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El ultraderechista Alternativa para Alemania establece las pautas al gobierno de la Gran Coalición alemana

El debate del jueves pasado en el Bundestag (parlamento federal) fue un espectáculo particularmente odioso. Ante la creciente tensión transatlántica, el grave peligro de guerra en el Medio Oriente y la creciente oposición a la desigualdad social y al militarismo, la clase dominante alemana demostró una vez más que se está moviendo más hacia la derecha antes de las elecciones europeas.

Los políticos de todos los grupos parlamentarios celebraron el 70 aniversario de la “Ley Básica”, como se denomina la constitución de posguerra de Alemania, y elogiaron de palabra hipócritamente a la “democracia”, la “paz” y los “derechos humanos”. Poco tiempo después, el Ministro del Interior Horst Seehofer (Unión Social Cristiana, CSU) subió al estrado para presentar su última ley contra los refugiados.

Incluso el nombre del proyecto de ley, “Ley de devolución ordenada”, recuerda los momentos más oscuros de la historia alemana. La ley significa que los solicitantes de asilo rechazados serán regulados, internados y deportados en masa incluso más brutalmente. La ley anula los derechos democráticos básicos y trata a los solicitantes de asilo rechazados como delincuentes. Entre otras cosas, el proyecto de ley estipula que los “refugiados que deban abandonar el país” deben ser ubicados en prisiones regulares. Con este fin, se debe suspender el requisito de separación entre presos y deportados.

Con el paquete legislativo, el gobierno de gran coalición de demócratas cristianos (CDU/CSU) y socialdemócratas (SPD) está implementando la política del ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Aunque este partido de extrema derecha recibió solo el 12,6 por ciento de los votos en las últimas elecciones generales y es poco probable que le vaya mucho mejor en las elecciones europeas (las últimas encuestas pronostican que alcanzará el 12 por ciento) le marca las pautas a la gran coalición en política de refugiados.

En el Bundestag, Seehofer explicó a la mejor manera del AfD: “Estamos mejorando considerablemente los requisitos previos para que se pueda cumplir la obligación de abandonar el país”. “La custodia por deportación y la custodia de salida” eran “herramientas indispensables” para “eliminar” los obstáculos a las deportaciones en masa. En este contexto, “se ampliarían los motivos de detención” y se crearían lugares de detención adicionales. “Debemos y queremos remediar esta deficiencia mediante la suspensión de la obligación de separación de los presos y deportados”.

En una diatriba fascista, el portavoz de AfD, Gottfried Curio, llevó la política xenófoba de la gran coalición al extremo. Aunque el ministro del interior había “presentado una ley para una mejor deportación” —por ejemplo, la “detención deportación” era un “instrumento necesario para prevenir la desaparición de los deportados”— hubo “muchas adulteraciones de los síntomas”. Las “cuotas de deportación” seguían siendo “ridículamente bajas” y “sin el rechazo constante [de entrada] en la frontera”, la “ola de proa seguirá creciendo”. Seehofer solo quería “rescatar con un tamiz, en lugar de finalmente sellar la fuga”.

La extrema derecha solo puede actuar de forma tan agresiva porque nadie en el establishment político se opone a ella. El portavoz del SPD, Helge Lind, explicó que no veía “ninguna alternativa a la ley de Seehofer”. Claramente, lo que solo le molestaba en la diatriba de Curio era “la elección de las palabras”. Dijo cínicamente: “Especialmente cuando hablamos de temas tan delicados como ‘regreso y deportación’, tiene sentido prestar atención al lenguaje”.

Los oradores del partido La Izquierda y los Verdes también plantearon objeciones meramente verbales. De hecho, están de acuerdo con el rumbo antirefugiados de la gran coalición. Dondequiera que gobiernan en coalición con el SPD y la CDU, o incluso dirigen gobiernos estatales, como con los Verdes en Baden (Württemberg) y La Izquierda en Turingia, son responsables de realizar las mismas deportaciones masivas y brutales que en cualquier otro lugar.

Cuando la portavoz nacional de La Izquierda, Ulla Jelpke, dijo en su discurso que “alrededor de 25.000 personas son deportadas año tras año” y que “los gobiernos federal y estatal llevan tiempo implementando deportaciones con una brutalidad sin precedentes”, también habló sobre la política de su propio partido.

El debate del Bundestag mostró que la clase dominante en su conjunto no solo está orientada a la política de la AfD, sino que apoya al partido extremista de derecha cada vez más abiertamente. Sin embargo, el reciente intento de elegir al candidato del AfD Gerold Otten para el cargo de vicepresidente del Bundestag fracasó nuevamente. Recibió 205 votos por el “sí” y, por lo tanto, 107 votos más que los que controla el AfD en el Bundestag. Otten es un exmiembro del Partido Demócrata Libre (FDP) y un exsoldado profesional. Según Wikipedia, él es un coronel en la reserva en la Escuela de Oficiales de la Luftwaffe (fuerza aérea) en Fürstenfeldbruck.

Al tratar de ocultar la estrecha colaboración de la clase dominante con la AfD al menos en cierta medida, los medios informaron de manera prominente sobre un breve intercambio de palabras entre el presidente del Bundestag, Wolfgang Schäuble, y el diputado parlamentario de la república Stephan Brandner.

Brandner afirmó en su discurso que el presidente federal Frank-Walter Steinmeier (SPD) había “anunciado abiertamente un evento extremista de izquierda” —que se refería al concierto de “rock en contra de la derecha” en Chemnitz tras los disturbios neonazis en septiembre pasado— y había enviado “Cartas de felicitación a regímenes inhumanos y asesinos”, como Irán. Schäuble rápidamente lo reprendió con las palabras: “Herr Brandner, el Presidente Federal es el jefe de Estado de todos nosotros. Si nos honra con su participación en nuestro debate, no es una oportunidad para que usted lo critique. ¡Por favor, no lo haga!”.

La crítica “colegial” de Schäuble no puede ocultar el hecho de que la gran coalición en realidad está cooperando estrechamente con el AfD en toda su política nacional y exterior para implementar su programa reaccionario contra la enorme resistencia social y política de la población. Por ejemplo, el informe anual actual del servicio secreto lleva ampliamente el sello del AfD. Define al Sozialistische Gleichheitspartei (Partido Socialista por la Igualdad, SGP) por primera vez como un “partido extremista de izquierda” y un “objeto de vigilancia”, y criminaliza a cualquiera que realice una crítica socialista del capitalismo, el militarismo y el nacionalismo. El SGP ha presentado una demanda contra el informe.

Es bien sabido que el exjefe del servicio secreto, Hans-Georg Maassen (CDU) se reunió varias veces antes de la publicación del documento con personas destacadas del AfD, incluido el presidente del partido, Alexander Gauland, y el propio Brandner. Brandner debe su cargo como presidente de la Comisión Parlamentaria de Asuntos Legales al vicepresidente del Partido Socialdemócrata, Thomas Oppermann, quien lo propuso para una elección secreta.

Y antes de esto, con su decisión de continuar con la gran coalición, el SPD conscientemente convirtió al AfD en el líder oficial de la oposición en el Bundestag. En esto, Steinmeier jugó un papel central; a fines de noviembre de 2017, invitó a los copresidentes del AfD Alexander Gauland y Alice Weidel a una reunión conjunta en su residencia presidencial, Schloss Bellevue. La reunión está documentada en imágenes en el sitio web de la Oficina Federal de Prensa.

(Publicado originalmente en inglés el 20 de mayo de 2019)

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