antiimperialistas de noticias como el WSWS no hicieran hincapié y advirtieran continuamente sobre los peligros de la guerra, la prensa corporativa tendría abierta la posibilidad de mantener a la población completamente desinformada.

La lección crítica de la lucha por liberar a Assange hasta este punto y contra la censura y la represión estatal es el papel indispensable de una dirección marxista y revolucionaria que esté políticamente educada y organizada y esto es lo que representa el CICI.

Urgimos a todos los que estén extrayendo conclusiones de gran alcance sobre el capitalismo y la necesidad del socialismo que contacten al PSI y al CICI.

(Publicado originalmente en inglés el 5 de marzo de 2019)

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