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Perspectiva

La campaña global de reapertura de escuelas hace que las muertes por COVID-19 superen el millón

El mundo se está acercando al sombrío hito de un millón de muertes por COVID-19 desde el inicio de la pandemia. Estados Unidos, con solo el 4,25 por ciento de la población mundial, representa una quinta parte de las muertes mundiales o 200.000 personas.

La reapertura de escuelas es ahora un foco de los esfuerzos de las élites gobernantes para abandonar las precauciones más básicas contra la propagación del virus y la creciente resistencia de los trabajadores y jóvenes de todo el mundo.

En Estados Unidos, los expertos de salud están advirtiendo de un “otoño apocalíptico”, en gran medida por la apertura de escuelas y universidades. En un esfuerzo deliberado para ocultar este peligro, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, siglas en inglés) retiraron partes de sus guías publicadas días atrás que reconocían que el COVID-19 se transmite principalmente a través de partículas aéreas. La información borrada incluía la siguiente advertencia: “En general, los entornos interiores sin buena ventilación aumentan este riesgo”.

El lunes, 90.000 estudiantes de prescolar y educación especial regresarán a las aulas en la Ciudad de Nueva York, el distrito escolar más grande del país. Después de una serie de protestas de maestros y padres la semana pasada, incluyendo de escuelas con mala ventilación, el alcalde demócrata Bill de Blasio retrasó la reanudación completa de clases presenciales para cientos de miles de estudiantes hasta el 29 de septiembre, en una semana.

Un maestro le toma la mano a Pedro Garcia, de 4 años, cuando llegaba el primer día de clases al centro prescolar Mosaic en Queens, 21 de septiembre de 2020, Nueva York (AP Photo/Mark Lennihan)

La reapertura de escuelas en todo el país ya ha engendrado tragedias, incluyendo las muertes de al menos tres docentes solo en la última semana. Las universidades también se han vuelto focos de contagio, con al menos 90.000 casos en las últimas semanas. Si bien esta política ha sido encabezada por el Gobierno de Trump, ha sido implementada por los demócratas que controlan los Gobiernos estatales y los principales distritos escolares urbanos.

En Brasil, con el segundo mayor número de muertes por COVID-19 en el mundo, más de 137.000, el presidente fascistizante Jair Bolsonaro ha denunciado a los educadores que hicieron huelga y protestaron contra las condiciones inseguras, tildándolos de minoría “de extrema izquierda” que no quiere trabajar. Sus supuestos opositores políticos en el Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB) planean reanudar las clases presenciales en Sao Paulo, el distrito escolar más grande del continente americano, con dos millones de estudiantes, el 7 de octubre.

En Europa, las escuelas están reabriendo pese a un repunte en casos y muertes. Una encuesta publicada en Reino Unido el lunes reveló que el 82 por ciento de las escuelas han tenido que pedir que los estudiantes se aíslen porque no pueden obtener una prueba para el virus. El primer ministro Boris Johnson sigue apoyando mantener las escuelas abiertas sin importar el costo, incluso cuando se espera que los casos nuevos incrementen a más de 50.000 por día en las próximas semanas.

En Francia, el ministro de educación anunció el domingo que las clases de prescolar y primaria “continuarán con normalidad” incluso si un compañero de aula sale positivo al COVID-19. En Alemania, los docentes y trabajadores de cuidado infantil están denunciando que los oficiales gubernamentales ocultan información deliberadamente sobre brotes.

En Sud á frica, con la novena mayor cantidad de casos confirmados, el Congreso Nacional Africano está procediendo a abrir las escuelas esta semana, después de un retraso por un pico de contagios.

¿Qué está motivando la guerra global contra los estudiantes, maestros y otros educadores?

Lo admitan o no, los Gobiernos capitalistas de todo el mundo han adoptado la política de inmunidad colectiva”, es decir, permitir que el virus se propague libremente. Incluso las estimaciones conservadoras concluyen que esta política generará más de 23 millones de muertes a nivel global en los próximos años.

