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Perspectiva

Ante intensificada crisis nacional, el imperialismo estadounidense emprende contra Rusia y China

En medio de una crisis política nacional cada vez más profunda, que la continua pandemia de COVID-19 torna aún más explosiva, Estados Unidos emprendió en la última semana una escalada simultánea de sus conflictos con Rusia y China.

En una serie vertiginosa de roces, gestos agravantes y confrontaciones abiertas, Estados Unidos ha recrudecido, casi a diario, los conflictos que involucran las mayores potencias nucleares del mundo y podrían salirse rápido fuera de control.

En el choque más directo, un vehículo de un convoy ruso en Siria embistió un vehículo acorazado estadounidense que el ejército ruso afirma que estaba intentando bloquear el paso de la patrulla rusa, dejando a varios efectivos estadounidenses “heridos”.

El incidente fue el roce reconocido más directo entre militares estadounidenses y ruso en la historia de la guerra siria de casi una década. (En 2018, un grupo de soldados estadounidenses tuvieron un tiroteo de cuatro horas con las fuerzas gubernamentales sirias, involucrando contratistas militares rusos, pero no hubo tropas del Gobierno ruso).

El roce generó llamados de represalias desde la élite política estadounidense y, en particular, de los supuestos oponentes políticos de Trump en el Partido Demócrata. El lunes, el candidato presidencial demócrata Joe Biden declaró que el presidente estadounidense debería dejar claro que “hay un gran precio que pagar si se atreven a tocar un soldado estadounidense”.

Añadió: “Se reportó que fuerzas rusas acaban de atacar a tropas estadounidenses en Siria, hiriendo a nuestros miembros en servicio. ¿Escuchaste al presidente decir una sola palabra? ¿Alzó un solo dedo? Un presidente estadounidense jamás ha asumido un papel tan servil ante un líder ruso”.

El lunes, el ejército estadounidense anunció que estará realizando ejercicios con fuego vivo durante los próximos 10 días, a tan solo 110 km de la frontera rusa.

El vieres pasado, la Fuerza Aérea estadounidense sobrevoló seis bombarderos B-52 con capacidad nuclear sobre los 30 países miembros de la OTAN en una importante muestra de fuerza. Dos de los bombarderos llevaron a cabo sobrevuelos en Estados Unidos y Canadá, mientras que los otros cuatro sobrevolaron los Estados europeos de la OTAN.

Mientras dos de los bombardeos volaban sobre el mar Negro, los interceptaron jets de combate rusos, que cruzaron a 30 metros del cono de uno de los bombarderos, presuntamente afectando su habilidad para mantener su estabilidad.

Un día antes, el submarino ruso Omsk con misiles guiados subió a la superficie frente a las costas de Alaska. El Omsk fue una de las 50 naves rusas que participaron en ejercicios con fuego vivo en el mar de Bering. El 27 de agosto, el ejército ruso publicó un video del submarino disparando uno de sus misiles.

Asimismo, el jueves, NORAD envió dos jets F-22 para interceptar tres grupos de aeronaves militares rusas de patrullaje marítimo frente a las costas de Alaska.

Aun cuando recrudece las tensiones con Rusia, Washington está intensificando su conflicto con China. El 24 de agosto, el Wall Street Journal publicó un artículo del secretario de Defensa Mark Esper intitulado “El Pentágono está preparado para China” en el que denunció al ejército chino tildándolo de instrumento del Partido Comunista Chino.

Esper procedió a participar en los ejercicios militares Cuenca del Pacífico 2020, que incluyeron “16.000 rondas disparadas de municiones de armas pequeñas, más de 1.000 armas de alto calibre disparadas, 13 misiles utilizados”, según el Pentágono.

El miércoles pasado, cuando los ejercicios estaban en marcha, China lanzó una serie de misiles llamados “asesinos de portaaviones” en el mar de China Meridional. Estos misiles presuntamente son capaces de hundir portaaviones estadounidenses, enviando potencialmente varios miles de millones de dólares de equipo militar y miles de marineros y pilotos estadounidenses al fondo del océano.

Los lanzamientos de misiles fueron acompañados por un editorial beligerante en el Global Times de China que declara, “Podemos decirle al ejército estadounidense que el EPL [Ejército Popular de Liberación] no disparará el primer tiro, pero los DF-21D y DF-26b podrían ser el segundo tiro”.

El siguiente día, Esper tuiteó y luego borró sin explicación un video de él mismo viendo un lanzamiento de misiles en el mar. En respuesta a los misiles chinos, Estados Unidos realizó otra “operación de libre navegación” en aguas reclamadas por Beijing. Estos acontecimientos se produjeron después de la afirmación del secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo el 14 de julio de que todos los reclamos de China en el mar de China Meridional son “ilegales”.

La última ronda de pasos militares al borde de una guerra y dirigidos contra Rusia y China, los más agresivos en la memoria reciente, siguen a la decisión de EE.UU. de abandonar el tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF, sigla en inglés) el año pasado, desencadenando una importante carrera armamentística nuclear con Rusia y China. El Gobierno de Trump ha continuado e intensificado la acumulación de armas nucleares de varios billones de dólares de la Casa Blanca bajo Obama, haciendo hincapié en la necesidad de construir armas nucleares pequeñas “utilizables”.

El recrudecimiento sistemático de las tensiones con Rusia y China está en línea con la doctrina de “conflicto entre grandes potencias” de Washington, descrito en la Estrategia de Defensa Nacional de 2018, donde declara que “La competición estratégica interestatal, no el terrorismo, es ahora la principal preocupación en la seguridad nacional estadounidense”.

Mientras que EE.UU. se ha estado preparando para una “guerra caliente” con Rusia y China por años, estos conflictos han sido dramáticamente intensificados por la crisis engendrada por la pandemia de Covid-19.

Enfrentándose a un desastre social en casa, con 180.000 personas muertas y decenas de millones de desempleados, la clase gobernante estadounidense está soltando golpes desesperadamente. Tras la participación de varios millones de personas en protestas contra la violencia policial y una actitud cada vez mayor de lucha militante en la clase obrera, existe un peligro muy real de que el Gobierno de Trump, a instancias de la clase gobernante en general, perciba una guerra como el medio para desviar las tensiones sociales internas hacia el exterior.

En la medida en que los trabajadores de todo el país entran en lucha contra el impulso de la clase gobernante para obligarlos a trabajar en condiciones inseguras, necesitan adoptar demandas políticas. Una de las más críticas es la lucha contra la guerra por medio de la movilización de la clase obrera global en una lucha común contra el sistema capitalista.

(Publicado originalmente en inglés el 1 de septiembre de 2020)

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