Español

Tras el asesinato de Soleimani, el Nuevo Partido Anticapitalista respalda la guerra de EEUU con Irán

La declaración del partido pequeñoburgués francés Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) sobre el asesinato de Estado por parte de los EEUU del general iraní Qasem Soleimani, es una declaración de apoyo apenas camuflada a la guerra contra Irán que hace del NPA un enemigo implacable de la clase obrera internacional.

El NPA admite que el asesinato a sangre fría por parte de Washington de una figura popular y ampliamente respetada tenía por objetivo provocar una guerra de grandes proporciones. En Irán y en Irak, millones de personas asistieron a las procesiones funerarias por Soleimani o protestaron contra este asesinato terrorista ordenado y glorificado abiertamente por Donald Trump. "Una cosa es cierta", escribe el NPA. "Irán responderá, directamente o mediante alguno de sus representantes armados, ya que el insulto causado por la muerte de Soleimani es demasiado grande, tanto a ojos del régimen como de la población, como para no responder".

Sin embargo, el NPA insiste en que no habría que defender a Irán contra ataques militares o terroristas por parte de Washington ni de sus aliados imperialistas europeos. Callando acerca del peligro de una guerra generalizada, el NPA en cambio hace su propia propaganda ruidosa de guerra —planteando la mentira de que Irán, un antiguo país colonial, es de hecho una potencia imperialista, y calumniando personalmente a Soleimani como un asesino en masa.

Afirma, "el antiimperialismo no puede ignorar las contradicciones de la situación internacional y regional y sucumbir a la simplificación exagerada de una visión negro sobre blanco de la dinámica social y política. La agresión estadounidense no puede en ese sentido llevarnos a absolver a Irán ni su política reaccionaria expansionista, tanto dentro como fuera de sus fronteras, ni a su alianza con la Rusia imperialista de Putin".

La repentina redefinición del NPA de Irán y del régimen capitalista ruso postsoviético como "imperialistas" pone de relieve la política favorable a la guerra de este partido pseudoizquierdista de la clase media pudiente. El NPA apenas puede esconder su rabia por el estallido de una oposición entre los trabajadores iraníes al asesinato de Soleimani, que dirigió unidades iraníes que derrotaron la guerra de nueve años en Siria dirigida por la CIA —una guerra que el NPA apoyó ardientemente.

Exigiendo que Soleimani no sea "martirizado", el NPA añade: "Él es quien, junto a otras acciones militares desgraciadas, dirigió la intervención iraní, junto a fuerzas rusas, con el objetivo de destruir el levantamiento contra Asad, que llevó a cientos de miles de muertos y millones de refugiados y personas desplazadas".

El NPA añade con descaro: "Este análisis matizado de ninguna manera significa un debilitamiento de nuestra oposición absoluta a las políticas imperialistas de los Estados Unidos ni de sus aliados, más bien lo contrario".

De hecho, este "análisis" es un montón de mentiras para esconder el hecho de que el NPA está enteramente en el bando de la CIA y facciones aliadas de la élite gobernante imperialista francesa.

La responsabilidad por los millones de muertos y las decenas de millones de refugiados creados por tres décadas de guerra desde Irak hasta Afganistán, Libia y Siria no es de Irán, sino de las potencias que las lanzaron: Washington y sus aliados europeos. Ellos explotaron la disolución de la Unión Soviética en 1991 por parte del régimen estalinista, el principal contrapeso político y militar al imperialismo, para saquear una región estratégica y rica en petróleo. A la indignación masiva por el asesinato de Soleimani subyace una profunda oposición entre los trabajadores de todo el mundo —incluso en los países imperialistas— a estas guerras.

El apoyo del NPA a un impulso bélico de los EEUU contra Irán es el resultado de una larga evolución probélica de las capas privilegiadas y políticamente descompuestas del movimiento estudiantil pequeñoburgués posterior a 1968 del cual se extrae el NPA. Ellos se unieron a la burocracia sindical y a varias facciones de la intelectualidad, que son sobornadas por subsidios corporativos y tienen estrechos vínculos con los servicios de inteligencia y el ejército. Particularmente mientras Washington lanzaba guerras contra Libia y Siria en 2011, salieron en apoyo abierto de las guerras imperialistas de saqueo.