Estados Unidos y muchos de los mayores países capitalistas siguieron el ejemplo de Suecia, cuyos funcionarios sabían que las escuelas se convertirían en “superpropagadores”, pero las mantuvieron abiertas deliberadamente. Como escribi ó la principal autoridad epidemióloga sueca Anders Tegnell en marzo, lo hicieron “para alcanzar la inmunidad colectiva más rápido”.

Los Gobiernos de EE.UU., Francia, Reino Unido y otros países señalaron las afirmaciones d ellos oficiales suecos de que mantener las escuelas abiertas no había impactado significativamente la propagación del virus. Pero las autoridades de Suecia, que tiene una de las mayores tasas de mortalidad por COVID, han admitido desde entonces que no mantuvieron un registro de infecciones entre estudiantes. Y los brotes más grandes que causaron que las escuelas cerraran no se incluyeron en las sumas de casos oficiales.

La campaña de regreso a las aulas no está siendo impulsada por consideraciones de salud pública, para no hablar de las necesidades de los niños, sino por los intereses de la clase gobernante. Después de entregarles varios billones de dólares para apuntalar los bancos y las principales corporaciones, los Gobiernos están enviando a los niños de vuelta a clases para que sus padres puedan reanudar la generación de ganancias necesarias para financiar su montaña de deudas.

La consciencia cada vez mayor de que los Gobiernos de todo el mundo están infectando deliberadamente a los niños y maestros con un virus mortal está provocando un enojo y una oposición enormes entre los educadores, con cientos de protestas en todo el mundo contra la reapertura de escuelas y universidades.

El 5 de agosto, el Partido Socialista por la Igualdad (EE.UU.) publicó una declaración llamando a formar comités de base para preparar una huelga nacional que detenga esta política homicida. “Las medidas exigidas por los maestros”, escribió el PSI, “corresponden a las medidas que los científicos y epidemiólogos insisten que son necesarias para detener la propagación de la pandemia. Hay dos intereses sociales absolutamente opuestos en cuestión. Los maestros están luchando por la vida. La clase gobernante está luchando por las ganancias y la muerte”.

Desde este llamado a la acción, se han comenzado a formar Comités de Seguridad de Base de Educadores. Estos comités ya fueron creados en los dos distritos escolares más grandes del país, la Ciudad de Nueva York y Los Ángeles, así como en Michigan, Texas y Florida. Se han formado comités similares en Alemania, Reino Unido y Australia.

Estos comités son independientes de los sindicatos controlados por la patronal, que se han dedicado a suprimir la oposición a la reapertura escolar. Las demandas de los comités de seguridad no se basan en los intereses de la clase capitalista, que se ha enriquecido mientras muere un millón de personas en el mundo, sino en lo necesario para proteger las vidas y el bienestar de los niños, los educadores y toda la clase obrera.

Al librar esta lucha, los comités de base han adoptado las demandas de un cierre inmediato de todas las escuelas públicas, privadas y concertadas; la protección de los ingresos plenos para todos los padres y cuidadores que permanezcan en casa con los niños; y la redistribución de los billones de dólares entregados a los ricos hacia ofrecer un financiamiento completo para la educación pública, las clases en línea, internet de alta velocidad, seguridad alimentaria, atención en salud mental, apoyo para la educación especial y todos los recursos necesarios para el aprendizaje remoto de la mejor calidad.

Los derechos de la clase obrera, incluyendo el derecho a la salud, la seguridad y la vida, dependen de la coordinación internacional de sus luchas y el desarrollo de un poderoso movimiento socialista, cuyo objetivo es la expropiación de la clase gobernante y la reorganización de la vida económica con base en las necesidades sociales y no las ganancias privadas.

El Partido Socialista por la Igualdad y su ala juvenil y estudiantil, los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS, o IYSSE en inglés), están en la primera línea de batalla para movilizar a la clase obrera en una lucha revolucionaria contra el origen de todo el sufrimiento traído por la pandemia: el sistema capitalista.

Urgimos a los jóvenes, educadores y todos los trabajadores a unirse a la lucha por la vida y la clase obrera, es decir, la lucha por el socialismo.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 22 de septiembre de 2020)

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