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Los trabajadores rusos de Ford fueron traicionados por el sindicato, se fueron con una escasa compensación y sin empleo

El 20 de junio, la fábrica de Ford en Vsevolozhsk, cerca de la ciudad de San Petersburgo, cerró la producción. De los aproximadamente 1.000 trabajadores, solo 50 quedan para trabajar allí hasta diciembre de este año para completar el cierre de la fábrica. Según informes de prensa, las otras dos fábricas que Ford anunció que estarían cerradas en Rusia, una en Naberezhnye Chelny, una ciudad de la región de Tatarstán, y otra en Yelaburg, fueron cerradas a principios de junio.

Los cierres son parte de un asalto importante a los trabajadores de automóviles a nivel internacional que incluye despidos masivos en Ford y GM en América y Europa (ver “ Ford anuncia 12.000 despidos, cinco cierres de plantas en toda Europa ”).

En la lucha contra este asalto, los trabajadores se enfrentan no solo con las empresas transnacionales, sino también con los sindicatos, que estrangulan la resistencia de los trabajadores. Esto se vio de manera cruda durante el cierre de las fábricas rusas.

El sindicato ruso MPRA (Alianza Sindical Interregional de Trabajadores) desempeñó un papel central en permitir a Ford cerrar las plantas sin la oposición organizada de los trabajadores. Los casi 1.000 trabajadores se vieron obligados a firmar acuerdos de “retiro voluntario” y se les dieron paquetes miserables de indemnización. Los trabajadores se enfrentan ahora a la perspectiva de la miseria social y el desempleo a largo plazo, en medio de condiciones de creciente pobreza y crisis económica.

Desde el principio, el sindicato hizo todo lo posible para mantener a los trabajadores en la oscuridad sobre los planes de la compañía (ver también: “ S indicato independiente en Rusia facilita el cierre de fábrica de Ford ”). Su primera declaración no apareció hasta el 15 de febrero de 2019, más de un mes después de que se conociera la noticia del inminente cierre. El MPRA dejó en claro que no haría nada para defender los empleos de los trabajadores. A mediados de marzo, los funcionarios sindicales anunciaron repentinamente que lucharían por la indemnización por despido de 2 millones de rublos ($31.733) por trabajador, el equivalente a un salario completo de dos años, y llevarían a cabo “huelgas y huelgas de hambre para obtener su demanda”.

Pero esto no fue más que una cortina de humo por su connivencia con Ford en el cierre de la fábrica. Más allá de una pequeña manifestación en abril, a la que asistieron principalmente grupos de la pseudoizquierda y estalinistas, el sindicato mantuvo un virtual muro de silencio con las únicas noticias divulgadas por organizaciones de noticias locales. Detrás de la escena, sin embargo, los funcionarios de MPRA negociaron la liquidación de los trabajadores y sus despidos basados en los términos dictados por Ford.

En mayo, Ford Sollers, la empresa conjunta entre Ford y el fabricante de automóviles ruso Sollers, se jactó de que el 97 por ciento de los trabajadores habían acordado firmar un acuerdo de “retiro voluntario”. En lugar de los 2 millones de rublos por los cuales el MPRA insistió en que lucharía, los trabajadores recibieron entre 300.000 ($4.759) y 700.000 rublos ($11.106).

Los trabajadores, que aceptaron el acuerdo a regañadientes, dijeron que el sindicato no les dejó otra opción. Un trabajador que había estado en la fábrica desde 2001 dijo: “Acepté las condiciones. Tengo que vivir de algo y es mejor tomar lo que ellos dan. La mayoría de nosotros estamos esperando un futuro oscuro”. Advirtió que muchos trabajadores despedidos serían incluidos en la lista negra porque los trabajadores de Vsevolozhsk Ford eran conocidos por dirigir algunas de las huelgas más militantes en Rusia en las últimas dos décadas. “No querrán contratarte tan pronto como escuchen que eres de Ford. Piensan que somos amantes de la libertad”.