Mientras la OTAN empezaba a bombardear a Libia, Bertil Videt, un dirigente de la Alianza Rojo-Verde de Dinamarca, vinculada al NPA, denunció "consignas prefabricadas sobre oponerse siempre a la agresión imperialista". Admitía "que a Francia, el Reino Unido y los EEUU no los impulsa una amabilidad repentina —sino intereses estratégicos en la región rica en petróleo" y expresaba sus dudas de que estuvieran "genuinamente movidos por la situación de los derechos humanos en Libia". A pesar de ello, concluía Videt, "ninguno de estos puntos es, en sí, argumento para oponerse a la zona de prohibición aérea sobre Libia".

Los bombardeos de la OTAN y las milicias islamistas respaldadas por la CIA lograron conquistar Libia en seis meses, país que cayó en una guerra civil de nueve años. Las promesas fraudulentas del NPA de revolución democrática en Libia abrieron paso a una realidad de un reinado de terror por parte de milicias rivales vinculadas a la CIA, mientras la Unión Europea construía campos de concentración en Libia en los que miles de refugiados son esclavizados, violados y asesinados. El NPA, sin embargo, ya estaba pregonando la siguiente guerra de la CIA —esta vez en Siria.

El excandidato presidencial del NPA Olivier Besancenot, quien exigiera ruidosamente que Francia armara a las milicias libias, exigió todavía más agresivamente que se armara a las milicias sirias respaldadas por la CIA, desestimando sus lazos públicamente reconocidos con Al Qaeda. Washington, los países gobernados por jeques en el Golfo Pérsico y las potencias europeas gastaron miles de millones para armar a sus milicias representantes. Los llamamientos de Besancenot se volvieron aún más insistentes según Teherán, temiendo que la devastación de Siria pudiera derrocar a Asad, intervenía militarmente contra las fuerzas respaldadas por la CIA.

París, decía Besancenot en 2014, "debería darles armas generosamente a los revolucionarios sirios". Desestimando el hecho de que las armas estaban yendo a milicias islamistas, que menos de un año más tarde llevaron a cabo ataques terroristas en la misma Francia, dijo: "A los que dicen 'Sobre todas las cosas no deberíamos darles armas porque terminarán en manos de yijadistas', bueno, ese ya es el caso. ... Es mi principio como internacionalista el tener confianza en que los pueblos decidan acerca de su propio destino".

Los representantes islamistas de la CIA en Siria fueron derrotados, sin embargo, ya que no tenían absolutamente ninguna base popular, a pesar del intento cínico del NPA de hacerlos pasar como "revolucionarios" democráticos. Con fuerzas iraníes y rusas contrarrestando el apoyo estadounidense y turco a las milicias "rebeldes" respaldadas por la CIA, se vinieron abajo, excepto en algunas pocas regiones cerca de la frontera turca.

El odio venenoso del NPA por Soleimani refleja la amarga frustración de los elementos de clase media con buenos contactos que conforman este partido, que están lívidos por la derrota en Siria. Esta frustración tiene sus raíces en sus intereses materiales de clase, que son hostiles a los de la clase trabajadora. Están furiosos porque los sindicatos y las universidades ahora recibirán pagas y becas más reducidas por parte del Estado francés y las compañías petroleras, de lo que habrían recibido si Washington y sus aliados y milicias islamistas hubieran tenido éxito en conquistar Siria y Medio Oriente.

Los intentos del NPA en su actual declaración de presentar su postura como una crítica "antiimperialista" de la política iraní de Trump llevan el veneno del engaño. Criticando la declaración de "solidaridad" del presidente francés Emmanuel Macron con Washington en una llamada telefónica a Trump, escribe: "Esta es la posición de un lacayo del imperialismo estadounidense que, después de una acción abierta de agresión, denuncia al Estado que es la víctima mientras apoya al Estado agresor".

Pero es el NPA el que está denunciando a Irán y minimizando los peligros planteados por el impulso bélico de los EEUU en Medio Oriente, porque el propio NPA es un lacayo del imperialismo.

Una radicalización internacional de la clase trabajadora y un resurgir de la lucha de clases está teniendo lugar ahora mismo. Apenas días antes del asesinato de Soleimani, estaban estallando en todo Irak protestas masivas contra el régimen neocolonial respaldado por Irán establecido por la ocupación de este país por parte de EEUU en 2003-2011, mientras se desarrollaban en Francia huelgas masivas contra las políticas de austeridad de Macron. La respuesta del NPA ha sido enteramente reaccionaria. Cuando todo depende de unificar a los trabajadores a nivel internacional en la lucha contra el imperialismo y el peligro de la guerra, ha procurado dividirlos con la propaganda de guerra contra Irán.

(Publicado originalmente en inglés el 9 de enero de 2020)

Loading