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Las sanciones contra Irán convierten el coronavirus en una catástrofe

Ayer, las autoridades sanitarias iraníes anunciaron que otras 54 personas habían muerto por el coronavirus en las últimas 24 horas.

Esta es la cifra más alta en un solo día desde el inicio del brote y lleva el total de muertes a casi 300. Se han confirmado otros 881 casos nuevos, aumentando el recuento total de infecciones a 8.042.

Al menos 23 legisladores iraníes y algunos altos funcionarios del Gobierno han contraído la enfermedad y dos han muerto. Las autoridades anunciaron el fin de semana que el virus se había extendido a casi todas las provincias de Irán, advirtieron que el número de casos podría aumentar a más de 450.000 y que muchos podrían morir.

Teherán de noche (crédito: Babak Farrokh)

Irán es el tercer país con más infecciones después de China e Italia, con la tasa de mortalidad más alta por caso reportado, lo que lleva a una creencia generalizada de que las autoridades iraníes no han informado sobre el alcance real de la propagación del virus. Los grupos de oposición dentro y fuera de Irán afirman que el número de muertes es mucho mayor, con infecciones que ascienden a decenas de miles. Iraj Harirchi, viceministro de salud de Irán, que ha contraído el virus, negó que se esté minimizando su propagación.

Irán cerró escuelas y universidades, canceló reuniones públicas, incluidas las oraciones del viernes, los conciertos y eventos deportivos, y suspendió vuelos a Europa. La semana pasada, el Gobierno anunció la movilización de equipos de 300.000 personas a los centros de salud, escuelas y bases militares en todo el país pertenecientes al Basij, la agencia de seguridad paramilitar de Irán. También dijo que está estableciendo 26.000 centros de salud en las ciudades, pueblos y aldeas de Irán que evaluarán a los pacientes sospechosos y los monitorearán en sus hogares durante tres días. Si la salud de los pacientes no mejorara en tres días, serían trasladados a un hospital o recibirían atención en el hogar.

Las autoridades judiciales han liberado a 70.000 prisioneros, aquellos con penas de menos de cinco años, en un esfuerzo por combatir el virus.

Irán también anunció que ha producido una vacuna que está a la espera de los permisos de la Organización de Medicamentos y Alimentos de Irán para entrar en la fase clínica, mientras que los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) informó que está trabajando para desarrollar sus propios botiquines de prueba del coronavirus.

Irán está teniendo dificultades para hacer frente al virus, que se ha convertido en un problema político amenazante. Los ciudadanos y expertos han acusado al Gobierno de ocultar información y no tomar medidas tan pronto cuando se dio a conocer el contagio. Esto incluye el hecho de no poner en cuarentena el epicentro de la enfermedad: la ciudad de Qom, la séptima más grande de Irán y una de las ciudades más sagradas para los musulmanes chiitas, donde la presencia de la enfermedad y dos muertes se informaron por primera vez el 19 de febrero.

Los opositores al régimen afirman que el Gobierno se negó a llamar la atención sobre la propagación del virus, algo que debió haber ocurrido mucho antes del 19 de febrero, para no convertir el virus y la falta de instalaciones médicas en temas electorales y poner en peligro la participación en las elecciones del 21 de febrero.

Desde entonces, el virus se ha extendido desde Irán a otros países de Oriente Próximo y Asia Central, así como a Canadá y Nueva Zelanda. Muchos han regresado de Qom y otras ciudades iraníes. Si el virus se propagara a los empobrecidos Siria, Irak y Líbano, las consecuencias podrían ser catastróficas.

Sin embargo, pocos comentaristas fuera de Irán han considerado oportuno mencionar las devastadoras consecuencias humanitarias de las sanciones de Estados Unidos— diseñadas para ejercer una "presión máxima" sobre Irán y efectuar un cambio de régimen—contra el asediado sistema de salud del país.

Las sucesivas Administraciones estadounidenses han empleado las sanciones como una herramienta clave de política exterior para infligir sufrimientos incalculables a personas inocentes en varios países. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) estimó que medio millón de niños iraquíes adicionales murieron entre 1991 y 1998 como resultado de las sanciones contra el Gobierno de Sadam Huseín.

La implacable campaña de Washington contra Irán desde la Revolución de 1979 ha tenido un costo terrible. Las sanciones de 2012-2015 bajo la Administración de Obama llevaron a que las exportaciones de petróleo y gas de Irán cayeran de más de $9 mil millones en 2012 a menos de $3 mil millones en 2016 cuando las sanciones se suspendieron brevemente, aunque de manera incompleta, después de la firma del acuerdo nuclear de 2015. Esto destrozó la economía del país y el acceso a alimentos críticos, suministros farmacéuticos e industriales.