Otro trabajador señaló que los trabajadores de Ford habían recibido su salario completo de manera regular porque la fábrica había estado funcionando por debajo de su capacidad durante mucho tiempo. A menudo no recibían más de 20 a 25.000 rublos ($317-396) al mes, aunque el salario oficial en la fábrica era de 55-58.000 rublos ($873-920). “La gente ha olvidado lo que significa un salario completo. Esto jugó su papel en que los trabajadores estén de acuerdo con las condiciones”, dijo.

Según noticias locales, 32 trabajadores se negaron a firmar el acuerdo de cesantía. Un periódico informó de que la administración los encerró en la cafetería de la fábrica y solo recibieron dos tercios de su salario como castigo. La misma noticia señaló que estos trabajadores continuarán trabajando hasta fines de agosto, aunque la mayor parte de la fuerza laboral (unos 730 trabajadores) será despedida en junio. Otros tomaron sus paquetes y ya se habían ido en mayo.

El MPRA no ha publicado una sola declaración sobre el cierre de la planta. Sin embargo, ha dejado claro que espera obtener un “asiento en la mesa” para negociar un acuerdo con un nuevo propietario potencial de la fábrica. Según se informa, el gobierno de la ciudad ya está llevando a cabo negociaciones con las compañías automotrices, y varias indican que Hyuandai podría asumir el control. El propósito de esta demanda es garantizar que los mismos dirigentes sindicales que han servido a los intereses de Ford podrán conservar su “tajada del pastel”, si una nueva compañía de automóviles se hace cargo.

Al llevar a cabo esta traición, el MPRA ha sido apoyado por los estalinistas y varias organizaciones de “izquierda” de clase media. El pablista ruso RSM, que durante años ha mantenido estrechos lazos con el líder del MPRA, Alexei Etmanov, no ha publicado un solo artículo sobre los despidos.

El Frente ROT, un grupo estalinista que mantiene estrechos vínculos con el OKP de Darya Mitina y que fue cofundado por el presidente del MPRA, Aleksei Etmanov, promovió la línea del MPRA sobre los despidos. Luego de un largo silencio de casi tres meses, en julio, la organización reimprimió la información reconociendo que los trabajadores de Ford habían sufrido una derrota y agregó cínicamente: “Una experiencia negativa también es una experiencia”.

El papel del MPRA en la liquidación de la fábrica de Vsevolozhsk Ford contiene lecciones importantes para los trabajadores en Rusia e internacionalmente. La traición del MPRA no fue simplemente una cuestión de “malos líderes”. En condiciones de la globalización de la producción, los sindicatos se han transformado internacionalmente en una organización que trabaja en nombre de las empresas y el Estado para reprimir la oposición de la clase trabajadora y atraer inversión.

El MPRA fue fundado en 2006 en Vsevolozhsk y se presentó como el modelo para un sindicato militante. Esto ocurrió en condiciones en las que los trabajadores despreciaban profundamente al sindicato oficial FNPR (Federación de Sindicatos Independientes). La FNPR, que se originó en los sindicatos oficiales soviéticos, fue odiada por su papel en la restauración del capitalismo y su trabajo en nombre del gobierno y las empresas.

Sin embargo, al contrario de lo que han afirmado organizaciones pablistas como el Movimiento Socialista Ruso, el MPRA no era una organización que representara las aspiraciones de los trabajadores de izquierda. Más bien, se formó con el objetivo deliberado de evitar un desafío serio al dominio de la FNPR y el desarrollo de un movimiento políticamente independiente por parte de la clase obrera.

El MPRA representa los intereses no de los trabajadores, sino de una delgada capa de burócratas y profesionales de la clase media, muchos de los cuales son políticamente activos en organizaciones estalinistas, liberales y pseudoizquierdistas. Luego de su fundación, se afilió de inmediato a la Confederación del Trabajo de Rusia (KTR), que ha estado compitiendo desde la década de 1990 con la FNPR para obtener asientos en las mesas de negociación con el gobierno y las empresas.

Para los trabajadores, el camino a seguir radica en una ruptura con los sindicatos procapitalistas y las organizaciones pseudoizquierdistas nacionalistas y estalinistas que los encubren. Esta ruptura debe basarse en un entendimiento político de la necesidad de una estrategia integrada globalmente por la clase obrera contra las empresas transnacionales como Ford y la lucha por un programa socialista internacional.

(Publicado originalmente en inglés el 22 de julio de 2019)

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