En ese momento, la dificultad para obtener licencias de exportación de medicamentos y equipos médicos provocó una grave escasez de algunos medicamentos e instalaciones médicas, enormes aumentos de precios, con un impacto masivo para los seis millones de personas que padecen enfermedades como hemofilia, esclerosis múltiple, talasemia, epilepsia y diversos trastornos inmunológicos, así como pacientes con trasplantes y diálisis renal y aquellos que reciben tratamiento para el cáncer.

La reimposición de sanciones mucho más amplias después de que Estados Unidos se retirara unilateralmente del acuerdo de 2015 en 2018 y la amenaza de sanciones secundarias contra los países que abastezcan a Irán dieron como resultado un recorte de medicamentos vitales, con informes de que 80 medicamentos importantes ya no están disponibles bajo el seguro estatal iraní.

Según un informe de Human Rights Watch (HRW), a pesar de que el comercio de bienes humanitarios está exento de las sanciones de Estados Unidos, "las restricciones generales sobre las transacciones financieras, junto con la retórica agresiva de los funcionarios estadounidenses, han limitado drásticamente la capacidad de las entidades iraníes para financiar importaciones humanitarias, incluyendo medicinas vitales y equipo médico". Posteriormente, Estados Unidos colocó al banco central de Irán, junto con otras 20 instituciones, en su lista de terroristas globales especialmente designados.

Estas restricciones, junto con la caída de la moneda iraní, han limitado severamente la capacidad de las compañías y hospitales iraníes para comprar medicamentos y equipos médicos esenciales. Aunque Irán produce el 97 por ciento de sus medicamentos, un tercio de estos medicamentos están hechos con ingredientes importados. La mayoría de los medicamentos necesarios para tratar enfermedades raras y crónicas, incluidos los cánceres, forman parte del tres por ciento de los medicamentos esenciales que deben importarse. Según una lista publicada por la agencia de noticias Young Journalist Club el año pasado, 79 medicamentos ya no estaban cubiertos en Irán, lo que significa que los pacientes deben pagarlos.

Es probable que los costos médicos aumenten aún más con la inflación, que llegó a 40 por ciento el año pasado, y con la caída en los ingresos del petróleo. Según la OPEP, en octubre de 2019, la producción del crudo iraní había caído a 2,1 millones de barriles por día (bdp). Bloomberg informó que solo se exportaron 260.000 bpd en promedio. Según el Fondo Monetario Internacional, el PIB de Irán se redujo en un 4,8 por ciento en 2018 y otro 9,5 por ciento en 2019, mientras que el desempleo aumentó del 14,5 por ciento en 2018 al 16,8 por ciento en 2019.

En octubre de 2018, la Corte Internacional de Justicia de las Naciones Unidas (CIJ) en La Haya anuló por unanimidad las sanciones de Estados Unidos contra Irán. Irán había presentado el caso, argumentando que Estados Unidos estaba violando su Tratado de Amistad con Irán de 1955. La CIJ dictaminó que Washington debe permitir que Irán use sistemas de pagos financieros internacionales para comprar suministros humanitarios. Exigió que Washington no bloqueara el comercio de bienes críticos, dejando en claro que la campaña de guerra de Estados Unidos contra Irán, incluida la reimposición de sanciones bancarias a Irán, violó el derecho internacional.

La Administración de Trump respondió diciendo que se retiraría del tratado y modificaría todos los acuerdos internacionales que podrían exponerlo a las decisiones vinculantes de la CIJ.

El 29 de febrero, el presidente Donald Trump ofreció ayuda a Irán para ayudarlo a hacer frente al virus si el país solicitaba asistencia. El presidente de Irán, Hassan Rohaní rechazó esto y dijo: "Han aparecido con una máscara de simpatía de que ‘también queremos ayudar al pueblo de Irán’". Añadió: "Si realmente estás diciendo la verdad, entonces levanta las sanciones a las medicinas".

El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Abbas Mousavi, fue más allá y dijo que Estados Unidos estaba utilizando el brote de coronavirus como parte de su campaña de propaganda contra Irán. Dijo a los periodistas: "Desde el estallido del virus en Irán, hemos estado observando la campaña de propaganda antiiraní dirigida por Estados Unidos y conocemos las medidas que los estadounidenses han tomado para reducir la moral de la nación iraní".

(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de marzo de 2020)

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